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Desarrollo


MEMORIAL 48 Señor. 1. El Capitán Pedro Fernández de Quirós. La parte incógnita Austral es justamente la cuarta del globo, sin saberse si es tierra o si es agua, o que partes tiene de las dos. Para agua parece mucho, y desproporción para buena forma. Es capaz de caber en ella, dentro de as dos zonas habitables, diez Europas, y cuando sea de tierra la mitad, tercio o cuarto, serán cinco o tres, y un tercio o dos y media. Y si no fueren más tierras que las vistas, tienen de largo como desde aquí al mar Caspio, a donde caben un Pontífice Romano, el Emperador de Alemania, V.M. con todos sus Estados, la Serenísima Casa de Austria y reinos de Hungría, Bohemia, caben los Reyes de Francia, Inglaterra, Dinamarca, Polonia, Noruega y el Gran Ducado de Moscovia; cabe el gran Turco con todo cuanto posee y la Señoría de Venecia y todos los otros Príncipes y Repúblicas que contiene de infinitas naciones, hasta Tártaros Precopenses. En suma, las tierras nuevamente descubiertas, con sus islas de quince grados hasta medio, ya no pueden dejar de ser tanto como la Europa, o de seis o siete Españas, y puede ser que sean veinte, cincuenta y más de setenta, como lo mostré a V.M., a quien suplico eficazmente se sirva de estimar la merced singular que Nuestro Señor le hace y considerar la que fue servido hacerme, pues teniendo el mundo lleno de siervos suyos, y de varones sabios y práticos, prudentes y ricos, fío de mi solicitud, o de mis nadas, todo el valor de tan grande obra, por la cual hice y hago todo cuanto pude y puedo, y digo lo que tengo dicho muchas veces, y por mayor lo siguiente en este último memorial que prometí.

2. Ya es pasado el año que V.M. me mandó esperar, y deste el medio, y no veo se trata de despacharme, ni siquiera aseguran mi esperanza de que lo he de ser algún día. 3. Si V.M. se sirve darme (como lo debe a Dios y a su persona real) despacho conveniente y a tiempo que pueda, ya que no fui en los galeones de los años pasados y presente, aprestarme para ir en los del año que viene y concederme las personas eclesiásticas y seglares que pido aquí tan necesarias para fundamento cierto y firme de aquel grande edificio; falta por llegar a Lima y en ella buscar y escoger gentes, aparejar navíos, llevar de respeto las cosas que han de ayudar a la salud, vestir y sustento, armas para la defensa, municiones, herramientas, hierro y cobre, con todos los aderentes para volverse a navegar. En suma, todo cuanto es menester para el culto divino, adquirir y conservar cristiana y prudentemente y rescatar con los indios y contentarlos. 4. Es necesario salir a tiempo que sea propio para aquella navegación, en la cual y en todo el discurso desde aquí no se descuidará Satanás, que Dios vencerá y será servido se llegue dichosamente al puerto de la Veracruz, en la bahía de San Felipe y Santiago (novecientas leguas menos y de más seguro viaje de ida y vuelta que hay de México a Filipinas) a donde luego son menester hornos de cal, ladrillo y tejas, romper peñas, cortar árboles, aserrar maderas, hacer un fuerte que lo sea y tenerle bien artillado y guarnecido, para poder defenderse de enemigos de Europa o de la tierra y de los que más se pueden ofrecer.

