Primeras industrias humanas
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Datos principales
Rango
Paleolítico Inferior
Desarrollo
Los restos culturales más antiguos conocidos provienen, como los restos de homínidos fósiles, de Africa. Los primeros descubrimientos de Australopitecos de R. Dart en las cuevas sudafricanas permitieron a este investigador identificar una serie de huesos, dientes y astas que para él representaban las primeras evidencias de instrumentos utilizados. Esta industria, denominada por Dart osteodontoquerática (huesos, dientes, astas), constituía para él los elementos utilizados por estos primeros homínidos como sustituto de las armas de las que no habían sido dotados por la naturaleza y por lo que habrían usado las de los animales. Sin embargo, los descubrimientos de Olduvai (Kenia) cambiaron la perspectiva, al aparecer instrumentos líticos. Por otro lado, la revisión de los yacimientos sudafricanos permitió identificar que estos materiales correspondían a cubiles de hienas o leopardos , de los que también habían sido presas los Australopitecos. Además, la revisión geológica de los sedimentos cambió el sistema de relaciones de los propios materiales, al no poder correlacionarlos con los restos de homínidos. De esta forma, nos encontramos con uno de los principales problemas en relación con las primeras evidencias culturales de la humanidad. La arqueología nos aporta la prueba de que ciertos homínidos aprovecharon su posición erguida para, aprovechando las manos liberadas de la marcha, fabricar instrumentos y aprovechar mejor sus posibilidades.
Sin embargo, el problema se sitúa en distinguir a qué tipo de homínido se deben atribuir los restos culturales. Salvo raras excepciones, los yacimientos con restos fósiles de homínidos no presentan industrias, y en aquellos donde éstas se hallan presentes no suelen aparecer los anteriores. Las investigaciones en la región de los Afar, en Etiopía, dieron como resultado el descubrimiento de la serie de materiales arqueológicos más antiguos conocidos por el momento. Las investigaciones han permitido reconocer las evidencias de varios yacimientos arqueológicos datados entre los 2,8 y 2,6 millones de años. En los yacimientos de Kada Gona y Kada Hadar se encontró una industria formada por cantos trabajados tallados sobre una o dos caras junto a núcleos y lascas, generalmente de basalto. El interés que presentan estos materiales es que ya nos encontramos con materiales elaborados, en los que se descubre un conocimiento de las técnicas de talla. Esto plantea el problema de las primeras industrias humanas. Con toda probabilidad, los primeros homínidos utilizaron elementos de la naturaleza tales como palos o materias vegetales junto a piedras, como hemos visto que utilizan los chimpancés. Así, nos encontramos con un límite metodológico para nuestra investigación. ¿Cuáles son los criterios por los que podemos reconocer una industria humana? Sin duda nunca podremos identificar los primeros instrumentos, sólo cuando una acción humana los haya transformado seremos capaces de reconocerlos como tales.
En el sur de Etiopía se encuentra, en el valle del río Omo, la denominada Formación Shungura, datada entre 2,3 y 2 millones de años y donde J. Chavaillon descubrió una importante serie de yacimientos arqueológicos. Los yacimientos conocidos como Omo 57, Omo 84 y Omo 123 proporcionaron una industria consistente en lascas de cuarzo sobre las que aparecen los atributos de una talla intencional, como talones y bulbos de percusión, en algunas de las cuales se ha detectado la presencia de retoques. Junto a ellos aparecieron núcleos discoides y poliédricos. En otro yacimiento, Omo 71, se descubrió un canto trabajado de cuarzo en el que una serie de levantamientos bifaciales formaban un filo cortante. Uno de los sectores de Omo 123 ha permitido recoger las lascas procedentes del mismo núcleo y reconstruir el proceso de talla superponiéndolas al mismo. Según J. Chavaillon en estos yacimientos se pueden detectar actividades diferentes. Algunos podrían constituir campamentos provisionales, mientras que en otros casos se trataría de talleres de talla. Los materiales descubiertos forman parte del primer complejo industrial conocido, habiendo sido denominado por los prehistoriadores como Oldovayense, siguiendo la tradición de llamarlo por el primer yacimiento donde se identificó: Olduvai. La garganta de Olduvai se encuentra cerca del volcán de Serengueti, cuyo cráter alberga hoy el Parque Nacional del mismo nombre y al borde de la fosa tectónica del Rift. Esta fosa recorre el oriente de Africa, llegando hasta el mar Muerto en Palestina.
