Posesion del rio de San Juan y del estrecho de la madre de Dios

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Posesion del rio de San Juan y del estrecho de la madre de Dios Jesús, María En el nombre de la Sanctísima Trenidad Padre, Hijo y Espíritu Sancto, Tres Personas y un solo Dios verdadero Todopoderoso, que de nada crió el Cielo y la Tierra y todos las demas cosas, en el cual yo creo y todo fiel cristiano debe creer firmemente, y de la sacratísima siempre Virgen María Madre de Dios, abogada nuestra y particularmente de esta Armada &c. Sea notorio á todas las vivientes, gentes y naciones de todo el Mundo, así fieles como infieles, como hay juéves doce días del mes de febrero de mil y quinientos y ochenta años, habiendo llegado a esta ensenada, agora de nuevo llamada De la Gente, estando surta en esta aguada y RÍo de San Juan de la Posesion la nao nombrada Nuestra Señora de Esperanza, que es Capitana de la Armada, que el Muy Excelente Señor Don Francisco de Toledo, Virréy, Gobernador y Capítan General de los Reínos y províncias del Pirú despachó desde la Ciudad de los Reyes del Pirú al descubrimiento del estrecho á once de octubre de 1579. años. Y habiéndose apartado la nao Almiranta, nombrada San Francisco, de la Capitana ántes de la Boca del Estrecho, esta dicha Capitana, con el favor de Dios, sola entró por él y lo descubrió, en la cual Nao Capitana vino por Capitán Superior y General de la Armada por el Cristianísimo Señor Rey Don Felipe, Nuestro-Señor y Rey natural, á quien Dios guarde por muchos años con acrecentamiento de mayores Estados y Reinos, para amparo y defensa de la Sancta Iglesia Católica Romana nuestra Madre, Pedro Sarmiento, el cual habiendo tomado la Posesíon en muchas y diferentes partes del arcipiélago y deste Estrecho, la tomó en este Rio llamado San Juan de la Posesion, questá en cincuenta y dos grados y dos tercios; hoy sábado trece de bebrero.

Y ayer doce del dicho, tomó la Posesion en la punta de Sanctana, arriba nombrada, que está en cincuenta y tres grados y medio: lo cual avisa en este escrípto e instrumentopara que sea notorio á todos, y ninguna persona de ninguna nacion bárbara, ni política, católico ó no católico, fiel ó infiel pueda pretender, ni pretenda tener escusa por ignorancia, ahora, ni en algun tiempo, ni se atreva temerariamente, sin particular y espresa licencia del Muy Poderoso Señor Rey de Castilla y Leon, y sus Herederos y Subcesores á entrar, asentar, ni poblar en estas regiones y tierras deste Estrecho, vulgarmente llamado de Magallánes, por causa de comercio, ni por otra causa, creyendo que son tierras vacas que no tienen Señor, ni Rey propio á quien pertenecen; por que, como es dicho, son del Muy Poderoso y Muy Católico Señor Don Felipe Segundo, Rey meritísimo de las Españas con sus anejos, y de las Indias, y de la Navegación y Descubrimiento de la mitad del Mundo, que son ciento y ochenta grados de longitud, conforme a la donacion y concesion del Beatísimo Sumo Pontífice Romano Alexandro Sexto, conforme á la cual concesion, donacion y Bula proprio motu despachada, estas dichas tierras caen y se incluyen dentro de la demarcación y límites contenidos en la dicha Bula, en la cual Su Santidad prohibe á todos generalmente, que ninguno se entremeta por ninguna vía á venir por ninguna ocasion á estas partes sin expresa licencia de los Señores Reyes de Castilla por estas palabras formales: Y del todo inhibimos á cualesquier personas de cualquier dignidad, aunqué sea Real ó Imperial, estado, grado, órden, condicion, sopena de Excomunion latae sententiae, en la cual eo ipso incurram, si lo contrario hicieren, que no presuman ir por haber mercaderías, ó por otra qualquier causa sin especial licencia vuestra y de los díebos vuestros Herederos y Subcesores á las islas y tierras-firmes halladas y que se hallaron, descubiertas, y que se descubrieron hacia el occidente y medio día, fabricando y compuniendo, una línea desde el Polo Artico al Polo Antártico, ora las tierras-Firmes é islas sean halladas y se hayan de hallar acia la India, o hacia otra cualquiera parte, la qual Línea diste de cualquiera de las islas, que vulgarmente llaman de las Azores y Cabo Verde, cien leguas hacia el occidente y mediodía, como queda dicho, no obstante Constituciones y Ordenaciones Apostólicas y otras qualesquiera.

Y dice al cabo de la Bula plomada así: Que á ningún hombre sea lícito quebrantar, ó con atrevimiento temerarío ir contra esta carta de nuestra encomíenda, amonestacion y requerimiento, donacion, asignacion, constitucion, deputacion, decreto, mandado é inhibicion y voluntad... y si algunos presumiere intentarlo, sepa que incurrirá en la indignacion del Omnipotente Dios y de los bienaventurados San Pedro y San Pablo. Dada en Roma en San Pedro á cuatro de Mayo de la Encarnación de mil é cuatrocientos y noventa y tres años, en el primer año de nuestro Pontificado. La Posesion tomada es tomada aquí en todo el Estrecho y arcipiélago por ambos mares de Sur y Norte por el dicho Rey mi Señor, de Castilla y Leon, y descubierto á su costa y por su mandado y órden. Yo el dicho Pedro Sarmiento Capitan Superior desta dicha armanda, de parte de la Magestad del Rey mi Señor, mando al Almirante Juan de Villalobos y Hernando Lamero, Piloto Mayor, y á Pascual Juarez, sargento mayor, y á todos los oficiales, soldados y marineros de la dicha nao Almiranta, llamada San Francisco, que si por aquí aportaren ó llegaren y víeren esta Cruz y carta, luego incontinente se apresten y, se vuelvan al Pírú á la ciudad de los Reyes á dar cuenta y razón al Excelentísimo Señor Don Francisco de Toledo, Vísorréi del Pirú, y á los Señores Oidores de la Real Audicencia de la dicha Ciudad de los Reyes, llevando esta Carta juntamente con las relaciones de las cosas subcedidas hasta este lugar y río de San Juan de la Posesion; y dirán como esta nao Capitana, Nuestra Señora de Esperanza, llegó á este dicho río, con el favor de Dios, y habiendo descubierto la canal adelante desembocó el Estrecho, y pasó á la Mar del Norte, y va la vuelta de España á dar cuenta á Su Magestad, como Su Excelencia manda por su instruccion, y que toda la gente que salió de Lima en este navío van vivos, gloria á Dios, y mas otros cuatro que eran de la Almiranta que tomamos en el Bergantín.

Los nombres de los que van son: Pedro Sarmiento, Capitan-Superior; el Padre Fray Antonio Guadramiro, Vicario desta Armada; Juan Gutierrez de Guevara, Alférez; AntÓn Pablos, Piloto-Mayor; Hernando Alonso, Piloto, su compañero; Juan de Esquibel, Escribano Real desta Armada; Juan de Sagasti, Tenedor de Bastimentos; Pedro de Hojeda, Contramaestre; Baltasar RodrÍguez, Lombardero; Pedro LÓpez, Calafate; Gaspar Antonio, Guardian; Maese AgustÍn, Carpintero. Los soldados son: Álvaro de Torres, Francisco Garés de Espinosa, Pedro de Aranda, GerÓnimo del Arroyo, Grabiel de SolÍs, Antonio del Castillo, Cristobal de Bonilla, Andrés de Orduña, Pedro de la Rosa, Pedro de Bahamonde, Francisco de Mazuelas, Pedro MartÍn. Los Marineros, fuera de los Oficiales arriba puestos, son: Pero Pablo, Ángel Baltolo, Despensero; Domingo Baljaneta, Juan Antonio Corzo, Sancho de Larrea, Diego Pérez, portugués; otro Diego Pérez, Francisco HernÁndez, Pero MÁrquez, SimÓn de Abreu, Luis GonzÁlez, Gaspar GÓmez, Francisco Pérez Rocha, Francisco de Urbea, Mateo Andrés, Jacome Ricalde, Manuel Pérez, Pedro de Villalustre, PerÁlvarez, Pero GonzÁlez. Falta uno llamado Pedro Jorge, que se ahogó en la tormenta que tuvimos un día despues de haber salido salido de Puerto Bermejo. Los demas gente del servicio, mulatos, negros é indios van buenos, y la nao aderezada. Lo cual mandó al dicho Almirante, y á la demas gente de la Almiranta cumplan y guarden de la manera arriba dicha, porque así conviene al servicio de su Magestad, y á la ejecución de lo mandado por el dicho Excelentísimo Señor Virréy; y llevaran la Relacion del viage y descubrimiento que hubieren hecho; con las tres relaciones que yo les dí de los tres descubrimientos que hice en tres viages con los bateles por los arcipiélagos con esta mesma carta, dejando en este mesmo lugar un treslado autorizado (porque será de mucha importancia para el Derecho del Rey Nuestro Señor en los tiempos de adelante) para que Su Excelencia sepa como se cumplen sus mandamientos, y provea lo que fuere servido que mas convenga al servicio de Su Magestad, lo cual así cumpla y cumplan el dicho Almirante Juan de Villalobos y los demas de la dicha Almiranta, so pena de caer en mal caso, y de las penas en que incurren los desobedientes á los mandatos de sus capitanes, que en nombre de su Señor y Rey natural les mandan cosas tocantes á su servicto.

Iten, hago saber á todos, que para hacer este viage y descubrimiento tomé por Abogada y Patrona á la serenisima Señora Nuestra Reina de los Angeles Sancta María madre de Dios siempre Virgen, conforme á la Instruccion de Su Excelencia. Por lo cual, y por los milagros que Dios Nuestro Señor por su intercesion ha usado con nosotros en este viage y descubrimiento, y en los peligros que en él hemos tenido, puse por nombre á este Estrecho de la Madre de Dios, puesto que ántes se llamaba Estrrecho de Magallanes; y espero en Su Magestad, siendo, como es, tan devoto de la Madre de Dios, le confirmará este mesmo Nombre en sus escríptos y provisiones, pues yo en su Real Nombre se le puse, para que siendo Patrona y Abogada destas regiones y partes, interceda con su preciosísimo Hijo Jesu-Christo Nuestro Señor por ellas alcance de su benditísima Magestad haya misericordia de las gentes dellas, y les embíe su Sancto Evangelio, para que sus ánimas se salven; de lo que resultará suma honra y gloria á los Reyes de España que lo bícieren y fueren Ministros dello, en este Mundo y en el otro; y á la Nacíon Española que lo executare no ménos honra y provecho y acrecentamiento. Púsose esta Cruz á doce deste dicho mes, y esta carta á trece, habiendose dicho Misa este dicho día en este dicho Puerto y Rio de San Juan de la Posesion; y firmélo de mi nombre y mano.Pedro Sarmiento, Capitan-Superior y general de Su Magestad. En fe lo qual Yo el Escribano Real desta Armada escrebí esta Carta, y pasó ante mí, y fice aquí mío signo.

A tal. En testimonio de verdad. Juan de Esquível, Escribano Real. Los dias que estuvimos en este rio de la Posesion hizo calor y ventó sur fresco desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde, y á esta hora calmaba, y toda la noche era calma: las noches hizo muy serenas, cielo claro, las estrellas claras de muy buen color, el aire sin sereno dañoso. Aquí se vieron papagayos y catalinas, que es otra especie de papagayos menores, que tienen medias cabezas coloradas. Oyéronse cantar sirgueritos, y otros pájaros suave canto, que es indicio de tierra templada. Vídose rastro de tigres y leones. Este día embarcamos la herreria y la leña y agua que nos faltaba, que fué sábado trece deste mes. Domingo catorce de febrero partimos deste rio de San Juan de la Posesion con bonanza, y fuimos la vuelta de la isla de San Pablo, y cabo de San Valentin; y ántes de llegar en el parage de la punta de Santana calmó el viento, y así anduvimos al rebalage de las corrientes, una vez descayendo, y otra ganando; y desta manera estuvimos sin surgir, porque no pudimos tomar tierra por nos temar la calma a media canal, y por no descaer mucho fuimos cuasi toda la noche al remolque. Lunes por la mañana amaneció calma y como á las siete vino un vahajuelo del oeste y con él llegamos á ponernos este oeste con la punta de San (blanco) de la isla de San Pablo. Este día tomamos la altura en cincuenta y tres grados y medio, que la dicha punta desta dicha isla está en esta altura, que está leste-oeste con la punta de Santana: y de medio día arriba calmó el viento, é hizo este dia y el dia ántes tanto calor como en Lima por Cuaresma, y como en España por julio.

Mártes dies y seis de febrero como á las nueve del día comenzó á ventar sur, y mientras mas entró el dia mas fué frescando el viento; y fuimos á popa la vuelta del nordeste llegándonos á una tierra baja de barrancas y pelada en la costa del sur: y á media legua de tierra sondamos en diez brazas; y con recelo de que no diésemos en algun banco íbamos la vuelta de la mar (digo del medio de la canal): y como á las dos de la tarde cazamos a popa siguiendo la costa al nornordeste y al nordeste hasta una punta que estará seis leguas de la isla de San Pablo a nornordeste, y en medio hace ensenada en arco de unas barrancas y tierra baja y pelada de hierba blanca, porque á este tiempo estaba agostada. En medio de esta ensenada se tomó la altura en cincuenta y tres grados y un sesmo. Pasada la punta dicha, que llamamos punta de Gente Grande, parece otra punta como cinco leguas al nornordeste, y pasada la punta de Gente Grande hace la tierra una ensenada, ó brazo la vuelta del leste: y porque ya era tarde surgimos en medio de la boca de esta canal del leste en doce brazas buen fondo. Aquí corren las aguas mas que en todo lo que hasta aquí habemos andado de este estrecho de la Madre de Dios. Y, en surgiendo, pareció gente en la costa y nos dió voces: y para ver qué era y para tomar alguno de esta provincia para lengua, Pedro Sarmiento envió allá al Alférez y á Hernando Alonso con algunos arcabuceros en el batel; y llegados á tierra, los naturales de aquella provincia, que era gente grande comenzaron á dar voces y saltar acia arriba las manos altas y aleando y sin armas, porque las habían dejado allí junto; y el alférez hizo las mesmas señas de paz, y los gigantes se llegaron á la playa cerca del batel, y el alférez saltó a tierra con cuatro hombres, y los naturales les hicieron señas que dejase el alférez la gineta, y se fueron retirando hacia donde habían dejado sus arcos y flechas.

Y visto esto el alférez dejó la gineta y les mostró rescate que llevaba para darles: lo cual visto, los gigantes se detuvieron y volvieron, aunque rezelándose. Y como los nuestros vieron que se iban, apercibiéronse para que arremetiesen, y así arremetieron diez hombres que habían salido del batel con uno de los Indios, y asiéndole, apénas le podían tener; y entre tanto los demas arremetieron donde habían dejado los arcos y flechas, y volvieron con tanta presteza contra los nuestros flechándolos, que no se habían podido meter en el batel, y al fin los nuestros se embarcaron con el preso, y cargaron con muchos flechazos sobre ellos, y los hicieron echarse á la mar; y ayudándole á subir entró en el batel, y los naturales desta tierra disparaban muchas flechas, y con una hirieron por un ojo al tenedor de bastimentos: y al embarcarse se cayeron dos arcabuces á la mar. Y trahendo al preso se volvieron á la Nao, y el preso aunque lo regalamos (que él recibía de buena gana) no se podía asegurar, ni quiso comer ese día, ni noche. Es crecido de miembros. Esta tierra es llana y sin monte: barrial muy poblado de esta gente, que á lo que entónces vimos; desde aquí hallamos la gente grande. Vieron los nuestros en tierra madrigueras de conejos como los de Castilla, y los naturales traían unas mantas de pellejos de vicuñas, que son de las del Pirú que se llama en lengua natural neuxo, y calzados abarcas: y pareció aquí tierra de buen temple para poderse poblar.

