Trabajo femenino y las economías familiares: una perspectiva historiográfica

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Rango

Edad Moderna

Desarrollo


La importancia decisiva de esta actividad humana a la que denominamos trabajo es tal, que en todas las sociedades ha trascendido más allá de la mera esfera de la subsistencia y la reproducción social para insertarse plenamente en el ámbito de lo político. La actividad denominada trabajo tiene, por tanto, una dimensión política fundamental. En primer lugar, porque está sujeta a un marco institucional (legislación laboral, desarrollo técnico, nivel educativo, política económica, etc.) que regula y, que en muchos casos ha limitado el acceso de las mujeres a éste. En segundo lugar, porque es una actividad susceptible de ser valorada o infravalorada y, por lo tanto, está sujeta a un cuerpo de representaciones simbólicas con un claro contenido ideológico y político. Por último, las prácticas en torno al trabajo han generado culturas específicas del trabajo que pueden ser leídas en clave política, en tanto que han emergido desde abajo haciendo, a menudo, posible el empoderamiento, es decir, el proceso a través del cual las mujeres acceden al control de recursos materiales y simbólicos, y refuerzan sus capacidades y protagonismo en todos los ámbitos. El objetivo de este capítulo es señalar cuál ha sido el camino recorrido por la historia de las mujeres en relación con el trabajo y con las economías familiares en la Edad Moderna durante los últimos veinticinco años en España. Algunos de los estudios claves que se generaron en los años setenta y que más han influido en la historia de las mujeres con relación al trabajo fueron básicamente los estudios de Tilly y Scout quienes captaron brillantemente el punto de encuentro entre trabajo, familia y consumo y aportaron elementos claves como el concepto de salario, de familia, etc.

Christine Delphy conceptualizó la explotación de las mujeres a través de formular el modo de producción doméstico haciendo emerger lo que se ha denominado doble jornada laboral de las mujeres. En los años ochenta diversos congresos y jornadas trataron del tema central el análisis histórico del trabajo de las mujeres. En octubre de 1986, en el Centro de Investigación histórica de la Mujer (113) se celebró el Primer Coloquio de Historia de la Mujer: De la Casa a la fábrica, siglo V-XX. En abril de 1987, el Seminario de Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma de Madrid, organizó las VI Jornadas de investigación interdisciplinaria sobre la mujer. El trabajo de las mujeres: siglos XVI-XX, publicadas unos años después. Allí emergieron interesantes estudios sobre el trabajo de las mujeres en los señoríos, el trabajo curativo, la prostitución, las actividades religiosas o la desvalorización del trabajo de las mujeres. Fue entonces cuando se iniciaron trayectorias investigadoras muy valiosas con relación al mundo del trabajo, que en los noventa y especialmente hoy están dando excelentes frutos. En la última década del siglo XX, la investigación sobre la historia de las mujeres en el periodo moderno comenzó a prestar atención al análisis de los aspectos que articulan la amplia realidad material de las mujeres. De este modo, los trabajos sobre nodrizas, servicio doméstico y lavanderas que en los inicios de la disciplina constituían espacios temáticos donde encontrar a las mujeres dieron lugar, más adelante, a formulaciones tales como la formación del mercado de trabajo.

Las pobres, inmigrantes recién llegadas, prostitutas y marginadas que poblaban los hospicios, comedores populares o las colas de empeño en los montes de piedad se convirtieron en los años noventa en hacedoras de estrategias de supervivencia, transformando la pobreza -que antes se ubicaba en los márgenes del sistema- en un espacio central de la vida económica, de la actividad urbana y de la economía informal de las ciudades del periodo moderno. El estudio de las ocupaciones, tales como el trabajo de las mujeres en los gremios y en las primeras fábricas indianas, se transformó en una aportación clave para entender los procesos de trabajo y la formación de culturas del trabajo específicas en las mujeres tanto en el contexto urbano como rural. El estudio del trabajo de las mujeres vinculado a la salud y enfermedad convirtió a sanadoras, matronas y curadoras en ejemplos claros de creación de autoridad femenina y de empoderamiento a partir de una determinada actividad laboral. Por otra parte, la investigación sobre la familia se ha desplazado del estudio del marco jurídico, los conflictos y los rasgos de la subordinación al estudio de las mujeres en las estrategias familiares y de hogar, y en las redes de parentesco y vecindad. Así, la historia de las mujeres que se desarrolló en los años ochenta y noventa sobre su actividad en los gremios, en el servicio doméstico, en la gestión de tabernas y burdeles, en los monasterios, en las explotaciones agrícolas, en la venta al menor, en las fábricas o en los hospicios, ha dado paso a nuevas preguntas que dan una nueva dimensión a la propia actividad femenina y, por tanto, el trabajo de las mujeres, incorporando la aportación de éstas a la sostenibilidad de la vida.

Conceptos como "la economía del cuidado" o las aproximaciones en torno al "tiempo de vida y tiempo de trabajo" se difunden ampliamente en el entorno de la historia de las mujeres. Ello ha permitido entender la complejidad de sus itinerarios laborales a lo largo de su curso de vida, la conciliación de tiempos distintos, la importancia de las estrategias salariales en el hogar, el papel de las mujeres como gestoras del consumo, la relación entre mujeres y microfinanzas, o las mujeres emprendedoras en la frontera entre trabajadoras y empresarias. Gráfico En definitiva, hoy las investigaciones de la historia de las mujeres sobre el trabajo en el periodo moderno plantean interesantes preguntas relativas al papel de las mujeres en la sostenibilidad de la vida humana que, paradójicamente, resultan contrastables con la experiencia actual de éstas en los países en desarrollo. En los últimos años se han estudiado sobre este tema los diversos ciclos familiares. El periodo de crianza de los hijos y el de la vejez han sido considerados como los de mayor riesgo, pues son los periodos en los cuales la ratio entre ingresos y gastos es desfavorable, aumentando las posibilidades de pobreza. (114) Los únicos momentos en los que los riesgos de pobreza disminuían solían ser el final de la adolescencia y los años de matrimonio que precedían al nacimiento de los hijos. La teorización sobre el ciclo familiar y los riesgos de pauperización ha permitido avanzar mucho en el análisis de las estrategias de supervivencia, las economías de la improvisación y las economías familiares adaptativas. Todas ellas participan de esta visión dinámica de la familia y de una visión plural del trabajo. En definitiva, los avances en la investigación sobre la familia y las economías familiares indican la necesidad de estudiar la familia como un proceso fluido y mutante, en lugar de una realidad estática. La mayor parte de la población en el periodo moderno vivía, a causa de la fragilidad del ciclo económico familiar, en una amenaza permanente por lo que se veían obligadas a buscar otras fuentes de sustento y otras relaciones lo que provocaba la formación de vínculos no sólo de parentesco, sino también de vecindad, oficio y amistad.

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