5. Conviene criar, plantar, sembrar, cojer y buscar de comer, que es un enemigo común continuo que no se puede matar sino con pan y semejante. 6. Fabricar bajeles pequeños para que a vela y remo se pueda comodamente descubrir y trajinar por entre islas y bajíos, y también navíos de más y de menos porte, con todas sus jarcias y velas, botas de madera y barro, bastimentos, con lo demás necesario a los viajes que se han de hacer a Filipinas, Lima y México, en que se cifra el comercio de que tanto provecho resultará, y seguridad de aquellas mareas y estos con los muchos galeones que allá se pueden hacer. 7. Buscar minas de oro, que ya se ha visto, y de plata que yo vi. Para su beneficio hacer ingenios, tener buzos y rastrillos para la pesca de perlas, de que se tiene noticia en quince partes y visto en dos, y tratar luego de todas las otras cosas preciosas, naturales y de artificio; en suma de las que da la industria, que es quien enriquece el mundo y, después de Dios, le sustenta. 8. Dar muy de veras principio a una ciudad que ha de ser la cabeza y el dechado de todas las que ha de haber en aquellas partes, y que los templos de Dios, la hermosura, adorno y servicio dellos sean tales que arrebaten y oficionen a los gentiles, y de tal manera la caridad ejercitada y el gobierno espiritual y temporal, que después no haya por qué arrepentir, ni qué reformar, ni qué deber y pagar, sino ganar y más ganar. 9. Por todo lo apuntado arriba y por lo que abajo se dice, se ve a lo claro ser necesario llenar número bastante de artistas y de otras personas prácticas de todos otros menesteres, y tales otras de quien se pueda formar un buen Consejo que es el que después de Dios salva peligros, excusa males y daños, hace en suma que se gane justamente lo posible; y otras que disciplinen la gente de guerra y mar, como pretendo y conviene; y otras para bien doctrinar y enseñar a todos en general y concordarlos; y otras a quien luego se pueda encomendar entradas la tierra adentro, que entienda bien cómo se han de haber con los naturales, sabia, animosa y piadosamente; y otras para descubrir, sabiendo observar por sol y estrellas, demarcar las tierras, sondar los mares, adquirir noticias, describir y escribir, y aún pintar lo sucedido y contenido en cuanto vieren, porque de una vez se haga bien lo que de muchas no se hizo en otros descubrimientos; y otras a quien se pueda encargar la segunda y tercera poblaciones y darles otras de ciencia y conciencia para que ayuden su parte y den buena cuenta dellas; y otras inteligentes y diligentes que enviar a esta Corte a dar cuenta a V.

M. de todo lo sucedido y acordado, y del estado presente y esperado, y para que fielmente asienten lo debido a aquellas tierras, qué es lo que a ellas, a sus naturales, al servicio de Dios, al de V.M., al bien de vasallos y al universal importa el todo, a pena de lo contrario, y de quienes se puede fiar las primicias del provecho que se enviará a V.M. con muy buena voluntad, procurando que sea mucho; y unos capitanes que sepan darse a entender y tengan más otras partes bien necesarias para ir a México y a Lima con gasto de la propia Austral, a levantar la gente del socorro forzoso para llevar adelante la obra, sabiendo el camino de ida y vuelta y gobernarse en tierra y mar como estará bien a todos. Demás desto no se sabe si los indios han de recibirnos sin armas, admitirnos amigablemente, fiarse luego de nosotros, entender cuanto en romance y en latín de cielo y tierra se les dijere, ni si lo han de creer y aprender presto, y nosotros la lengua suya, y ellos la nuestra, ni menos si los soldados han de vivir como se debe a Dios, a V.M. y naturales. En suma digo, Señor, que todo esto y lo demás que se ha de tratar en aquel resto del mundo, de presente y venidero, ha menester dinero, tiempo, gente de buenas intenciones y un hombre de ánimo y maña bastante a reparar, componer y contentar allá y acá todo cuanto se ha de ofrecer; y todo se puede hacer mediante Dios con el poco gasto que digo. Y según se dice, costó Ostende muchos millones de oro y 100 mil hombres de ambas partes que compradas a este precio una a una las plazas de los países rebelados, no hay gente en Europa, ni oro y plata en las dos Indias que baste, ni después de todos ellos ganados, seguros y costeados valdrán a España en 300 años lo que prometen las Australes en uno.