Es gente temida de la gente que está mas hacia la Mar del Sur, y como gente valiente tiene la mejor tierra de la que hasta aquí vimos. Tiene gesto y apariencia de la tierra del Calláo: parece muy buena para ganado, hay lomas y, entre ellas, valles donde vimos muchos humos por estar allí la poblazon, y debe allí ser lo mas templado. Miércoles de Ceniza, 17 de Febrero, embió Pedro Sarmiento á Hernando Alonso, piloto, á descubrir si había abrigo detras de una isleta que está en medio de la bahía de la Gente Grande, porque nos temimos del norte; y, no hallando buen surgidero, se volvió á la nao y, en comenzando la maréa á vaciar, hicimos vela para proseguir nuestro viage, y miéntras duró esta maréa fuimos algo adelante, porque el viento era poco y calmaba muchas veces, y el que había era nornoroeste y norte y nos hacía ir bordeando: y en medio de la Canal nos calmó el viento, y comenzó la creciente y fuenos forzoso ir el batel remolcando la Nao; pero, como la corriente era grande y cabeza de aguas, no nos podíamos sustentar, y así descaímos buen pedazo de camino y, por no estar ep parte que convenía, ni podíamos surgir, nos estuvimos ansí hasta que vino la maréa y un fresco del noroeste: y siendo ya noche, nos fue forzoso ir á buscar fondo donde surgimos en quince brazas, obra de una legua mas adelante de donde habíamos salido este dia por la mañana. Este dia no pudimos descubrir canal clara, ántes parecía ensenada cerrada á muchos del navío, por lo cual hubo variedades: unos que habíamos de volver atrás á otra abra, otros que aquellas corrientes, siendo de la jusente, no podía ser que fuesen para ancon ó ensenada sin salida, y toda la noche estuvimos experimentando con la sonda si crecía la maréa o menguaba, y hallóse que menguaba cuando iba la corriente acia lo que nos parecía ser ensenada, lo cual nos dió esperanza que por allí había salida, porque realmente parecía cerrado todo; pero la experiencia del reflujo, y ver por encima de la tierra baja otra cordillera mas alta que hacía como valle entre una y otra, que iba de lesnordeste-oessudueste, nos dió cudicia de irlo á ver por no dejar cosa sin tener de que nos pudiésemos quejar ni arrepentir despues.

El juéves siguiente 18 de febrero salió Pedro Sarmiento, y llevó consigo á Anton Páblos, Piloto Mayor en el batel con ocho marineros soldados, y fueron á la vela con la corriente la vuelta del norte hasta un morro de barranca, barrial alto, como dos leguas y media del navío y tres y media de la bahía, y llegados allí descubrimos la canal que va al lesnordeste. A este morro y barranca nombró Pedro Sarmiento cabo de San-Vicente, hasta el cual hace ensenada la bahía de la Gente Grande. Desde este cabo de San-Vicente demora en la otra costa de la tierra del norte otro morro y cabo de barranca alta y barrial pardo una legua noroestesueste, y toma de la cuarta del leste-oeste. Esta es la mayor angostura que hallamos desde que llegamos á la tierra baja. Llamóse esta punta Nuestra Señora de Gracia. Aquí en estos dos cabos se pueden hacer fortalezas para defender esta entrada de ambas partes. Desde este cabo de San Vicente pasamos con el batel adelante como una legua por la costa, que se corre lesnordeste-oessudueste que por toda ella hay playales de calláo. Aquí dejando guarda en el batel saltamos en tierra con nuestras armas: subimos á lo alto de la barranca; subimos hasta un morro de barranca la mas alta que allí hay donde muda derrota la costa. Allí marcamos la canal, cabos, puntas y costa cuanto pudimos juzgar con la vista y con dos agujas de marear; y así marcaron Pedro Sarmiento y Anton Páblos lo que allí se vido. A este morro y barranca donde nos pusimos á marcar llamamos barranca de San Simon, y desde esta barranca de San Simon parece una punta de barranca algo alta en la costa de la otra parte de la tierra del norte-nordestesudueste cuarta de norte-sur cuatro leguas.

Llamóse ésta punta de San Gregorio, y en la mesma costa del norte sale otra punta delgada, que demora con la barranca de San Simon nordeste-sudueste; toma de la cuarta del leste. A esta se llamó Nuestra Señora del Valle. Desde aquí vimos muy gran boca de mar la vuelta del lesnordeste. Sobre la costa de la tierra del Sur vimos una gran vista una tierra larga y delgada: y hecha esta demarcacion, y vista esta tierra, que es como dehesas de Castilla de unas matas de hierbas de buen color como tomillos salseros de Castilla, y con muchos agujeros y bocas como ratoneras; y esta tierra es de lomas. Y notado, nos volvimos al batel: y por ambas Costas nos hicieron los naturales muchas y grandes ahumadas; y sin mas detenernos dimos vela en el batel, y con maréa creciente venimos al navío, porque comenzaba á ventar norte. Y tomamos aquí el altura en cincuenta y tres grados y tres minutos. Este dia á las tres de la tarde la maréa estuvo estóa y sin correr al estrecho ni á la mar; y en comenzando á menguar nos hicimos á la vela con la nao por probar á desembocar la angostura del Cabo de Nuestra Señora de Gracia, y el viento comenzó a variar del oeste al noroeste, y las corrientes y reservas á impedirnos, de manera que ganábamos poco: é yendo por esta bahía bordeando por salir della y meternos en la canal, los remolinos y reversas que hace por cima destos placeles nos fueron grivando de manera que nos echaron sobre unos bajos, que aunqué reventaban los mares, creían ser remolinos de corrientes, porque había muchos y por esto no se recelaban; pero en llegándonos cerca echaron la sonda y halláronse en seis brazas, y volviéndola á lanzar otra vez dió en cinco, y luego en cuatro y media, y cada vez que se echaba iba haciendo ménos fondo; y aunque arribamos á la banda para salir dellos, calmó el viento de manera que la corriente nos iba echando sobre los bajos, que aunque reventaban no parecían.

Y viéndonos en tan gran peligro, encomendámonos a Nuestra Señora del Valle, y Pedro Sarmiento se ofreció de ser su romero, y se sacó ofrenda para su santa Casa en Sevilla, suplicándole nos librase de aquel peligro: y súbitamente la Reina de los Angeles Madre de Dios y de misericordia nos embió en vientecito fresco, conque la nao fue saliendo y cortando la corriente, aunque fuimos prolongando las restingas destos bajos que tienen una legua, y prolongan leste oeste, tres leguas del cabo de San Vicente. La mitad dellos está nortesur del cabo de San-Vicente, y el remate dellos del leste demora norte-sur cuarta de noroeste-sueste con el dicho cabo de San-Vicente, y el otro remate de estos bajos de parte de loeste demora con el Cabo de San-Vicente norte-sur cuarta de Nordeste-sudueste. El que por aquí viniere tenga aviso que no se llegue á las bahías de tierra baja sinó con la sonda en la mano, porque como hay bonanza no revientan los placeles, que es todo aplacelado, y en muchas partes es tan alta y mas la mar que la tierra, que sinó es estando muy cerca de tierra no se ve, y piensa el que lo mira que es todo mar hasta que se halla zabordado. Hase de navegar con tiempo concertado y con maréa, y llevar las anclas prestas, que en toda esta tierra, desde el rio de San Juan de La Posesion, en toda parte hallarán fondo, aunqué sea á media canal, que la mayor hondura no sube de cincuenta brazas. No se lleguen mucho á tierra sin sondar por aquí, y el batel por delante.

Salidos que fuimos deste peligro de los bajos, fuimos con viento oeste fresco amurados destribor: y porque la noche vino y la maréa comenzaba á estoar, surgimos á media canal en quince brazas entre dos islas pequeñas, que la una por la otra están nodeste-sudueste una legua la una de la otra. A la del sudueste llamamos la Madalena, y á la del nordeste Santa-Marta. La Madalena es redonda; tendrá media legua de box y Santa-Marta prolonga de noruestesueste media legua, y á la parte del sueste tiene una punta baja con la mar que sale mucho como restinga. Entre estas dos islas sale una punta de tierra-firme de barranca algo alta que llamé punta de San Silvestre, entre la cual y las islas hay gran Canal de mar. La tierra-firme que está entre el cabo de San Antonio de Padua y punta de San-Silvestre, hace gran ensenada de tierra baja, y nombramos ensenada de Santa-Catalina, y entre la punta de San-Silvestre y la de Nuestra Señora de Gracia hace la tierra-firme otra ensenada muy grande la vuelta del oesudueste. Llamámosla bahía de San-Bartholomé: y en la boca desta bahía hay un placel que revienta la mar en él. Guárdense dél. Después que esta noche surgimos, en anocheciendo calmó el oeste, que había frescado, y toda la noche hizo calma. Otro dia viérnes por la mañana diez y nueve de febrero en comenzando la maréa nos hicimos á la vela con un vahage de viento leste llevando el batel delante á la vela, y en él el piloto Hernando Alonso con marineros sondando: y siempre fuimos por veinte y cinco y treinta brazas, algunas veces poco más, y otras algo ménos: y á las nueve del día, llegando cérca de la angostura, nos calmó el viento, y llamamos al batel para que remolcase la nao, y así la llevó buen rato hasta entrar por la angostura, por que aquí son los peligros grandes por las corrientes cuando calma el viento.

E yendo por el embocamiento, comenzó á frescar el leste, y dejamos el remolque: y porque la maréa acababa de vaciar nos arrimamos hacia la costa de la tierra del norte sobre un ancon que hace á aquella parte, que nombró Sarmiento ancon de Sancta-Susana; y allí surgimos en ocho brazas de baja mar, buen fondo, media legua de tierra. Toda la canal de esta angostura tiene fondo de treinta y cuarenta brazas. Es piedra, aunque las costas y barrancas y las playas, callao. Con la maréa de montante frescó el viento leste templado y caliente, y con él llovió poco. Este viento vienta pocas veces. En la otra costa del mar del sur por donde anduvimos desde que entramos en la bahía de la Trenidad, lo que hace el norte es ser caliente y humido, y llueve con él. Eso hace aquí el leste, aunque allí siempre fué tormentoso, y estotro bonancible. Desde la barranca de San-Simon arriba, nombrada en la tierra del sur, vuelve la costa al leste quarta al sueste. Está una punta baja y delgada que llamamos punta de San-Isidro. La punta de Nuestra Señora de Gracia con la punta de San Gregorio demoran la una por la otra lesnordeste-oessudueste. Sábado veinte del mes de febrero nos levamos por llegarnos más en tierra de la banda del norte, porque aquí estábamos en medio de las fuerzas de las corrientes de las maréas; y dende á una hora surgimos en ocho brazas como una legua al oeste de la punta de San-Gregorio; y creyendo que estábamos bien surtos estábamos alegres, y en un instante que se echó la sonda nos hallamos en tres brazas de agua, y la maréa iba menguando, que nos dio pena; pero con la buena diligencia pilotos y marineros y soldados se echó una toa hacia la canal, por la cual nos fuimos halando hasta que nos pusimos en quince brazas, y allí dimos fondo á dos anclas, y allí nos pareció que estábamos seguros, aunque peligrosa por las corrientes.

Y por esta causa, por huir del ímpetu y furia de las corrientes del medio desta canal, Pedro Sarmiento fué en el batel á descubrir si había Puerto detrás de la punta de San Gregorio, y llevó consigo al Padre Vicario y á Hernando Alonso y siete soldados arcabuceros y ocho hombres de mar, buenos hombres de mar y tierra. Fueron á tierra y saltaron en ella; y puestos en órden fueron por lo alto de la barranca hasta lo más alto de la punta donde se descubrió la mar de la otra mar detrás de la punta de San Gregorio y Pedro Sarmiento marcó la tierra, puntas y bahías que desde allí parecían de la manera que abajo se dirá: y en lo mas alto pusimos una cruz pequeña, porque no hubo madera para más, por ser tierra pelada y sin selvas ni arboleda; y Sarmiento tomo la posesión por V. M. de toda aquella tierra, y ratificó las posesiones. Este cabo de San-Gregorio es poblado de naturales; y porque vimos que comenzaba á entrar viento fresco poniente, que suele ser furioso no se quiso detener Sarmiento mas, sinó volverse al navío, porque no corriese riesgo: y cuando nos volvimos vimos una loma larga que corre noruestesueste, entre la cual y esta punta de San-Gregorio hay unas llanadas bajas y llanas como valles y á manera de sementeras, unas verdes y otras agostadas, y una laguna de agua dulce, por donde y por la apariencia de la tierra, entendimos no haber por aquí rios, sinó lagunas y manantiales de que beben estos naturales. Esto pudimos juzgar, porque pisando la tierra podrá ser hallarse aguas corrientes.

Embarcados en el batel, fuimos al navío sondando; y sea aviso que toda la bahía que está como dije desde la bahía de San-Gregorio, y punta de Nuestra-Señora-de-Gracia para tierra, es placel de dos hasta cuatro brazas. No se arrime a esta costa el navío que por aquí embocare, porque correrá riesgo; ántes surja á media canal, ó á lo menos no surja de doce brazas abajo, porque en siendo en ocho, á un cumplidor de dos bateles dará en tres y en ménos, y de baja mar quedará en seco. Y apenas hubimos llegado al navío con el batel cuando se levantó un viento oeste furioso, y como la maréa crecía contra el viento había mucha mar como teníamos experiencia de la furia de este viento, deseábamos levarnos y no podíamos, por que la furia de la corriente y viento que traía el navío dando guinadas de una parte á otra: y por esto esperamos á que la corriente fuese estoando, y en comenzando á ser ménos, viramos al cabrestante las amarras, y virábase con tanta facilidad, que todos creían que habían reventado las amarras y perdido las anclas, que nos fué causa de grandísima pena y temor de peligrar; pero perseverando con buen ánimo unos á una labor y otros á otra, y Pedro Sarmiento marcando la tierra para ver si íbamos á fuera ó á dentro, conoció estar sobre las anclas, y mirando las amarras conoció que navío hacía por ellas, y que la corriente que daba en la popa al navío le hacía virar el cabrestante tan fácilmente, y estar los cables en banda: y diciéndolo á voces altas la gente se consoló y animó mucho sabiendo que estábamos amarrados; y al fin, aunque con mucho trabajo de brazos, con grandes golpes de mar, que nos hizo quitar el masteléo de gabia, fué Dios servido que zarpásemos las anclas sin reventar los cables; y al virar, con las corrientes se atravesó el navío, y lo llevaba sobre los bajos, hasta que un papo de vela tomó viento y encaminó: y así con poca vela fuimos á descubrir la punta de San-Gregorio, detras de la cual descubrimos una buena bahía la cual habíamos visto cuando venimos á descubrir por tierra, como arriba se dijo; é yendo á orza nos fuimos metiendo en la bahía ó ensenada, hasta que cerramos la punta y cabo de San-Vicente con la de San-Gregorio, y dimos fondo en veinte brazas, cascajal y calláo menudo.

El domingo veinte y uno de febrero amaneció claro y bonancible más en apuntando el sol á salir comenzó el viento leste a ventar, y miéntras más el sol fué subiendo, tanto más el viento fué tomando fuerza. Y luego por la mañana parecieron naturales sobre la costa, y nos dieron voces é hicieron fuegos. Respondimoles con bandera blanca en señal de paz; y estando apercibido Pedro Sarmiento para ir en tierra á dalles algunas cosas y hablalles, creció tanto el viento que no convino ir en tierra entónces. Este dia tomamos todos tres el altura en cincuenta y tres grados, en los cuales está esta bahía y punta de San-Gregorio. Desde el cabo de S.-Gregorio se ve otro cabo la vuelta del nordeste cuarta al leste, cinco leguas, que es la que arriba se nombró Nuestra- Señora-del -Valle en la costa del norte, y entre una punta y otra se hace una grande ensenada en arco, que se nombró ensenada de las Once mil Virgenes. Y desde la punta de San-Gregorio parece otra punta en la otra costa del sur, que llamamos punta de San-Isidro, noroeste-sueste (toma de la cuarta del sur) cuatro leguas. Hoy hasta mediodía hizo frio miéntras el cielo estaba sereno y claro, y de mediodía adelante se turbó el cielo y hizo ménos frio. En esta ensenada no corren tanto las aguas de creciente, ni menguante. Así como sigue esta ensenada de punta á punta, y aun desde la punta de Nuestra-Señora-de-Gracia hasta el cabo, ó punta de Nuestra-Señora-del-Valle, una legua la tierra adentro se tiende una cordillera como loma, no muy alta, ni tampoco muy baja, igual, pelada, que tendrá más de ocho leguas, y va adelgazando y aguzando sobre la punta de Nuestra-Señora-del-Valle, que hace esta figura.