Su actividad ha favorecido el vulcanismo local, de forma que las coladas de lava han sellado muchos de los yacimientos arqueológicos de la región. Desde 1931 L. Leakey se dedicó a la investigación en la garganta de Olduvai, ya conocida desde principio de siglo por su riqueza en fósiles. Su estratigrafía está formada por varios niveles geológicos, conocidos como Beds. A lo largo de la garganta, en los distintos niveles se descubrieron varios yacimientos arqueológicos de distintos tipos. Entre ellos, algunos representan suelos de habitación donde los objetos se distribuyen en la superficie de un paleosuelo. En otros casos, se trata de áreas de descuartizamiento donde se encuentran instrumentos asociados al esqueleto de un gran animal. La estratigrafía global de Olduvai comienza por una capa de basalto sobre la que se sitúa el Bed I, de 40 metros de espesor y formado por tobas volcánicas; en él aparecen los principales niveles arqueológicos del Oldovayense. El Bed II presenta de 20 a 30 metros de espesor según las áreas, estando formado por intercalaciones de tobas volcánicas y depósitos fluviales. En él se encuentran materiales del Oldovayense que evolucionan hacia un Oldovayense avanzado (Developed Oldwman), con un Achelense en la parte superior. Éste se caracteriza por la presencia de los bifaces, en los que la talla cubre las dos caras dando bordes más rectilíneos. El Bed III presenta de 10 a 15 metros y sólo contiene materiales fluviales con industria Achelense .
El Bed IV, con 45 m de espesor, está formado por materiales eólicos, lo que evidencia un cambio en las condiciones climáticas hacia una mayor aridez. El Bed V es la formación superficial y se formó a favor de los cambios tectónicos y el hundimiento progresivo del Rift. La cronología de Olduvai, sobre todo en los Beds I y II, se puede establecer con una cierta seguridad dada la presencia de tobas volcánicas datables mediante la técnica de descomposición del potasio en argón. El basalto de la base del Bed I se ha datado en 1,9 millones de años, mientras que el Bed II comienza hace 1,7 millones de años y terminó hace un millón de años. Los Beds I y II contienen industria del tipo Oldovayense con casi un 80 por 100 de cantos trabajados tanto uni como bifacialmente y que presentan filos redondeados. Junto a ellos aparecen los poliedros, los discos y los protobifaces, así como una industria sobre lascas retocadas que forman raederas, buriles o perforadores. Las materias primas son, sobre todo, volcánicas como el basalto o la fonolita. El Oldovayense avanzado se sitúa cronológicamente en 1,5 millones de años en este lugar y une a estos instrumentos la aparición de los primeros, y aún toscos, bifaces así como un mayor desarrollo de la industria sobre lasca, apareciendo los raspadores, como también el uso de la cuarcita. Entre los distintos yacimientos conocidos en Olduvai, algunos nos permiten conocer las formas de vida de estos homínidos. Uno de los yacimientos más interesantes es el conocido como DK I.
