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Desarrollo


Posible influjo de fray Bartolomé de las Casas Fray Bartolomé de las Casas no estuvo en el Perú, aunque las noticias que de aquella tierra llegaron a sus oídos le decidieron a interrumpir su vida de retiro en Santo Domingo, efecto de su entrada en la orden dominicana, que era a su vez resultado del fracaso de su plan de colonización en Cumaná. Pero su vocación peruanista se interrumpió a medio camino, cuando había llegado a Nicaragua con el probable propósito de alcanzar aquellas nuevas y ya tan famosas tierras. En Nicaragua se enzarzó en gran altercado con el gobernador Contreras, altercado del que le vino a liberar el obispo de Guatemala, don Francisco Marroquín; quien le invitó a sustituirle a la cabeza de su diócesis durante el viaje que tenía que hacer a México para recibir allá su consagración episcopal. Las Casas no perdió el tiempo en Guatemala, aunque su trabajo principal fue conseguir del gobernador don Francisco Maldonado un encargo de misionar todo el territorio septentrional de la provincia. No tuvo tiempo de llevar a la práctica lo que él ya consideraba demostración triunfal de sus doctrinas de penetración pacífica, y sin esperar el regreso de Marroquín marchó a México para invervenir en el capítulo provincial de su orden: capítulo en que se había de decidir --contra su opinión-- el establecimiento de una provincia dominicana en México, que fuera independiente de la que tenía su base en Santo Domingo. Regresa Las Casas algo decepcionado a Guatemala y las cosas parecen enderezarse: Marroquín --también de vuelta-- le encarga que aproveche su viaje a España para traer una buena expedición de religiosos; Alvarado, también de vuelta de su expedición al Perú y de su nuevo viaje a Castilla, le ofrece el pasaje en uno de los barcos que le ha traído de la península.

Y con este apoyo doble, organiza fray Bartolomé un viaje que estará lleno de actividad, con resultados generalmente favorables. No olvida lo peruano, pero su fervor no le obliga a aceptar años después la mitra del Cuzco, en tanto que da su consentimiento al obispado de Chiapas, frontero de las provincias de Guatemala, que considera su campo de actividad pastoral. Años adelante, pasada la crisis de las Leyes Nuevas que la voz popular le atribuía, aunque él las creía muy inferiores a sus ideales de reivindicación indígena; establecido ya tranquilamente en el colegio de San Gregorio, en Valladolid, vuelve a influir en los destinos imperiales del Perú consiguiendo el rechazo de la perpetuidad de las encomiendas que los peruleros propugnaban. No apareció por el Perú, pero su nombre aparecía ligado con las Leyes Nuevas, cuya aplicación por parte del virrey Blasco Núñez Vela haría rebrotar con nueva fuerza las guerras civiles... Pero estos sucesos quedan fuera de la Tercera Parte de la Crónica del Perú, que concluye en las primeras escaramuzas entre Pizarro y Almagro, sin relación con las Leyes Nuevas y el posible influjo lascasiano. Sólo una mención he encontrado de Las Casas en la extensa obra cieciana cuando lo presenta como autor de las Leyes Nuevas; pasaje en que Cieza muestra su disconformidad con las generalizaciones lascasianas: pues no todos --escribe en el capítulo 99 de la guerra de Chupas-- los que tenían asiento en Indias eran tan malos que se deleitaban en cometer pecados tan grandes, antes había muchos que les pesaba e reprendían ásperamente aquellas cosas.

.. Y en el mismo pasaje de Chupas expresa su aprobación al sistema de las encomiendas, que en las Leyes Nuevas se declaraban a extinguir.. Porque ellos (los encomenderos) han pasado grandes trabajos, hambres e miserias que no se pueden brevemente contar; e muchos dellos habían perdido las vidas en descubrimientos e conquistas de Indias, e dejaban sus mujeres e hijos; y sentían estos tales que los de sus padres se pusiesen en cabeza del rey, e les fuese quitada la encomienda que dellos tenían, habiéndoles hecho merced de ciertas vidas... Sin embargo, en la Tercera Parte de la Crónica algunas moralizaciones de Cieza suenan a lascasianas; en una de ellas alude --sin nombrarlo-- a fray Bartolomé y sus doctrinas sobre la propiedad de los indígenas, y sobre la obligación de restituirles lo mal habido. Y es clara alusión a las controversias surgidas en torno a las publicaciones de fray Bartolomé aquella frase: Muchas veces he oído discutir (dice en el cap. LII) y tratar a grandes teólogos sobre si lo que el rey o los españoles llevaron fue bien habido y no para hacer conciencia: no es materia para mí tratar dello, los que lo hubieron, que lo pregunten, e lo sepan; que yo si me cupiera parte, lo mismo hiciera... En sus relaciones literarias, fray Bartolomé aprovechó generosamente lo ya publicado de Cieza, en su Apologética Historia Sumaria; en ella, al tratar de los indios del Perú, sigue Casas a su original Cieza --sin tomarse naturalmente el trabajo de citarlo--, aunque su transcripción no es textual y queda disimulada y distribuida entre los capítulos 46-48, 125, 126 y 133, 182, 247 y 277.

La relación del descubrimiento peruano sigue en las Casas una supuesta relación de fray Marcos de Niza y la descripción del sistema incaico sigue un original diferente de Cieza que no he identificado. Sin embargo, Cieza menciona a fray Bartolomé repetidas veces en su testamento, encargando a su buen juicio la decisión sobre los papeles que a su muerte queden inéditos. ¿Cuándo y por qué se produjo este aumento de confianza...? Pudo ser a lo largo de sus gestiones para poner en marcha la impresión de su Primera Parte, fecha que corresponde a la primera aparición de los folletos lascasianos. Fray Bartolomé debió parecer a nuestro Pedro hombre lleno de recursos que sabía manejarse muy bien en las marañas legales que dificultaban la impresión de obras que tuvieran relación con las indias. Un fray Bartolomé que ponía en circulación obra tan comprometida como la célebre Brevísima Relación era muy capaz de superar todas las dificultades que impidieran tanto las reediciones en España de la Primera Parte de la Crónica --ya que en el extranjero marchaban muy bien-- como los demás cuadernos que, a la hora de su muerte, quedaban manuscritos. En su testamento, Cieza distingue entre la segunda y tercera parte de la Crónica del Perú, y las Guerras civiles. Para las primeras, cree Cieza que pueden darse sin más a la imprenta, sugiriendo, en caso de no encontrar editor que se responsabilice de ello, que se envíen al obispo de Chiapa a la Corte, y se lo den con el dicho cargo de que lo imprima. En el estudio bio-bibliográfico de Cieza que aparece en el tomo III de la edición monumental, se aclara la complicada trayectoria que siguieron los papeles de Cieza, que, en el caso de la Tercera Parte, tuvo su final feliz en la biblioteca de la reina de Suecia; para llegar finalmente a la biblioteca apostólica vaticana, donde la encontró y editó Francesca Cantú (1979) y la hemos estudiado y editado nosotros (1984-1985).

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