Este mesmo dia domingo ya tarde abonanzó algo el viento y se asentó la mar, y luego parecieron otra vez naturales en tierra dando voces y capeando; y por ver qué querian, y saber algo de aquella tierra, Pedro Sarmiento fue en el batel y otros diez y ocho hombres. Y llegados á tierra, se mostraron solos cuatro indios con arcos y flechas en las manos, y hechas señas de paz, alzando las manos, y diciendo Axijtote, que quiere decir hermanos, saltamos en tierra; y los naturales tomaron un alto, y por señas entendíamos que decían embíasemos uno, y así se embió uno solo sin armas, con algunos dones de cuentas cristalinas y cascabeles y peines, y les dió; y luego dijeron que aquel bajase, y así lo hizo, y subió otra vez el alférez solo, y con él les embió el general mas dádivas, y lo recibieron; y con todo no se quisieron asegurar. Y visto esto, Pedro Sarmiento mandó al Alférez que se bajase, y así lo hizo. Y como ni por dádivas, ni halagos los indios no se querían asegurar, determinó Sarmiento dejallos y subir á lo alto de la barranca por diferente parte de donde estaban los indios, por no escandalizallos, para sólo explorar la loma y llanos y canales: y puesta la gente en órden subió la barranca por una ladera arriba, y ántes que llegásemos á la cumbre de la barranca vinieron los cuatro flecheros, y sin dalles ocasión alguna y habiendo recibido los dones, comenzaron á despender muchos flechazos en el General, que iba delante, y en el Piloto-Mayor y Alférez, que iban á su lado, y diéronles á cada cinco ó seis flechazos fuertemente dados y con gran presteza; y al General dieron una en la frente entre los ojos que fué á soslayo, y le hizo poca sangre, y otra en el lado derecho, que le defendió una cuera de anta, y las demás en la rodela, y al Alférez le pasaron la ropa y capelete, y le metieron otras en la rodela, y al piloto le dieron por el cuerpo y brazos y rodela, y fué herido un soldado en el ojo.

Nombrábase el soldado Pedro de Aranda, el cual como fué herido, dijo: muerto me han; y el Alférez como lo oyó dijo que se volviesen abajo; y el General de tropel, diciendo: adelante, arremetió á los cuatro indios, los cuales huyeron con tanta velocidad que por presto que fuimos en lo alto, que estaba muy cerca, ya los indios parecían tan lejos que ningun arcabuz los alcanzara: y puesta la gente en órden seguimos la loma adelante por la tierra adentro por ver la tierra y su dispusición. Descubrimos unos grandes llanos entre dos lomas muy apacibles á la vista y de muy linda verdura como sementeras, donde vimos mucha cuantidad de vultos como casas, que creímos ser casas y pueblos de aquella gente. No llegamos allá por quedar el navío en condición, por quedar con poca gente y ser menester mucha para valer un navío cuando viene la furia de la tempestad, que aquí siempre se ha de esperar, aunque esta es tierra mas templada que las demás pasadas: y con ver esto, nos volvimos por esta causa, y á la vuelta hallamos dos capas de pellejos de ovejas, con su lana, como las de la tierra del Pirú, y unas abarcas, que como se les dió priesa y huyeron desatinados, no tuvieron lugar de podellas llevar, y nos volvimos al navío, y el herido fue curado. Esta noche hizo á ratos bonanza, y de cuando en cuando viento fresco. Lúnes 22. de febrero al amanecer comenzó á ventar nornordeste con mucha fuerza, y dende á poco saltó el norte, y luego al noroeste, que ventó bramando hasta las once del día.

A esta hora saltó al oeste, y luego al sudueste, y dende á poco abonanzó algo: por lo cual nos levanmos de allí á la una del dia prosiguiendo nuestro descubrimiento; y porque el oeste venía cargando, y para correr á popa no teníamos lugar, por estar cercados de tierra, y no teníamos certidumbre de la derrota que corría la canal para osar arrojarnos á lo de adelante, y porque es necesario aquí surgir cada noche temprano, atravesamos á la otra costa de la tierra del sur cinco leguas á una ensenada nornoroeste-susueste con la punta de S.-Gregorio; y llegando temprano surgimos detrás de una punta que ántes se dijo, nombrada Sant-Isidro, en una ensenadilla de tierra muy baja de playales de arena en diez brazas, un cuarto de legua de tierra: y en acabando de dar fondo se tornó á lanzar la sonda, y ya estábamos en siete brazas, y el agua vaciaba y no sabíamos lo que allí descarna la mar, y nos temimos de lo que es ordinario, que en tierra baja ordinariamente descarna mucho y desplaya el mar en las menguantes: por lo cual, temiendo quedar en seco, nos levamos; y rehusando el navío para afuera con el viento sudueste que venía de sobre-tierra, volvimos á surgir en quince brazas, y luego cargó el viento mucho y garraba la áncora por ser el fondo acantilado, y volvimos á coger el áncora, y surgimos tercera vez en nueve brazas de fondo parejo arena; y de baja-mar venimos á estar en seis brazas. Esta noche abonanzó algo, aunque de rato en rato ventaba mucho el sudueste y oessudueste con algún frio, porque estos vientos son aquí los más frios; pero esta region es más templada, y hace mejor tiempo que en las pasadas, y bien se echa de ver, pues sufre tanta población de gente muy bien dispuesta, y ganado manso y bravo y caza; y según Felipe el indio grande dice hay algodón, que es la mayor prueba de tierra templada, y canela, á que llaman cabca.

Aquí el Cielo es muy sereno y las estrellas se muestran muy claras, y se dejan bien juzgar, marcar, arrumbar. Aquí es cosa muy provechosa el crucero que está treinta grados sobre el Polo-Antártico, del cual nos aprovechamos para tomar las alturas del Polo, como se hace de la estrella norte al septentrión, aunque con diferente cuenta: y porque este crucero no sirve para todo el año sinó solamente ciertos meses dél; trabajó mucho Pedro Sarmiento de buscar otra estrella Polar, mas propinqüa al Polo, de más breve cuenta, y mas general y perpetua. Y como la diligencia hace que la investigación sea fructuosa, fué Dios servido que la descubriese y verificase; y así en muchas noches claras, con muchas experiencias, ajustó las estrellas del crucero y sus guardias, y de otros dos cruceros y de dos polares de muy poca circunferencia, con el favor de Dios, que serán de grande utilidad á los Navegantes curiosos que se quisiesen valer y aprovechar de ellas; y serles ha forzoso el tiempo que no pudieron aprovecharse del crucero, que es la mayor parte del año. Desta observacion que á gloria y honra de Dios se hizo, y otras deste género para ciertas verificaciones de alturas de latitud y longitud, se dirá adelante parte, y lo demas en otra parte que será su propio lugar, que agora no parece buen proceso mezclar astrologías con itinerario y derrotero. Mártes veinte y tres de febrero, en saliendo el sol comenzó á ventar el oeste furioso y muy frio; y como esta tierra es baja no nos reparaba ni abrigaba nada, y por que no reventase este cable solo bueno que teníamos; aunque hecho por muchas partes pedazos (pero era todo nuestro socorro y salvación despues de Dios), á los pilotos mayor, y Hernando Alonso les pareció bien que nos hiciesemos á la vela por poder correr todo el día con la maréa y contra ella, y así nos levamos y fuimos siguiendo nuestro estrecho, dejando á la mano derecha una ensenada que entra por la tierra del sur más de seis leguas.

Nombróse ensenada de San Felipe adelante de la punta de Sant-Isidro, y fuimos corriendo la vuelta del nornordeste, atravesando la canal así por descubrir una angostura que adelante parecía: é yendo al nornordeste fuimos entrando en una ensenada en la costa del norte, que fué nombrada ensenada- de -Santiago, que está norte-sur con la de San-Felipe: y estando tan adelante que descubríamos la angostura, íbamos sondando por vein te brazas. De repente dimos en ocho brazas; y apenas se hubo sacado la sonda del agua y vuéltola á echar con grandisima presteza, cuando nos hallamos en ménos de tres brazas; y un marinero que iba en el batel que llevabamos por popa, entendiendo que la nao había tocado (según él dijo) metió en el agua un palo de dos brazas y media de largo y sin acaballo de lanzar todo llegó al fondo con las dos brazas, y este navío demanda las tres brazas de agua, ó muy poco menos. Estábamos todos en confusión mortal, como suelen estar los que esperan ser ahogados y perdidos en tierras ó mares donde no hay otro remedio sinó del cielo: y acordándonos de éste, encomendámonos á Nuestra Señora la Madre de Dios de Esperanza, nuestra abogada, cuyo nombre esta nao tiene, y milagrosamente nos libró su precioso Hijo por su intercesión. Infinitas gracias le doy á mi Dios y Señor y á su preciosima Madre la Virgen María que tantas mercedes nos ha hecho en este descubrimiento, librándonos por momentos de la muerte y de otros infinitos peligros.

Y luego dio la nao en ocho y diez y más brazas, y el viento oeste vino cargando furiosamente, y con un papo de vela del trinquete embocamos por la angostura que tiene de ancho ménos de media legua, barranca por la una parte y por la otra, y de largo tres leguas. Córrese lesnordeste-oessudueste. Aquí corre mucho el agua y hay mas de cincuenta brazas de fondo arena y calláo, y por la barranca de la tierra del norte hace playa de calláo. Esta estrechura fue nombrada por Pedro Sarmiento angostura de Nuestra- Señora-de -Esperanza, á quien nos encomendamos en el peligro. A la boca y al cabo destas tres leguas en la costa de la tierra del norte hace una punta delgada, que se nombró punta-Delgada, y al sueste echa una restinga de herbazal, bajío, larga á la punta que está en la entrada de la angostura de Nuestra- Señora-de-Esperanza á la banda del norte. Nombróse barranca, y á la otra que está enfrente de ella al sur media legua escasa de travesía fué nombrada punta-Baja. De esta punta-Baja sigue la costa por esta parte del sur derecha al leste cuarta al nordeste cinco leguas y media hasta una punta muy baja, que llamé punta-Anegada. Esta punta-Anegada, con la Punta Delgada demoran la una por la otra nordeste-sudueste cuarta de leste-oeste tres leguas. Al norte desta punta-Anegada, juncto á ella, está un bajío de hierbas que sale á la mar de un tiro de arcabuz de largo (prolonga norte-sur). En llegando á la punta-Delgada donde ya la angostura tiene mas de una legua de ancho, cargó tanto el tiempo del oeste, que procurábamos abrigarnos, así por el peligro de la nao, como por no perder el batel y un marinero que iba en él gobernándole con mucho peligro.

Y así como pasamos de la Puncta Delgada, descubrimos una gran ensenada á la parte del norte, que llamé Nuestra- Señora-del- Remedio; y quiriendo entrar en ella vimos un isléo y una restinga de bajos, y herbazales muchos; por lo cual no osamos llegarnos á ella, y pasamos de largo hasta otra punta que está lesnordeste-oessudueste con la Punta-Baxa diez leguas. Llamó el Capitan á esta punta punta de Consolacion, y todo lo que hay entre una punta y otra es bahía y ensenada en arco, y por cima della va una loma baja. Y ántes de llegar á la punta de la Consolacion, yendo por veinte brazas, dimos en cuatro brazas, media legua de tierra, que tambien nos vimos en harta fatiga, y tambien la Madre de Dios nos consoló con sacarnos della: y por esto llamé á esta punta de la Consolacion. Esta punta de la Consolacion demora con la puntaAnegada nornordeste -susudueste tres leguas de canal en medio. Cuando llegamos á esta punta de la Consolacion tomamos el altura en cincuenta y dos grados y medio largos. Desde esta punta de la Consolacion descubrimos otra punta baja en la costa del norte que demora al leste cuarta al nordeste cuatro leguas. Llamé á esta punta el cabo de la Virgen María; y en medio de este cabo y el de la Consolacion hace la tierra costa derecha algo cercada de barranca alta; y desde la punta- Anegada es costa la costa del sur, y va la vuelta del sur, y hace una gran ensenada, que se extiende y ensancha por aquí la boca del estrecho mas de diez leguas, y todo lo que pudimos determinar fué una tierra norte-sur, con el cabo de la Virgen-María diez leguas.

Llamé al cabo de aquella tierra cabo del nombre de Jesus, y á la ensenada que hace entre este cabo y la punta Anegada llamamos ensenada de Lomas, porque por toda esta ensenada prolonga una loma, tierra mas alta que la de la banda del norte; y porque no víamos tierra adelante la vuelta del leste, y nos temímos que podríamos topar en alguna tierra baja, como cada rato la topábamos, y sin vella nos hallábamos en muchos peligros: por lo cual el Piloto-Mayor mandó tomar los penoles del trinquete, y amainado con solo un papo de vela, fuimos, para solo gobernar, navegando, por andar poco, sinó solo de parte de aquello que veíamos y se había determinado desde los topes de los másteles. A prima noche fué servido Dios que abonanzó el viento y mar. Metimos el batel y marinero en la nao de noche con el favor de la Madre de Dios, y como á las nueve de la noche comenzamos á gobernar al lesnordeste, y íbamos por veinte y veinte y dos brazas; y al cabo de una, ó dos horas dimos en siete brazas y media, tres leguas del cabo de la Virgen-María, teniéndolo al nordeste: y amuramos la banda de la diestra, y fueron á la orza la vuelta del sur y del susudueste buscando mas fondo, y fué creciendo el fondo hasta cuarenta brazas y más, y de allí volvieron á gobernar al sueste, y luego tornamos á dar en trece brazas, y volvimos al susueste y al sur, y llegamos á veinte y dos brazas; y así fuimos con grandísima zozobra toda la noche. Los pilotos Anton Páblos y Hernando Alonso en toda la noche no hicieron sinó sondar, que cuando amaneció tenían las manos pasmadas ellos y los marineros que, los ayudaban, de echar y halar la sonda del agua y frio.

Toda esta noche hubo bonanza de mar, y viento oeste y oessudueste. Miércoles veinte y cuatro de Febrero amaneció claro; pero luego anubló el cielo. Este dia salimos y desembocamos del estrecho de la Madre de Dios. Desde aquí se había de volver la nao Almiranta, sinó se hubiera apartado ántes, porque hasta aquí no se cumplía con lo que la instruccion del virréi manda; y demás de ir contra el servicio de Dios y de V. M. y contra su pleito menage y mil otros juramentos, órdenes y instrucciones, usó de poca amistad, y ménos caridad con sus compañeros, y hizo gran mal, y pudiera ser mayor: y dejóse de hacer mucho que se pudiera hacer si la Almiranta viniera con la Capitana. Lo primero, si vinieran ambas naos no venían á tanto peligro si acaso topáramos al enemigo, y si alguna peligrara en los peligros que tuvimos, pudiérase salvar y recoger la gente á la otra nao; y cuando salíamos en tierra fuera mas copia de gente, y quedara en los navíos la necesaria para los guardar de enemigos y tormentas, y pudiéramos saber mas secretos de la tierra. Menester es que en tales cosas no se pase por ellas, porque se escusen semejantes deservicios de que suelen resultar grandes daños y pérdidas. Tiene el estrecho de la Madre de Dios desde el cabo del Espíritu-Sancto hasta el de la Virgen-María ciento y diez leguas del mar del sur al mar del norte, y las cosas que se han de advertir mas substanciales para el intento que el virréi pretendió, y para lo que conviene de principal intento, adelante se dirá.

