Las muchas mujeres que tenía Moctezuma en palacio
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Datos principales
Desarrollo
Las muchas mujeres que tenía Moctezuma en palacio Moctezuma tenía muchas casas dentro y fuera de México, así para recreo y grandeza, como para morada: no hablaremos de todas, pues sería muy largo. Donde él moraba y residía continuamente la llaman Tepac, que es como decir palacio, el cual tenía veinte puertas que responden a la plaza y calles públicas. Tres patios muy grandes, y en uno de ellos una fuente muy hermosa. Había en él muchas salas, cien aposentos de veinticinco y treinta pies de largo y hueco cada uno, cien baños. El edificio, aunque sin clavazón, todo muy bueno; las paredes de canto, mármol, jaspe, pórfido, piedra negra, con unas vetas encarnadas como rubí, piedra blanca, y otra que se trasluce; los techos de madera bien labrada y tallada de cedros, palmas, cipreses, pinos y otros árboles; las cámaras pintadas, esteradas, y muchas con paramentos de algodón, de pelo de conejo y de plumas; las camas, pobres y malas, porque, o eran de mantas sobre esteras o sobre heno, o esteras solas. Pocos hombres dormían dentro de estas casas, mas había mil mujeres, y algunos afirman que tres mil entre señoras, criadas y esclavas. De las señoras, hijas de señores, que eran muchísimas, tomaba para sí Moctezuma las que bien le parecía; las otras las daba por mujeres a sus criados y a otros caballeros y señores. Y así, dicen que hubo vez que tuvo ciento cincuenta preñadas a un tiempo, las cuales, a persuasión del diablo, abortaban, tomando cosas para expulsar a las criaturas, o quizá porque sus hijos no habían de heredar.
Tenían estas mujeres muchas viejas para guardarlas, que ni aun mirarlas dejaban a hombre alguno, pues los reyes querían la mayor honestidad en palacio. El escudo de armas que estaba en las puertas de palacio y que llevan las banderas de Moctezuma y las de sus antecesores, es un águila abatida a un tigre, las manos y uñas puestas como para hacer presa. Algunos dicen que es grifo, y no águila, afirmando que en las sierras de Teoacan hay grifos, y que despoblaron el valle de Auacatlan, comiéndose los hombres, y tienen por argumento que se llaman aquellas sierras Cuitlachtepetl, de cuitlachtli, que es grifo, como también león. Ahora creo que no los hay, porque todavía no los han visto los españoles. Los indios muestran estos grifos, que llaman quezalcuitlactli, por sus antiguas figuras, y tienen vello en lugar de pluma, y dicen que rompían con las uñas y dientes los huesos de hombres y venados; tiran mucho a león, y parecen águilas, porque los pintan con cuatro pies, con dientes y con vello, que casi es más lana que pluma; con pico, con uñas, y alas con las que vuela; y en todas estas cosas responde la pintura a nuestra escritura y pinturas, de manera que ni es del todo ave ni del todo bestia. Plinio tiene por mentira esto de los grifos, aunque hay muchos cuentos sobre ellos. También hay otros señores que tienen por armas este grifo, que va volando con un ciervo en las uñas.
Tenían estas mujeres muchas viejas para guardarlas, que ni aun mirarlas dejaban a hombre alguno, pues los reyes querían la mayor honestidad en palacio. El escudo de armas que estaba en las puertas de palacio y que llevan las banderas de Moctezuma y las de sus antecesores, es un águila abatida a un tigre, las manos y uñas puestas como para hacer presa. Algunos dicen que es grifo, y no águila, afirmando que en las sierras de Teoacan hay grifos, y que despoblaron el valle de Auacatlan, comiéndose los hombres, y tienen por argumento que se llaman aquellas sierras Cuitlachtepetl, de cuitlachtli, que es grifo, como también león. Ahora creo que no los hay, porque todavía no los han visto los españoles. Los indios muestran estos grifos, que llaman quezalcuitlactli, por sus antiguas figuras, y tienen vello en lugar de pluma, y dicen que rompían con las uñas y dientes los huesos de hombres y venados; tiran mucho a león, y parecen águilas, porque los pintan con cuatro pies, con dientes y con vello, que casi es más lana que pluma; con pico, con uñas, y alas con las que vuela; y en todas estas cosas responde la pintura a nuestra escritura y pinturas, de manera que ni es del todo ave ni del todo bestia. Plinio tiene por mentira esto de los grifos, aunque hay muchos cuentos sobre ellos. También hay otros señores que tienen por armas este grifo, que va volando con un ciervo en las uñas.