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Organización del viaje a las islas Salomón Que el gobernador Castro (1564-1569) desposeyese a Pedro de Aedo del viaje, ya sabemos por qué causas oficiales lo hizo. Pero creemos que hubo más, sobre todo por la intervención del gallego nacido en Alcalá de Henares, Pedro Sarmiento de Gamboa12, de padre pontevedrés y de madre bilbaína. Este hombre, que se considera gallego, es un auténtico autodidacta, y llegó a ser uno de los grandes escritores de su época. Llevó su interés no sólo a la cosmografía, sino también al mundo indigenista y al latín, lo que le permitiría años después, en los días de su cautiverio con los indígenas, comunicarse con Walter Raleigh y conversar directamente con la mismísima reina Isabel de Inglaterra. Este hombre, que encontramos en el Perú, ha estado antes en Flandes y en el virreinato de Nueva España y, por su carácter inquieto, había sufrido un juicio de la Inquisición de Puebla y estaba pendiente de otro, incoado por el Santo Oficio de Lima, por prácticas hechiceras. En el Perú, aparte de estar al servicio del conde de Nieva, se preocupa por la cultura indígena, y fruto de este interés será la tan celebrada Historia de los Incas; y es por tanto, y a través de la realización de dicha obra, por lo que Sarmiento tendrá noticias de los viajes marítimos incaicos. Transcribimos a continuación sus palabras sobre el origen y presencia del hombre en América: ... Y esta tierra, es la que llaman los descriptores de mapas, Tierra incognita al Austro, desde la cual se pudo venir poblando basta el Estrecho de Magallanes, hasta el poniente de Catigara y hacia el levante de las Javas, y Nueva Guinea e Islas del archipiélago del Nombre de Jesús, que yo, mediante Nuestro Señor, descubrí en el mar del Sur el año 156813.

Sarmiento de Gamboa, por sus conocimientos y simpatía, se pudo hacer con el ánimo del gobernador, y ya que estaba en marcha el viaje a las Salomón, aunque sin jefe, él bien pudo soñar en ser el Adelantado de aquellas islas. Pero el enojoso conflicto con la Inquisición hizo imposible que ostentara la más alta jefatura de la expedición. Él, Sarmiento de Gamboa, como persona entendida, sabedora de la localización de las islas Salomón, iría en calidad de cosmógrafo; y como Adelantado un sobrino del gobernador, un joven recién llegado al Perú, sin ninguna experiencia, lo que facilitaría la tutela de Sarmiento sobre su aparente superior jerárquico. El ocasional jefe de la expedición fue Álvaro de Mendaña de Neira, que aparece en diversos escritos como Álvaro Davendaña, o sea de Vendaña o Bendaña, parroquia de Santa María de Bendaña, ayuntamiento de Touro, en la provincia de La Coruña; otras veces como Álvaro de Vendaña y de Avendaña, y lo mismo que su segundo apellido, de Neira, tiene un carácter referencial toponímico, quizás por proceder de una de las cinco provincias que de este nombre figuran en los partidos lucenses de Sarria y Becerreá. Lo que está fuera de dudas es su origen gallego. No sabemos el año de su nacimiento, pero se puede deducir que fue hacie al año 1542, puesto que contaba 25 años de edad cuando en 1567 emprendió su primer viaje a las islas Salomón. Se puede aventurar que en 1564 llegó al Perú en compañía de su tío el gobernador, que como presidente de la Audiencia le metió en la comisión encargada de inquirir las causas de la muerte del último virrey, el Conde de Nieva, que al poco tiempo de gobernar fue hallado cadáver con evidentes muestras de haber sido asesinado.

El nombramiento de este joven como general de la expedición, cuyo solo mérito era ser sobrino del gobernador, planteará constantes suspicacias y en algunas ocasiones trascendentales se recriminarán sus pocos conocimientos. Como el mismo Mendaña escribe, ninguna de las cosas les pareció convenía, diciendo que el que está, juzga, y el que está en el mar, navega, con lo que venía a reconocer que no tenía ninguna autoridad, como hombre de tierra adentro, sobre los veteranos navegantes que le rodeaban. El viaje, a pesar de las cartas optimistas del gobernador a Felipe II, encontró bastante oposición, tanto de los frailes, por la presencia de Sarmiento de Gamboa, como de la Audiencia, escandalizada del enorme costo: más de cien mil ducados. También la Audiencia de Chile reclama para sí la organización de la expedición, por entender que las islas que se van a descubrir están más cerca de Chile que del Perú14. Volviendo al costo de la expedición, hay diferencias notables sobre el precio de los dos navíos, pues si según el gobernador uno de tres mil e tantas arrobas, y otra de siete mil de porte, que costaron diez mil pesos ensayados15; y el fiscal Monzón, dice que al tomarse los navíos a su propietario contra su voluntad, costaron sólo los cascos y aparejos para navegar treinta mil ducados16. Las dos naves que iban a emprender tan famosa aventura se llamaban Los Reyes y Todos los Santos. En la primera embarcación, el Capitán General Álvaro de Mendaña, el cosmógrafo Sarmiento de Gamboa, el piloto Juan Enríquez, y el tesorero Gómez; y en la segunda nao, el piloto mayor Hernán Gallego y el maestro de campo Pedro Ortega.