Este miércoles que salimos del estrecho ventó el norte mucho y con él fuimos al leste una hora, y á este tiempo estábamos seis leguas del cabo de la Virgen-María, y nos demoraba el cabo al noroeste. Aquí tomamos fondo en doce brazas de arena: y para mejor salir destos placeles largaron los penoles, é izaron el trinquete, y fuimos al leste cuarta al nordeste dos leguas. Aquí sondamos en trece brazas, estando lesueste -oesnoroeste con el cabo ocho leguas; y arribando al lessueste, media legua sondaron en cuatro brazas; y volviendo al este, guiñando sobre la cuarta de nordeste como media legua, sondaron en cuarenta y nueve brazas, y dende este paraje gobernamos al lesnordeste una hora una legua. Aquí sondó el Piloto-Mayor en sesenta brazas. Todos estos fondos son de arena parda menuda. El que por aquí viniere tenga mucho aviso de traer la sonda en la mano, porque es muy peligrosa navegación, porque hay muchos bajos y bancos del agua, y todo se escusara si los que por aquí antes pasaron hubieran sido diligentes en hacer derroteros y avisar con buenas figuras é descripciones ciertas, porque las que hicieron, que hasta agora hay y mandan vulgarmente, son perjudiciales, dañosas, que harán peligrar á mil armadas si se rigen por ellas, y harán desconfiar á los muy animosos y constantes descubridores, no procurando hacer otra diligencia. Dios Nuestro-Señor sea loado y su bendita Madre Sancta-María que nos guió y encaminó y dió sufrimiento para ir adelante sin rendir el ánimo al demonio y á sus lazos, que hartos procuró tender, porque este viaje no hubiese buen fin.

Confío en la Divina Magestad que ha de resultar en gran servicio suyo, plantando en estas tierras su Santa Iglesia Católica para que estos naturales y ciegos gentiles sean instruidos en la Sancta Fe Católica de Nuestro Señor Jesu-Christo, y sus ánimas se salven. El que hubiere de entrar en este estrecho de la Madre de Dios por la boca de la mar del norte no se llegue mucho al cabo de la Virgen María, porque es bajío dos leguas desviado del cabo. De veinte brazas para el sur va la canal por cincuenta y cuarenta brazas. Procuren con mucho aviso dalle resguardo y no se arrime á la tierra de mano derecha de la banda del norte sinó la sonda en la mano y con mucho tiento. Estando ya de mar en fuera en sesenta brazas de fondo leste-oeste con el cabo de la Virgen-María como nueve leguas del cabo, el cual es tierra baja de una barranca parda á la mar, y por la tierra adentro parece la loma que arriba dije que venía sobre la Punta de Nuestra-Señora-del-Valle, en el nombre de la Sanctisima Trenidad comenzamos á gobernar al nordeste cuarta al leste con viento noroeste fresco con el trinquete bajo, porque el tiempo era pesado, y llevaba el navío dos cinturas á los másteles, y jaretas falsas á las jarcias y la entena mayor prolongada de popa á proa y sin gabias ni masteléos por los grandes balances que daba el navío con la mucha mar que había y habiendo andado por este rumbo una legua se sondó en cincuenta y tres brazas, arena, y siguiendo el mesmo rumbo, dende á media hora escasa, medida por ampolleta de arena, volvimos á sondar en setenta brazas, arena roja.

Y siguiendo la derrota, dende á dos horas, que habríamos andado dos leguas, se tomó fondo sesenta y tres brazas, arena roja; dende á tres horas, por la mesma derrota, tres leguas, se sondó en setenta brazas, arena menuda, y toda la noche fuimos con trinquete y mesana con oeste bonancible, y toda la noche al noroeste cuarta al leste: y al amanecer se sondó en setenta y cinco brazas de fondo arena. De manera que dende el miércoles por la mañana hasta el juéves á las siete de la mañana anduvimos por el nordeste cuarta al leste quince leguas por el arbitrio. Desde el juéves veinte y cinco de Hebrero por la mañana se gobernó al noroeste, y á mediodía se tomó el altura en cincuenta y un grados y un tercio. Por aquí vimos algunas ballenas grandes. Desde el juéves al viérnes veinte y seis de Febrero por la mañana fuimos al nordeste, y á mediodía tomamos la altura en cincuenta grados y treinta y siete minutos, 30 leguas. Desde la boca del estrecho aquí hay cuarenta y seis leguas. Juéves y viérnes hasta esta hora hizo buen tiempo y temple, sin frío ni calor notable, viento y mar bonanza. Desde el viérnes á mediodía fuimos á popa y al pajaril con todas velas cuatro horas al nordeste y al nordeste cuarta la leste dos horas, dos leguas, y al este cuarta al nordeste cuatro leguas; y dende á dos horas de noche ventó sudueste y susudueste, y fuimos al nordeste cuarta al norte hasta sábado veinte y siete de Febrero á mediodia que tomamos el sol en cuarenta y nueve grados, tres minutos, que son treinta y una leguas por el nordeste cuarta al leste.

Desde el sábado á mediodía 27 del mes hasta domingo á mediodía 28 del mes, con viento sudueste al nordeste diez y ocho horas, y seis horas al leste cuarta al nordeste. Sale todo el camino al nordeste cuarta al leste treinta y cuatro leguas. Tomóse este día el altura en cuarenta y ocho grados. Desde el domingo 28 de este mes con viento nornordeste fuimos al leste tres horas y tres leguas, y á las tres de la tarde viramos de la vuelta y fuimos al noroeste seis horas seis leguas, y á esta hora íbamos al noroeste cuarta al oeste, y el viento era fresco y metía gran mar y sospechábase que las aguas nos habrían echado sobre tierra; por lo cual los pilotos mandaron tomar las velas y nos pusimos mar al través. Y el lúnes siguiente como á las diez del dia dieron el trinquete y mesana y fuimos al con rucío y blandura, por que en esta región austral estos dos vientos nortes y noroeste son húmidos y turbiosos, no fríos. Fuimos por este rumbo seis horas seis leguas. A esta hora cargó el viento con mucha furia, y levantó gran mar y tormenta, y tomóse la vela-mayor y mesana, y sacóse la vela del trinquete, y amainóse bajo á dos puños, y había tanta mar, que eran cuatro hombres al timón, dos arriba y dos abajo, y no se podían valer, y toda la noche estuvimos en oración y plegarias, y los pilotos ambos al timón, mandando y trabajando grandemente. Eran grandes los golpes de mar que entraban en el navío. Fuimos por este rumbo hasta mártes primero de Marzo hasta las dos de la tarde que anduvimos treinta leguas.

Desde esta hora fuimos al nordeste cuarta al leste con el mesmo viento y tormenta hasta el miércoles dos de Marzo, y este día tomamos el altura en cuarenta y cinco grados y dos tercios, y Anton Páblos en cuarenta y cinco y un sexmo, de manera que anduvimos desde domingo hasta este punto sesenta leguas de altura. Desde el miércoles al juéves al nordeste con el mesmo tiempo y mar hasta juéves á mediodía, que tomamos el altura, Pedro Sarmiento en cuarenta y cuatro grados y seis minutos, Anton Páblos y Hernando Alonso en cuarenta y tres y cincuenta minutos, anduvimos treinta y seis leguas. Este día izaron una vara mas del trinquete, porque abonanzó la mar tanto cuanto, pero siempre llevábamos fortuna. Desde el juéves á mediodía comenzó á cargar mucho el viento sudueste y levantar la mar mucho mas que hasta allí. La tarde hizo asperísima de turbiones con aguacerillos de agua y nieve. Estos traían delante mucha furia, y en pasando dejaban alguna bonanza, y luego volvía el viento con la violencia que ántes: tanto fué que nos hizo amainar el trinquete sobre la cubierta, y desta manera fuimos toda la noche con mucha tormenta y turbiones de viento y agua-nieve hasta otro dia por la mañana; y á esta hora cargó mas la tormenta, y por esto el piloto-mayor sacó el papahigo del trinquete, y metió dentro otro menor cinco paños, y de menos decaída para correr con él mas seguramente. Desta manera y con este tiempo fuimos hasta viérnes á mediodía al nordeste guiñando sobre la cuarta del este: y este día á mediodía tomamos el altura Pedro Sarmiento y Hernando Alonso en cuarenta y tres grados y veinte y dos minutos, y Anton Páblos en cuarenta y dos grados cincuenta y dos minutos.

Eché la derrota entre el nordeste y la cuarta del leste. Suman diez y ocho leguas. Desde el viérnes á mediodía abonanzó el sudueste y la mar algo, y dióse la vela de gabia en el mástel-mayor, y á dos horas de noche sacaron la vela de gabia y dieron la mayor, y fuimos toda la noche al nordeste guiñando sobre la cuarta del leste; y el sábado al amanecer ventó noroeste furioso, que nos hizo preparar para tormenta, y luego nos hizo tomar la mayor, y quedamos con el papahigo del trinquete de correr. Anduvimos desde viérnes hasta sábado cinco del mes treinta leguas por fantasía. Desde sábado al domingo 6 del mes fuimos con esta tormenta al noroeste y oesnoroeste hasta las cinco de la tarde. A esta hora abonanzó y alargó el viento al sudueste, y esta noche dimos la vela-mayor y fuimos al nordeste hasta el domingo á mediodía que tomamos el sol en cuarenta y un grados largos, y Anton Páblos en cuarenta grados y treinta y cuatro minutos. Anduve por mi punto desde el viérnes á mediodía hasta este punto cincuenta y cuatro leguas. Desde el domingo á mediodía hizo calma y calor, y á puesta de sol ventó nordeste y nornordestes, y fuimos toda la noche al noroeste cuarta al norte ocho leguas: y desde quel sol salió el Lúnes hasta las once del día siete de Marzo, al noroeste cuatro leguas. Desde esta hora fuimos al noroeste cuarta al oeste una hora una legua. Hizo este dia muy cerrado de neblina, y todo el dia cayó rucío de la niebla, por lo cual no se pudo tomar el sol.

Desde la una del dia ventó norte, y fuimos al oesnoroeste hasta una hora de noche seis horas seis leguas. A esta hora rindió el viento al noroeste, y fuimos al nordeste cuarta al norte hasta media noche cinco horas cinco leguas. Desde la tercera guardia gobernamos al nordeste franco hasta mártes á mediodía ocho de Marzo que tomamos el sol en treinta y nueve grados y cuarenta y seis minutos Sarmiento y Anton Páblos; Hernando Alonso en 39.48. Desde mártes á mediodía hasta miércoles á mediodía nueve del mes gobernamos al nordeste con viento sur fresco. Tomamos la altura Pedro Sarmiento en treinta y ocho grados y medio, Anton Páblos en treinta y ocho grados, y Hernando Alonso en treinta y ocho y un quinto. Este dia hizo claro, y la noche serena. Son leguas las que anduvimos treinta y cuatro por altura. Desde miércoles á mediodía navegamos hasta las seis de la tarde á popa con sur al nordeste. A esta hora saltó el viento al nordeste y nornordeste fresco, y fuimos al nordeste hasta juéves diez de Marzo. Tomamos el sol en treinta y siete grados, que son treinta y dos leguas; hizo claro y calor, por quel viento fue caluroso. Desde juéves á mediodía hasta viérnes á mediodía once de Marzo fuimos amurados de babor con el mesmo viento noroeste al nordeste seis horas ocho leguas de fantasía, por que viento era fresco; y toda la noche al nornordeste y al nordeste cuarta al norte mas de ocho horas diez leguas: y hasta mediodía el viérnes al nordeste. A esta hora tomamos la altura el Capitan y Hernando Alonso en treinta y cinco grados y treinta y seis minutos, y Anton Páblos en treinta y seis grados largos.

Son leguas de altura 31. Desde el viérnes á mediodía fuimos con bonanza del viento noroeste la vuelta del nordeste hasta las tres de la tarde. A esta hora vino un aguacerillo del sudueste que nos dejó el viento á popa bonancible muy poco, y fué calmando, y fuese luego al sur calma. Fuimos con todos estos vahajuelos al nordeste hasta sábado á mediodía doce del mes que tomamos el altura todos en treinta y cinco grados y un quinto. Son doce leguas de singladura. Desde sábado á mediodía hasta domingo á mediodía trece de Marzo fuimos con la mesma bonanza del sur al nordeste dos horas, y saltó al norueste algo mas fresco, y fuimos al nordeste dos horas; y á boca de noche rindió al- sur un aguacerillo y cazamos á popa con todas velas, y desde éntonces fuimos al nordeste quarta al norte hasta el domingo á mediodía con viento muy fresco. Caminamos 35. leguas por arbitrio. No se tomó el altura. Desde este paraje de 35 grados hizo algun calor, y los vientos de todas partes venían calientes, á cuya causa el agua del mar lo estaba tanto que parecía haberla calentado al fuego, ó á lo ménos á un grandísimo sol. Desde domingo por la mañana saltó el viento sueste, y fuimos al pajaril al nordeste cuarta al norte hasta seis horas despues de mediodía con viento fresco. A esta hora rindió al susueste otras cuatro horas, y todo lo demas de la noche ventó sur ocho horas: y lúnes por la mañana 14 del mes volvió al susueste hasta el mesmo Lúnes á mediodía, y siempre gobernamos al nordeste cuarta al norte.

Singlamos 36. leguas por fantasía, porque no se tomó altura. Desde el Lúnes á mediodía 14 de este mes ventó lessueste, y gobernamos al nordeste cuarta al norte hasta mártes 15 del mes, unas veces alargando, otras escaseando. Tomamos la altura mártes yo y Anton Páblos en treinta y dos grados y dos tercios, que suman noventa leguas desde el sábado á mediodía hasta esta hora. Desde mártes á mediodía con viento lessueste fuimos al nordeste, y en anocheciendo cargó mucho lessueste que nos hizo sacar la vela de gabia: y miércoles por la mañana nos hizo sacar las bonetas mayor y del trinquete, y íbamos con los papahigos bajos: y el miércoles á mediodía tomé el altura en veinte y nueve grados y un tercio largo, y Anton Páblos en veinte y nueve y medio. Anduvimos veinte y ocho leguas. Este dia miéntras mas fué bajando el sol del meridiano para el poniente, mas fué cargando el lesusueste, y causó alguna tormenta, aunqué no de mucha mar, porque los vientos eran calientes, liviano y sobreaguado; pero con toda su bondad nos hizo calafatear los cuarteles de la puente, porque entraban dentro del navío muy buenos golpes de mar; más como veníamos habituados á tantas tormentas como las pasadas, esta no la teníamos por tal. Desde el miércoles á mediodía diez y seis del mes hasta juéves á mediodía 17 del dicho con el mesmo viento fuimos al nordeste y al nornordeste. Hicimos el camino por el nornordeste entre la cuarta de acia el nordeste y la media partida.

Tomóse el altura en 27 grados y 3/4. Anduvimos 28 leguas. Desde el juéves á mediodía hasta viérnes á mediodía 18 del mes, con el mesmo lessueste mucho y muy fresco y mucho mar fuimos con los papahigos bajos, unas veces al nordeste quarta al norte y al nornordeste y al norte cuarta al nordeste, y por los grandes mares que nos daban en el costado diestro echamos el camino al norte cuarta al nordeste por el abatimiento; y el viérnes á mediodía tomamos el altura en 26. grados y medio. Anduvimos 22 leguas. Este día abrió el cielo, y aclaró por algunas partes. Desde el viérnes á mediodía con el lessueste y leste fuimos al nornordeste y al nordeste cuarta al norte hasta prima noche seis leguas. A esta hora súbitamente vino un aguacero del este con tanta furia, que por mucha priesa que nos dimos á amainar tomó la vela del trinquete por delante y la rompió. El agua duró poco y vino caliente, y no dimos más velas esta noche. Y sábado por presto que se remendaron las velas ya eran las once, y entonces dimos la vela y proseguimos el mesmo rumbo del nornordeste con el mesmo leste. Desde el sábado á mediodía 20 del mes fuimos al lesnordeste y al norte con los papahigos bajos hasta las diez de la noche, doce leguas. A esta hora nos sobrevino un aguacero del lessueste que nos hizo tomar las velas del todo y ponernos mar al través, y así estuvimos hasta el domingo esperando que abonanzase; y cargó mucho el viento leste saltando al lesnordeste y al lessueste con aguaceros: y levantó tanta mar que nos vimos en gran confusión, y así nos estuvimos mar el través con mucha tormenta de mar y viento la proa al norte y al nornordeste, abatiendo la vuelta del sueste hasta el Lúnes cuasi á mediodía.