En él se descubrieron los restos de la primera estructura conocida. Se trata de un círculo de piedras en cuyo interior aparecían instrumentos líticos y restos de fauna. Esta estructura ha sido interpretada como los restos de un paravientos, del mismo tipo que los utilizados por los bosquimanos o los pastores para protegerse del frío y el viento de la noche. Esto nos permite suponer que hace 1,8 millones de años los grupos humanos podían organizar su espacio y dominaban técnicas para asegurarse una cierta confortabilidad y protección. Otro yacimiento de gran interés es el denominado FLK, donde se identificaron los restos de un suelo de ocupación compuesto de gran número de lascas así como algunos cantos trabajados. En él se descubrieron los huesos del Australopitecus (Zinjatropus) boisei . En un nivel subyacente aparecieron los restos de Homo habilis , demostrando la contemporaneidad de ambos tipos de homínidos. En la parte superior del Bed I, en el yacimiento FLK Norte, aparecieron los restos de un elefante asociados al instrumental utilizado en su descuartizamiento. Junto a Olduvai, en el norte de Kenia se encuentra el lago Turkana, antiguo lago Rodolfo. En él aparece la Formación Koobi Fora, donde se descubrieron varios niveles arqueológicos estudiados por G. Isaac y R. Leakey. Esta presenta dos series estratigráficas separadas por una toba volcánica; fue datada en un principio en 2,6 millones de años, aunque una revisión posterior la situó entre 1,8 y 1,6 millones de años, es decir, casi cronológicamente paralela al Bed I de Olduvai.
En la secuencia inferior se descubrieron varios yacimientos, destacando el conocido como KBS, que contenía una industria de tipo Oldovayense junto a restos óseos de cocodrilo, jirafa, hipopótamo, puerco espín y jabalí. Esto ha sido interpretado por G. Isaac como una evidencia del trabajo en cooperación de los primeros homínidos, pues no parece que se puedan considerar causas naturales para esta agrupación de animales tan diferentes. Otro yacimiento es el HAS, donde aparecieron los restos de un hipopótamo asociado a las instrumentos utilizados en su descuartizamiento. Entre los restos fósiles destaca el denominado KNM ER 1470, un tipo evolucionado de Homo habilis. Al norte de Kenia, en Etiopía, encontramos otra de las zonas donde se han descubierto importantes yacimientos del Oldovayense: el valle del Awash en Melka Kunture. Entre ellos destaca Gombore I, donde aparecieron gran número de instrumentos y restos de fauna. En él se pueden descubrir zonas de acumulación de materiales, junto a otras vacías. Esto ha sido interpretado como la evidencia de zonas de actividades específicas, como talleres o áreas de procesado de los animales. También se descubrió una zona vacía rodeada de círculos de piedras que podría representar un abrigo del tipo de Olduvai FLK. Los restos de fauna corresponden a hipopótamos , elefantes y antílopes. Su cronología se sitúa entre 1,7 y 1,6 millones de años. El Oldovayense avanzado está presente en Garba IV, datado en 1,4 millones de años. En él aparecen, junto a los cantos trabajados, lascas y percutores, así como grandes bloques de piedra de casi 60 kilos utilizados como almacenamiento de materia prima. La presencia de algunos bifaces auténticos nos permite enlazarlo con el Achelense.
Sin embargo, el problema se sitúa en distinguir a qué tipo de homínido se deben atribuir los restos culturales. Salvo raras excepciones, los yacimientos con restos fósiles de homínidos no presentan industrias, y en aquellos donde éstas se hallan presentes no suelen aparecer los anteriores. Las investigaciones en la región de los Afar, en Etiopía, dieron como resultado el descubrimiento de la serie de materiales arqueológicos más antiguos conocidos por el momento. Las investigaciones han permitido reconocer las evidencias de varios yacimientos arqueológicos datados entre los 2,8 y 2,6 millones de años. En los yacimientos de Kada Gona y Kada Hadar se encontró una industria formada por cantos trabajados tallados sobre una o dos caras junto a núcleos y lascas, generalmente de basalto. El interés que presentan estos materiales es que ya nos encontramos con materiales elaborados, en los que se descubre un conocimiento de las técnicas de talla. Esto plantea el problema de las primeras industrias humanas. Con toda probabilidad, los primeros homínidos utilizaron elementos de la naturaleza tales como palos o materias vegetales junto a piedras, como hemos visto que utilizan los chimpancés. Así, nos encontramos con un límite metodológico para nuestra investigación. ¿Cuáles son los criterios por los que podemos reconocer una industria humana? Sin duda nunca podremos identificar los primeros instrumentos, sólo cuando una acción humana los haya transformado seremos capaces de reconocerlos como tales.
