Compartir
Datos principales
Desarrollo
MEMORIAL 32 Cuentas Cansado de bien largos caminos y trabajos y de lidiar con hombres, al fin con hombres, y con ciertos otros que según lo que me pasó con ellos devióles de parecer que V.M. sólo tiene poder para criarlos a ellos y que a V.M. ni le importa otra cosa más de solo aquello poco que tiene fiado de ellos, y que sólo ellos son los que bien sirven a V.M., llegué a esta Corte volando (?) por mi recurso, y luego que aquí llegué me fue preguntado que quién había de dar las cuentas de la entrega que se me hizo? Respondí, Señor, y respondo, por cierto: jamás las temí ni temo, y para que luego sean vistas las doy en la manera siguiente. Yo pedí a V.M. un pequeño navío y V.M. fue.servido mandar al Virrey del Pirú me diese dos a mi satisfacción, y a su proporción todo el despacho, con gente de guerra y mar, como lo dicen las cédulas. Estos dos navíos escogí medianos, con una lancha acomodándome en cuanto a la necesidad de la obra, o por mejor decir, me concerté con la razón. La gente de guerra y la de mar, que también sirvió de guerra, llevé pagada al mismo sueldo que se da en las armadas del Callao, siendo costumbre para tales descubrimientos darse un cuarto y un tercio de más paga, por manera que en sola esta templanza ahorré dos tanto gasto de la caja, y no por lo otro se debían hacer mejores efectos, más antes y de creer que si los navíos fueran mayores, que sería más la tardanza del despacho, y por cuanto, si lo referido arriba, más la costa y más peligro del viaje, o no salir aquel año y ser en vano lo gastado.
Supuesto que del gasto que se hizo en despacharme no quise que entrase en mi poder tan solo un peso, y que los ramos los apreciaron y pagaron los oficiales reales de la Ciudad de los Reyes, y que estos mismos pagaron la gente en propias manos, y que todos los bastimentos y lo demás que se me entregó lo compró y pagó el proveedor general de aquella ciudad, y que las causas de la arribada y autos della tengo en mi poder, y juntamente la relación y la información del descubrimiento y sucesos, y una memoria firmada de los oficiales reales del puerto de Acapulco, a quien(es) hice la entrega del navío y de todo cuanto tenía, y que los otros dos navíos ya Dios los sacó a salvo y avisaron de lo mucho más que descubrieron, y que todo ha sido tan próspero y provechoso como luego se verá. Y demás desto que parece se armaron en el Pirú para socorro de Felipinas, a donde fueron a portar con ochenta hombres, que si de España hubieron de ir, costarían ochenta mil y más ducados, no siendo como son aquellos, soldados y marineros, todo junto. Al tiempo que se dió las pagas me fue forzoso fiar como pie a toda mi gente, haciéndoles primero pagar cuanto debían; y no faltó hombre pagado. Sueldo no lo recibí. Y dicen los chinos que quien en materia de dinero no engaña, que no hay que pedirle más. Oficio no lo vendí, ni cosas mías ni las negué, y sin pedirme acudí y suplí con todo cuanto era mío. Mesa de juego no la puse ni consentí jugar en tierra y mar, y hay quien dice que desto se ríe el diablo.
Más, yo pregunto que si el diablo se ríe de quitarle de las uñas los males, daños y escándalos que son los frutos del juego, que sí llorara por todas cuantas ofensas se hacen a Dios jugando días y noches? Plazas vivas ni muertas, de una sola no me valí, ni se hallará de haberme aprovechado de un solo ochavo, ni dádiva de un maravedí, ni de cosa que lo valga, ni que cuando salí de Lima pude comprar un pañuelo, y se hallará que en aquella ciudad se me apuntó darme ciento, y se dijo que doscientos mil pesos porque dejase la empresa. Y también se hallará que de seis quintales de brea de la que se gastó en mi despacho se salaba uno solo, que costaba en la sierra 30 pesos, y así desta manera salía a ciento y ochenta más y menos, y muchas cosas deste modo, con lo que han crecido tanto el gasto, y lo están a mis espaldas. Por ser despachado a 21 de diciembre, que es último día de verano de aquella parte del sur, hallé mal tiempo, y por esto alguna gente temerosa y arrepentida en las primeras borrascas, y ciertos otros inquietos, y conque tuve aviso que había en la nao quien con ellos se quería alzar, y mucho más desto se dijo. En el discurso del viaje me hallé falto de agua, y en esto engañado, el invierno presente, yo muy enfermo y el descubrimiento por hacer. En juntas de pilotos hubo un yerro en razón de longitud de más de seiscientas leguas, que remedié con discursos públicos, y los otros con disimular y no me descuidar. Y nótense bien otros puntos y pregúnteseme la causa, porque teniendo potestad no quise ser juez de mis enemigos, antes ni después, no me creí de ligero, y de los envidiosos e inútiles defendí aquellos en quien conocí valor, y a estos ocupé y sustenté en sus oficios, sin mostrarme parcial ni dejar que fuesen comidos los pequeños de los que se hacían grandes.