Y porque temimos que estábamos cerca de tierra, Lúnes á mediodía viramos la proa al sur y al susueste, porque lo que abatiésemos y singlásemos fuese apartándonos de tierra, y vístonos angustiados de tan malos tiempos, hicimos plegaria á Nuestro Señor Dios y á su benditisima Madre Santa María Nuestra Señora, que nos diese buen tiempo, y Sarmiento hizo cierta limosna particular á Nuestra Señora de la Antigua en Sevilla, y encomendándonos á la advocacion de Nuestra Señora de la Consolación, y sacamos romero, que fué el Padre Vicario Frai Antonio de Guadramiro, y dióse limosna para aceite á su santa casa; y tambien se sacó otra limosna para aceite, a la capilla del Cuerpo Santo, abogado de los mareantes en Sevilla, y plugó á la misericordia de Dios que muy poco después que hicimos esta plegaria abonanzó el viento y mar, y dimos las velas á medio mástel, y fuimos al susueste y otras veces mas al leste, y algunas mas al sur hasta la noche. Echámosle el camino del susueste cinco leguas. Y toda la noche al mesmo rumbo y al lesusueste, porque nos fué largando el viento de aquella vuelta hasta la mañana, ocho leguas. A esta hora alargó más el viento, que se hizo sueste, y viramos de la otra vuelta y comenzamos á navegar al nordeste cuarta al leste y al lesnordeste, y así fuimos hasta mediodía con viento bonancible cuasí calma. Tomamos á mediodía el sol en veinte y cinco grados y medio: de manera que del punto que había echado de fantasía me hallé este día atrás cuatro leguas la vuelta del susueste.

Desde el mártes hasta el miércoles 23 de Marzo fuimos navegando con sueste bonancible. Este dia hasta la noche fué pardo de noche rindió el viento al susueste y sur fresco. Esta noche tomé el crucero en 25 grados, y por la mañana el miércoles volvió al sueste, y fuimos al lesnordeste por montar el placel de abreojo del Brasil, y miércoles á mediodía se tomó el altura en veinte y cuatro grados y medio, que son de singladura cuarenta y cinco leguas y tres quintos. Todos estos dias hizo aguacerillos, respondiendo á las impresiones de nubes bermejas, y entre ellas nubes negras no muy gruesas. Aquí en toda esta costa los vientos lestes son travesía, y el oeste y leste son húmidos y cálidos, y el sueste no es tan cálido como el lessueste, y miéntras el viento toma más del Sur es mas frío, porque viene de región mas remota de la Tórrida por donde el Sol anda. Desde el miércoles al juéves 24 de marzo navegamos con los mesmos vientos sueste y lessueste, rindiendo y escaseando con aguacerillos como rucío; y un aguacero alarga, y otro escaséa el viento. Ibamos al lesnordeste y al nordeste cuarta al leste por veces algo mas escaso y mas largo. Esta noche tomé el crucero en 24. grados y un cuarto, y el Juéves á mediodía tomamos el altura en 23 grados y 53 minutos, que son 27 leguas. Echéle el camino del nodeste cuarta al leste. Del juéves al viérnes 25 del mes de marzo fuimos al nordeste cuarta al norte con viento lesnordeste largo, y traía algunos aguacerillos de noche, y por las mañanas un aguacero en saliendo el sol de agua como rucío, que así son por este clima, y pocas veces hay aguaceros grandes.

A lo ménos en este tiempo nosotros vimos esto. Esta noche á media noche vimos un arco que llaman los filósofos iris blanco bajo en contraposicion de la luna que se iba a poner, y de la reciprocacion de sus rayos, que por antiparístasis herían en las nubes opuestas, se causó. Cosa es tan rara, que ni la he visto otra vez, ni oído, ni leído que otra persona la haya visto tal como este, sinó en la relación de Alberico Bespucio, que dice en el año de 1501 haber visto otro como este. En este mesmo parage tomé el sol en veinte y tres grados largos, que son 15 leguas. Este día estuvimos dentro del Trópico de Capricornio. Desde viérnes hasta el sábado á mediodía 26 de marzo, con viento nordeste y lesnordeste fuimos al noroeste y al norte y al nornoroeste hasta media noche fuimos al sueste y al leste cuarta al nordeste y al lesnordeste como el vie nto se iba mudando, hasta sábado á mediodía que tomamos el sol en 23 grados yo, y Anton Páblos en 22 1/3, y Hernando Alonso 22 y 1/2. Desde el sábado á mediodía tuvimos vientos bonancibles nortes y nornoroestes, y fuimos al lesnordeste y al nordeste cuarta al leste. Echele el camino del lesnordeste, y por aquí fuimos hasta domingo á mediodía 27 de marzo. Este dia tomó el general la altura en 22 grados 3/4; Antón Páblos en 22 1/2. Son leguas 24. Este dia nos hacíamos con tierra conforme á la derrota y altura en la costa del Brasil, y lo mesmo en la Bahia-Anegada, por donde fuimos conociendo que las corrientes de los aguajes nos sacaban al leste.

Desde el día ántes comenzamos á sentir mucho calor y calmerías. Desde domingo al Lúnes á mediodía 28 de marzo tuvimos calma y corrientes al sueste, y de noche hubo algun vahajuelo del nornoroeste y noroeste, y gobernamos al nordeste cuarta al leste y al nordeste y al nornordeste: y al cuarto del alba escaseó, y con el viento nordeste íbamos al nornoroeste: andábamos muy poco. El Lúnes á mediodía tomamos el altura en 22 grados y 25 minutos. Estos dias hizo gran calor. Echamos el camino al lesnordeste: anduvimos seis leguas; y esta mesma noche tomé el crucero en 22 grados largos. Toda esta noche hubo bonanza, que cuasi no anduvimos camino alguno, pero este poco fué gobernando al nordeste y al nornordeste y al norte y al nornoroeste, porque nunca el vahaje que hubo afijó en un lugar, y así fuimos hasta mártes á mediodía con calmerías y gran calor, y mártes tomamos la altura en 22 grados largos; y todo este día y su noche tuvimos calma. Esta noche pareció la luna con dos circulos grandes, uno rojo que cercaba la luna, y otro verdinegro que cercaba el rojo: y la luna se puso muy roja, y juzgóse por señal de viento futuro breve. Fuimos con calmas bonanzas hasta el miércoles á las cuatro de la tarde, y entónces comenzó un vahajuelo del sueste, y fuimos la vuelta del nordeste al pajaril, y luego se cambió al leste y fuimos al nornordeste amurados con viento y mar bonancible. Así fuimos toda la noche, y al nordeste y al nordeste cuarta al leste.

Esta noche tomé el crucero y la estrella Polar del triángulo en veinte y dos grados ménos un ochavo. Y el juéves 31 de marzo tomé el sol en 21 grados y medio. Echéle el camino del nordeste. Anduvimos desde 29 de marzo á mediodía hasta esta hora 20 leguas. Era grande la perplejidad que teníamos de ver que muchas veces con el punto íbamos zabordando en tierra, y nunca la víamos: por donde, aunqué sabíamos donde estábamos según latitud, que es de norte-sur, ignorábamos la longitud, que es el camino del lesteoeste; y para averiguallo, aunque Sarmiento lo sabía tomar, no tenía instrumento para ello: y la necesidad inventora de las Artes hizo que Sarmiento hiciese un género de báculo ó ballestilla con que lo tomase, y con este instrumento con el ayuda de Dios á 31 de marzo al amanecer tomó el general los grados de longitud por la llena de la luna y nacimiento del sol, y halló que estábamos diez y ocho grados mas al occidente que el Meridiano de Sevilla. Por donde claramente entendió que las corrientes que habían ido al leste, y nos habían sacado al fuera en el golfo hacia el este mas de doscientas y veinte leguas hasta aquel punto. Esto comunicó Sarmiento con los pilotos; y como es facultad que ellos no aprenden, no lo creían, y decían ser imposible. Del juéves al viérnes á mediodía primero de abril de 1580 navegamos al nordeste cuarta al este y al nordeste cuarta al norte y al nornordeste con vientos que nunca fijaban. Esta noche tomé la estrella Polar del triángulo en veinte y un grados.

¡A Dios sea gloria y honra! y doyle infinitas gracias que con su ayuda y lumbre hallé esta estrella, y la altura del esteoeste, y todo bien viene de su mano. Destas dos reglas se podrán aprovechar los navegantes, de que hallarán gran provecho y recreación; y den dello gracias á Dios Nuestro-Señor. Tomé este día el altura en veinte grados y treinta y tres minutos. Echósele el camino del nordeste, y fueron de singladura 23 leguas largas. Desde viérnes á mediodía, una vez con bonanza y otra con lessueste fresco, fuimos al nordeste y al nornordeste hasta sábado dos de abril á mediodía. A esta hora tomamos el altura en diez y nueve grados y dos tercios, que son leguas 24. por el nornordeste, salvo las corrientes. Esta noche corrió una exhalacion gruesa como centro, y fuese partiendo en pedazos. Vino de hacia el lessueste, y corrió al oesnoroeste: la color azul y blanca. Fué á prima noche: denotó viento de aquella parte; y así, vino al amanecer. La figura de la exhalacion corriente fue desta manera. Desde el sábado al domingo tres de abril, con viento leste y lessueste fuimos al nordeste cuarta al norte y al nornordeste. Echéle el camino del nordeste cuarta al norte. Tomóse el altura el domingo á mediodía en diez y ocho grados y medio. Anduvimos 24 leguas. Desde el domingo al lúnes á mediodía cuatro de abril ventó leste y lesnordeste y nordeste cuarta al leste claro fresco, con dos ó tres aguacerillos. Fuimos navegando al nornordeste y al norte cuarta al nordeste y al norte.

Echéle el camino del nornordeste. Tomó Sarmiento este dia el altura en diez y siete grados y un tercio, que son leguas 25. Este dia nos hicimos doblados los bajos y placeles de abreojo conforme a la derrota de latitud, y estábamos mas de doscientas leguas dellos al levante. Salen estos placeles y bajíos de abreojo en la costa del Brasil cuarenta leguas á la mar. Estábamos este día leste-oeste con el rio del Brasil. Desde el lúnes al mártes á mediodía 5 de abril, con leste y lesnordeste, escaseando y alargando, fuimos al nornordeste y al nordeste cuarta al norte poco tiempo, y lo mas al norte cuarta al nordeste. Tomamos el altura á mediodía en quince grados y cincuenta y siete minutos: Hernando Alonso en quince grados y un tercio, que hicimos 24 leguas. Desde el mártes al miércoles á mediodía 6 de abril, con leste y entre lesueste, fuimos, escota larga al nornordeste con viento muy fresco. Dile media cuarta de abatimiento, porque sospeché iban las aguas al lesnordeste. Tomamos la altura en catorce grados, que son leguas 34. Desde miércoles al juéves á mediodía 7 del mes con leste y lesnordeste, alargando y escaseando, fuimos al nornordeste franco. Tomé este dia el sol en doce grados largos. Anduvimos 37 leguas. Desde juéves al viérnes ocho de abril con el mesmo viento fuimos al nornordeste. Tomamos este dia el altura en 9 grados y 32 minutos, que son leguas que anduvimos cuarenta y cinco. Desde el viérnes al sábado 9 de abril, con los mesmos tiempos y vientos frescos fuimos al nornordeste.

Tomé el sábado el altura en siete grados y doce minutos: Anton Páblos en siete y cuarenta y dos minutos porque por mi punto anduvimos cuarenta y seis leguas. Desde el sábado á mediodía, con el mesmo sueste fresco y mar bonanza fuimos al lesnordeste, y algunas veces al nordeste cuarta al norte. Este dia á las cinco de la tarde vimos una isla alta que nos demoraba al leste cuarta al sueste la punta del norte, y la del sur al lesueste. Estábamos cuando la descubrimos ocho leguas della. En viéndola Pedro Sarmiento, dijo ser la isla de la Ascensión que está en el camino de la India, lo cual dijo por el altura que había tomado el dia ántes, y por la del leste-oeste arriba dicha: y procurando ir á ella se cazaron las escotas, y haláronse mas las bolinas, y anocheciónos ántes que la pudiésemos tomar; y así esa noche fuimos al nordeste cuarta al leste, y al lesnordeste, y de medianoche abajo fuimos al sur, y domingo á las dos de la tarde surgimos en esta isla de la Ascensión, que por donde la vimos hace esta figura. Domingo á las dos de la tarde surgimos, como es dicho, enfrente del puerto y playas de arena que están al noroeste. Este dia no se pudo ir en tierra por buscar surgidero seguro. Lúnes por la mañana embió Pedro Sarmiento gente á tierra á buscar agua, y no se halló, y Hernando Alonso que había ido en tierra, embió unos puerquezuelos y tortugas muy grandes, que para metellas en el navío fué menester un aparejo de los de meter el batel.

Destas hay muchas. Había muchas cruces, que según despues supimos las habían puesto los portugueses que allí se perdieron con una nao viniendo de la India, y así como se iban muriendo, los vivos les ponían cruces, y murieron todos, y tambien ponen algunas los portugueses cuando vienen de la india, porque se halló clavada en una cruz una tabla que tenía un rétulo que decía de letras grandes: Don Joan de Castell-Rodrigo, Capítaon Mor, chegou aqui con 5 naos da India en 13 de mayo 1576. Y tornáse á poner la tabla en su lugar donde se halló, y junto á ella se puso otra tabla escrita por memoria de haber llegado allí la primera nao del Pirú que desembocó por el estrecho de la mar del sur á la del norte en servicio de V. M. embiada por el Virréi y el efecto para qué. No se pudo hallar agua, aunqué despues supimos en la isla de Sanctiago que había agua de la banda del sur de la isla. Hay aquí mucho pescado, y matóse cuantidad, y salóse para nuestro bastimiento, y matamos muchos tiburones, porque nos impedían de matar el pescado pequeño. Hay aquí mucha pajarería de que se tomaron algunos, y son tan golosos, que todo lo que ven arremeten á tomallo; y unos pájaros rabo-de-junco, y rabihorcados, que así se llaman, arremetieron al sombrero quel alférez llevaba en la cabeza, y por quitalle una carta que llevaba revuelta á la toquilla, le llevaban el sombrero, sino le asiera con las manos; y él teniéndoles, y los pájaros tirando, le sacaron el papel y se lo llevaron: y sobre cual dellos lo había dellevar iban por el aire en una gran refriega: y cerca de tierra hay tanto pescado, que desde el batel lo mataban con cuchillo.

Es tierra seca y calurosa: hay gran abudancia de tortugas grandisímas. Tomamos aquí el altura surtos en siete grados y media cumplidos al sur, en los cuales está esta isla de la Ascensión. Tiene el puerto al nornordeste, y despues supimos que á la banda del sur tiene otro puerto mejor donde está el agua. Es mucho de notar, que la altura que el general Pedro Sarmiento había tomado de longitud, ó leste-oeste, se conoció verdaderamente ser bien tomada, y muy cierta la computacion que hizo, porque llevando el punto por la órden atras referida de tal manera que á la hora que vimos la isla de la Ascension juzgábamos estar solamente sesenta leguas de Pernambuco, leste-oeste con el rio de las Virtudes en la costa del Brasil, y hallámonos cuatrocientas leguas al leste enmarados, de manera que del punto que llevabamos por el altura de latitud nos engañaron y hurtaron las corrientes trescientas y quarenta leguas, lo cual se conoció por la altura del leste-oeste, ó longitud: y para comprobación dello fué la experiencia de la isla que está asentada en el dicho paraje, aunque con algun error, como luego diré. Cuando veníamos navegando sobre la costa del Paraguay y San Vicente, y con los puntos, íbamos embistiendo en tierra y no la tomábamos. Echábamos la culpa á las cartas que estaban falsas y mal pintadas descriptas, y asilo creímos hasta que se tomó la dicha altura: y puesto que en algunas cosas lo estan, no es el yerro en estas cosas arriba de tres ó cuatro grados de longitud, porque Pedro Sarmiento las examinó con mucho cuidado como cosa que iba en ello acertar, y la vida.