Esto digo porque veo hace claro poblar con solos mil hombres, habiendo en Madrid 250 mil sobrados y 500 mil ducados, siendo tan rico el Pirú, a donde se ha de dar los grandes reinos descubiertos y descubrir los ocultos, y hacer en todos ellos grandes servicios a Dios y grandes a V.M., y gozarse de sus riquezas durante el mundo y de mil comodidades y conveniencias, perdiéndose cada mes a 2 mil por uno, y si más se tarda a 10 mil, y si más y más se tardare, todo se ha de perder y todo lo debe pagar a Dios, a aquellas almas, a V.M. y a miles personas que de tales perdiciones son la causa; y debo advertir que cuando fui a descubrir no pude (y más hallándome enfermo y solo y con ciertas malas correspondencias al servicio de V.M., y otros contrarios que vencer y apaciguar) hacer que las riquezas que están en partes diferentes debajo de la tierra y agua, se manifestasen en un punto y todas juntas viniesen a Madrid en solo un mes, pues en dos ya fuera tarde, según aquí lo entendí y lo han dilatado años y años. 10. Lo representado ha sido para que sea visto el tamaño y la importancia desta empresa, y lo mucho que hay que aprestar, navegar y obrar en ella, y por dar prisa al espacio conque se va caminando, y por recuerdo de la brevedad de las vidas y mostrar cuanto conviene darle un bien acordado y prevenido principio, en que consisten todos sus mayores y duraderos bienes; y al contrario si fuere el principio malo. Con esto y refrescar la memoria con las razones siguientes, tengo por imposible que V.

M. dilate mi despacho un solo día. 11. Si por grandeza, cuál mayor que poblar de cristianos tantas y tan buenas tierras descubiertas, y saberse cuántas son las muchas más que promete la parte, y qué es lo que Dios crió en todas ellas? 12. Si se dejan, porque se dice que V.M. no las podrá sustentar, yo digo que ellas son las que han de sustentar a sí, y tener en pié todas las de que V.M. es señor en aquellas partes y en éstas; y que para poder conservar las unas, conviene adquirir a las otras, como lo tengo mostrado, y estas obras más se deben fiar de la sabiduría y poder de Dios, porque no de juicios y fuerzas humanas. 13. Si por riquezas, cuáles más que las que prometen estando por desnatar en tierra y mar? y tal cosa puede haber en aquellas tierras, vistas paralelas de Monomotapa y de Potosí, que son los dos sitios más ricos de oro y plata que se saben en el mundo, que sólo ella baste a desempeñar y descansar a España, que tiene necesidad de nuevos reinos y mayores rentas, pues es cierto que las que al presente tiene no la han de acomodar ni asegurar tan bien como lo ha bien menester. 14. Si por beneficio público, cuál más universal ni de más géneros? 15. Si por fama y gloria, cuál con más razón ni más eterna? 16. Si por gozar de una buena ocasión, cuál como ésta? pues fui y vi y sé adonde están las tierras que descubrí y pido su cobro a V.M. que es rey y señor poderoso y tiene la obligación. 17. Si por obrero barato, daré firmado de mi nombre, no quiero nada por lo obrado y por obrar, a fin de que la obra se haga menos costosa y toda mi parte se convierta en sus mayores bienes della y de los que en ella hubieren de trabajar.

18. Si por celo, puedo afirmar con verdad que para con Dios deseo que allí se cumpla su voluntad santísima, para con V.M. todo cuanto ordenare y me mandare, para con los naturales, que uno solo no sea ofendido en la menor de sus cosas, y todos ellos sean bien doctrinados, enseñados y asegurados en su justicia para con los nuestros, que yo y ellos nos ajustemos a la razón, valiéndome para ser así de los medios más propios que el tiempo ha de mostrar, o por mejor decir, Dios los dará. 19. Si por ocupar la gente buena que hay sobrada en el Pirú cuál aparejo mejor ni parte que más se pueda ganar con ella, m mayor alivio de aquellos reinos, bien necesario en ellos por dos causas? la una toca a los indios y la otra a V.M. 20. Si por tiempo, cuál como éste que parece el de la paz de Octaviano para V.M., que está sin guerra? 21. Si por debido a la honra y gloria de Dios, cuyo es todo, y por cuyo amor se debe gastar y aventurar haciendas, honras y vida, cuál mayor ni más lucido servicio que quitar al demonio la adoración que tiene de todas aquellas gentes y atraer su infinito número al conocimiento de su Creador y Redentor? Y si todas juntas, Señor, estuvieran hoy arrodilladas en la presencia de V.M., representando su perdición, alegando su derecho, pidiendo con lágrimas y por justicia el remedio que V.M. da a otras, y recordando lo que sonará en el mundo de presente y de futuro, el sí o no en que está la salvación o condenación de sus almas, bien creo de la grandeza del ánimo real y piedad cristiana de V.