El cómo me traté, díganlo todos cuantos fueron conmigo, salvo tres veces que por tener por huéspedes a los religiosos y (al) Almirante, se puso mejor y fueron dos los guisados. El bizcocho que se me dió para nueve meses, yo mismo lo recebí y lo embarqué, y por esto lo llevé todo y de ida y vuelta, de día y de noche lo tuve franco a todos cuantos lo querían, habiendo primero mirado de qué modo se gastaba menos. Y nótese bien que siempre fue sano y sobró mucho. En las faltas de agua nos dió Dios por vía de lluvias 800 botijas della tan dulce como sana. Estando sin carne nos proveyó Dios de un cardumen de peces albacoras que acompañó la nao cuarenta días; la gente comió sobradamente de fresco y salado hasta surgir en los puertos de la Navidad y Acapulco. No hubo más enfermo que yo y sólo murió un hombre de casi 80 años, y esto en boca de la California, a donde un viento norte furiosísimo, más de cuatro horas tuvo rendida la nao y a medio combes el agua. Y si bien se considera la historia, se hallaron además destos otros muchos socorros de Dios por aquellos desiertos de mar y por los de tierra, bien necesarios para sacar a luz estos su casa, sin los cuales parece que fuera imposible, ni yo sufrir lo que conmigo se vió luego que me desembarqué y se ha visto aquí. De vuelta de viaje pude llevar la nao a Felipinas y a la Ciudad de los Reyes, y con esto alargar tiempo y crecer pagas y tratar de hacerme rico. Y nótese bien que no lo hice y que la nao le entregué en el puerto de Acapulco, de donde fue con soldados a Manila por cuenta de V.
Magd., y se hallará que en lo uno y lo otro se han asentado muchos gastos y que siempre me incliné tan solamente a lo importante del servicio de Dios y de V. Magd. y esto con tantos des... de mí que a mí mismo se hacen increibles. Véase lo que V. Magd. por sus cédulas significó y mandó a sus ministros y lo que su cumplimiento han hecho. Véase lo que V. Magd. me mandó y a lo que me obligué o estaba obligado. Véase como el tiempo y los compañeros lo hicieron siempre conmigo; quiera saberse cuán solo he sido y cuán poca ayuda tuve y cuántos los contrarios y tropezones en toda mi pretensión, y las diligencias justificadas que hice con todas mis faltas. Véase bien cuán lejos es la parte adonde fui y cuánto el amor que della me trajo a esta Corte a pretender tan en duda. Véase bien lo que doy y lo que me darán de trabajos y peligros sobre tantos cuantos tuve en veinte mil leguas de caminos rectos, por tierra y mar, sin las vueltas y los pasos perdidosen los palacios y salas, y a las puertas de consejos y ministros, y cuán penoso y amargo es, y como ni me olvido de los pasados ni ignoro los venideros. Véanse las pagas y socorros de dinero que me dieron en quince años, o los préstitos que me hicieron y luego se verá lo que debo. Véanse los empleos o compañías que hice y saberse han las ganancias que muchos me dicen que he hecho, con pro... de se las dar, sin jamás les pedir lo principal, ni intereses. Véase todo lo dicho, cuanto me puede haber costado de la hacienda en tantas embarcaciones y caminos, con tantos pleitos y tiempo, en tantas posadas caras, y saberse ha cuánto es lo que se me debe, con más lo gastado con la gente que llevé sobrada, y con la pagada, y con otros suplementos que hice, a falta de no hallar cumplimiento a la cédula que V.