Durante mucho tiempo se ha llamado al viaje de Mendaña la expedición de los Cuatro Gallegos17, es decir: Álvaro de Mendaña, Sarmiento de Gamboa, Hernán Gallego, y el licenciado García de Castro. Acompañaron a los tres primeros el Alférez General Fernández Enríquez, el capitán de artillería Pedro Xuarez, tres pilotos, cuatro franciscanos y unos 150 marineros y soldados18. De estos tripulantes, morirán a lo largo del viaje 40 hombres19. La Armada descubridora salía el 19 de noviembre de 1567 del puerto del Callao, y Pedro Sarmiento mandó aderezar la vuelta del Oes-Sudeste, que era la cierta derrota que convenía llevar conforme a la noticia dada20, y que se debía mantener hasta los 23?, que era la altura que el cosmógrafo marcaría nuevo rumbo. La relación de Hernán Gallego que publicamos omite cualquier referencia a la navegación, desde su salida del Callao hasta que llegan a la isla de Jesús el 10 de enero de 1568; y sin embargo, en ese intervalo se producirán graves decisiones: la primera, el 28 de noviembre, cuando este día mudó Hernán Gallego la derrota, y empezó la vía del oeste, quarta al sudeste, que es una quarta más baja del camino que habíamos traído desde que salimos de Lima, esta mudanza de la derrota sin consejo ni acuerdo de los pilotos ni de Pedro Sarmiento21. El cambio de rumbo, la sospecha por parte de Sarmiento de un entendimiento entre Mendaña y Hernán Gallego, provoca la ruptura total, y hace que las instrucciones sean totalmente olvidadas.

Lo prueba no sólo el cambio de rumbo, sino que la flotilla va perdiendo altura, es decir, se acerca a la línea ecuatorial. Nada de estas discordias refleja la Relación de Hernán Gallego, ni el resumen que publicamos. Para demostrar el desdén del piloto mayor hacia el cosmógrafo, sólo lo citará ocasionalmente como hombre de guerra que tiene que desembarcar para hacer sentir la superioridad española sobre los indígenas. Ahora bien, solamente se puede explicar la decisión de Hernán Gallego contando de antemano con la conformidad de Mendoza, deseoso de protagonismo. Bien porque Hernán Gallego desconfiase del rumbo que seguían, bien porque Mendaña se sentía culpable de los reproches de Sarmiento y sus amigos, lo cierto es que el 8 de enero, general y piloto mayor, deciden restituir a Sarmiento el poder decisorio, conforme a las instrucciones, y de este modo, no mirando, pues, el Capitán Pedro Sarmiento a venganzas o intereses, dixo al general que este negocio estaba tan perdido que sería muy dificultoso cobrallo, porque la tierra quedaba atrás, y con el tiempo que bacía no se podía ir a ella, más que al oeste quarta del sudueste donde bahía tierra muy poblada, que yendo a ella se podían reformar y esperar tiempo, y hacer el bergantín que iba determinado hacerse, y así volverían a enmendar lo errado..., y tomó un padrón en el qual mostró el piloto el punto y derrota por donde habían venido hasta allí; a donde quedaba la tierra, y la que podían tomar: y así dixo que gobernasen el oeste y quarta del sudueste22.

Con el cambio de rumbo resurgen las esperanzas, y más cuando el 15 de enero encuentran la isla de Jesús, que erróneamente Sarmiento cree próxima a la Nueva Guinea. Pero el rumbo marcado por el cosmógrafo no se puede mantener a causa de los sucesivos temporales y Hernán Gallego manda bajar hacia la equinoccial. Es curioso contrastar las Relaciones que enviaron Sarmiento, Mendaña y Hernán Gallego. Mientras la del cosmógrafo es tremendamente pasional, y la del piloto mayor exclusivamente técnica, la de Mendaña procura, sobre todo, dar un tono de naturalidad y religiosidad a todo lo que acaece. Las acusaciones que le hace Sarmiento en su Relación, que son constantes, Mendaña ni las recoge, y en todo caso, cuando hay que tomar decisiones, se apoya siempre en el consejo y veteranía de su piloto mayor. La discrepancia mayor de estas Relaciones posiblemente la tengamos en el momento que llegan a las islas Salomón, objetivo y finalidad del viaje. Mientras Mendaña y el piloto Hernán Gallego cree haber llegado felizmente a las islas paradisíacas, Sarmiento no creen que han llegado a las Salomón, y así, años después, cuando dedica al Rey su Historia Indica, escribe... Las islas del archipiélago de nombre Jesús, vulgarmente llamadas de las Salomón, aunque no lo son, de que yo di noticia y por mi persona, las descubrí el año 1567, aunque fue por General Álvaro de Mendaña. También, hay que decirlo, existen diferencias cronológicas entre las diversas Relaciones.