M. lo mucho que se lastimaría dellas y la presteza conque mandaría darme un despacho tan bueno, tan claro y tan firme como lo pido y conviene a necesidades tan vivas y a socorro tan justo. 22. Si por seguridad de todos los bienes espirituales y temporales que encierra en sí esta gran causa, cuál más firme que ganar por la mano en poblar? y si acaso viniese nueva que los enemigos de nuestra Santa Madre Iglesia han poblado aquellas tierras de que están cerca (advirtiendo bien que cuanto más lejos de España, más cuenta se debe tener con ellas, como ya lo he mostrado) y que sembraron en ellas (lo que Dios no permita) las sectas de Martín Lutero y Calvino, y que han hecho una muy grande cosecha para el infierno de almas del cargo de V.M. que pudieran estar embarcadas para surgir en el cielo, por cuántos millones de oro quisiera V.M. no haber dilatado tanto el cobro dellas, ni que se diga, de presente y venidero, que en las tierras que V.M. descubrió se predicaron primero las herejías que el Santo Evangelio? Cierto estoy por ser V.M. el Rey Católico, el defensor de la fe, el que sustenta la Iglesia en muchas y diversas partes, y a cuyo cargo están las de que trato, que lo había de sentir por todo extremo. 23. Todas las causas que di y las razones que doy para que V.M. siembre (pues quien no siembra y beneficia no coje) son tan fijas que la menor dellas obliga al gasto de muchas veces más dinero, y he notado que no se repara en lo mucho que se me debe, y no pido, ni en lo que valgo, y no quiero, ni en el precio de toda la obra que es infinito, ni en lo que ofrezco ganar y excusar demás de lo ordinario a la hacienda de V.

M., valiendo cada uno destos y de otros servicios que hice y pretendo, muchos millones de oro, y sólo medio es el que pido gaste V.M. de una vez, por Dios, por reinos y por asegurar lo poseído. 24. Deseo saber qué es lo menos que se me había de dar por lo servido, si lo pidiera hoy, y lo menos que se me debe dar por lo que ofrezco servir, si lo pidiese mañana, pudiendo valerme de muchos ejemplos pasados y presentes y decir con razón y con razones que si aquellos premios fueron dados con justicia, que justicia es la mía de más de cuatro quilates. 25. Lo porque tantas veces repetí el dicho gasto ha sido porque cierto ministro me dijo que los mil hombres que pedí bien despachados de todo lo necesario costaran millón y medio, y mucho más en el Pirú, por los grandes sueldos y carestía de aprestos; y dijo bien si este gasto se hiciese por la vía ordinaria y no siendo yo el distribuidor, comprador y veedor, sin entrar en mi poder un solo maravedí, más no porque tal empresa no pida mucho mayor cantidad. Y vuelvo, Señor, con solos 500 mil ducados la armaré y levantaré tan bien como está representada, con la ayuda de Dios. 26. Si parece mucho este dinero puedo V.M. mandar se gaste menos, y mucho menos, y mucho menos lo que fuere servido, que de cualquier manera obedeceré como debo y serviré como hasta aquí. 27. Si no le hay, bien se puede tomar prestado por poco tiempo, del que tienen los indios del Pirú en sus casas que llaman de comunidad, de que no se aprovechan, o con interés, o pedirlo prestado a aquellos reinos, o a estos, o a personas particulares destos, o de aquellos, o con algún partido, o tomarlo a cambio, pues todo será deber medio más con los enteros, o que en Segovia se labren los maravedíes de cobre que bastarán para redimir aquellas infinitas gentes inocentes y sus tierras, de quienes se debe fiar pagarán sin apremio y darán retorno de 1 mil 100 por uno, en oro, plata, perlas y en todas las otras riquezas que se han visto y de las que se tiene noticias, puede ser que juntamente en diamantes, rubíes y otras piedras preciosas que Dios sabe dar a quien por su amor sabe empeñarse en las obras que son, o prometen ser de su más honra y gloria Ejemplo cuando los Reyes Católicos se determinaron a descubrir las Indias, estaban ocupados en guerra y tan pobres que les fue necesario pedir prestado el dinero que bastó para despachar a Cristóbal Colón, el porfiado, y no para poblar 3 mil 500 leguas de tierras, que ya no pueden dejar de ser las de que trato, sin las muchas más que promete aquella cuarta parte del globo, sino en duda de si había las que sospechaba, y esto ayudado de aquella grande Señora Reina doña Isabel, que para un tal fin supo vender sus vestidos (!).