Adviértase lo que importa saber esta regla del leste-oeste para navegaciones largas y dudosas de descubrimientos, y cuan poco se dan por ello por no trabajar un poco más de lo ordinario. Algun dia yo pondré esta regla con el ayuda de Nuestro-Señor-Dios de manera que se puedan aprovechar della los que quisieren, y al cabo pondré alguna notable regla para esta navegación. Satisfecho Pedro Sarmiento desta altura y regla de longitud, quiso experimentar el sitio desta isla para verificar lo uno con lo otro, y así á doce de abril tomó la longitud á las seis y un quinto de la mañana; y hecha la suputación, halló que esta isla de la Ascension está tres grados mas occidental que el Meridiano de Cádiz, por lo cual ha de estar mas al leste situada de lo que está en la cartas portuguesas un grado cumplido, que son diez y siete leguas y media. De manera que esta isla se ha de enmendar en su situación de ambas alturas de como la tienen los portugueses en sus cartas, porque se han de situar un grado mas al levante, y se ha de bajar medio grado de latitud, porque ella está en siete y medio, y tiénenla puesta en ocho. En lo demas está bien figurada en cuanto á lo que vimos. Entre tanto que aquí estuvimos remendaron las velas y gabias y masteléos y aparejos, que venía destrozado de los tormentas y malos tiempos, que aunque muchas veces se paraban, no bastaban ya las fuerzas humanas á reparar tanto como se destruia con los tempestades y pudriciones: y así, remendados lo mejor que fue posible, lúnes á las dos horas de la noche once de abril con el favor de Dios Nuestro Señor, en su sacratísimo nombre nos hicimos á la vela desta isla ques pequeña, y fuimos navegando con el sueste al norte cuarta al nordeste hasta mártes 12 de abril.

Esta noche tomé el crucero en cinco grados y tres cuartos. Del mártes al miércoles 13 del mes, al mesmo rumbo. Tomamos á mediodía el sol en cuatro grados y veinte y un minutos: que son todas las leguas desde la isla de la Ascención cincuenta y seis. Desde miércoles al juéves á mediodía 14 de marzo fuimos con bonanza al mesmo rumbo, y juéves desde mediodía tuvimos sures, y fuimos al pajaril hasta viérnes á mediodía. Este día tomamos la altura en un grado y veinte y cinco minutos al sur. Anduvimos desde el miércoles cuarenta y dos leguas y media. Desde viérnes al sábado 16. de abril con sueste y susueste bonancible fuimos al norte. Tomé este dia el altura en dos minutos de la banda del sur de la equinoccial. Anduvimos veinte leguas. Del sábado al domingo á mediodía 17 del mes con el mesmo rumbo anduvimos 17 leguas. Tomé el altura en un grado de la banda del Norte. ¡Gloria á Dios Todo-poderoso! Hoy hace cincuenta y dos dias que salimos del estrecho de la Madre de Dios á esta mar del norte, y hoy estamos á la parte septentrional de la equinoccial, y sale un dia con otro á grado de disminución de altura. Del domingo al Iúnes 18 de abril con el mesmo viento al norte anduvimos 18 leguas por la fantasía. Aquí se verificó lo que ántes algunas veces he notado de la cualidad del viento del polo Antártico que se ha dicho que el sur, sudueste y sueste en la parte austral es frio y seco, y aclara el cielo, y parece el sol, y quita la lluvia: y el norte es caliente y húmido, y con él se cierra el tiempo, obscurece el cielo y llueve: mas desde la Equinoccial hacia la parte del norte mudan sus calidades y efectos, que el viento sur es húmido y caliente, y anubla y llueve, y el norte y nordeste es frio y seco: esparce y quita las aguas.

Esto será de mucho momento á los que escriben repertorios que escriben en un polo generalmente como para todo el mundo generalmente, y conviene que vayan respectando los cárdines y plagas del mundo cuando de vientos y temples y cualidades, acciones y pasiones ponen reglas, las cuales no deben hacer generales, sinó conforme á las regiones, pues conforme á ellas son tales cosas. Desto pudieran dar mas largas razones y reglas, y escribir muy largo de lo que he notado y observado, junto con el arte, en muchos años, en muchas y varias regiones: pero no deste lugar. Si Dios fuere servido algun tiempo lo haré para provecho de mis prójimos. Desde el lunes al mártes 19 de abril con susueste bonancible y sur fuimos al norte seis horas; y así fuimos hasta puesta de sol, y como á las diez de la noche llovió un gran aguacero, del cual se tomó alguna agua, que fué gran consuelo, porque el calor era excesivo, y el agua que teníamos era poca y la racion muy tasada. Estuvimos esta noche amainados, y por la mañana mártes dimos vela, y fuimos al nornoroeste; y á mediodía tomamos la altura en dos grados y dos tercios. Anduvimos diez leguas. Del mártes al miércoles 20 de abril fuimos al nornoroeste con aguaceros, calmas y vientos bonancibles, y de cuando en cuando con viento fresco, hasta el miércoles á la tarde, que con un aguacero acabó de calmar el viento, y con vahajuelos del sur y sudueste y nordeste fuimos al norte y al norte cuarta al nordeste hasta las nueve de la noche.

A esta hora tomé el crucero en cuatro grados y medio largo al norte. Andúvose 20 leguas la vuelta del norte y nornoroeste. El juéves 21 del mes con muy poco viento oesnoroeste fuimos al norte tres horas dos leguas con aguaceros y calmas. Este viento volvió al lesnordeste, y cargaron tantos aguaceros de todas partes, que acabó de calmar el poco tiempo que había. Tomé esta noche el crucero en cinco grados, que fueron siete leguas las que anduvimos, y dos son nueve. Del juéves al viérnes fuimos, como se dijo en la cláusula ántes de esta, hasta media noche; desde media noche hasta el viérnes á mediodía con oesnoroeste y con aguceros fuimos al norte media cuarta mas y ménos; y de mediodía arriba anduvo el viento variando hasta que á puesta de sol calmó: y á media noche se tomaron las velas. Echéle este dia de singladura seis leguas por arbitrio. El sábado 23 de abril al salir el sol ventó un vahajuelo del nordeste, y fuimos al noroeste cuarta al norte. Hace por aquí terrible calor. Este dia no hubo aguaceros ni su noche; pero hizo calma. El altura se tomó por el sol en cinco grados. Del domingo al hines 25 de abril con poco viento oesnoroeste y sueste y susueste bonancibles; y la noche del sábado hubo calma y aguaceros, y con ellos algun viento á ratos. Fuimos los dos tercios al norte, y el un tercio al norte cuarta al noroeste. Tomamos el Lúnes á mediodía el sol, Pedro Sarmiento en cinco grados y cincuenta minutos, y Hernando Alonso en cinco y dos tercios.

Anduvimos quince leguas. Del Lúnes al mártes 26 de abril fuimos al norte con calmas y aguaceros con los vientos antes dichos; cada aguacero traía su viento diferente; pero con todos fuimos al norte con algunas guiñadas á la cuarta del noroeste. Tasósele el camino del norte á la mitad sobre la cuarta del noroeste: y el mártes á las diez del dia vino un aguacero del lessueste con mucho viento tan repentinamente que nos tomó con las velas arribas y quebró la entena de la mesana, y nos vimos en trabajo en tomar las demás velas. A estos aguaceros llaman los portugueses en esta Guinéa torboadas: son pesadas, peligrosas y espantables, sino se tiene gran recato; y con todo han peligrado muchos navíos con ellas, y por huir dellas han dejado de venir por esta via las naos de las indias que solían venir por aquí. Con todo este trabajo nos hacían algun bien, que nos daban agua que cogíamos, conque suplíamos lo que sin ellos no pudiéramos sin otro daño mayor. Aquí comenzó á enfermar alguna gente, porque este parage es muy enfermo. Despues de pasado este aguacero ó turbonada, y se enmendó la entena, dimos las velas y seguimos el camino al norte, unas veces á la bolina, y otras á popa hasta el miércoles 27 de abril, que á mediodía tomamos la altura Sarmiento y Hernando Alonso en siete grados y un cuarto. Anduvimos desde el lúnes 25 leguas. Desde el miércoles al juéves 28 de abril, con las diferencias de vientos de los dias pasados fuimos al norte hasta el juéves al amanecer.

Entónces se hizo el viento al nornoreste, y fuimos al nordeste cuatro horas; y desde las diez á las once al nordeste cuarta al leste, y de las once á las doce al lesnordeste. Tomé á mediodía el sol en ocho grados y medio; Hernando Alonso en ocho y un quinto. La cuarta parte del camino eché al norte cuarta al nordeste, y las tres cuartas al norte. Caminamos 22 leguas. Este dia á las dos de la tarde, porque por el punto nos hacíamos con tierra, y la mar parecía agua de fondo, echóse la sonda y hallaronse quince brazas de fondo de arena, estando á esta hora más de quince leguas de tierra; y dende á una hora, yendo al mesmo rumbo, se volvió á sondar en catorce brazas y se parecia tierra: y dende á dos ampolletas volvimos á sondar en quince brazas. Hay por aquí mucha pesquería. Fuimos estas dos ampolletas al nordeste cuarta al norte; y á las seis de la tarde, habiendo alargado el viento, é ido al nornordeste y al nordeste, vimos tierra, la Sierra Leona en la costa de Guinéa en África, que nos demoraba diez leguas al leste, estando nosotros en veinte y dos brazas, arena. La Sierra Leona hace estas señas por donde la vimos. Esta Sierra Leona es famosa tierra en esta Guinéa, de rescate de oro y negros. Aquí solían reconocer las naos de Portugal cuando venían de la india, y porque enfermaban y morían muchos, porque la tierra es enferma, y por escusar las torbonadas dejaron este camino y van por defuera de las islas de Cabo-Verde. E luego vimos otra tierra no tan alta, que son unos islotes que llaman los Idolos.

Toda esta noche fuimos sondando por ocho, diez, veinte y veinte y dos brazas arena; y al cuarto de alba nos vino una torbonada que nos hizo tomar las velas; y pasada, se tornó a dar trinquete y velacho, y fuimos al norte y nornoroeste y noreste y al sueste. Segun iba alargando el viento procurabamos salir á la mar por apartarnos de los bajos de tierra, y al amanecer estábamos diez leguas de tierra á vista de una cordillera alta que hace una loma picada de mogotes que corre leste-oeste, y tiene diez leguas de largo, que es continuada con la Sierra Leona. Las señas que hacían son estas. Toda esta costa tiene fondo diez leguas y más. La mar en fuera quince, ocho, diez, veinte y veinte y dos brazas en este paraje: y algunas veces veinte y ocho brazas. Y siguiendo la navegación al oesnoroeste viérnes 29 de abril tomé el sol en nueve grados y un quinto. Anduvimos leguas 12 desde el juéves al viérnes. Ibamos á vista de tierra doce leguas della. Desde el viérnes al sábado 30 del mes fuimos con la mesma variedad de vientos al oesnoroeste y al noroeste cuarta al oeste, y algun rato al norte con bonanzas y algunas torbonadas del sueste, que nos hicieron tomar las velas é ir con sola la cebadera y un papo del trinquete. Tasados juntos los rumbos salió el camino del noroeste cuarta al leste hasta sábado á mediodía 20 leguas. Por aquí hay muchas corrientes al sur: y el placel de Guinéa sale mas de quince leguas en la mar por esta parte, y por otras mas de veinte leguas.

De tierra lo mesmo. Del sábado al domingo primero de mayo gobernaron al noroeste. A las ocho de la noche tomé la estrella del Norte la primera vez este viaje en diez grados ménos un quinto; y domingo de mañana ventó nornoroeste, y fuimos al oeste y, al oeste cuarta al noroeste: y dende á dos horas al lesnordeste hásta mediodía. Tomé el altura por el sol en diez grados largos; Anton Páblos con diez escasos; Hernando Alonso en diez largos. Son leguas 35. Echéle el camino al oesnoroeste tomando algo de la cuarta de noroeste cuarta al oeste. Del domingo al Lúnes 2 de mayo con las mesmas calmerías y bonanzas al norte y nornoroeste siete horas cinco leguas. Estuvimos despues desto en calma del todo, sin gobernar el navío hasta media noche, y despues ventó noroeste, y fuimos al nordeste y nornordeste mas escaso y mas largo una cuarta. Tomé el altura Lúnes á mediodía: Sarmiento y Anton Páblos, piloto-mayor, en diez grados y trece minutos. Hernando Alonso en diez menos un quinto. Aquí juzga que las aguas del rio grande de Guinéa nos habían sacado la vuelta del oeste, pues con ir al nordeste y tomar en la altura de sus bajos no los veíamos; pero vimos muchas señales de las corrientes del rio, de arroyadas, jibias, hileros, que iban de nordeste-sudueste. Anduvimos diez leguas desde ayer hasta esta hora. Desde Lúnes á mediodía al norte cinco horas cuatro leguas con viento oesnoroeste. A esta hora se sondó en veinte y dos brazas, el fondo peñascos. Por donde entendimos que estábanmos sobre los bajos que salen del cabo de Nuño Diego, de las islas que se llaman islas de los Bijagoos, que son unos negros valientes, grandes flecheros, y muy diestros que tiran con hierba mortal, que al que hiere con ella muere rabiando.

A esta hora viraron, y fuimos con poco viento al oessudueste, y por salir de placeles de poco fondo, porque con estar en tan poco, fondo no veíamos la tierra que nos hizo recatar del gran peligro que, según despues supimos, hay allí: y así le fuimos dando resguardo. Fuimos por aquí tres horas, y viramos la vuelta de tierra, y fuimos al nordeste toda la noche una cuarta mas y ménos, y siempre íbamos dando en ménos fondo. Destos placeles ya fuimos disminuyendo hasta siete brazas y media, Aquí vimos la tierra algo alta. A las seis de la mañana viramos, y fuimos al sudueste, y dimos en doce brazas de fondo, y desde aquí volvimos la vuelta de tierra al noroeste: y mártes á mediodía tres de mayo tomamos la altura: Pedro Sarmiento en diez grados y 48 minutos; lo mesmo verificó Anton Páblos, y Hernando Alonso. Anduvimos por altura dende ayer á hoy catorce leguas estando en seis leguas de tierra y en once brazas de agua. Desde el mártes al miércoles 4 de mayo fuimos, el mártes seis horas al noroeste, y viramos al oeste y oesnoroeste y noroeste con bonanza hasta el cuarto del alba que calmó; y con el vahajuelo que hubo fuimos de una vuleta y de otra el miércoles á mediodía, que tomamos la altura yo y el piloto mayor en once grados y un quinto. A esta hora vimos al oeste reventar unos bajos una legua poco más, ó ménos, 25 leguas. Desde miércoles á mediodía fuimos al sur por salir de los bajos y bancos hasta media noche, y algunas veces al susueste hasta veinte y cuatro brazas de fondo.