Magd. me dió para que della me valiese. Véase bien que ya se sabe que trato verdad y guardo fidelidad, lealtad y respetos, y que camino desnudo, y que he mostrado y estoy mostrando parte de celo, y se hallará que de todo junto y tanto bueno hasta ahora no se me ha visto pedir premio ni menos que me vendo para lo mismo que me ofrezco. Instrucciones de lo que había de hacer no se me dieron y por esta tan gran merced y confianza doblé cuidados y se redoblaron trabajos. Siempre entendí ser enviado para ser creído; la verdad que trato más me asegura que los papeles auténticos que tengo. Si yo supiera que tanto valían los papeles que me mandaron que hiciese, yo trajera gran legajo y no me fueran difíciles de adquirir, cuanto más que aquí tengo y ofrezco. todos cuanto papeles se me pidieren, que los hice a importunaciones de amigos. Mande V. Magd. que sean vistos y verse ha la providencia de Dios, y que a ser menos lo dicho destos cuidados, que todo estuviera por hacer, o que lo hecho fuera mucho menos bueno, conque .advierto que yo vendo estos por servicios y que mi ánimo siempre ladra por lo que puedo hacer en tan dispuesta materia. Y también digo que en dejando de ser éste, que ya no seré el que pide un caso tan necesitado de apriesa, apriesa, que basta el tiempo y es mucho lo que se pierde y que jamás se ha de cobrar y se de pagar. Las cosas que hice en aquellas tierras en nombre de la grandeza de V. Magd. son de muy buen vasallo y como de tal deben ser miradas y juzgadas, y no es justo que por altos y bien fundados pensamientos pierda yo tanto, como otros de mi ocupación han ganado, por no tener estos cuidados y por aplicar para sí con muchos cuidados de partes.
No quisiera en razón deste y de otros puntos serme fuerza hablar más claro, salvo si todo lo referido y lo que luego dije, y en otros papeles dije, y lo que más puedo decir en los ojos de algunos hombres, fuera mejor al contrario. Lo que tengo que decir en cada punto es tanto cuanto se debe creer de una causa averiguada en cinco tribunales y defendida a la continua de tantos sus enemigos, y algunos bien desalmados, y de un hombre que todo lo cargó a sus hombros por salir con tan intento. En suma digo que si se entiende o se cree que yo hice algunos yerros, o que debo algún dinero, o pena corporal por delito grande o pequeño, o por pérdidas o daños que haya hecho, o que merezco reprensiones por descuidos o negligencias, o que debo en otro cualquier caso o cosas satisfacer como deseo y mi honra por este camino no pierda, ni mi verdad se oscurezca, suplico a V. Magd. eficazmente sea servido mandar al punto se me hagan cargos, se me pidan cuentas, se me den culpas graves o ligeras, y que sea bien entendido el corazón de toda esta causa y juzgada cada cosa de por sí, y no permita V. Magd. que ella y yo seamos a bulto juzgados, ni que se deje de saber cómo procedí y me goberné en todos estos y los otros discursos, y que se me lleve en cuenta alguna parte de la mucha culpa que otros tienen callando nombres. Finalmente digo, Señor, que todo lo referido y escusado doy por descargo y por muy bien empleado, a trueque de poder decir como digo que en aquella parte Australia del Espíritu Santo, en su bahía de San Felipe y Santiago, lo primero se levantó una cruz con mucha solemnidad.
