LIBRO TERCERO
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LIBRO TERCERO Del principio que tuvieron los dioses Prólogo No tuvo por cosa superflua ni vana el divino Augustino tratar de la teología fabulosa de los gentiles en el sexto libro de La ciudad de Dios, porque, como él dize, conocidas las fábulas y ficciones vanas que los gentiles tenían cerca de sus dioses fingidos, podiessen fácilmente darles a entender que aquellos no eran dioses, ni podían dar cosa ninguna que fuesse provechosa a la criatura racional. A este propósito, en este Tercero Libro, se ponen las fábulas y ficciones que estos naturales tenían cerca de sus dioses, porque entendidas las vanidades que ellos tenían por fe cerca de sus mentirosos dioses, vengan más fácilmente por la doctrina evangélica a conocer el verdadero Dios, y que aquellos que ellos tenían por dioses no eran dioses sino diablos mentirosos y engañadores. Y si alguno piensa que estas cosas están tan olvidadas y perdidas, y la fe de un dios tan plantada y arraigada entre estos naturales que no havrá necesidad en ningún tiempo de hablar en estas.cosas, al tal yo le creo piadosamente, pero sé de cierto que el diablo ni duerme ni está olvidado de la honra que le hazían estos naturales, y que está esperando conjuntura para si podiesse bolver al señorío que ha tenido. Y fácil cosa le será entonce despertar todas las cosas que se dizen estar olvidadas cerca de la idolatría, y para entonces bien es que tengamos armas guardadas para salirle al encuentro; y para esto no solamente aprovechará lo que está escrito en este Tercero Libro, pero también lo que está escrito en el Primero, y Segundo, y Cuarto y Quinto. Ni tampoco havrá oportunidad para que sus satélites entonce engañen a los fieles y a los predicadores con dorar con mentiras y disimulaciones las vanidades y bajezes que tenían cerca de la fe de sus dioses y su cultura, porque parecerán las verdades puras y limpias que declaran quiénes eran sus dioses y qué servicios demandavan, según se contienen en los libros arriba dichos. Fin del prólogo.