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En Alemania, los años finales de Adenauer dieron la sensación de traer consigo numerosos problemas, pero, en realidad, confirmaron el buen resultado de la estabilización del país gracias a su gobernante conservador. Además, estos años sirvieron para que el SPD iniciara el camino hacia la adopción de una postura que había de contribuir a abrirle el paso al poder. En 1955 se aplicaron los acuerdos que convertían a Alemania en soberana e integrada en la OTAN pero el SPD seguía convencido de que con la persuasión amistosa, la negociación y el compromiso conseguiría mejores resultados para el país que con la política de Adenauer. Éste, sin embargo, estaba dispuesto a dejar claro que su política no consistía en dejar de tener cualquier relación con la URSS y someterse a los norteamericanos. En 1955 consiguió, tras un viaje a Moscú, que fueran devueltos unos 10.000 prisioneros alemanes que todavía permanecían allí después de la Guerra Mundial. El establecimiento de relaciones con la URSS era, para él, un paso necesario, una vez que había anclado sólidamente a la República Federal con Occidente. La doctrina Hallstein -es decir, la confrontación con quienes reconocieran a Alemania oriental- fue pensada para impedir que el régimen de Alemania del Este adquiriera legitimidad aunque también permitió influir sobre los países de Europa del Este.

Los alemanes occidentales, paradójicamente, se beneficiaban del apoyo de la Alemania del Este a la educación pues su población que la recibía mejor acababa inmigrando a la zona occidental. Fueron problemas de política exterior los que dividieron a la coalición gubernamental presidida por Adenauer de modo que, a comienzos de 1956, los ministros liberales abandonaron el Gobierno, aunque un sector de este partido permaneció aliado con la CDU y acabó integrándose en él. Por su parte, el SPD, que había criticado la Comunidad Europea de Defensa y la participación alemana en la defensa europea, no puso ningún obstáculo al Mercado Común. Éste facilitó el desarrollo económico hasta el punto de que, entre 1955 y 1959, la tasa de crecimiento llegó a ser del 7,2% anual. En cambio, el SPD se opuso firmemente a la nuclearización, una cuestión que también afectó seriamente a la Iglesia luterana que se vio muy dividida ante ella. En otras materias como en la indexación de las pensiones el SPD llegó a votar con la CDU. En las elecciones de septiembre de 1957 la CDU obtuvo más del 50% de los votos, con un avance del 7%. Era la primera ocasión en la Historia de Alemania en que un partido obtenía la mayoría absoluta de los votos. Por su parte, el SPD ganó tres puntos y superó el 30%, aunque todavía estaba muy lejos del poder. Los partidos menores, en cambio, iban desapareciendo. El tema crucial de la política interior alemana fue el relativo a la defensa.

Kennan, el experto norteamericano, había defendido la neutralización y unificación de Alemania y logró un gran éxito con el SPD. Schmidt llegó a decir la CDU que su política acerca de nuclearización sería tan funesta como la ley de plenos poderes de Hitler. En 1958, ayudado por los sindicatos, el SPD puso en marcha una gran campaña de protesta en contra de las bombas nucleares. Tras ella, tanto los dirigentes del SPD como los del FDP parecieron darse cuenta de que los juicios de Adenauer se basaban en una evaluación mucho más realista que la suya respecto a las relaciones internacionales. Las nuevas generaciones de dirigentes de ambos partidos le debieron mucho a Adenauer y acabaron por abandonar el sentimentalismo instintivo de la izquierda de Ollenhauer. El último "plan alemán" del SPD data de comienzos de 1959. Desde el punto de vista electoral, el partido no lograba victorias nada más que en algunas regiones; tenía, por tanto, que hacer operaciones de seducción en dirección a grupos que de lo contrario serían atraídos por la CDU. De ahí el programa de Bad Goderberg aprobado en noviembre de 1959. Ya uno de los mentores económicos del SPD, Schiller, había propuesto "tanta concurrencia como sea posible, planificación cuando sea necesaria". Si los mercados eran dominados por una persona o un grupo era, según él, necesaria la intervención del Estado. En política exterior, el avance hacia un cambio de posiciones fue mucho más lento, pero Brandt, convertido en un símbolo después de que apareciera el Muro de Berlín, no dudó en decir que Alemania tenía necesidad de la protección de la OTAN y cumpliría sus obligaciones con ella.