En el sur de Etiopía se encuentra, en el valle del río Omo, la denominada Formación Shungura, datada entre 2,3 y 2 millones de años y donde J. Chavaillon descubrió una importante serie de yacimientos arqueológicos. Los yacimientos conocidos como Omo 57, Omo 84 y Omo 123 proporcionaron una industria consistente en lascas de cuarzo sobre las que aparecen los atributos de una talla intencional, como talones y bulbos de percusión, en algunas de las cuales se ha detectado la presencia de retoques. Junto a ellos aparecieron núcleos discoides y poliédricos. En otro yacimiento, Omo 71, se descubrió un canto trabajado de cuarzo en el que una serie de levantamientos bifaciales formaban un filo cortante. Uno de los sectores de Omo 123 ha permitido recoger las lascas procedentes del mismo núcleo y reconstruir el proceso de talla superponiéndolas al mismo. Según J. Chavaillon en estos yacimientos se pueden detectar actividades diferentes. Algunos podrían constituir campamentos provisionales, mientras que en otros casos se trataría de talleres de talla. Los materiales descubiertos forman parte del primer complejo industrial conocido, habiendo sido denominado por los prehistoriadores como Oldovayense, siguiendo la tradición de llamarlo por el primer yacimiento donde se identificó: Olduvai. La garganta de Olduvai se encuentra cerca del volcán de Serengueti, cuyo cráter alberga hoy el Parque Nacional del mismo nombre y al borde de la fosa tectónica del Rift. Esta fosa recorre el oriente de Africa, llegando hasta el mar Muerto en Palestina.
Su actividad ha favorecido el vulcanismo local, de forma que las coladas de lava han sellado muchos de los yacimientos arqueológicos de la región. Desde 1931 L. Leakey se dedicó a la investigación en la garganta de Olduvai, ya conocida desde principio de siglo por su riqueza en fósiles. Su estratigrafía está formada por varios niveles geológicos, conocidos como Beds. A lo largo de la garganta, en los distintos niveles se descubrieron varios yacimientos arqueológicos de distintos tipos. Entre ellos, algunos representan suelos de habitación donde los objetos se distribuyen en la superficie de un paleosuelo. En otros casos, se trata de áreas de descuartizamiento donde se encuentran instrumentos asociados al esqueleto de un gran animal. La estratigrafía global de Olduvai comienza por una capa de basalto sobre la que se sitúa el Bed I, de 40 metros de espesor y formado por tobas volcánicas; en él aparecen los principales niveles arqueológicos del Oldovayense. El Bed II presenta de 20 a 30 metros de espesor según las áreas, estando formado por intercalaciones de tobas volcánicas y depósitos fluviales. En él se encuentran materiales del Oldovayense que evolucionan hacia un Oldovayense avanzado (Developed Oldwman), con un Achelense en la parte superior. Éste se caracteriza por la presencia de los bifaces, en los que la talla cubre las dos caras dando bordes más rectilíneos. El Bed III presenta de 10 a 15 metros y sólo contiene materiales fluviales con industria Achelense .
El Bed IV, con 45 m de espesor, está formado por materiales eólicos, lo que evidencia un cambio en las condiciones climáticas hacia una mayor aridez. El Bed V es la formación superficial y se formó a favor de los cambios tectónicos y el hundimiento progresivo del Rift. La cronología de Olduvai, sobre todo en los Beds I y II, se puede establecer con una cierta seguridad dada la presencia de tobas volcánicas datables mediante la técnica de descomposición del potasio en argón. El basalto de la base del Bed I se ha datado en 1,9 millones de años, mientras que el Bed II comienza hace 1,7 millones de años y terminó hace un millón de años. Los Beds I y II contienen industria del tipo Oldovayense con casi un 80 por 100 de cantos trabajados tanto uni como bifacialmente y que presentan filos redondeados. Junto a ellos aparecen los poliedros, los discos y los protobifaces, así como una industria sobre lascas retocadas que forman raederas, buriles o perforadores. Las materias primas son, sobre todo, volcánicas como el basalto o la fonolita. El Oldovayense avanzado se sitúa cronológicamente en 1,5 millones de años en este lugar y une a estos instrumentos la aparición de los primeros, y aún toscos, bifaces así como un mayor desarrollo de la industria sobre lasca, apareciendo los raspadores, como también el uso de la cuarcita. Entre los distintos yacimientos conocidos en Olduvai, algunos nos permiten conocer las formas de vida de estos homínidos. Uno de los yacimientos más interesantes es el conocido como DK I.
