Relación de los votos y juramentos
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Datos principales
Desarrollo
Relación de los votos y juramentos Usavan a hazer voto a los ídolos de servirlos con algunos sacrificios y ofrendas cuando alguno de sus hijos o de su casa caía en enfermedades o caía de su estado y se lisiava. Esto hazían no a uno solo, pero a dos o tres de sus ídolos, para que le ayudassen en aquella necessidad. Tenían también costumbre de hazer juramento de cumplir alguna cosa a que se obligavan, y aquel a quien se obligavan les demandava que hiziessen juramento para estar seguro de su palabra. Y el juramento que hazía era esta forma: "¡Por vida del sol y de nuestra señora la tierra, que no haré falta en lo que tengo dicho, y para mayor seguridad como esta tierra!" Y luego tocava con los dedos en la tierra y llegávalos a la boca y lamíalos; y ansí comía tierra haziendo juramento. Cuando por alguna necessidad alguno demandava a su dios ayuda, hazía voto y juramento de hazer tal cosa por su servicio y cumplíalo. Relación de los cantares que se dezían a honra de los dioses en los templo y fuera de ellos Costumbre muy antigua es de nuestro adversario el diablo buscar ascondrijos para hazer sus negocios conforme a lo del Sancto Evangelio que dize: "Quien haze mal, aborrece la luz". Conforme a esto, este nuestro enemigo en esta tierra plantó un bosque o arcabuco lleno de muy espesas breñas para hazer sus negocios desde él, y para absconderse en él, para no ser hallado como hazen las bestias fieras y las muy ponçuñosas serpientes. Este bosque o arcabuco breñoso son los cantares que en esta tierra él urdió que se hiziessen y usasen en su servicio, y como su culto divino y psalmus de su loor, ansí en los templos como fuera de ellos, los cuales llevan tanto artificio que dizen lo que quieren y apregonan lo que él manda, y entiéndenlos solamente aquellos a quien él los endereça.
Es cosa muy averiguada que la cueva, bosque y arcabuco donde el día de hoy este maldito adversario se absconde son los cantares y psalmus que tiene compuestos, y se le cantan, sin poderse entender lo que en ello se trata, más de aquellos que son naturales y acostumbrados a este lenguaje, de manera que seguramente se canta todo lo que él quiere, sea guerra o paz, loor suyo o contumelia de Jesucristo, sin que de los demás se pueda entender. Relación que habla de la mugeres que servían en el templo Havía también en los templos mugeres que desde pequeñuelas se criavan allí, y era la causa porque por su devoción sus madres, siendo muy chiquillas, las prometían al servicio del templo, y siendo de veinte o cuarenta días las presentavan al que tenía cargo de éste, que le llamavan cuacuilli, que era como cura. Y llevavan escobas para barrer y un incensario de barro, y incienso que se llama copalli blanco; todo esto presentavan al cuacuilli o cara. Hecho esto, el cuacuilli encargava mucho a la madre que tuviesse mucho cuidado de criar a su hija, y también de que de veinte en veinte días tuviesse cuidado de llevar al calpulco o perrocha de su barrio aquella misma ofrenda de escobas y copal, y leña para quemar en los fugones de la iglesia. Aquella niña desque llegava a edad de discreción, informada de su madre cerca del voto que havía hecho, ella misma se iva al templo, donde estavan las otras donzellas, y llevava su ofrenda consigo, que era un incensario de barro y copal.
Desde este tiempo hasta que era casadera siempre estava en el templo debaxo del regimiento de las matronas que criavan a las donzellas; y cuando, ya siendo de edad, la demandava alguno para se casar con ella, en estando concertados los parientes y los principales del barrio para que se hiziesse el casamiento, aprestavan la ofrenda que havían de llevar que era codornizes, y encienso, y flores, y cañas de humo y un incensario de barro, y también aparejavan comida. Luego tomavan a la moça y la llevavan delante de los sátrapas al mismo templo, y tendían una manta grande de algodón blanco, y sobre ella se ponía toda la ofrenda que llevavan, y también una manta que se llama tlacacuachtli, en la cual estavan texidas muchas cabeças de personas. Y hechos sus razonamientos de la una parte a la otra, los padres de la moça llevavan a su hija. Fin del apéndiz del Segundo Libro.
Es cosa muy averiguada que la cueva, bosque y arcabuco donde el día de hoy este maldito adversario se absconde son los cantares y psalmus que tiene compuestos, y se le cantan, sin poderse entender lo que en ello se trata, más de aquellos que son naturales y acostumbrados a este lenguaje, de manera que seguramente se canta todo lo que él quiere, sea guerra o paz, loor suyo o contumelia de Jesucristo, sin que de los demás se pueda entender. Relación que habla de la mugeres que servían en el templo Havía también en los templos mugeres que desde pequeñuelas se criavan allí, y era la causa porque por su devoción sus madres, siendo muy chiquillas, las prometían al servicio del templo, y siendo de veinte o cuarenta días las presentavan al que tenía cargo de éste, que le llamavan cuacuilli, que era como cura. Y llevavan escobas para barrer y un incensario de barro, y incienso que se llama copalli blanco; todo esto presentavan al cuacuilli o cara. Hecho esto, el cuacuilli encargava mucho a la madre que tuviesse mucho cuidado de criar a su hija, y también de que de veinte en veinte días tuviesse cuidado de llevar al calpulco o perrocha de su barrio aquella misma ofrenda de escobas y copal, y leña para quemar en los fugones de la iglesia. Aquella niña desque llegava a edad de discreción, informada de su madre cerca del voto que havía hecho, ella misma se iva al templo, donde estavan las otras donzellas, y llevava su ofrenda consigo, que era un incensario de barro y copal.
Desde este tiempo hasta que era casadera siempre estava en el templo debaxo del regimiento de las matronas que criavan a las donzellas; y cuando, ya siendo de edad, la demandava alguno para se casar con ella, en estando concertados los parientes y los principales del barrio para que se hiziesse el casamiento, aprestavan la ofrenda que havían de llevar que era codornizes, y encienso, y flores, y cañas de humo y un incensario de barro, y también aparejavan comida. Luego tomavan a la moça y la llevavan delante de los sátrapas al mismo templo, y tendían una manta grande de algodón blanco, y sobre ella se ponía toda la ofrenda que llevavan, y también una manta que se llama tlacacuachtli, en la cual estavan texidas muchas cabeças de personas. Y hechos sus razonamientos de la una parte a la otra, los padres de la moça llevavan a su hija. Fin del apéndiz del Segundo Libro.