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ESTILO Y SIGNIFICACIÓN DE LO ESCRITO POR BERNAL Se han ocupado ya distinguidos estudiosos de lo que cabe llamar el estilo inconfundible de Bernal. No pienso ahora en quienes han hecho mofa de lo que Iglesia llama su popularismo. Me refiero a investigadores de asuntos lingüísticos, gramaticales y filológicos. Limitaciones de espacio me impiden aducir lo expuesto por ellos, así como adentrarme por mi cuenta en un nuevo, intento de apreciación literaria. Diré al menos que, desde el siglo XVIII, no debió parecer tan rudo el estilo de nuestro cronista a los académicos de la lengua, que en su Diccionario de autoridades, incluyen a Bernal en la lista de autores y obras que pueden tenerse como paradigma del idioma44. A sólo un estudioso del castellano, por el que guardo gran admiración, acudiré aquí. Me refiero a Manuel Alvar que, entre otras muchas cosas, ha fijado también su atención en Bernal y su obra. De modo especial le interesó reunir y comentar los americanismos en la Historia verdadera. Pero de hecho su aportación va más allá. En cierto modo, llega a ser una apreciación certera del valor y significación literaria de lo escrito por Bernal: El texto, además de, hermoso, es ejemplar. Doblemente ejemplar: eran, sí las inauditas maravillas, pero también la explicación del milagro inevitable. "Cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís". El Conquistador iba a hacer vida aquel libro de caballerías que sólo existió en la fábula, y la vida se iba a convertir en un paradigma literario45.

Poner a Bernal en parangón con los libros de caballerías me parece que ayuda mucho a captar el meollo de la significación de esta Historia verdadera, Es cierto que Bernal escribió una crónica, pero resultó ella diferente de las de los frailes y funcionarios reales. Con estilo en apariencia tosco, escribió --como él mismo lo nota-- según nuestro común hablar de Castilla la Vieja y que en estos tiempos se tiene por más agradable (CCXII). Crónica, por tanto, con pretensiones de historia verdadera y con ribetes al modo de los libros de caballerías, lo escrito por Bernal impresiona por su realismo. Leerlo es casi contemplar lo que refiere. Como en la obra de Miguel de Cervantes, más de medio siglo posterior, también en esta Historia los héroes de los libros caballerescos ceden el campo a quienes, como símbolo o en la vida misma, llevan a cabo proezas en las que convergen ideales y miserias. No discurriré con eruditas precisiones sobre géneros literarios. La crónica de Bernal, describiendo combates, y portentos que acrecientan la honra y traen a muchas gentes al servicio de su Dios y su rey, resuena a veces como inspirada en los códigos de honor de los caballeros. El parentesco --anticipado en el tiempo-- con la obra de Cervantes le viene de su realismo que campea, por ejemplo, cuando exclama que todos los males y trabajos se pasan con el comer (XLIV), o al preguntarse pues, ¿de qué condición somos los españoles para no ir adelante y estarnos en parte que no tengamos provechos y guerras? (LVIII).

Hombres de bulto y pueblo que habla son rasgos inequívocos en este realismo suyo. Otra muestra la tenemos en la escena en que el siempre leal capitán Gonzalo de Sandoval se topa con los emisarios de Pánfilo de Narváez que ha venido de Cuba para desposeer a Cortés. Los mensajeros son un clérigo Guevara, cinco soldados y unos indios antillanos. Hay intercambio de saludos: Enhorabuena estéis... Luego el clérigo hace un razonamiento, dice que Cortés y sus hombres son traidores al capitán Diego Velázquez que los despachó y avitualló en Cuba. Exige que se rindan y le den obediencia. Sandoval responde: Señor, padre, muy mal habláis en decir esas palabras de traidores; aquí somos mejores servidores de su majestad que no Diego Velázquez y, porque sóis clérigo, no os castigo conforme a vuestra mala crianza. Andad con Dios a México, que allá está Cortés, que es capitán general y justicia mayor de esta Nueva España y os responderá, aquí no tenéis más que hablar (CXI). Aunque parezca contradictorio --pues tanto en Bernal como en Cervantes se evocan los Amadises-- es cierto que en las obras de uno y otro esos caballeros están ya de retirada precisamente porque realidades mucho más grandes los han puesto en fuga. Recordemos que Cervantes aludió a los conquistadores y a Cortés cuando Quijano hizo ver a Sancho que en ellos, mucho más que en los Amadises, había ejemplos a seguir: ¿Quién barrenó los navíos y dejó en seco y aislados los valerosos españoles guiados por el cortesísimo Cortés en el Nuevo Mundo? Todas estas y otras grandes y diferentes hazañas son, fueron y serán obra de la fama que los mortales desean como premio.

.., puesto que los cristianos, católicos y andantes caballeros más habemos de atender a la gloria de los siglos venideros...46. Curiosa coincidencia es, por otra parte, que tanto acerca de Cervantes como de Bernal, se hayan forjado no pocas hipótesis para explicar por qué escribieron esas obras por las que el mundo los conoce. No voy a meterme en la disputa, y ya expresé lo que pienso acerca de los motivos de Bernal. Sólo repetiré que en uno y otro, en sus mundos de un realismo que se transforma a veces en ensueño, o de un asombro que es la vida misma, se palpan los hechos y se escucha hablar a los pueblos. Decía al principio que la conquista de México fue enfrentamiento, violencia y, a la postre, encuentro de gentes y culturas. De esa experiencia humana tan honda, se conservan varios testimonios, unos en español. y otros en lengua indígena. Entre los primeros ocupa lugar de excepción lo que escribió Bernal. Si éste es en ocasiones vanidoso, si exagera, si insiste en que ni él ni otros han alcanzado las recompensas que merecen, todo esto da mayor fuerza a lo que escribe: es su propia vida de lo que habla; su vida tan bien vivida en tantos combates, pleitos y litigios. Prueba indiscutible de que entregarse al batallar que es la vida no enflaquece a ésta, la tenemos en los ochenta y ocho o uno más años que vivió Bernal. De su obra escrita cabría decir algo parecido. Hace ya más de cuatro siglos que le dio feliz remate y son muchos los que hasta hoy disfrutan de ella. Amigo lector, es ahora tu turno, déjate ya de comentarios y saborea a tus anchas esta historia. Aunque a veces te parezca relato de imposibles, es ésta la recordación viviente de aquel don Bernal, consciente de haber escrito una relación de la que siempre habrá memoria. Miguel León-Portilla Julio de 1984 --a cuatro siglos de la muerte de Bernal -- Ciudad Universitaria, México

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