Allí, Señor, en nombre de la Santísima Trinidad y de V. Magd. tomé la posesión debajo del estandarte real y así lo dicen los autos que di a V. Magd. en su Consejo de Estado. Allí, Señor, se armó iglesia de Nuestra Señora de Loreto y en ella se dijeron 20 misas y se ganó el jubileo concedido al día de Pentecostés. Allí, Señor, se nombró la ciudad de la Nueva Jerusalén en sitio bien digno de tal nombre y se formó cabildo con más todos los oficiales que se deben a una ciudad cabeza de otras. Allí, Señor, se hizo una solemne procesión el día de Corpus Cristi y el Santísimo Sacramento, siendo su... el estandarte de V. Mgd. paseó y honró aquellas ocultas tierras. Allí, Señor, enarbolé tres banderas de campo y en las de tope mostré las dos columnas al lado de las armas reales de V. Magd., conque puedo decir, en lo que es parte, allí se acabó Plus Ultra, y en lo que es tierras, más adelante y atrás. Allí, Señor, se dió principio a un orden necesarísimo, a tanta distancia de V. Magd. y encaminado a tan altos provechos y ciertos fines, como luego puedo mostrar, puestos los ojos en las ruinas de reinos por descuidados principios o por principios sin orden. De allí traje los dos indios, Pedro y Paulo, que murieron bautizados y muy buenos cristianos, con que estoy contentísimo, y mucho más porque dejo abierto el camino por donde se ha de ir a predicar la fe de Cristo a tan gran número de gentiles. Y por todos los otros bienes que este caso en sí encierra con la duración del mundo.
Y porque todo lo hice por mandado y a la buena memoria de V. Magd. y como leal vasallo que soy. Y para que V. Magd. pueda desde luego añadir el título de protector de toda aquella cuarta del globo que ofrezco a V. Magd. con cuanto tiene y con cuanto valiere siempre jamás, cuyo mi premio sólo lo quiero y lo pido que apriesa, apriesa se haga y como se desea aquel tan grande servicio de Dios y de V. Magd., y grande el bien de las almas de aquellas infinitas gentes. De todo lo cual V. Magd. ha de llevar el lauro y la palma, la honra y la gloria, y yo unos trabajos sin número: bastante paga a mi intento. Y con estos pocos párrafos remato todas mis cuentas, aunque no son las del gran Capitán. Y si las personas que me las apuntaren no las tienen por bastantes, yo me hago cargo de todo cuanto se gastó, y réstesele uno de lo otro y pague quien debiere o den a V. Magd. otro tanto. Señor, en estas causas se ve mostrada la voluntad de Dios pues fue servido sacarle a luz con medios casi imposibles. Vese la voluntad de su vicario universal por seis breves que me dió en favor dellas. Vese la voluntad de V. Magd. por cuatro cédulas que de V. Magd. tengo con grandes muestras de los buenos y vivos deseos para con ella. Vense las voluntades de todos los hombres sabios, prudentes y prácticos que della tienen noticia, con asombro de ver cuan tibiamente prosigue, y con grandes lástimas de verla correr tantos riesgos. Y no digo la voluntad de Satanás por desbaratar la mía que de nuevo ofrezco con el mismo y desnudo celo que siempre para ella tuve, por ser deuda que éste sea y nunca falte para una obra tan piadosa cuanto se sabe ser ésta. Y crea V. Magd. de mí que no ignoro lo que se me debe y lo que vale la causa y lo que yo valgo para ella. No permita V. Magd. que esta causa dé primero fin de mí que yo principio a ella. La flota se parte.
Supuesto que del gasto que se hizo en despacharme no quise que entrase en mi poder tan solo un peso, y que los ramos los apreciaron y pagaron los oficiales reales de la Ciudad de los Reyes, y que estos mismos pagaron la gente en propias manos, y que todos los bastimentos y lo demás que se me entregó lo compró y pagó el proveedor general de aquella ciudad, y que las causas de la arribada y autos della tengo en mi poder, y juntamente la relación y la información del descubrimiento y sucesos, y una memoria firmada de los oficiales reales del puerto de Acapulco, a quien(es) hice la entrega del navío y de todo cuanto tenía, y que los otros dos navíos ya Dios los sacó a salvo y avisaron de lo mucho más que descubrieron, y que todo ha sido tan próspero y provechoso como luego se verá. Y demás desto que parece se armaron en el Pirú para socorro de Felipinas, a donde fueron a portar con ochenta hombres, que si de España hubieron de ir, costarían ochenta mil y más ducados, no siendo como son aquellos, soldados y marineros, todo junto. Al tiempo que se dió las pagas me fue forzoso fiar como pie a toda mi gente, haciéndoles primero pagar cuanto debían; y no faltó hombre pagado. Sueldo no lo recibí. Y dicen los chinos que quien en materia de dinero no engaña, que no hay que pedirle más. Oficio no lo vendí, ni cosas mías ni las negué, y sin pedirme acudí y suplí con todo cuanto era mío. Mesa de juego no la puse ni consentí jugar en tierra y mar, y hay quien dice que desto se ríe el diablo.