A esta hora navegando con oesnoroeste fresco súbitamente vino una turbonada de mucha agua y viento que nos vimos en mucho trabajo, porque nos tomó las velas con todas las velas arriba, y mediante Dios con la buena diligencia se tomaron las velas, y el trinquete se hizo pedazos y la de la gabia-mayor: y en pasando quedamos en calma amainados hasta la mañana que dimos vela, y con vahaje fuimos al oeste cuarta al sudueste, y luego entró ventecillo norte, y fuimos al oesnoroeste y al oeste cuarta al noroeste, y á mediodía juéves cinco de mayo se tomó el altura en diez grados y medio, de manera que abatimos desde el miércoles al juéves doce leguas y á la hora que tomamos el altura estábamos en trece brazas. Del juéves al viérnes 6 de mayo fuimos por cima deste mesmo placel y bancos, y por salir del fuimos al susudueste y al sudueste y al oessudueste hasta el viérnes por la mañana que fuimos al oesnoroeste y noroeste y norte y nornordeste hasta las diez; y entónces viramos porque íbamos otra vez sobre los placeles disminuyendo fondo. Ibamos por veinte y cinco brazas. Este día se tomó el sol en nueve grados escasos. Por huir destos placeles abatimos 28 leguas, y entendimos ir las corrientes al sur. Del viérnes al sábado 7 de mayo, el viérnes hubo calmas hasta media noche. Desde esta hora ventó algo el sudueste, y fuimos al noroeste y al nornoroeste hasta el sábado á las ocho de la mañana que por escasear el viento fuimos al nornordeste, y de la otra vuelta ibamos al noroeste y al oesnoroeste.

A mediodía tomamos el sol en diez grados y medio. Anduvimos 25 leguas. Desde sábado al domingo ocho del mes de mayo, el sábado con bonanza tres horas al noroeste legua y media. A este punto estábamos en veinte y cuatro brazas: luego escaseó y fuimos al sudueste hasta el domingo á la media noche seis leguas, y despues con sueste fuimos al oesnoroeste dos leguas, y al sudueste una legua. A las diez horas del día frescó el oesnoroeste y fuimos al norte cuarta al nordeste. A esta hora estábamos en treinta y tres brazas. Fuimos por aquí hasta mediodía que tomó Sarmiento el sol en once grados escasos: y el piloto-mayor y Hernando Alonso en diez y cincuenta y tres minutos. Por estos dias nos fatigaban muchas cosas: lo común era calmerías, grandes calores, torbonadas, que fué causa de mucha enfermedades. Unos padecían de calenturas, que es la pestilencia que mata en esta tierra de Guinéa con mucha celeridad; otros de granos y nacidos; otros de tullimientos de piernas y de brazos y muelas; especialmente dió una enfermedad que es contagiosa é insufrible de mal olor, contagiosa, que es hincharse las encías, y se aposteman y mueren muchos dello, y el que no muere padece mucho. Tras esto la falta del agua y el terrible calor, que se ardía la cubierta del navío, y se derretía la brea, y se desvaian las juntas y costuras de las tablas, que fué causa de hacer el navío mas agua de la que hacía hasta allí, y creo que si Dios no nos socorriera embiándonos algunos aguaceros de que se cogió algun agua padeciérase más por el gran peligro en que la sed nos pusiera; y como no teníamos con que curallos era la desconfianza de sanar general en todos, y solo Dios nos sustentó milagrosamente.

¡Él sea loado por siempre jamas! Amen. Y cuando queríamos acometer á subir altura por ir á las islas de Cabo-Verde adonde pensábamos repararnos con el ventezuelo que por gran ventura nos venía de provecho, luego dabamos en tan poco fondo y en bancos tan bajos, que por no ahogarnos nos hacíamos á la mar, y así abatíamos y percifamos lo que habíamos ganado, que era lo que sobre todo más sentíamos, y en todo nos consoló Dios del cielo y de la tierra Nuestro-Señor. Este mesmo domingo desde mediodía con oesnoroeste fresco fuimos al norte y al norte cuarta al nordeste tres horas tres leguas. A esta hora rindió el viento al oeste (cosa bien nueva y rara en semejante altura) y fuimos al norte cuarta al nordeste, y luego al norte: y en anocheciendo alargó y fuimos al nornoroeste hasta el Lúnes á mediodía nueve de mayo que tomó el altura Pedro Sarmiento en once grados y cincuenta minutos, y Anton Páblos lo mesmo, y Hernando Alonso en once y dos tercios. Anduvimos diez y siete leguas. Desde el lúnes al mártes diez de mayo hubo calmas, y por la maréa creciente que iba al rio grande de Guinéa, en cuya canal estábamos, nos metía sobre la tierra hasta estar en diez brazas de agua: y por el gran peligro que hay en estas tierras bajas dimos fondo á una ancla miéntras acababa la maréa de crecer para hacernos á la vela con la menguante que necesariamente nos había de sacar á la mar, y comenzando á menguar, nos levamos y fuimos con ella sondando toda la noche al noroeste cuarta al norte.

Esta noche fuimos con gran confusión, porque acabado de sacar la sonda de ocho ó diez brazas, y vuelta á echar había seis y menos, y así fuimos toda la noche por unos bancos y corrientes, y donde quiera que sonaba ruido de agua como de rio echábamos la sonda y hallábamos muy poco fondo. Pasamos muchos destos bancos á que los portugueses llaman alfaques. Es esta una peligrosísima costa para navíos grandes, y no se sufre andar por ella, sinó con particular piloto de los rios de Guinéa, so pena de andar á peligro de perderse por momentos, é yendo con esta fatiga sondando, y por diferentes derrotas por salir destos bancos, navegando al Sudueste, dimos en veinte brazas y luego fuimos de la otra vuelta al noroeste y al oesnoroeste. Este día tomé el altura once grados y seis séptimos. A esta hora estábamos en treinta brazas: anduvimos diez y seis leguas. Del martés al miércoles once de mayo al oesnoroeste hasta el miércoles por la mañana con bonanzas. Desde esta hora fuimos al noroeste y luego al nornoroeste y al norte y al nornordeste y al nordeste cuarta al norte poco; y porque íbamos disminuyendo en fondo hasta en catorce brazas viramos al oessudueste, y al mediodía tomamos el sol en doce grados y diez y, seis minutos. Anton Páblos lo mesmo; Hernando Alonso en once y cincuenta y seis minutos. Anduvimos cinco leguas. Desde el miércoles al juéves doce de mayo, desde el mediodía hasta puesta de sol al sudueste y oessudueste por salir de estos bajfos, y desde entónces íbamos al sur cuarta al sudueste y al Susudueste con bonanzas cuasi calmas.

Anduvimos por fantasía cuatro leguas: y a la primera guardia fuimos al noroeste y norte cinco horas cinco leguas, y la segunda guardia hasta el dia fuimos al nornordeste quatro leguas. A esta hora estábamos otra vez en catorce brazas de fondo, y por esto volvimos á la mar al oeste cuarta al sudueste, y desde las nueve de la mañana fuimos y fuimos al oesnoroeste, y luego abonanzó. Fuimos por este rumbo hasta las dos de la tarde cinco leguas. A esta hora viramos y fuimos al norte escasamente hasta las cuatro de la tarde una legua. A esta hora se hizo el viento norte, y fuimos al oesnoroeste. A este punto no pudimos tomar fondo con cuarenta brazas, que nos dió mucho contento. ¡Gloria á Dios! Fuimos por aquí hasta rendir la primera guardia seis horas cuatro leguas. A la segunda guardia fuimos un rato al oessudueste, porque escaseó el viento, y luego al oeste y al oessudueste otra vez dentro de dos horas; y ántes de amanecer dos horas viramos y fuimos al nornordeste y al nordeste, y por aquí fuimos hasta viérnes á mediodía trece de mayo. A este punto tomamos todos tres la altura en trece grados menos un quinto. Anduvimos por el altura desde miércoles hasta esta hora veinte y tres leguas. Desde el viérnes á mediodía viramos y fuimos al oeste cuarta al sudueste y al oessudueste cinco leguas, y luego al oeste cuarta al noroeste cuatro leguas con corrientes contrarias. De aquí viramos al nornordeste: hasta que amaneció el sábado cinco leguas. Desde esta hora viramos al oeste cuarta al noroeste: hasta las cinco de la tarde cuatro leguas.

Hallamos en este término mucha cuantidad de mar bermejo de menjúa y desovación de pescado. Desde esta hora comenzamos á ir al oesnoroeste con calmas y muchas corrientes hasta Lúnes de mañana ocho leguas. Desde esta hora fuimos á popa al noroeste y nornoroeste con sueste poco, y luego al norte por escascar el viento, y al nornordeste y al nordeste cuarta al norte cuatro horas tres leguas. Desde la una que viento saltó al norte íbamos al lesnordeste, y luego viramos y fuimos al nornoroeste hasta puesta de sol con calmas y bonanzas tres leguas. Desde esta hora fuimos al norte cuarta al noroeste hasta tres horas de noche dos leguas. Estuvimos con calmerías hasta despues de media noche que el viento refrescó, y fuimos al oeste cuarta al noroeste y nornoroeste y noroeste cuarta al oeste; de manera quel camino que se hizo desde este dia mártes 17 de mayo hasta mediodia fué al oesnoroeste. A esta hora tomamos el altura Pedro Sarmiento, y Anton Páblos, y Hernando Alonso en catorce grados y un tercio. Aquí tuvimos corrientes contrarias que nos abatieron al sur. Desde el mártes á mediodía hasta el miércoles á mediodía 18 de mayo, al nornoroeste y al noroeste cuarta al norte con bonanza y calmerías hasta prima noche tres leguas. Desde esta hora íbamos al oessudueste poco, y luego se viró de la otra vuelta: íbamos al norte cuarta al nordeste y al nornordeste y al norte: cuatro leguas. A esa hora escaseó el viento y fuimos al noroeste y al nordeste cuarta al leste, y virando de la otra vuelta fuimos al oeste cuarta al noroeste hasta el miércoles á las ocho de la mañana.

A esta hora tomaba el viaje y derrota de la media partida del oesnoroeste, luego fuimos al oesnoroeste hasta las once del día, y hasta mediodía al noroeste con calmas. Este dia se tomó el altura en catorce grados y treinta y tres minutos, y Anton Páblos en 14.38 minutos. Desde el miércoles á mediodía fuimos al noroeste tres leguas y luego al norte y al nordeste cuarta al norte hasta puesta del sol una legua, y hasta media noche al nornordeste escasamente seis leguas. Desde media noche fuimos al norte y al norte cuarta al nordeste hasta el juéves al amanecer seis leguas. Desde esta hora con calmas gobernaron al norte con muchas corrientes y orgullo de mar, y así guiñando sobre la cuarta del noroeste hasta las ocho de la mañana y al nornoroeste. Altura 15 1/2. Desde el juéves al viérnes á mediodía 20 de Mayo estuvimos en calma, tomadas las velas, hasta el cuarto del alba del viérnes. A esta hora con sur bonancibles fuimos al oeste hasta las diez. A esta hora se hizo el viento norte y fuimos al oeste cuarta al sudueste, y á mediodía tomamos la altura en quince grados y medio. Anduvimos ocho leguas de leste-oeste. Desde el viérnes á mediodía fuimos al oeste y al oeste cuarta al sudueste cuatro horas cuatro leguas, y al oessudueste una legua; y al oeste y al oeste cuarta al noroeste cinco leguas: hasta el sábado de mañana al oeste cinco horas, tres leguas; y hasta las once del dia al norte cuarta al nordeste, y hasta el mediodía al nornordeste. Tomamos el altura en quince grados y tres cuartos.

Anduvimos doce leguas. Desde el sábado al domingo 22 de mayo con viento norte fresco al oeste y al oeste cuarta al sudueste guiñando á una y á otra cuarta (el domingo á mediodía tomé el altura en quince grados y cuarenta minutos escasos) anduvimos quince leguas de leste-oeste por arbitrio. Desde mediodía fuimos al oeste cuarta al sudueste hasta media noche. A esta hora olieron la tierra desde la nao, y por no pasarla y no dar en ella, amainamos todas las velas hasta la mañana, y lúnes 23 del mes de mayo luego dieron la vela la vuelta del sur a popa, sin ver tierra, y caminando tiempo tres ampolletas, que es hora y media, por aquí descubrimos dos velas que al principio créimos ser portugueses del trato de Guinéa, y luego volvimos la vuelta dellas por hablarles, y mirándolas con atención se conoció ser una nao grande y una lancha que iba en nuestro seguimiento y demanda, de lo cual y del talle sospechamos ser de cosarios que iban amurando y á orza trabajamos de ganarnos el barlovento, y cuando venimos á reconocerlos estábamos cerca y fuimos de ló, y con el favor de Dios esta nao Nuestra Señora de Esperanza en poco espacio les ganó el barlovento, y cuando venimos á estar unos de otros á tiro de cañón, todos estábamos apercibidos cada uno en su cuartel sin parecer nadie sinó el que proveía de una parte á otra: y caminando los unos contra los otros, la lancha contraria se adelantó á reconocernos, y llegando á tiro de piedra de mano por sotavento, Pedro Sarmiento dijo al piloto-mayor hiciese señas á la lancha con un paño, á dos fines: el uno de paz, porque vimos las armas de Portugal en las banderas de la nao grande, y si fuesen ladrones entendiesen que los llamábamos, que llegasen á bordo, como quien no los tenía en nada.

La respuesta fue mostrarnos una espada desnuda y tirar un arcabuzazo: respondióseles con otro arcabuzazo y pasó de largo, y la nao grande pasó así mesmo tan cerca y más que la lancha, y sin hablarnos los unos á los otros pasaron de largo, y en puniéndose en la estela de nuestro navío viraron sobre nosotros, y á orza cuanto podían procuraban ganarnos el barlovento, y nosotros y ellos fuimos regatando por caer el uno sobre el otro, y así fuimos porfiando los unos y los otros hasta más de mediodía, y los cosarios andaban mucho de la vela, mayormente la nao grande, que era hermosa y recién despalmada, y muy bien velejada con dos grandes bonetas en la vela mayor; y nuestra nao venía hecha un prado de hierba y caramujo de la larga navegación que impidía mucho el camino, y así nos entraban algo los cosarios, aunque no á barlovento, puesto que cuando viraron estaban mas de dos cuartas á barlovento. Y yendo así, la lancha se adelantó de la nao grande, y el viento refrescó, y la lancha no pudiendo sufrir vela de gabia la tomó, y así se quedó atrás la lancha; y la nao grande, visto que no podía ganar barlovento, y si lo procuraba había de quedar atrás, dió la cebada y fue descargando, y así nos vino á alcanzar; pero quedó por la banda de sotavento. Ibamos á esta hora la vuelta del norte á vista del puerto de la ciudad de Santiago de Cabo-Verde, y la nao Francesa traía su gente queran ochenta y cinco hombres, según despues supimos, y veinte y cinco en la lancha, y traía siete piezas de artillería gruesas por vanda sin versos, y mucha arcabucería, y nosotros traíamos solas dos piezas y siete arcabuces, y cincuenta y cuatro hombres, y muchos dellos enfermos, y en llegando el cosario por la cuadra de popa á tiro de piedra nos tiró una pieza, y luego se les respondió con otra.

La una ni la otra no hicieron daño. El francés segundo con una ruciada de arcabucería, y desta nao se le respondió con otra en mejor órden, y mejores respuestas que las suyas porque la pólvora del Pirú á todas las pólvoras que agora se saben. Ellos nos horadaron las velas por muchas partes, y nosotros no sabemos lo que allá pasó mas de que se vido que algunos que andaban sobre cubierta se abatieron. Entonces los cosarios dispararon otras piezas y mosquetes y arcabuzazos en cuantidad que nos hicieron pedazos la vela mesana por muchas partes, y desta nao se le arrojó otra pieza y toda la arcabucería por órden, de que se creyó recibieron daño; y los enemigos disparando metían, todos sus tiros en nuestra capitana; pero fué Dios servido que á nadie hacían mal, aunqué pasaban las balas por los hocicos: y una dió en las puntas de las barbas á Pedro Sarmiento al pasar de popa á proa, que iba ordenando, y proveyendo de municiones; y los que estaban en proa de esta nao tiraron ciertos arcabuzazos á la gente que venía en proa de los franceses, y creyóse se les hizo daño, porque súbitamente los vieron apartarse unos de otros y abatirse: y los franceses tirando su arcabucería, y de acá no durmieron, los enemigos tocaron un clarín, y Sarmiento les hizo responder con a tambor y arbolar la seña de V. M. Y con esto á toque de campana se les puso tanto temor, que al momento cazaron á popa, y huyeron con mucha más diligencia que habían acometido. No se procuro seguirlos por ser tiempo perdido, porque á popa corren más aquellos navíos que estos, y era cerca de noche, y no traía comision, y por otras muchas causas justas y necesarias, y así seguimos nuestro viage.

