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Datos principales
Desarrollo
LAS AVES SAGRADAS De donde arraiga el Árbol Florido, desde donde macollan sus preciosas espigas, venís acá, aves áureas y negras, venís, aves pardas y azules, y el maravilloso quetzal. Todas venís desde Nonohualco: país junto al agua, los que sois aves preciosas del Vivificador. Sois criaturas suyas. Venís acá, aves áureas y negras, venís aves pardas y azules, y el maravilloso quetzal. Del florido azulejo el penacho está allí. En la preciosa casa del musgo acuático, tendido está: vino a contemplar la aurora. Ya te despiertan tus preciosas aves, ya te desmañana el dorado tzinizcan, el rojo quechol y el pájaro azul que amanece gritando. Hacen estrépito las aves preciosas, que llegan a despertarte. El dorado zacuan y el tzinizcan el rojo quechol y el pájaro azul que amanece gritando. Desde Tamoanchan, donde se yergue el Árbol Florido, vienen nuestros reyes, tú, Motecuzoma, y Totoquihuatzin. Habéis llegado aquí donde está el patio florido. Ya levantáis vuestro canto hermoso... Habéis llegado al centro de las flores. Y allí ya estáis agitando vuestro florido atabal, vuestra florida sonaja. Habéis llegado donde está el patio florido. Ya levantáis vuestro hermoso canto. En el lugar de lililin, ¿Qué dice el ave preciosa? El cual si repicara en el lugar del trino: ¡Libe la miel: que goce: su corazón se abre: es una flor! Ya viene la mariposa, volando viene: abre sus alas, sobre flores anda: ¡Libe la miel: que goce: su corazón se abre: es una flor! LA FLOR DEL ÁGUILA Echa brotes la Flor de Águila, la de ancha fronda.
Y están abriendo corolas las Flores del Escudo. ¡Tus flores, Sumo Árbitro, por quien toda cosa vive! Se reparten Flores de Dardo: abren corolas de jade. ¡Tus flores, Sumo Árbitro, por quien toda cosa vive! Con flores y con plumas finas ya se estremece allí: ya no en la presencia de Cacámatl en el Monte de espinas. El Águila da sus gritos, el Tigre lanza rugidos: ya no en la presencia de Cacámatl en el Monte de espinas. Flores se vienen a esparcir se han ahumado la cabeza: tus flores, flores de guerra, Flores de Tigre, allá están, en medio del campo de guerra... En verdad son tus amadas, tus flores, oh dios: se han ahumado la cabeza, tus flores, flores de guerra, Flores del Tigre, allá están, en medio del campo de guerra. Ave Garza anda volando aquel por quien todo vive: Flor de pluma de quetzal en la hoguera se revuelve: viene a hacer caer en lluvia preciosas blancas flores olorosas. Así también un poco vivimos, oh tú por quien todo vive: Flor de pluma de quetzal en la hoguera se revuelve: viene a hacer caer en lluvia preciosas blancas flores olientes. TRES POEMAS SACROS Dé principio yo cantor. Mi canto está entrelazado de rojas y olientes flores, en donde se yergue el Árbol. Se hace el baile con el cacao mixturado, junto a los tambores anda, anda dando su fragancia, se divide. Erguido está nuestro padre: en una arma de esmeraldas está arropado con plumas de quetzal, con joyas engalanado, está lloviendo flores en medio de mil matices.
Gocémonos, oh príncipes, demos placer al que da la vida, el canto florido se matiza con preciosos tintes. Llegaron las flores, las flores de primavera ya relucen como sol. Las varias flores son tu corazón, tu cuerpo, oh tú por quien se vive. ¿Quién no quiere tus flores, que no estén en poder de Miccacálcatl? Macollan, abren corolas, se secan las flores que relucen como el sol. Yo de su casa vengo, yo las flores que embelesan elevo: ¡es el canto! Yo doy al mundo mis flores. Bébase la miel de ellas, preciosas flores y olientes se esparcen: son las flores de él, las abre el dios, que en su casa flores de niebla yo tomo... VAYAMOS... Pongo enhiesto mi tambor, congrego a mis amigos: allí se recrean, los hago cantar. Tenemos que irnos así: recordadlo; sed felices, oh amigos. ¿Acaso ahora con calma, y así ha de ser ella? ¿Acaso también hay calma allá donde están los sin cuerpo? Vayamos... pero aquí, rige la ley de las flores, pero aquí, rige la ley del canto, aquí en la tierra. Sed felices, Ataviaos oh amigos.
Y están abriendo corolas las Flores del Escudo. ¡Tus flores, Sumo Árbitro, por quien toda cosa vive! Se reparten Flores de Dardo: abren corolas de jade. ¡Tus flores, Sumo Árbitro, por quien toda cosa vive! Con flores y con plumas finas ya se estremece allí: ya no en la presencia de Cacámatl en el Monte de espinas. El Águila da sus gritos, el Tigre lanza rugidos: ya no en la presencia de Cacámatl en el Monte de espinas. Flores se vienen a esparcir se han ahumado la cabeza: tus flores, flores de guerra, Flores de Tigre, allá están, en medio del campo de guerra... En verdad son tus amadas, tus flores, oh dios: se han ahumado la cabeza, tus flores, flores de guerra, Flores del Tigre, allá están, en medio del campo de guerra. Ave Garza anda volando aquel por quien todo vive: Flor de pluma de quetzal en la hoguera se revuelve: viene a hacer caer en lluvia preciosas blancas flores olorosas. Así también un poco vivimos, oh tú por quien todo vive: Flor de pluma de quetzal en la hoguera se revuelve: viene a hacer caer en lluvia preciosas blancas flores olientes. TRES POEMAS SACROS Dé principio yo cantor. Mi canto está entrelazado de rojas y olientes flores, en donde se yergue el Árbol. Se hace el baile con el cacao mixturado, junto a los tambores anda, anda dando su fragancia, se divide. Erguido está nuestro padre: en una arma de esmeraldas está arropado con plumas de quetzal, con joyas engalanado, está lloviendo flores en medio de mil matices.
Gocémonos, oh príncipes, demos placer al que da la vida, el canto florido se matiza con preciosos tintes. Llegaron las flores, las flores de primavera ya relucen como sol. Las varias flores son tu corazón, tu cuerpo, oh tú por quien se vive. ¿Quién no quiere tus flores, que no estén en poder de Miccacálcatl? Macollan, abren corolas, se secan las flores que relucen como el sol. Yo de su casa vengo, yo las flores que embelesan elevo: ¡es el canto! Yo doy al mundo mis flores. Bébase la miel de ellas, preciosas flores y olientes se esparcen: son las flores de él, las abre el dios, que en su casa flores de niebla yo tomo... VAYAMOS... Pongo enhiesto mi tambor, congrego a mis amigos: allí se recrean, los hago cantar. Tenemos que irnos así: recordadlo; sed felices, oh amigos. ¿Acaso ahora con calma, y así ha de ser ella? ¿Acaso también hay calma allá donde están los sin cuerpo? Vayamos... pero aquí, rige la ley de las flores, pero aquí, rige la ley del canto, aquí en la tierra. Sed felices, Ataviaos oh amigos.