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Datos principales
Rango
Vida cotidiana Fin-d
Desarrollo
Un aspecto en el que se reflejó la mejora generalizada de las condiciones de vida fue el del aumento de personas que tuvieron acceso a la educación, especialmente en su nivel secundario. Las clases medias buscaron a través de la educación una posibilidad de promoción social, ya que les permitía el acceso a puestos de trabajo en la creciente burocracia, o en las nuevas empresas generadas por la economía capitalista. Por otra parte, el carácter pragmático de este interés hizo que se manifestase una cierta tendencia a dar un sentido más práctico a estas enseñanzas, tratando de despojarlas de contenidos humanísticos e insistiendo en la preparación científica. El incremento del número de jóvenes que accedían a la enseñanza secundaria provocó, en ocasiones, la intervención del Estado y, en los países católicos, fue motivo de duros enfrentamientos con las autoridades eclesiásticas, ya que tanto éstas como los políticos liberales tuvieron muy en cuenta que el futuro de la sociedad estaba en directa relación con los resultados de las tareas educativas. En Francia, la educación fue monopolio del Estado hasta 1850 pero, a partir de entonces, la proporción de alumnos educados en centros religiosos creció más rápidamente que la de los alumnos de enseñanza oficial. En Italia o en España, sin embargo, el predominio de la enseñanza religiosa fue casi completo. La situación en otros países de Europa era muy variada ya que mientras Prusia representaba el ejemplo de una educación organizada desde el Estado, en el Reino Unido predominaban las instituciones privadas, que se financiaban a partir de su propio patrimonio.
Algunos proyectos de centralización e intervención estatal no condujeron a nada concreto. El intento de dar un contenido más práctico a las enseñanzas pareció encaminado a preparar a los estudiantes para las exigencias de la nueva sociedad industrial, necesitada de conocimientos teóricos y científicos. Los años cincuenta fueron así años de reformas educativas en diversos países europeos (España, 1857; Prusia y Piamonte, 1859; Francia, 1865), en las que fue frecuente distinguir entre dos tipos de enseñanzas secundarias: las de carácter humanístico y las de carácter práctico. Los resultados, en todo caso, fueron muy limitados porque los estudios humanísticos seguían disfrutando de un mayor prestigio social y, en algunos casos, eran la única vía para tener acceso a la universidad. Los diversos Estados europeos se preocuparon también del impulso de la enseñanza primaria, que sirvió muchas veces como instrumento para fortalecer la adhesión de los ciudadanos a sus respectivos Estados. La enseñanza primaria procuró hacerse obligatoria, pero la asistencia de los alumnos estuvo siempre en relación con las condiciones de vida del entorno, ya que no eran escasas las sociedades agrarias en las que el trabajo de los niños seguía siendo necesario. En su conjunto, las cifras que tenemos sobre la efectividad de la escolarización resultan muy dispares. Mientras que, en Bélgica y en Holanda, la población escolarizada representaba hacia 1850 más de una décima parte del total de la población, y Francia se acercaba a esa proporción, los jóvenes escolarizados en el Imperio austriaco no llegaban a la vigésima parte del total de sus habitantes. En el Reino Unido, los jóvenes escolarizados, tanto en enseñanza primaria como en secundaria, ni siquiera alcanzaban el 2 por 100 de la población hacia mediados del siglo XIX, lo que demostraba claramente el carácter aristocrático y elitista que la educación tenía para los británicos.
Algunos proyectos de centralización e intervención estatal no condujeron a nada concreto. El intento de dar un contenido más práctico a las enseñanzas pareció encaminado a preparar a los estudiantes para las exigencias de la nueva sociedad industrial, necesitada de conocimientos teóricos y científicos. Los años cincuenta fueron así años de reformas educativas en diversos países europeos (España, 1857; Prusia y Piamonte, 1859; Francia, 1865), en las que fue frecuente distinguir entre dos tipos de enseñanzas secundarias: las de carácter humanístico y las de carácter práctico. Los resultados, en todo caso, fueron muy limitados porque los estudios humanísticos seguían disfrutando de un mayor prestigio social y, en algunos casos, eran la única vía para tener acceso a la universidad. Los diversos Estados europeos se preocuparon también del impulso de la enseñanza primaria, que sirvió muchas veces como instrumento para fortalecer la adhesión de los ciudadanos a sus respectivos Estados. La enseñanza primaria procuró hacerse obligatoria, pero la asistencia de los alumnos estuvo siempre en relación con las condiciones de vida del entorno, ya que no eran escasas las sociedades agrarias en las que el trabajo de los niños seguía siendo necesario. En su conjunto, las cifras que tenemos sobre la efectividad de la escolarización resultan muy dispares. Mientras que, en Bélgica y en Holanda, la población escolarizada representaba hacia 1850 más de una décima parte del total de la población, y Francia se acercaba a esa proporción, los jóvenes escolarizados en el Imperio austriaco no llegaban a la vigésima parte del total de sus habitantes. En el Reino Unido, los jóvenes escolarizados, tanto en enseñanza primaria como en secundaria, ni siquiera alcanzaban el 2 por 100 de la población hacia mediados del siglo XIX, lo que demostraba claramente el carácter aristocrático y elitista que la educación tenía para los británicos.