Más, yo pregunto que si el diablo se ríe de quitarle de las uñas los males, daños y escándalos que son los frutos del juego, que sí llorara por todas cuantas ofensas se hacen a Dios jugando días y noches? Plazas vivas ni muertas, de una sola no me valí, ni se hallará de haberme aprovechado de un solo ochavo, ni dádiva de un maravedí, ni de cosa que lo valga, ni que cuando salí de Lima pude comprar un pañuelo, y se hallará que en aquella ciudad se me apuntó darme ciento, y se dijo que doscientos mil pesos porque dejase la empresa. Y también se hallará que de seis quintales de brea de la que se gastó en mi despacho se salaba uno solo, que costaba en la sierra 30 pesos, y así desta manera salía a ciento y ochenta más y menos, y muchas cosas deste modo, con lo que han crecido tanto el gasto, y lo están a mis espaldas. Por ser despachado a 21 de diciembre, que es último día de verano de aquella parte del sur, hallé mal tiempo, y por esto alguna gente temerosa y arrepentida en las primeras borrascas, y ciertos otros inquietos, y conque tuve aviso que había en la nao quien con ellos se quería alzar, y mucho más desto se dijo. En el discurso del viaje me hallé falto de agua, y en esto engañado, el invierno presente, yo muy enfermo y el descubrimiento por hacer. En juntas de pilotos hubo un yerro en razón de longitud de más de seiscientas leguas, que remedié con discursos públicos, y los otros con disimular y no me descuidar. Y nótense bien otros puntos y pregúnteseme la causa, porque teniendo potestad no quise ser juez de mis enemigos, antes ni después, no me creí de ligero, y de los envidiosos e inútiles defendí aquellos en quien conocí valor, y a estos ocupé y sustenté en sus oficios, sin mostrarme parcial ni dejar que fuesen comidos los pequeños de los que se hacían grandes.
El cómo me traté, díganlo todos cuantos fueron conmigo, salvo tres veces que por tener por huéspedes a los religiosos y (al) Almirante, se puso mejor y fueron dos los guisados. El bizcocho que se me dió para nueve meses, yo mismo lo recebí y lo embarqué, y por esto lo llevé todo y de ida y vuelta, de día y de noche lo tuve franco a todos cuantos lo querían, habiendo primero mirado de qué modo se gastaba menos. Y nótese bien que siempre fue sano y sobró mucho. En las faltas de agua nos dió Dios por vía de lluvias 800 botijas della tan dulce como sana. Estando sin carne nos proveyó Dios de un cardumen de peces albacoras que acompañó la nao cuarenta días; la gente comió sobradamente de fresco y salado hasta surgir en los puertos de la Navidad y Acapulco. No hubo más enfermo que yo y sólo murió un hombre de casi 80 años, y esto en boca de la California, a donde un viento norte furiosísimo, más de cuatro horas tuvo rendida la nao y a medio combes el agua. Y si bien se considera la historia, se hallaron además destos otros muchos socorros de Dios por aquellos desiertos de mar y por los de tierra, bien necesarios para sacar a luz estos su casa, sin los cuales parece que fuera imposible, ni yo sufrir lo que conmigo se vió luego que me desembarqué y se ha visto aquí. De vuelta de viaje pude llevar la nao a Felipinas y a la Ciudad de los Reyes, y con esto alargar tiempo y crecer pagas y tratar de hacerme rico. Y nótese bien que no lo hice y que la nao le entregué en el puerto de Acapulco, de donde fue con soldados a Manila por cuenta de V.
