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Datos principales
Rango
Paleolítico Superior
Desarrollo
Tras este momento se tiende a hablar de un Magdaleniense Inferior, aunque cada vez se diluye más con el periodo anterior o con el posterior, el Magdaleniense Medio. Este engloba los antiguos Magdalenienses III y IV de Breuil , caracterizados por el desarrollo de los elementos óseos como las azagayas que durante este momento ven una fuerte diversificación. Las azagayas se unen a todo un desarrollo de la decoración y de la fabricación de obras de arte mueble, con una riqueza sólo comparable a la del Gravetiense Oriental. En este momento aparece un nuevo tipo de arma, el propulsor (del que sólo conocemos un ejemplar anterior en el Solutrense de Combe Sauniere). Su uso permite aumentar la potencia de tiro, existiendo ejemplos en la actualidad entre poblaciones esquimales o australianas. También fueron ricamente decoradas con esculturas, apareciendo sobre todo en Francia (restringido a los Pirineos y la Dordoña), fuera de estas regiones sólo tenemos dos en Alemania y uno en la Cueva del Castillo (Cantabria, España). Precisamente esta riqueza y diversidad es la que permite hablar de regiones dentro del Magdaleniense, desarrollando cada una de ellas modelos artísticos propios. También a este momento se puede, a través de los distintos estudios estilísticos, atribuir el auge del arte rupestre. Un núcleo de especial riqueza es el pirenaico, donde durante el denominado Magdaleniense Medio Pirenaico encontramos yacimientos como Mas d'Azil, Isturitz, St.
Michel d'Arudy, Canecaude, Labastide, etc. La riqueza artística de estos yacimientos presenta también evidencias de homogeneidad. Los propulsores presentan modelos comunes a lo largo de la cordillera como los cabritillos de Bédeilhac, St. Michel de Arudy o Mas d'Azil, o los de cabezas de caballos de Bruniquel, Isturitz, Gourdan o Mas d'Azil. Otro ejemplo lo demuestran los denominados contornos recortados; son cabezas de animales, generalmente de caballo, talladas sobre huesos hioides. Los detalles como el tratamiento de la crinera, la barba o el hocico son enormemente semejantes, con modelos a veces repetidos sobre placas de hueso. Su dispersión a lo largo de los Pirineos los convierte también en marcadores culturales. Su presencia en yacimientos cantábricos como la Cueva de la Viña, estudiada por J. Fortea, nos permiten pensar en la existencia de relaciones culturales entre los grupos cantábricos y pirenaicos. Por desgracia son pocas las evidencias de estructuras de habitación que podemos atribuir a este momento. Los trabajos de J. Clottes en las cuevas de los Pirineos como Anlene le han permitido constatar la existencia de una ocupación organizada de las cuevas. Esta cueva, que podría ser la entrada a la cueva decorada de Trois Freres, fue ocupada durante este momento. En ella se encontraron varios hogares circulares, con restos de huesos utilizados como combustible. Esto indica un conocimiento de sus ventajas, pues a diferencia de la madera produce menos humo.
Su uso para hogares situados en el interior de las cuevas permite contar con buena iluminación y calor, con una mínima producción de humo que podría resultar muy molesto en estas zonas de las cuevas. La última fase del Magdaleniense se caracteriza por la aparición de un nuevo elemento, el arpón. Este es un fuste de asta que lleva sobre su borde una serie de dientes. Su ventaja fundamental es que resulta muy difícil para el animal desprenderse de él, acelerando así su muerte. Breuil dividió este momento del Magdaleniense en V y VI, estando el V caracterizado por los arpones de una hilera de dientes, y el VI por los de dos hileras. En la actualidad se tiende a considerar sólo un momento por la ausencia de diferencias cronológicas en la aparición de ambos tipos. Como los demás elementos del Magdaleniense, sólo se encuentra en la Europa occidental , aunque llega hasta Alemania (Andernach y posiblemente Gonnesdorf) con un extraño ejemplar en la Kniegrotte que más parece una copia en hueso de una punta con microlitos engarzados con ligaduras que un auténtico arpón. Un ejemplar de Molodova Vla (Moldavia) marca el único caso en la Europa oriental, indicando la posible existencia de relaciones entre el Este y el Oeste. A diferencia del Magdaleniense Inferior durante este momento tenemos abundantes muestras de evidencias de estructuras, sobre todo en las llanuras del norte de Francia y Alemania. Quizás las más famosas son las del conjunto de la Ile de France, cerca de París, con yacimientos como Pincevent, Verberie o Etiolles.
Este conjunto, estudiado por A. Leroi-Gourhan y F. Adouze ha permitido identificar un modelo de hábitat centrado en cabañas de superestructura de madera, de formas circulares, de diámetro entre 2 y 3 metros cuya unión forma a veces cabañas más grandes como Pincevent I. Su estructura, según A. Leroi-Gourhan, se centra en un hogar, rodeado de un espacio de actividades domésticas y un espacio reservado (lechos) mientras que más alejados encontraríamos los espacios de evacuación que indicarían áreas producto de la limpieza de los hogares y de los espacios de actividades y reservados. La ausencia de removilizaciones posteriores ha permitido en ellos reconstruir gran número de actividades como la talla o el procesado de los animales. Otros ejemplos espectaculares son los yacimientos de Gönnesdorf y Andernarch en Renannia-Palatinado. En ambos casos se trata de estructuras de habitación circulares, con un diámetro de 6 a 8 metros. Presentan un enlosado de lajas rodeado por agujeros de poste y en cuyo centro una fosa indica el lugar de un pilar central. Según su descubridor, G. Bosinski, se podría tratar de cabañas pesadas semejantes a las Yarangas de los Chukutos. La presencia de restos faunísticos diferentes hace pensar en un uso estacional. Un elemento importante es la presencia en Andernach de restos de conchas de moluscos mediterráneos que indican la evidencia de relaciones a muy larga distancia entre los grupos humanos. Desde un punto de vista económico los yacimientos de la cuenca de París se centran como el resto de los franceses en el reno, mientras que los alemanes se centran en el caballo como fauna dominante.