Notable resolución de amor y notable merced de un nuevo mundo que Nuestro Señor les dió, y para desempeñarse, tantas armadas cargadas de oro, plata, perlas, esmeraldas y las otras muchas riquezas y todo lo que con ellos obró hasta el presente y lo que se ha de seguir en cuanto Dios lo quisiere, porque también sabe quitar! Y es cierto que no será menos notable el amor que V.M. mostrará, ni menores las mercedes que se puede prometer y esperar del mismo Señor, ejecutando a prisa, a prisa, que la celeridad no sufre espacio y menos aquellos muchos necesitados del uso della. 28. Sírvase vuestra Majestad mandar que veinte y cuatro religiosos de la Orden de San Francisco, los doce Capuchinos (de quienes tengo doscientas y cincuenta cartas, sin conocer a ninguno, sino que los mueve Dios) pidan limosna en España y en las Indias, como la piden los Trinitarios y Mercedarios para rescatar cautivos de moros, y son las gentes Australes innumerables cuyo rescate pretendo, cautivas de los demonios. Por esto, cuando en el Pirú se hubieran secado todas las minas de oro y plata, y en él no hubiera navíos ni tantos hombres sobrados, y lo demás menesteroso al intento, fuera justo, según es de piadoso y grandioso, echar el resto desde España, pues se sabe que con lo que costó siete leguas que bojea la isla de Terrenate, de dinero y hombres de seis años a esta parte, habría hecho yo siete veces la población que pretendo en aquellos reinos, prósperos, ricos y con su flor, que V.

M. mandó descubrir, como mandose tomase a Terrenate, que no ha dado ni puede dar en mil años lo que las Australes en uno, gastándose en dos en su presidio, lo con que poblara aquella cuarta del mundo, y se hubiera poblado treinta y más veces con lo gastado en cosas mínimas después que estoy en esta Corte, a donde vi la mucha cuanta que se hizo de la California y su Contracosta, y la estimación de la persona que fue a ella con la bondad y la brevedad de su despacho, y lo poco que se tiene, lo mucho que se gastó, según lo poco que promete lo que no es mucho ni puede serlo.Más quisiera decir y lo callo porque no se me pueda negar la reportación de que algunas veces a la contra fui acusado, como si lo que digo con dolor, y lo que hice y hago con amor, y lo que persuado con temor, no de hombres, y deseo ejecutar con valor, no fuera todo vía recta, encaminado a un servicio de Dios y de V.M. inestimable, y sin comparación, sin pretender para mí honra, provecho ni descanso, sino unos inmensos trabajos sobre los muchos pasados, y unos continuos cuidados y desuelos, y los peligros que veo desde aquí y los pido de merced y lo será para mí. 29. La dicha limosna la pueden dar los Cabildos de las ciudades y villas, los de las catedrales, los arzobispos y obispos, las abadías, los conventos ricos y personas grandes y aún las más chicas y pobres darán con alegría su parte para obra tan meritoria; yo doy mi industria y vida y tres mil ducados de los seis que V.M.

