Introducción al arte indio
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arte indio
Desarrollo
El primer contacto con un arte tan lejano como el indio debe tener muy en cuenta aquellos aspectos geográficos, históricos y culturales que funcionan como factores estéticos. De ahí que esta introducción trate, aunque resumidamente, tres condicionantes fundamentales del arte indio: La integración en la naturaleza es una actitud generalizada en el mundo indio; mientras el hombre occidental adopta una postura de desafío o de superación de la naturaleza (la tecnología es un gran cebo), el indio no sólo respetará la naturaleza, sino que se integrará en ella tratando de adaptarse al orden universal, en el que el hombre no es más que un tipo de reencarnación del sistema de purificación kármica. El 80 por 100 de la población india vive en el campo y gracias a la convivencia con la naturaleza ofrece una verdadera comunicación humana, atractiva y evidente para el occidental que pisa tierra india. Cuando mira la morada de sus dioses no levanta los ojos al cielo sino, mucho más alto todavía, a los picos de nieve perpetua del Himalaya que parecen flotar sobre las nubes. En India las montañas son sagradas, pero además constituyen un lugar idóneo para resguardarse de la lluvia y el calor que dominan gran parte del año. La transformación de la naturaleza en arte se materializa cuando observamos su tradición arquitectónica; el indio excava sus templos en las montañas estructurando el espacio con una visión cósmica (comparable al microcosmos románico) y adecuándolo a las necesidades rituales de sus dioses y a las suyas propias (también similares a los deambulatorios y girolas de las iglesias de peregrinación occidentales).
Pero lo que es más importante, hace de la naturaleza no sólo su morada sino la de sus dioses, y nunca desafía las leyes naturales ni las supera a base de cúpulas perfectas o altísimos rascacielos, sino que se integra en ella, convive con ella, la adora en sí misma y sólo se atreve a humanizarla con una decoración escultórica exuberante que hace de la arquitectura escultura. La iconografía también depende en gran manera de esta transformación de la naturaleza en arte; primero, porque los ríos y los árboles son sagrados y potencian la fertilidad física y espiritual como divinidades (Ganga, Jamuna, Krishna...) ayudados por los nagas (genios serpientes) y yakshas (genios terrenales); después, porque con su agudo espíritu de observación el artista indio hace de la naturaleza una fuente inagotable de símbolos sacros: el sol, Surya; la luna, Shandra; el fuego, Agni; la lluvia, Indra; etc.; pero, fundamentalmente, porque utiliza formas corrientes en la naturaleza como elefantes, palmeras, frutas o flores para establecer un sistema especial de anatomía que configura una etnia divina, imperecedera e inmutable a los ojos y modas humanas. Este idealismo conceptual culmina con el arte Gupta , que evidenciará cómo la concepción y plasmación intelectual de una imagen se hace con y en la naturaleza. El clima monzónico explica la actitud cíclica con la que la mentalidad india analiza todo, desde sus etapas históricas hasta la ley kármica de las reencarnaciones; el ciclo monzónico funciona como un factor tan favorable como desfavorable, pues cada año es ansiado, temido y bendito por el hombre indio, al que somete a un cambio constante de actitud: desde creerse el hermano de los dioses mimado por la naturaleza hasta su más mísero esclavo.
Este cambio constante de actitud humana produce una lógica sensualidad, que en el arte se traduce en una fuerte tensión estética, que nos presentará, incluso en un mismo período artístico, diversidad de estilos, desde el místico al irónico, del naturalismo a la abstracción o del idealismo al realismo. El factor geográfico es el principal condicionante estético y la actitud del hombre indio ante la naturaleza influye poderosamente en su arte, pero también un breve recorrido por su historia esclarece algunas características artísticas como la preferencia por determinados materiales o colores, o las misceláneas estilísticas y rituales, que dependen en gran medida del entrecruce racial y cultural que acontece en India desde el origen de su civilización.
Pero lo que es más importante, hace de la naturaleza no sólo su morada sino la de sus dioses, y nunca desafía las leyes naturales ni las supera a base de cúpulas perfectas o altísimos rascacielos, sino que se integra en ella, convive con ella, la adora en sí misma y sólo se atreve a humanizarla con una decoración escultórica exuberante que hace de la arquitectura escultura. La iconografía también depende en gran manera de esta transformación de la naturaleza en arte; primero, porque los ríos y los árboles son sagrados y potencian la fertilidad física y espiritual como divinidades (Ganga, Jamuna, Krishna...) ayudados por los nagas (genios serpientes) y yakshas (genios terrenales); después, porque con su agudo espíritu de observación el artista indio hace de la naturaleza una fuente inagotable de símbolos sacros: el sol, Surya; la luna, Shandra; el fuego, Agni; la lluvia, Indra; etc.; pero, fundamentalmente, porque utiliza formas corrientes en la naturaleza como elefantes, palmeras, frutas o flores para establecer un sistema especial de anatomía que configura una etnia divina, imperecedera e inmutable a los ojos y modas humanas. Este idealismo conceptual culmina con el arte Gupta , que evidenciará cómo la concepción y plasmación intelectual de una imagen se hace con y en la naturaleza. El clima monzónico explica la actitud cíclica con la que la mentalidad india analiza todo, desde sus etapas históricas hasta la ley kármica de las reencarnaciones; el ciclo monzónico funciona como un factor tan favorable como desfavorable, pues cada año es ansiado, temido y bendito por el hombre indio, al que somete a un cambio constante de actitud: desde creerse el hermano de los dioses mimado por la naturaleza hasta su más mísero esclavo.
Este cambio constante de actitud humana produce una lógica sensualidad, que en el arte se traduce en una fuerte tensión estética, que nos presentará, incluso en un mismo período artístico, diversidad de estilos, desde el místico al irónico, del naturalismo a la abstracción o del idealismo al realismo. El factor geográfico es el principal condicionante estético y la actitud del hombre indio ante la naturaleza influye poderosamente en su arte, pero también un breve recorrido por su historia esclarece algunas características artísticas como la preferencia por determinados materiales o colores, o las misceláneas estilísticas y rituales, que dependen en gran medida del entrecruce racial y cultural que acontece en India desde el origen de su civilización.