Mínimas entre el general y el piloto mayor, y mayores con las de Sarmiento. Pero téngase en cuenta que al cosmógrafo le quitaron sus papeles a la terminación del viaje y, por tanto, lo tuvo que reconstruir de memoria. Desgraciadamente desaparecieron, entre otros, unos vocabularios de lenguas indígenas que Sarmiento estaba confeccionando, queriendo probar el parentesco de los melanesios con los indígenas americanos23. Ya hemos dicho anteriormente que el escrito de Gallego, la única referencia que encontramos a Sarmiento, la tenemos como hombre de armas y de la política dura que llevó. Sin embargo, es curioso leer las aprensiones del cosmógrafo para una misión que no era la suya y las condiciones con que las emprendía:... Y en todo el campo se murmuró la poca gente que llevaba el dicho capitán, que se creía que la tierra era muy grande, y muy poblada y áspera, y que era temeridad del que iba osar, ir con tan poca gente, y maldad el que le enviaba, que decretara le subcediera algún desastre24. También las discrepancias existen, y hondas, sobre los asuntos trascendentales: como decidir poblar las Salomón o qué rumbo se tomaba para regresar al Perú. Si Sarmiento acusa agriamente a Mendaña del abandono, el general, esto hay que reconocerlo, da más que abundantes razones, todas juiciosas, para ordenar la retirada: y en cuanto al derrotero de vuelta, leamos lo que dice el cosmógrafo: Dieron sus paresceres Pedro Sarmiento y los pilotos, sobre la derrota que se tomaría, y Pedro Sarmiento dio un derrotero de todos los rumbos, y dio por parescer que se siguiera la vuelta del sudoeste en demanda de la otra tierra que en principio él quiso descubrir, que está sobre Chile.

Los tres pilotos fueron de su parescer; el Gallego, aunque también dixo que se hiciese, no lo cumplió; antes contra lo determinado, gobernó sobre Nueva España y fue milagro escapar25. Las relaciones de Mendaña y Hernán Gallego no coinciden en esa unanimidad en volver a descubrir, sino todo lo contrario: en regresar por la vuelta de Nueva España, aunque con las clásicas reservas del general. Lo cierto es que se impuso el criterio del piloto mayor, y Sarmiento quedó una vez más burlado, y sin descubrir aquella tierra incógnita que, según él, se deslizaba desde la Nueva Guinea hasta el estrecho de Magallanes. Melancólicamente terminará la relación de la Plata: No se puede saber mucho de esta tierra, porque no hubo lugar de tiempo, ni el general quiso buscarlo, ni procurarlo. La buena tierra de contratación de oro, se colixe de esta relación que está a la mano izquierda, sobre el mar, enfrente de Chile. En la relación que publicamos se hace especial hincapié en el gran temporal que estuvo a punto de engullir a la armadilla. Se dispersaron la capitana y su almirante Sarmiento, que había pasado a ésta, en la carta que escribe a Felipe II desde el Cuzco, afirma que Álvaro de Mendaña aprovechó deliberadamente la tempestad para abandonar a su suerte la nao Almirante26. La alegría de ambas tripulaciones fue indescriptible. Fue tanto el regocijo que teníamos de vernos los unos a los otros que llorábamos de placer. Venía Pedro Ortega tan malo, que entendí que al otro día lo enterramos, y por el contento de habernos visto volvió en sí muy en breve, porque también nos tenían a nosotros por perdidos27. El final del viaje vino a romper finalmente las relaciones entre Mendaña y Sarmiento, cuando, según éste, Mendaña, temeroso porque había una información ante nuestra real justicia, tomó los papeles, relaciones, cartas, y contratos, y los rompió28. A partir de entonces se abrirá una sorda lucha, hecha de acusaciones y calumnias entre ambos, llevándose la palma Sarmiento de Gamboa, que recurre a la insidia constante contra Mendaña, porque éste creyó, equivocadamente o no, más en la destreza de su piloto mayor que en la ciencia de su cosmógrafo.

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