Compartir


Datos principales


Rango

Independencias americanas

Desarrollo


La "fiebre de movimientos precursores" (Chaunu) hace que cualquier estudio de la independencia suela comenzar con un extenso capítulo de precedentes (que algunos hacen remontarse a la resistencia indígena frente a la conquista). Sin embargo, aun existiendo componentes independentistas en algunas rebeliones socio-económicas del siglo XVIII (como la de Túpac Amaru), no guardan relación con el posterior proceso emancipador, más que si acaso por su contribución a reforzar las actitudes conservadoras de los criollos. En realidad son "síntomas que revelan las inestabilidades, jerarquías y opresiones, el descontento y el malestar" (Zavala), pero sólo son precedentes de la independencia en cuanto que ocurrieron antes. Sí hay, desde luego, precedentes directos como es el impacto causado en la minoría criolla por la independencia norteamericana (1776) y la revolución francesa (1789), en este último caso con un doble efecto contradictorio: la admiración por la revolucionaria proclamación de libertades y derechos se unía al temor a los disturbios sociales y raciales que había provocado (por ejemplo en Haití y en otros sitios). El propio Miranda escribió en 1799: "Dos grandes ejemplos tenemos delante de los ojos: la revolución americana y la francesa. Imitemos discretamente la primera; evitemos con sumo cuidado los fatales efectos de la segunda". Desde esta perspectiva, hay a fines del XVIII agitación política en las principales ciudades indianas: aparecen pasquines favorables a la revolución, se expulsa a cierto número de franceses, se incrementa la persecución de la propaganda subversiva (consistente en libros, periódicos, estampas, grabados y hasta abanicos); en Bogotá, el joven Antonio Nariño es encarcelado y desterrado por imprimir en 1794 Los derechos del hombre y del ciudadano (la edición de cien ejemplares fue destruida); en Quito, Eugenio Espejo es encarcelado en 1795 por publicar pasquines y sátiras contra el gobierno; en 1799 el jesuita peruano Juan Pablo Viscardo publica desde el exilio su Carta a los españoles americanos animándoles a conseguir la independencia.

Incluso hay veces que la agitación política se concreta en acciones rápidamente sofocadas por las autoridades, como la revuelta de negros y esclavos de Coro (Venezuela, 1795) influenciados por la propaganda revolucionaria, o la conspiración urdida en La Guaira (Venezuela, 1797) por el español Juan Bautista Picornell y los criollos Manuel Gual y José María España, que pretendían establecer una república basada en la igualdad y la libertad. En 1806 fracasa la doble tentativa de desembarco en Venezuela de Francisco de Miranda, con una pequeña expedición libertadora. Y por la misma época fracasa también el doble ataque inglés a Buenos Aires (1806-1807), rechazado por las milicias criollas mientras el virrey huía vergonzosamente para organizar desde el interior una buena defensa del puerto. Así pues, hacia 1807 no hay afrancesados en la América española, y las ideas revolucionarias tienen cierta difusión entre una ínfima minoría pero ningún apoyo cuando se intentan llevar a la práctica. En sólo un año la situación cambiará radicalmente -tanto en América como en España- y las elites criollas van a iniciar su lucha independentista, al mismo tiempo que el pueblo español tiene que luchar por su propia independencia frente a las tropas napoleónicas.

Obras relacionadas


Contenidos relacionados