me hace merced, porque los otros tres son para pagar mis deudas, y si todo seis son menester, los daré de muy buena voluntad y me compondré con las partes advirtiendo bien que estará a la obra, en caso que no haya otro remedio, fundarse sobre limosna, y creo que en solo Madrid se sacará mucha mayor cantidad que la que dicen que no hay, y deste modo lo habrá, que la bolsa de Dios es muy grande, su Majestad Divina providente y nunca jamás faltó ni faltará a quien fía de su infinita bondad y tan experimentado lo tengo que digo: testigo y cronista soy del poder de Dios. 30. Vuesta Majestad, si fuere servido, puede ayudar con dos o tres navíos, artillería, armas, municiones y otras cosas que hay sobradas en el puerto del Callao, donde se ha de armar la jornada. 31. Si V.M. se ha de servir de despacharme en ninguna de las dichas formas, o en otra más justa, más barata y más segura, si la hay, sírvase V.M. darme papeles los que bastaren, y yo advertiré para buscar en España y en las Indias, entre vasallos de V.M., cómo den principio a la obra antes que ella de fin de mí, y con esto haré cuanto pudiere por ella, porque no se pierda toda. 32. Las bajas que hago, y los partidos que ofrezco es a más no poder, más no porque al servicio de Dios, ni al de V.M., estarán bien gastar con mano escasa en tal empresa, ni que se diga en todos tiempos que por falta de tan poco dinero paró con ella el mayor y más poderoso y más rico monarca que hay ni ha habido en la tierra, como ya lo he mostrado, o que por papeles se compró un nuevo mundo de bienes, que no serán sino males.

Ejemplo, en las Indias, ni es justo que haya quienes quieran que sólo para un reparo universal, a V.M., tan provechoso, a infinitas gentes necesario, y debido a la honra de Dios, no haya dinero ni valgan medios, pudiendo decir mucho más, y mucho más. Y por descargo de mi conciencia ninguna cosa será más firme y duradera ni más honrosa y lucida, ni más digna de lauro y palma, y cierto premio en las dos vidas, que gastar V.M. su hacienda de la caja de la Ciudad de los Reyes, de lo más bien parado della, de lo que hay para comer allá y acá, por las razones que ya di y por otras que puedo dar, todas fortísimas, siendo el mayor servicio que se puede hacer a V.M. tratar de presente cómo asegurar lo venidero, y no consumir lo segundo como lo primero. 33. En suma, cierre V.M. con sus vasallos aquellas puertas abiertas a los enemigos de la verdad católica, adquiera para Dios más honra y gloria a donde los demonios que tanta repugnancia hacen y de tantos medios se ayudan y tan ayudados se hallan, son adorados y se llevan las almas a millones, que si la cuenta se hace bien, hallarse ha que no sale el rescate de cada un cierto dellas a dos maravedíes, y la compra de cada isla a tres, y la de cada un reino a cuatro, prestados por un año, para sacar de retorno millones de oro en tiempo breve y duración perpetua. No sé cómo signifique un tal dolor ni cómo manifestar lo que siento desta obra que si bien se considera, después de la de nuestra redención es la mayor de las obras, si no con decir gritando: Mire V.

M. que se le quitan de las manos, con la fama eterna que le están ofreciendo empresa y pluma. Goce V.M. de su felicidad y mire adelante la mucha plata y hombres que han de ser bien necesarios o para recobrarla una vez perdida o en la defensa de los reinos que desde aquellos pueden los enemigos acometer y robar tierras y mares y perturbar los comercios de unas y otras, y hacerse señores dellas, o de gran parte, de que se han de seguir tan grandes pérdidas y daños, males y escándalos cuantos mostrará el tiempo, que es quien ha de desengañar de cuanto he dicho, advertido, avisado, demostrado, recordado muchas veces con celo sano. Verdades son de que hago testigo a Dios y a don Luis de Velasco, Presidente de Indias, Virrey que fue del Pirú, primer ministro de V.M. a quien propuse este negocio y dirá, si queriéndome entretener en Lima en cuanto enviaba a saber la voluntad de V.M. le dije (?) no quería fiar de mi ausencia (una) empresa de tanta importancia y lo cuánto estimo mi determinación? y más dirá de su buena voluntad y de la mía. 34. Deme V.M. licencia para preguntar a las personas que contradicen o desvían o retardan el despacho que V.M. por dos veces mandó me fuese dado, la segunda a mi satisfacción, o por mejor decir a la de V.M., a quien importa no se yerre, qué es lo que les parece toda esta obra y este hombre? pues a sus solas, sin más ni más juzgan della y de mí, digan si pierde por ser pequeña, o si se deja por grande, siendo debido en las grandes, y tan grande como es esta, mostrarse los grandes ánimos y la fineza del celo? o yo por pequeño y flaco, habiéndola Dios traído cargada sobre mis hombros 211 meses? digan que sienten de lo que pido y pretendo? o si se les hace caro el gran barato que hago de mi industria y mi vida con todo lo demás de mi parte? digan de mi lealtad probada a puras finezas? o si tengo a que deba satisfacer? habiéndome claro que yo no sé adivinar y tener luz con qué buscar algún medio que haga fuerza a mirar con ojos píos toda esta causa y sus lástimas.