En 1961 daba ya la sensación de que el SPD estaba firmemente anclado en Occidente, mientras no estaba tan claro que Adenauer fuera a obtener tanto apoyo de los aliados respecto al Muro de Berlín. En 1959 Adenauer tenía 83 años y parece que pensó en retirarse a la presidencia federal aunque no acabó de hacerlo. En las elecciones de 1961 el SPD llegó al 36% mientras que la CDU se quedó en el 45% y el FDP llegó al 12%. El FDP, presionado por los buenos resultados económicos -Alemania había duplicado su producción en los últimos años- acabó aceptando un nuevo Gobierno de coalición y en adelante tendría cada vez mayor influencia en la política exterior. Por su parte, Adenauer prometió retirarse en el plazo de dos años. Durante ellos la relación con De Gaulle jugó un papel fundamental. El acercamiento franco-alemán resulta una paradoja si tenemos en cuenta que la zona de ocupación francesa había sido la más rigurosa para la población y que los franceses desde un principio se habían tratado de anexionar el Sarre. Pero a De Gaulle y a Adenauer, ambos católicos, demócratas y herederos de una cultura del siglo XIX esta posibilidad le resultó extraordinariamente atractiva. Desde el punto de vista alemán, la colaboración tenía problemas e incluso imposibilidades pues para Adenauer los norteamericanos debían seguir siendo el pilar esencial de la defensa alemana. De Gaulle, en cambio, tenía una visión sobre las relaciones con la URSS que no era incompatible sino similar a la de algunos de los partidarios de la Ostpolitik posterior.

Para Adenauer el acercamiento a Francia era una manera de probar su malhumor contra los Estados Unidos pero en su partido hubo siempre una tendencia atlantista contraria a cualquier tipo de repudio a la entrada en Europa de Inglaterra. Para este sector, era esencial disponer de una fuerza nuclear europea ya que Alemania no la podía tener propia. Para De Gaulle el tratado de comienzos de 1963 evitaba que Alemania se entregara a Estados Unidos y para Adenauer evitaba que Francia pactara con Rusia. Así se generó un eje básico para la construcción europea aunque se basaba en malentendidos. A Adenauer le preocupó fuertemente su sucesión. Los jóvenes de su partido le quisieron hacer ver que era mejor una retirada dos años antes que un día demasiado tarde, aunque fracasaron. La imagen de Erhard, el candidato más verosímil, era maternal pero débil y el viejo canciller era demasiado ambicioso, manipulador y avaricioso de mando como para que no lo aprovechara para permanecer más tiempo en el poder. Fueron los escándalos los que facilitaron la transmisión de poderes. A fines de 1962 Der Spiegel lanzó una serie de ataques a Strauss, dirigente de la CSU y pieza fundamental del Gobierno, que pusieron en cuestión no sólo su política sino su honorabilidad. La mayor parte de las acusaciones carecieron de fundamento e incluso es posible que algunas fueran de procedencia soviética, pero un redactor jefe de la revista fue detenido, acusado de utilizar información confidencial y eso provocó que los liberales se negaran en adelante a gobernar con Strauss. Adenauer, al tener que dimitir, sintió "como si le arrancaran los brazos y las piernas". Cuando, en octubre de 1963, dejó el poder a Erhard su partido dijo de él que lo había hecho "sin ser vencido y sereno", pero lo segundo no era cierto. Sí lo era, en cambio, lo que el propio Adenauer aseguró, es decir, que su país había hecho un esfuerzo decisivo de integración en el mundo occidental. Eso resultaba ya irreversible.

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