Los palacios del poder
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Datos principales
Rango
Barroco21
Desarrollo
En la fundación de ciudades uno de los primeros actos era la creación del cabildo, así que los edificios para sus reuniones fueron también de los primeros en construirse. Característicos de los cabildos en toda Hispanoamérica fueron los soportales, desde Buenos Aires a Veracruz. Normalmente tenían una torre para el reloj y un balcón en el segundo piso -que a veces era una galería que repetía los soportales de la planta de calle- para la autoridad. Hasta que las ciudades comenzaron a crecer, fue frecuente que en el mismo edificio del cabildo estuvieran la carnicería y el pósito -como en Mérida (Yucatán)- y siempre estuvo la cárcel. A la galería o gran balcón del segundo piso daba el salón. La doble galería, que ya vimos en casas como la de Cortés en Cuernavaca, fue característica de algunos cabildos, pero es una disposición de fachada que se puede ver incluso en el siglo XVI en alguna iglesia de Cuzco y su zona, enlazando quizá, como si volviéramos a la España medieval, la idea de cabildo y de iglesia en la comodidad que brindan a una reunión los soportales como espacio protegido pero a la vez plenamente urbano.En Brasil las Casas de Cámara y Cárcel se situaban también en el espacio de la plaza, aunque no se tratara de plazas definidas arquitectónicamente como las hispanas (Bonet).Salvo en casos como el de Salvador -de la que se ha señalado su relación con los cabildos hispánicos- estas casas no tuvieron normalmente soportales, sino que fueron los grandes balcones los que les dieron el carácter de edificio abierto que requerían estos edificios municipales.
En el de Mariana (Minas Gerais) se puede apreciar la tendencia a marcar un eje central con la escalera, portada y torre, lo cual sí fue general en las Casas de Cámara del siglo XVIII, que pueden recordar en sus fachadas modelos italianos del siglo XVI.Por lo que se refiere a los palacios de gobierno, el de los virreyes en México conoció muchas transformaciones desde que en 1562 se adquirieron para sede del gobierno las que se llamaban casas nuevas de Hernán Cortés hasta que fue destruido en la revuelta indígena de 1692. Las portadas que tuvo se atribuyen a Claudio de Arziniega y se organizó en torno a tres grandes patios, el de la Residencia, el del Tribunal de Cuentas y el de la Real Audiencia. En su zona norte estuvo además desde los años setenta del siglo XVI la Casa de Moneda. A comienzos del XVIII fue reedificado según trazas de Diego Rodríguez, interviniendo en las obras desde 1720 Pedro de Arrieta -nueva cárcel y salas de la Real Audiencia- y desde 1740 el ingeniero militar Luis Díez Navarro que, además de la Real Audiencia y almacenes de los reales azogues, adaptó la Casa de Moneda a las nuevas necesidades. El carácter representativo que tuvieron que tener los palacios de gobierno fue siempre cuidado: cuando le fue encargado al arquitecto boloñés A. G. Landi el palacio de los gobernadores en Belem capital del Gran Pará desde 1753) se le indicó que debía hacer un edificio "conveniente a la dignidad y al decoro de los gobernadores y capitanes generales".
La iglesia también tuvo sus palacios, y no sólo los de los obispos y arzobispos, pues fueron especialmente majestuosos en su arquitectura los de la Inquisición. El palacio de la Inquisición de México estuvo desde 1571 en la plaza de Santo Domingo, aunque el edificio actual data del siglo XVIII y es obra de Pedro de Arrieta. Construido combinando el tezontle y la piedra, abre su puerta en chaflán a la plaza y en su patio los ángulos carecen de columnas de sostén, aunque en realidad "son dos arcos cruzados que prolongan sus dovelas hacia abajo, en la intersección, para simular que cuelgan sin que nada los soporte" tal como indicó Toussaint y documentó Marco Dorta al encontrar un informe, de fines del XVIII, que explicaba que "la piedra del medio que se presentaba al aire estaba puesta con el fin solamente de aparentar quatro arcos" y que, por lo tanto, contradecía a A. González Velázquez que había atribuido a "la ridícula forma de los arcos angulares" los problemas del edificio. Tuvo mucho éxito esta solución en México pues se encuentra también en la antigua Fábrica de Tabacos de Valladolid (hoy Morelia), de 1781, y en otras casas de la misma ciudad. Por otra parte el que un edificio representativo tenga su fachada principal en chaflán cuenta también con muchos ejemplos en distintas ciudades de México, quizá por ser la manera más lógica de crear nuevas perspectivas urbanas en el corsé impuesto por el trazado ortogonal.
En el de Mariana (Minas Gerais) se puede apreciar la tendencia a marcar un eje central con la escalera, portada y torre, lo cual sí fue general en las Casas de Cámara del siglo XVIII, que pueden recordar en sus fachadas modelos italianos del siglo XVI.Por lo que se refiere a los palacios de gobierno, el de los virreyes en México conoció muchas transformaciones desde que en 1562 se adquirieron para sede del gobierno las que se llamaban casas nuevas de Hernán Cortés hasta que fue destruido en la revuelta indígena de 1692. Las portadas que tuvo se atribuyen a Claudio de Arziniega y se organizó en torno a tres grandes patios, el de la Residencia, el del Tribunal de Cuentas y el de la Real Audiencia. En su zona norte estuvo además desde los años setenta del siglo XVI la Casa de Moneda. A comienzos del XVIII fue reedificado según trazas de Diego Rodríguez, interviniendo en las obras desde 1720 Pedro de Arrieta -nueva cárcel y salas de la Real Audiencia- y desde 1740 el ingeniero militar Luis Díez Navarro que, además de la Real Audiencia y almacenes de los reales azogues, adaptó la Casa de Moneda a las nuevas necesidades. El carácter representativo que tuvieron que tener los palacios de gobierno fue siempre cuidado: cuando le fue encargado al arquitecto boloñés A. G. Landi el palacio de los gobernadores en Belem capital del Gran Pará desde 1753) se le indicó que debía hacer un edificio "conveniente a la dignidad y al decoro de los gobernadores y capitanes generales".
La iglesia también tuvo sus palacios, y no sólo los de los obispos y arzobispos, pues fueron especialmente majestuosos en su arquitectura los de la Inquisición. El palacio de la Inquisición de México estuvo desde 1571 en la plaza de Santo Domingo, aunque el edificio actual data del siglo XVIII y es obra de Pedro de Arrieta. Construido combinando el tezontle y la piedra, abre su puerta en chaflán a la plaza y en su patio los ángulos carecen de columnas de sostén, aunque en realidad "son dos arcos cruzados que prolongan sus dovelas hacia abajo, en la intersección, para simular que cuelgan sin que nada los soporte" tal como indicó Toussaint y documentó Marco Dorta al encontrar un informe, de fines del XVIII, que explicaba que "la piedra del medio que se presentaba al aire estaba puesta con el fin solamente de aparentar quatro arcos" y que, por lo tanto, contradecía a A. González Velázquez que había atribuido a "la ridícula forma de los arcos angulares" los problemas del edificio. Tuvo mucho éxito esta solución en México pues se encuentra también en la antigua Fábrica de Tabacos de Valladolid (hoy Morelia), de 1781, y en otras casas de la misma ciudad. Por otra parte el que un edificio representativo tenga su fachada principal en chaflán cuenta también con muchos ejemplos en distintas ciudades de México, quizá por ser la manera más lógica de crear nuevas perspectivas urbanas en el corsé impuesto por el trazado ortogonal.