En él se descubrieron los restos de la primera estructura conocida. Se trata de un círculo de piedras en cuyo interior aparecían instrumentos líticos y restos de fauna. Esta estructura ha sido interpretada como los restos de un paravientos, del mismo tipo que los utilizados por los bosquimanos o los pastores para protegerse del frío y el viento de la noche. Esto nos permite suponer que hace 1,8 millones de años los grupos humanos podían organizar su espacio y dominaban técnicas para asegurarse una cierta confortabilidad y protección. Otro yacimiento de gran interés es el denominado FLK, donde se identificaron los restos de un suelo de ocupación compuesto de gran número de lascas así como algunos cantos trabajados. En él se descubrieron los huesos del Australopitecus (Zinjatropus) boisei . En un nivel subyacente aparecieron los restos de Homo habilis , demostrando la contemporaneidad de ambos tipos de homínidos. En la parte superior del Bed I, en el yacimiento FLK Norte, aparecieron los restos de un elefante asociados al instrumental utilizado en su descuartizamiento. Junto a Olduvai, en el norte de Kenia se encuentra el lago Turkana, antiguo lago Rodolfo. En él aparece la Formación Koobi Fora, donde se descubrieron varios niveles arqueológicos estudiados por G. Isaac y R. Leakey. Esta presenta dos series estratigráficas separadas por una toba volcánica; fue datada en un principio en 2,6 millones de años, aunque una revisión posterior la situó entre 1,8 y 1,6 millones de años, es decir, casi cronológicamente paralela al Bed I de Olduvai.
En la secuencia inferior se descubrieron varios yacimientos, destacando el conocido como KBS, que contenía una industria de tipo Oldovayense junto a restos óseos de cocodrilo, jirafa, hipopótamo, puerco espín y jabalí. Esto ha sido interpretado por G. Isaac como una evidencia del trabajo en cooperación de los primeros homínidos, pues no parece que se puedan considerar causas naturales para esta agrupación de animales tan diferentes. Otro yacimiento es el HAS, donde aparecieron los restos de un hipopótamo asociado a las instrumentos utilizados en su descuartizamiento. Entre los restos fósiles destaca el denominado KNM ER 1470, un tipo evolucionado de Homo habilis. Al norte de Kenia, en Etiopía, encontramos otra de las zonas donde se han descubierto importantes yacimientos del Oldovayense: el valle del Awash en Melka Kunture. Entre ellos destaca Gombore I, donde aparecieron gran número de instrumentos y restos de fauna. En él se pueden descubrir zonas de acumulación de materiales, junto a otras vacías. Esto ha sido interpretado como la evidencia de zonas de actividades específicas, como talleres o áreas de procesado de los animales. También se descubrió una zona vacía rodeada de círculos de piedras que podría representar un abrigo del tipo de Olduvai FLK. Los restos de fauna corresponden a hipopótamos , elefantes y antílopes. Su cronología se sitúa entre 1,7 y 1,6 millones de años. El Oldovayense avanzado está presente en Garba IV, datado en 1,4 millones de años. En él aparecen, junto a los cantos trabajados, lascas y percutores, así como grandes bloques de piedra de casi 60 kilos utilizados como almacenamiento de materia prima. La presencia de algunos bifaces auténticos nos permite enlazarlo con el Achelense.