Magd., y se hallará que en lo uno y lo otro se han asentado muchos gastos y que siempre me incliné tan solamente a lo importante del servicio de Dios y de V. Magd. y esto con tantos des... de mí que a mí mismo se hacen increibles. Véase lo que V. Magd. por sus cédulas significó y mandó a sus ministros y lo que su cumplimiento han hecho. Véase lo que V. Magd. me mandó y a lo que me obligué o estaba obligado. Véase como el tiempo y los compañeros lo hicieron siempre conmigo; quiera saberse cuán solo he sido y cuán poca ayuda tuve y cuántos los contrarios y tropezones en toda mi pretensión, y las diligencias justificadas que hice con todas mis faltas. Véase bien cuán lejos es la parte adonde fui y cuánto el amor que della me trajo a esta Corte a pretender tan en duda. Véase bien lo que doy y lo que me darán de trabajos y peligros sobre tantos cuantos tuve en veinte mil leguas de caminos rectos, por tierra y mar, sin las vueltas y los pasos perdidosen los palacios y salas, y a las puertas de consejos y ministros, y cuán penoso y amargo es, y como ni me olvido de los pasados ni ignoro los venideros. Véanse las pagas y socorros de dinero que me dieron en quince años, o los préstitos que me hicieron y luego se verá lo que debo. Véanse los empleos o compañías que hice y saberse han las ganancias que muchos me dicen que he hecho, con pro... de se las dar, sin jamás les pedir lo principal, ni intereses. Véase todo lo dicho, cuanto me puede haber costado de la hacienda en tantas embarcaciones y caminos, con tantos pleitos y tiempo, en tantas posadas caras, y saberse ha cuánto es lo que se me debe, con más lo gastado con la gente que llevé sobrada, y con la pagada, y con otros suplementos que hice, a falta de no hallar cumplimiento a la cédula que V.
Magd. me dió para que della me valiese. Véase bien que ya se sabe que trato verdad y guardo fidelidad, lealtad y respetos, y que camino desnudo, y que he mostrado y estoy mostrando parte de celo, y se hallará que de todo junto y tanto bueno hasta ahora no se me ha visto pedir premio ni menos que me vendo para lo mismo que me ofrezco. Instrucciones de lo que había de hacer no se me dieron y por esta tan gran merced y confianza doblé cuidados y se redoblaron trabajos. Siempre entendí ser enviado para ser creído; la verdad que trato más me asegura que los papeles auténticos que tengo. Si yo supiera que tanto valían los papeles que me mandaron que hiciese, yo trajera gran legajo y no me fueran difíciles de adquirir, cuanto más que aquí tengo y ofrezco. todos cuanto papeles se me pidieren, que los hice a importunaciones de amigos. Mande V. Magd. que sean vistos y verse ha la providencia de Dios, y que a ser menos lo dicho destos cuidados, que todo estuviera por hacer, o que lo hecho fuera mucho menos bueno, conque .advierto que yo vendo estos por servicios y que mi ánimo siempre ladra por lo que puedo hacer en tan dispuesta materia. Y también digo que en dejando de ser éste, que ya no seré el que pide un caso tan necesitado de apriesa, apriesa, que basta el tiempo y es mucho lo que se pierde y que jamás se ha de cobrar y se de pagar. Las cosas que hice en aquellas tierras en nombre de la grandeza de V. Magd. son de muy buen vasallo y como de tal deben ser miradas y juzgadas, y no es justo que por altos y bien fundados pensamientos pierda yo tanto, como otros de mi ocupación han ganado, por no tener estos cuidados y por aplicar para sí con muchos cuidados de partes.
No quisiera en razón deste y de otros puntos serme fuerza hablar más claro, salvo si todo lo referido y lo que luego dije, y en otros papeles dije, y lo que más puedo decir en los ojos de algunos hombres, fuera mejor al contrario. Lo que tengo que decir en cada punto es tanto cuanto se debe creer de una causa averiguada en cinco tribunales y defendida a la continua de tantos sus enemigos, y algunos bien desalmados, y de un hombre que todo lo cargó a sus hombros por salir con tan intento. En suma digo que si se entiende o se cree que yo hice algunos yerros, o que debo algún dinero, o pena corporal por delito grande o pequeño, o por pérdidas o daños que haya hecho, o que merezco reprensiones por descuidos o negligencias, o que debo en otro cualquier caso o cosas satisfacer como deseo y mi honra por este camino no pierda, ni mi verdad se oscurezca, suplico a V. Magd. eficazmente sea servido mandar al punto se me hagan cargos, se me pidan cuentas, se me den culpas graves o ligeras, y que sea bien entendido el corazón de toda esta causa y juzgada cada cosa de por sí, y no permita V. Magd. que ella y yo seamos a bulto juzgados, ni que se deje de saber cómo procedí y me goberné en todos estos y los otros discursos, y que se me lleve en cuenta alguna parte de la mucha culpa que otros tienen callando nombres. Finalmente digo, Señor, que todo lo referido y escusado doy por descargo y por muy bien empleado, a trueque de poder decir como digo que en aquella parte Australia del Espíritu Santo, en su bahía de San Felipe y Santiago, lo primero se levantó una cruz con mucha solemnidad.
