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Datos principales
Desarrollo
Fue significativa en la política oriental de Nerón la intervención del ejército romano en el área del Mar Negro. El reino del Bósforo quedó anexionado a Roma. Para la vigilancia del comercio del Mar Negro entre comunidades de sus orillas y con el resto del Mediterráneo se creó una armada de cuarenta naves, la classis Pontica, destinada a proteger ese comercio de las intervenciones de los piratas. Así, incluso las comunidades del área de Crimea comenzaron a sentir los efectos de la presencia romana. Sin duda, esta política era una manifestación más del apoyo de Nerón a las ciudades griegas, las más directamente beneficiadas por la pacificación del Mar Negro al encontrar condiciones de comercio tan favorables como en pleno periodo de la hegemonía ateniense del siglo V a.C. Durante las operaciones militares para consolidar la presencia romana en el Mar Negro, se proyectó el sometimiento de los sármatas y el llevar la frontera romana hasta el mar Caspio. Tal proyecto hubiera contribuido a debilitar uno de los flancos de los partos, el único enemigo serio que Roma tenía en Oriente. Bajo Nerón, Tirídates, hermano del rey parto, había sido entronizado en Armenia en lugar del prorromano Radamisto. Ello motivó un largo enfrentamiento armado por el control de Armenia, el Estado cliente que servía de freno a los partos. El ejército romano dirigido por Cn. Domicio Corbulón, gobernador de Capadocia y de Galacia, con el apoyo de tropas de Siria, volvió a recuperar Armenia por medio de una campaña militar bien dirigida contra las ciudades más importantes: el 58 d.
C., toma Artaxata, la capital, y al año siguiente, Tigranocerta. Por indefiniciones de Nerón o de sus consejeros, Roma optó por volver a la situación inicial de una Armenia cliente y no anexionada como provincia. Roma sólo ponía una condición: que, en reconocimiento de su hegemonía, Tirídates recibiera el poder de Roma. La negativa de éste y los errores militares de otros generales que sucedieron a Corbulón alargaron los enfrentamientos otros siete años. Fue necesario un nuevo nombramiento de Corbulón para dirigir una nueva campaña en la que se volvió a hacer una demostración de fuerza retomando todo el territorio de Armenia, para que Tirídates aceptara la paz y la condición del vencedor de que se dejara coronar en la propia ciudad de Roma de manos de Nerón (año 66 d.C.). El tercer frente de conflictos fronterizos tuvo lugar en Britania. La población sometida, quejosa de los abusos de los gobernadores romanos y viendo que las mejores fuentes de riqueza quedaban en manos de italo-romanos y de indígenas prorromanos, no tuvo ahora escrúpulos en aliarse con otros pueblos fronterizos enemigos de Roma. Así, los silures del área de Gales y los icenos, dirigidos por su reina Búdica, con la colaboración de otros pueblos iniciaron una guerra de guerrillas destinada a expulsar a los romanos de la isla. Camulodunum, Londinium y otras ciudades con presencia significativa de romanos fueron tomadas por las tropas rebeldes que masacraron a varios miles de romanos y simpatizantes.
Suetonio Paulino, gobernador de la provincia desde el 59 d.C., organizó una defensa eficaz con la que fue reduciendo sistemáticamente a las tropas rebeldes. La reina Búdica, símbolo de la independencia, se suicidó después de un fracaso militar. La represión romana se dirigió ahora también contra los símbolos religiosos que cohesionaban los sentimientos nacionalistas de la población indígena: así, fueron devastados los centros de culto dirigidos por druidas y localizados en la isla de Mona, actual Anglesey. Este conato independentista fue tan eficazmente resuelto que trajo una paz duradera a la isla, aunque el Imperio no estaba en condiciones de desplazar la frontera más al norte.
C., toma Artaxata, la capital, y al año siguiente, Tigranocerta. Por indefiniciones de Nerón o de sus consejeros, Roma optó por volver a la situación inicial de una Armenia cliente y no anexionada como provincia. Roma sólo ponía una condición: que, en reconocimiento de su hegemonía, Tirídates recibiera el poder de Roma. La negativa de éste y los errores militares de otros generales que sucedieron a Corbulón alargaron los enfrentamientos otros siete años. Fue necesario un nuevo nombramiento de Corbulón para dirigir una nueva campaña en la que se volvió a hacer una demostración de fuerza retomando todo el territorio de Armenia, para que Tirídates aceptara la paz y la condición del vencedor de que se dejara coronar en la propia ciudad de Roma de manos de Nerón (año 66 d.C.). El tercer frente de conflictos fronterizos tuvo lugar en Britania. La población sometida, quejosa de los abusos de los gobernadores romanos y viendo que las mejores fuentes de riqueza quedaban en manos de italo-romanos y de indígenas prorromanos, no tuvo ahora escrúpulos en aliarse con otros pueblos fronterizos enemigos de Roma. Así, los silures del área de Gales y los icenos, dirigidos por su reina Búdica, con la colaboración de otros pueblos iniciaron una guerra de guerrillas destinada a expulsar a los romanos de la isla. Camulodunum, Londinium y otras ciudades con presencia significativa de romanos fueron tomadas por las tropas rebeldes que masacraron a varios miles de romanos y simpatizantes.
Suetonio Paulino, gobernador de la provincia desde el 59 d.C., organizó una defensa eficaz con la que fue reduciendo sistemáticamente a las tropas rebeldes. La reina Búdica, símbolo de la independencia, se suicidó después de un fracaso militar. La represión romana se dirigió ahora también contra los símbolos religiosos que cohesionaban los sentimientos nacionalistas de la población indígena: así, fueron devastados los centros de culto dirigidos por druidas y localizados en la isla de Mona, actual Anglesey. Este conato independentista fue tan eficazmente resuelto que trajo una paz duradera a la isla, aunque el Imperio no estaba en condiciones de desplazar la frontera más al norte.