Y creo, si no me engaño, que deben hacer por ella lo que hago, lo que hice y lo que pretendo, o dejar que lo haga yo, pues todas las ganancias suyas son de cosas tan preciosas que no es justo que su Majestad las pierda teniendo buenos vasallos, ni que Dios pierda aquellas almas que crió, ama y quiere, aunque hay quienes, dicen, no es llegada su hora, y son pasados 1612, muy buenos años. Quisiera ser un San Pablo para saber bien lo que digo y obligar con lo que pudiera decir más. 35. No falta quien dice que pues Dios no mueve las voluntades de las personas a quien toca despacharme, salvo a V.M. y al Consejo de Estado, que quizás no quiere su divina Majestad que sea yo el que haga aquel grande servicio suyo. A esto digo, y valga por siempre jamás, que no sólo no soy merecedor de acabar aquella obra en que se tuviera por bien ocupado todo el Colegio de Cristo, sino que nunca lo fui de comenzarla, y que soy del todo indigno, no digo sólo de poner las manos en ella, sino los ojos y lengua. También digo, ya merezco un gran castigo, porque vivo y ella muere, pues Dios la fió de mí hasta aquí, debiendo juzgar muy de atrás su divina voluntad, no en otras sino en la mía que dura; y podrá ser que no mover Dios las suyas sea porque no merezcan lo que pudieran merecer si fuera las que deben ser para tal obra. Yo no puedo, Señor, sufrir se diga que quizás no quiere Dios, porque veo que ellos son los que no quieren, y si no, quieran y verán si quiere Dios, que así lo hice yo sin esperar que enviase un Angel a revelar, ni que primero me diese millares, que gastase el maravedí que tenía.

En suma, yo di lo que tuve y di de mano a ganancias, hice empleo de dudas y acometí los rigores y las grandes dificultades que Dios venció, que no yo. 36. A las personas que dicen que si esta obra es de Dios, ella se hará, digo yo que por de Dios la he seguido, y en esta cuenta la tengo y la tiene todo el mundo, y en la misma la tendré y por tal la seguiré hasta por ella morir; y también que la más mala señal que veo es que no duele nada, y por esto no se quejan como yo me quejo a Dios y me querello a V.M., a quien humildemente suplico no permita, ni consienta, ni sufra tan incontables pérdidas de bienes de cielo y tierra, ni que yo pierda la parte que me puede tocar de la ganancia de todas las almas que se pueden salvar desde el tiempo presente hasta el día del juicio, ni que sea el más desgraciado hijo de España, no siendo el de menores pensamientos y deseos, ni el que menos he padecido y porfiado por librar del olvido y peligro la obra que me ocupo en suerte comenzarla. 37. Con este último memorial parece habré cumplido con lo que debo, por haber Dios encaminado a mi esta su causa, mostrado aquellas gentes, fiado el remedio dellas, de mi solicitud y verdad esta trato. Lo que pido es justicia, sumada en un buen despacho, o en un liso desengaño. Lo uno o lo otro, V.M. me lo debe dar en conciencia, que ha diecisiete años y medio, y Bellos falta poco para cinco, que estoy en esta Corte esperando y deseando que Dios se sirva (que) aquellas almas se ganen, y V.