Allí, Señor, en nombre de la Santísima Trinidad y de V. Magd. tomé la posesión debajo del estandarte real y así lo dicen los autos que di a V. Magd. en su Consejo de Estado. Allí, Señor, se armó iglesia de Nuestra Señora de Loreto y en ella se dijeron 20 misas y se ganó el jubileo concedido al día de Pentecostés. Allí, Señor, se nombró la ciudad de la Nueva Jerusalén en sitio bien digno de tal nombre y se formó cabildo con más todos los oficiales que se deben a una ciudad cabeza de otras. Allí, Señor, se hizo una solemne procesión el día de Corpus Cristi y el Santísimo Sacramento, siendo su... el estandarte de V. Mgd. paseó y honró aquellas ocultas tierras. Allí, Señor, enarbolé tres banderas de campo y en las de tope mostré las dos columnas al lado de las armas reales de V. Magd., conque puedo decir, en lo que es parte, allí se acabó Plus Ultra, y en lo que es tierras, más adelante y atrás. Allí, Señor, se dió principio a un orden necesarísimo, a tanta distancia de V. Magd. y encaminado a tan altos provechos y ciertos fines, como luego puedo mostrar, puestos los ojos en las ruinas de reinos por descuidados principios o por principios sin orden. De allí traje los dos indios, Pedro y Paulo, que murieron bautizados y muy buenos cristianos, con que estoy contentísimo, y mucho más porque dejo abierto el camino por donde se ha de ir a predicar la fe de Cristo a tan gran número de gentiles. Y por todos los otros bienes que este caso en sí encierra con la duración del mundo.
Y porque todo lo hice por mandado y a la buena memoria de V. Magd. y como leal vasallo que soy. Y para que V. Magd. pueda desde luego añadir el título de protector de toda aquella cuarta del globo que ofrezco a V. Magd. con cuanto tiene y con cuanto valiere siempre jamás, cuyo mi premio sólo lo quiero y lo pido que apriesa, apriesa se haga y como se desea aquel tan grande servicio de Dios y de V. Magd., y grande el bien de las almas de aquellas infinitas gentes. De todo lo cual V. Magd. ha de llevar el lauro y la palma, la honra y la gloria, y yo unos trabajos sin número: bastante paga a mi intento. Y con estos pocos párrafos remato todas mis cuentas, aunque no son las del gran Capitán. Y si las personas que me las apuntaren no las tienen por bastantes, yo me hago cargo de todo cuanto se gastó, y réstesele uno de lo otro y pague quien debiere o den a V. Magd. otro tanto. Señor, en estas causas se ve mostrada la voluntad de Dios pues fue servido sacarle a luz con medios casi imposibles. Vese la voluntad de su vicario universal por seis breves que me dió en favor dellas. Vese la voluntad de V. Magd. por cuatro cédulas que de V. Magd. tengo con grandes muestras de los buenos y vivos deseos para con ella. Vense las voluntades de todos los hombres sabios, prudentes y prácticos que della tienen noticia, con asombro de ver cuan tibiamente prosigue, y con grandes lástimas de verla correr tantos riesgos. Y no digo la voluntad de Satanás por desbaratar la mía que de nuevo ofrezco con el mismo y desnudo celo que siempre para ella tuve, por ser deuda que éste sea y nunca falte para una obra tan piadosa cuanto se sabe ser ésta. Y crea V. Magd. de mí que no ignoro lo que se me debe y lo que vale la causa y lo que yo valgo para ella. No permita V. Magd. que esta causa dé primero fin de mí que yo principio a ella. La flota se parte.