Púsose muy bien la gente desta nao de Vuestra Magestad, y tanto, que se cree que si llegaran á las manos, aunqué fueran mas no ganaran en la mercaduria, segun lo que se pudo juzgar de los filos que la gente tenía; mayormente con el favor de Nuestro Señor Dios. Los que de la ciudad de Santiago nos estaban mirando pelear con los piratas juzgaban ser nosotros Franceses, y que aquella refriega era añagaza para que saliendo los portugueses al socorro, creyendo éramos portugueses, fuesen presos por los cosarios, y por esto estaban á la mira. Acabado de poner en huida este ladrón, llegó á nosotros un carabelon de algarabios que iba de Portugal, y nos dijo que aquel era un cosario que le había robado en el cabo Blanco en la costa de Africa, y que había robado otros cuatro, y que traía ochenta y cinco hombres en la grande, y veinte y cinco en la ancha, y que llevaban el piloto portugues; y que en la isla de Mayo cercana á la de Santiago había echado á fondo una carabela de arma la que iba á poblar á Paraiba donde los ingleses estaban poblados los años pasados, y tenían ya generación de las indias de Tapuyes. Final llegamos y surgimos en el puerto de Santiago de Cabo-Verde Lúnes en la noche segundo dia de Pascua de Espiritu-Sancto veinte y tres de mayo de 1580. Y ántes de surgir fueron barcos del pueblo á saber qué nao era, y la gente que era, y de donde venía: y como se les dijo que éramos del Pirú, y veníamos de allá por el estrecho de Magallánes, enmudecían no creyéndolo, y teniéndolo por imposible, y sin querer llegar á bordo fueron á dar por nuevas á tierra que éramos una gente de tantas faiciones y tan mal encarados, y que traíamos unos hombres de largas guedellas, que son.

coletas de cabellos largos (lo cual decían por unos indios del Pirú y de Chile que traíamos); y en la de mal encarados no nos levantaban nada, porque demás de no ser muy adamados de rostros, no nos había dejado muy afeitados la pólvora y sudor de los arcabuzazos de poco ántes: y en efecto veníamos mas cudiciosos de agua que de parecer lindos. Después que hubimos surgido mártes siguiente, nos envió a visitar al gobernador Gaspar de Andrade con el juez de la salud para ver si veníamos de donde hay peste para no dejarnos salir en tierra, que era un gentil consuelo para nuestras necesidades y refrigerio de enfermos, que traíamos algunos muy necesitados de cuararse, y á vueltas de este examen vinieron á tentarnos á ver si éramos castellanos ó cosarios disimulados, porque esto pensaban ellos más, y aun decían que podía ser que cuando fuese verdad que fuésemos castellanos y no ladrones, que se habían de recatar aún entánces más, porque podría ser que de secreto fuésemos embiados por V. M. á tomar la posesión de aquella ciudad é islas por maña. Y cuando de todo esto se fueron asegurando, fue todo el pueblo á vernos, y como trataban y oían de nuestro viaje, no acababan de hacer espantos y milagros, diciendo que lo tenían por imposible, á lo menos de allá para acá. Este día se puso recado en despachar los enfermos á tierra para curallos, que muchos de ellos venían muy al cabo de las enfermedades de Guinéa: y desto decían los portugueses que tenían por más milagros haber escapado de los alfaques y banco de Guinéa, que de las tormentas del estrecho.

El miércoles por la mañana salió Pedro Sarmiento en tierra con toda la gente del navío, y en procesión y descalzos con algunas imágenes y cruces en las manos fuimos á la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, y nos confesamos y oímos una misa cantada votiva, á la cual comulgamos; y se dió á los oficiadores la limosna que se había sacado, y más Dimos gracias a Nuestro Señor Jesu-Christo y á su preciosísima Madre que nos había librado de tantos trabajos, y nos había traído á tierra de Cristianos. Y asimesmo se dió la limosna que se había juntado para la casa de Nuestra Señora del Rosario, y la que se había sacado para pobres; y la que se traía para misas se dió á quien las dijese por nosotros y por las ánimas del purgatorio. Hecho esto fuimos á visitar al gobernador, que estaba enfermo y al Obispo. De todos fuimos amorosamente recibidos. Luego sentendió en limpiar el navío y recorelle de calafatería y enseballe y reformarle de jarcia y velas, masteléos, y aderezar el batél, que venía hecho pedazos, y en hacer aguada y aderezar la vasija como si de nuevo obiéramos de comenzar el viáge que así era menester, según veníamos destrozados y faltos de todo: y vale todo aquí tan caro, que no bastando los dineros que Pedro Sarmiento tenía, tomó cuantidad prestada; y no bastando, le fué forozoso vender hasta unos clavos para suplir, y aviar esta nao y el patax, que embió al Nombre-de-Dios, porque hasta el agua nos costó aquí como si fuera vino, y en cierta manera tanto y más, por las vasijas que nos hurtaron los negros aguadores, demás de su paga, que aunqué sean demasiadas menudencias quiero dar cuenta puntual de todo.

Entre tanto que esto se hacía como el fin deste viage, entre las cosas urgentes, se manda por la instruccion del virrel que se sepa aún despues de salidos del estrecho á esta mar se procure saber de los ingleses así de los que pasaron al mar del sur con Francisco Draquez, como los que se tenía noticia en Pirú que habían poblado hacia el Brasil, ó Paraguái, Pedro Sarmiento procuró inquirirlo y supo lo que abajo diré de un piloto algaravio del barco que nos fue á recibir cuando acabamos de pelear con el francés. Y lo que dijo debajo de juramente en sustancia fue: Que á quince de diciembre de 1579 entre Ayamonte y Tavila, tratando este hombre con dos ingleses mercaderes principales sobre cosas de indias y del inglés que pasó al mar del sur, le dijeron los ingleses que el Francisco Draquez, que hizo el robo en el mar del sur, ya estaba en Inglaterra, que llegó allá con dos naos muy ricas por fin del mes de septiembre pasado, y que había llegado muy cargado de plata y riquezas, y hizo gran presente á la reina de Inglaterra, la cual se lo agradeció y tuvo en mucho: y luego el mesmo capitan Francisco aprestó cinco naos para que fuesen al estrecho á bruscar las otras que se le habían perdido en el estrecho, y pasar adelante; y llevaban bastimentos para tres años, y el mesmo capitan Francisco quedaba aprestando otras ocho naos. Las cinco dichas partieron de Inglaterra por diciembre de 1579. Y mas le dijeron, que había quince días que se había partido de Ayamonte el maestre de la mesma armada del capitan Francisco con una nao cargada de aceites y vino para bastimentos de la mesma armada, la cual se hacía con mucha diligencia y saldría con mucha brevedad, y á los que este testigo lo dijeron parecían hombres de mucho crédito, y que se lo dijeron á este testigo entendiendo que como era portugues no lo diría á castellanos, y dél no tenían que temerse, y así lo juró ante escribano real, y dijo queda en mi poder, del cual asimesmo se supo, que cuando fue robado del francés con esta nao peleó, oyó decir á los mesmos franceses, que robando uno ó dos navíos de negros en Cabo-verde habían de ir á la Margarita y de allí á la banda del norte de la isla de Santo-Domingo á la Yaguana, y que no había cuatro meses que habían venido de la Yaguana cargados de cuero y azúcar, y que estos habían preso al gobernador de Puerto-rico, y no le hicieron mas mal porque le rescataron, y mataron al capitan Barbudo, el que había muerto los ingleses en la Margarita.

Llevan los ingleses pilotos portugueses. De pilotos y capitanes del Brasil, que había poco habían venido del Brasil y volvían allá, supé por muy cierto que en la bahía de Paraiba cerca del Rio-de-janeiro, que está 21 1/2 grados al sur de la costa del Brasil, había ocho años que entraron y poblaron mucha cuantidad de ingleses, los cuales estuvieron tiempo entre los Tapuyes, indios naturales de aquella tierra, y que tenían generación de la mujeres de aquella tierra. Y habrá tres años que los portugueses que estaban poblados en el Río-de-Janerio fueron sobre los ingleses y mataron muchos dellos, y los que escaparon se metieron la tierra adentro entre los naturales. Créese que los habrán muerto y comido, porque la gente india de aquellas comarcas son grandes comedores de carne humana, y tiene públicas carnicerías della. Desmás desto otros ingleses poblaron en una bahía al norte de Pernanbuco, ques la primera del Brasil, y estuvieron poblados en la bahía que llaman grande, y los naturales le llaman Paraiba, y no los han podido echar de allí; y por esto proveyeron en Portugal una armada de cuatro naos, dos galeones grandes y dos carabelas con mucha gente casada y soltera para poblar en la Paraiba, que está en cinco grados y medio al sur, y echar del todo de allí á los ingleses. Esta armada de Portugal ántes de llegar á las islas de Cabo-verde se derrotaron con temporal, y el galeón mayor llegó a este puerto de Santiago con cuatrocientos hombres, y se fué al Brasil con él: y otro llegó tras él trece dias ántes que nosotros llegásemos aquí.

Y de las carabelas la una vino a la isla de Mayo, y allí el francés arriba dicho la echó á fondo y ahorcó al piloto y maestre. Esto supe aquí de los ingleses que en el Pirú se tuvo noticia que estaban poblados en el Brasil. Sabido esto determiné cumplir lo quel virréi en su instrucción me manda, que es darle aviso y razón de todo lo subcedido en este viaje y descubrimiento hasta este punto porque por el Paraguái, ni Brasil no fué posible por las corrientes que nos sacaron al golfo la vuelta del leste, como ya se dijo; y entiendo que por allá no fuera posible hacerlo, y así fué Dios servido que viniésemos aquí para poderlo hacer y dar aviso de lo que aquí se supo, que allá no era posible saberse; y para ello compré un barco mediano en trescientos y treinta ducados, y pertrecháse de todo lo que hubo menester, así de gente de mar como bastimentos, para que fuese á Nombre-de-Dios, y de allí á Panamá y al Pirú á dar aviso y razón como eran mandado y convenía. Y entre tanto que nos estábamos aviando y despachando, andaban los cosarios franceses, con quien esta nao había peleado, á tres y á cuatro leguas deste puerto de punta en punta, que no había navío que osase salir del puerto de miedo del francés: por lo cual la gente desta nao siempre estaba con las armas en la mano de dia y de noche. Y un sábado por la mañana cuatro de Júnio pareció la nao francesa y patax que iba tras otra que iba delante y pasó poco más que á tiro de cañón deste puerto de Santiago, y todos creyeron que la nao delantera debía ser una que va al Brasil, que había dos dias había partido deste puerto para allá, y quel francés la iba á prender y robar: por lo cual Pedro Sarmiento embió á decir al Gobernador con Francisco de Andrada, su sargento-mayor, que pusiese remedio en aquello, y el gobernador y toda la ciudad y el Obispo embiaron á rogar á Pedro Sarmiento, que por amor de Dios, pues era vasallo de Rey tan poderoso como V.

M. y tio de su rey, que quisiese favorecerlos, pues no tenían otro favor al presente y los vengase de una afrenta tan grande de que delante de sus ojos no les robasen aquella nao portuguesa, y que nos darían toda la artillería y gente que quisiésemos, y un navío castellano grande que allí estaba surto cargando de negros y bien artillado. Pedro Sarmiento, por lo que tocaba y por otros fines necesarios, y por la honra de V. M. principalmente, pues pedían favor á sus criados y vasallos de V. M. no les pudo negar lo que pedían; y tras esto pareciéndole el gobernador que podría ser querer cumplir con él de palabra, si se detenía, embió al navío luego á su teniente y sargento-mayor Francisco de Andrada y setenta hombres arcabuceros, y con otras armas; y hice meter tres piezas buenas de artillería, y en la nao castellana entró otro portugués llamado Manuel Diaz con otros tantos portugueses, y Sarmiento hizo aprestar el barco patax que había comprado para embiar al Nombre-de-Dios con dos falcones y algunos arcabuceros, y en él por caudillo el sargento-mayor Hernando Alonso; y luego Pedro Sarmiento salió con Nuestra- Señora-de- Esperanza y el patax, ordenando que luego saliese tras él la nao castellana tras los franceses; y dende á dos horas estábamos ménos de dos tiros de cañón dellos, y el otro navío compañero no venía. Los franceses habían alcanzado ya la nao delantera tras que iban que nosotros pensabamos ser portuguesa, y que iban á tomalla, y era francesa y muy grande; y juntas las dos naos y patax, juntas en una ala, viniendo en medio su lancha, se venían ya vueltas contra nosotros procurando de ganarnos al barlovento, mas esta nao se puso mejor que ellos y les tuvo el viento ganado, y los vino sacando de una niebla donde estaban, y llegándolos á tierra y acercándose á ellos entreteniéndose un poco entre tanto que llegaba la nao castellana que salió tarde y andaba poco de la vela.

Y entendiéndolo el francés, o por aprovecharse del tiempo, adelantáse el patax ó lancha suya, y llegando poco mas de á tiro de cañón desta nao volvió a sus naos. Creemos que fué á dar aviso de lo que había reconocido: ser esta por ventura la nao con quien habían peleado el día pasado arriba dicho, y nosotros sospechando lo que podía ser, y ya venía cerca la nao castellana, arribamos en popa sobre los franceses; y como la lancha habló con ellos viraron las proas, y comenzaron á huir á popa todos tres, y nosotros fuimos tras ellos con esta nao y con el barco nuestro, y sinó anocheciera tan presto brevemente creemos que fuéramos con ellos, porque la una de las naos no andaba mucho; pero anocheció con mucha obscuridad, y fuimos sin velas de gabia toda la noche esperando á la otra nao nuestra compañera; y por esto no dimos con ellos muy presto, y los ladrones tuvieron lugar de alejarse pero siempre les seguimos, aunque procuraron hurtarnos la derrota yendo siempre á orza así como iba alargando el viento; y sospechando lo que hacían. Nosotros hicimos lo mesmo, y aunqué no los vimos toda la noche, á la mañana amanecimos á vista dellos, aunqué algo lejos la vuelta de la isla del Fuego al oeste, que se habían puesto en huída; y la nao castellana nuestra compañera no parecía: y temiendo no le hubiese subcedido algun desastre, ó hubiese topado con otras naos ladronas, sospechando, por lo que habíamos visto, que pudo ser ardid destos cosarios para hacer alguna presa, y que era público que esperaban por ella, tornamos á buscalla, porque era de ningún efecto ir ya tras los franceses porque iban lejos, y teníamos mal tiempo y contrario, y los portugueses eran cuantidad, y no traían municiones ni comida, que esta nao les dió la que les bastó y hubieron menester mientras aquí estuvieron.

En fin, viniendo buscándola, y llegando á vista del puerto, la descubrimos que venía de la banda del leste, y supimos que en anocheciendo había corrido al sueste. Creyóse que lo había hecho por escusar de hallarse á las puñadas, y no pelear. Nosotros tomamos el puerto, y los portugueses se desembarcaron, y el gobernador mandó que la otra nao no tomase puerto por lo que había hecho, y así anduvo de una vuelta y de otra toda la noche, y por la mañana pareció otra vez el francés al sur deste puerto cerca dél: de que el gobernador y todo el pueblo estaban muy acongojados, temiendo que si el franícés la reconocía sola que vendría á ella y la tomaría, que ya había tomado otra junto á este puerto; por lo cual embió el Gobernador á rogar á Pedro Sarmiento embiase á mandar á la otra nao se viniese á ancorar al puerto, y Sarmiento le embió el patax y á decir se viniese con el sargento-mayor: y como el gobernador (que estaba enfermo en la cama) supo que los franceses se venían llegando, temerosos del daño y mal que le podría subceder, escribió al capitán Pedro Sarmiento esta carta.

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