M. no pierda lo precioso que muchas veces representé y recordé. Y si no he de recibir ninguna de las mercedes referidas, o porque mi demanda no es tenida por quien es y ha de ser de la grandeza que digo, aunque más la cercenen, o porque mi persona, a quien no pueden negar la fidelidad, ni quitar lo hecho, ni el derecho, ni matar los deseos, ni abatir el ánimo, ni los pensamientos que Dios me dió, y empresa a proporción a donde poder mostrarlos, no esa propósito para ella, o sea por lo que fuere, pues haciendo mis discursos no topé cosa (como lo muestra este papel) conque persuadirme, que por falta de tan poco dinero se deje de proseguir una empresa tan importante y ne cesaria a toda la cristiandad. En suma, pues ella y yo valemos poco o nada, suplico a V.M. con todo lo que es y puede serme lastimoso, me dé licencia para salir deste purgatorio a donde vanamente estoy penando sin certeza de salir del, y irme como San Pedro a una cueva, no porque negué a V.M., que bien manifiesto es lo mucho que le serví con amor y sin interés en cosas de muchas mayor cuantía, y lo que ofrecí y rogué, y los medios de que me valí porque V.M. doblase y asegurase la Iglesia santa y la monarquía propia, y no perdiese todos los otros infinitos bienes de cielo y tierra que Dios le encaminó por medio mío, en cuyo premio y de millares de cosas tan costosas como penosas me atormentaron aquí famosamente, y trataron tan mal como lo callo, y dejaron navegar a puro remo contra el viento y consumir en suspensiones y dilaciones; y se sufre (que si fuera en la Sierra Morena procurara defender mi capa y la honra que gané como debe ser ganada) me despojen della a los ojos de V.

M. y de todas las otras grandes mercedes que Nuestro Señor me hizo, ofreciéndolas yo todas de valde y que se gocen los enemigos de Dios y se venguen los de V.M., y triunfen los que tengo, porque defendí y defiendo causa justa de bienes universales y por otras mil razones que nunca se han querido saber, por más que las apunté, y por más claro que pedí me careasen con las personas que dijesen o sintiesen otra cosa contraria de lo que dije y de lo que siento. No sé, Señor, que misterio tiene hacérseme esta merced, y estimarse cosas mínimas, y despreciarse esta tan grande que tantos trabajos me cuesta.Vuelvo a la cueva y digo que será mi vida a ella a llorar aquellas infinitas almas condenadas a la muerte eterna por 500 mil ducados, gastándose mucho más en levantarse una casa; que si yo, Señor, tuviera millones de oro todos los diera por la salvación de una sola, con el mismo amor que ofrezco la vida por todas ellas y con el propio que hice tan continuas diligencias sin nunca las poder valer, válgalas Dios y válgame Dios que estoy por decir a gritos, pues no hay quien grite, lo que dejo por el amor suyo dellas. Mire V.M. lo que se pierde, y lo que se pierde, y que no es justo que yo pierda lo que suena este y todos los otros mis escritos, a que me remito. Mire V.M. cuánto y cuánto me debe satisfacer por lo obrado y por lo que me quitaron de obrar, y que el menor de los servicios que pretendo hacer a Dios en lo propuesto es de más valor para mí que todas las riquezas terrenales.

Mire V.M. que es mi rey para defenderme, mi señor a quien serví, mi juez para darme mi justicia y quien todo lo debe y puede remediar. Con esto remato, co como engañador ni como ingrato, que bien se sabe cuan claro he sido y que por mi parte no se pierde aquella nueva viña de Dios, en cuyas manos la dejo por plantar y por beneficiar y por cercar y por guardar y por disfrutar, y a todos los vaivenes y peligros en que está, porque quieren que lo esté, y me postro a los pies santísimos, tan pequeño y solo como soy visto, cargado como estoy, y de agravios los mayores que se han hecho, porque hice a bien juzgar mucho más de lo que pude por mi rey y por mi patria en la mayor obra del mundo. 38. Todo cuanto me fue posible justifiqué esta causa de Dios, la parte de su San Iglesia, la de las almas de todas aquellas gentes nacidas y por nacer, la de V.M., la de mi patria, la general de todas las personas que en ella pueden merecer y tener parte, y juntamente la mía.

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