Michel d'Arudy, Canecaude, Labastide, etc. La riqueza artística de estos yacimientos presenta también evidencias de homogeneidad. Los propulsores presentan modelos comunes a lo largo de la cordillera como los cabritillos de Bédeilhac, St. Michel de Arudy o Mas d'Azil, o los de cabezas de caballos de Bruniquel, Isturitz, Gourdan o Mas d'Azil. Otro ejemplo lo demuestran los denominados contornos recortados; son cabezas de animales, generalmente de caballo, talladas sobre huesos hioides. Los detalles como el tratamiento de la crinera, la barba o el hocico son enormemente semejantes, con modelos a veces repetidos sobre placas de hueso. Su dispersión a lo largo de los Pirineos los convierte también en marcadores culturales. Su presencia en yacimientos cantábricos como la Cueva de la Viña, estudiada por J. Fortea, nos permiten pensar en la existencia de relaciones culturales entre los grupos cantábricos y pirenaicos. Por desgracia son pocas las evidencias de estructuras de habitación que podemos atribuir a este momento. Los trabajos de J. Clottes en las cuevas de los Pirineos como Anlene le han permitido constatar la existencia de una ocupación organizada de las cuevas. Esta cueva, que podría ser la entrada a la cueva decorada de Trois Freres, fue ocupada durante este momento. En ella se encontraron varios hogares circulares, con restos de huesos utilizados como combustible. Esto indica un conocimiento de sus ventajas, pues a diferencia de la madera produce menos humo.
Su uso para hogares situados en el interior de las cuevas permite contar con buena iluminación y calor, con una mínima producción de humo que podría resultar muy molesto en estas zonas de las cuevas. La última fase del Magdaleniense se caracteriza por la aparición de un nuevo elemento, el arpón. Este es un fuste de asta que lleva sobre su borde una serie de dientes. Su ventaja fundamental es que resulta muy difícil para el animal desprenderse de él, acelerando así su muerte. Breuil dividió este momento del Magdaleniense en V y VI, estando el V caracterizado por los arpones de una hilera de dientes, y el VI por los de dos hileras. En la actualidad se tiende a considerar sólo un momento por la ausencia de diferencias cronológicas en la aparición de ambos tipos. Como los demás elementos del Magdaleniense, sólo se encuentra en la Europa occidental , aunque llega hasta Alemania (Andernach y posiblemente Gonnesdorf) con un extraño ejemplar en la Kniegrotte que más parece una copia en hueso de una punta con microlitos engarzados con ligaduras que un auténtico arpón. Un ejemplar de Molodova Vla (Moldavia) marca el único caso en la Europa oriental, indicando la posible existencia de relaciones entre el Este y el Oeste. A diferencia del Magdaleniense Inferior durante este momento tenemos abundantes muestras de evidencias de estructuras, sobre todo en las llanuras del norte de Francia y Alemania. Quizás las más famosas son las del conjunto de la Ile de France, cerca de París, con yacimientos como Pincevent, Verberie o Etiolles.
Este conjunto, estudiado por A. Leroi-Gourhan y F. Adouze ha permitido identificar un modelo de hábitat centrado en cabañas de superestructura de madera, de formas circulares, de diámetro entre 2 y 3 metros cuya unión forma a veces cabañas más grandes como Pincevent I. Su estructura, según A. Leroi-Gourhan, se centra en un hogar, rodeado de un espacio de actividades domésticas y un espacio reservado (lechos) mientras que más alejados encontraríamos los espacios de evacuación que indicarían áreas producto de la limpieza de los hogares y de los espacios de actividades y reservados. La ausencia de removilizaciones posteriores ha permitido en ellos reconstruir gran número de actividades como la talla o el procesado de los animales. Otros ejemplos espectaculares son los yacimientos de Gönnesdorf y Andernarch en Renannia-Palatinado. En ambos casos se trata de estructuras de habitación circulares, con un diámetro de 6 a 8 metros. Presentan un enlosado de lajas rodeado por agujeros de poste y en cuyo centro una fosa indica el lugar de un pilar central. Según su descubridor, G. Bosinski, se podría tratar de cabañas pesadas semejantes a las Yarangas de los Chukutos. La presencia de restos faunísticos diferentes hace pensar en un uso estacional. Un elemento importante es la presencia en Andernach de restos de conchas de moluscos mediterráneos que indican la evidencia de relaciones a muy larga distancia entre los grupos humanos. Desde un punto de vista económico los yacimientos de la cuenca de París se centran como el resto de los franceses en el reno, mientras que los alemanes se centran en el caballo como fauna dominante.