Españoles y criollos
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Datos principales
Rango
América 1550-1700
Desarrollo
El estamento superior de la sociedad colonial lo constituyeron los españoles y sus descendientes los criollos. Tuvieron la posesión de los bienes, la administración y el usufructo de la mano de obra. El modelo fue establecido por los primeros conquistadores transformados en colonos -siguiendo el patrón peninsular- y lo siguieron luego los criollos, que vieron garantizados en el mismo la defensa de sus privilegios. Tampoco son muy exactos los datos sobre la población española que pasó a América, pese a que contamos con un buena fuente informativa que son los catálogos de pasajeros a Indias llevados por la Casa de la Contratación . El problema radica en la emigración ilegal, que muchos cifran en el doble o más de la registrada en dichos catálogos. La política migratoria española fue bastante pintoresca, pues en vez de aprovechar en las colonias los excedentes poblacionales que se desechaban en la Península por problemas de religión, como hicieron Francia e Inglaterra con hugonotes, calvinistas y católicos, prefirió expulsarles a África. Sólo podían emigrar a Indias católicos o descendientes de conversos que acreditaran doscientos años de fidelidad católica entre sus antepasados. Esto restó capacidad poblacional a las Indias. A pesar de ello, se calcula que durante el siglo y medio transcurrido entre 1506 y 1700 pasarían a América unos 481.000 españoles, que suponen 2.479 por año. Los ritmos fueron muy variables, como podemos apreciar en el cuadro siguiente: Años Emigrantes Promedio anual 1506-1560 85.
000 1.574 1561-1600 157.000 3.140 1601-1650 194.000 3.380 1651-1700 45.000 900 Totales 481.000 2.479 Aunque la emigración ilegal duplicara a la legal, sería a todas luces insuficiente para poblar el enorme espacio hispanoamericano. Mucho más, teniendo en cuenta el decrecimiento de la población aborigen . En cuanto a la emigración femenina fue mayor de lo que usualmente se piensa. Representaría el 10% de la masculina en los primeros años y luego hasta el 23%. La Corona se esforzó en evitar que los emigrantes españoles dejaran a sus mujeres en la Península, pero no pudo arreglar el problema con leyes. Tampoco es verdad que pasaran sólo mujeres casadas. Entre las 1.041 mujeres que emigraron legalmente entre 1509 y 1538 había 687 solteras. La Casa de la Contratación llegó a favorecer la emigración de solteras, pero Felipe II lo prohibió en 1575, después de que el virrey del Perú se quejara de la presencia de muchas mujeres disolutas en Lima, que hacían peligrar los hogares. De las muestras de emigrantes tomadas para el siglo XVI, se desprende que los españoles procedían principalmente de Andalucía (37,5%), Castilla (26,7%) y Extremadura (14,7%). Sólo el 0,8% venía del reino de Aragón (aragoneses, catalanes, valencianos y baleares) y desde luego jamás se negó el paso a los súbditos de tal reino. Durante el siglo XVII, aumentó el número de canarios (en 1675 se ordenó enviar cinco familias isleñas por cada 100 toneladas de productos que se exportaran a Indias).
Progresivamente fue creciendo la emigración del norte (vascos, asturianos, navarros y gallegos) con respecto a la del sur. En cuanto a la extracción de los emigrantes, era de los sectores más bajos de la sociedad peninsular: desposeídos de las ciudades y del medio rural, baja nobleza sin oficio ni beneficio, y bajo clero. Entre el funcionariado hubo, en cambio, bastantes nobles (virreyes ) y muchos profesionales que buscaban enriquecerse con su carrera. Verdadero problema plantea la presencia de judíos , judaizantes, gitanos, extranjeros y otros grupos que tenían prohibido emigrar, y que llegaron violando todas las leyes. Gran parte de los judíos denunciados por la inquisición habían entrado desde Brasil y Portugal, cuando este reino fue anexado por Felipe II. Los gitanos aparecieron por generación espontánea, sin que nadie diera razón de su paso. Los extranjeros fueron expulsados varias veces y finalmente se les permitió quedarse mediante composiciones o pago de derechos a la Real Hacienda . Una de estas composiciones, realizada en México en 1688-96, dio 57.271 pesos. Se consideraron méritos para obtener la residencia llevar 20 años en dicho lugar y tener mujer e hijos. Pese a lo escaso y selectivo de la emigración española, la población blanca de Hispanoamérica aumentó considerablemente gracias al crecimiento vegetativo. Los 150.000 blancos existentes a fines del siglo XVI eran ya 659.000 a mediados de la centuria siguiente. El fenómeno más interesante de este grupo fue el de su criollización progresiva, del que hablaremos más adelante .
000 1.574 1561-1600 157.000 3.140 1601-1650 194.000 3.380 1651-1700 45.000 900 Totales 481.000 2.479 Aunque la emigración ilegal duplicara a la legal, sería a todas luces insuficiente para poblar el enorme espacio hispanoamericano. Mucho más, teniendo en cuenta el decrecimiento de la población aborigen . En cuanto a la emigración femenina fue mayor de lo que usualmente se piensa. Representaría el 10% de la masculina en los primeros años y luego hasta el 23%. La Corona se esforzó en evitar que los emigrantes españoles dejaran a sus mujeres en la Península, pero no pudo arreglar el problema con leyes. Tampoco es verdad que pasaran sólo mujeres casadas. Entre las 1.041 mujeres que emigraron legalmente entre 1509 y 1538 había 687 solteras. La Casa de la Contratación llegó a favorecer la emigración de solteras, pero Felipe II lo prohibió en 1575, después de que el virrey del Perú se quejara de la presencia de muchas mujeres disolutas en Lima, que hacían peligrar los hogares. De las muestras de emigrantes tomadas para el siglo XVI, se desprende que los españoles procedían principalmente de Andalucía (37,5%), Castilla (26,7%) y Extremadura (14,7%). Sólo el 0,8% venía del reino de Aragón (aragoneses, catalanes, valencianos y baleares) y desde luego jamás se negó el paso a los súbditos de tal reino. Durante el siglo XVII, aumentó el número de canarios (en 1675 se ordenó enviar cinco familias isleñas por cada 100 toneladas de productos que se exportaran a Indias).
Progresivamente fue creciendo la emigración del norte (vascos, asturianos, navarros y gallegos) con respecto a la del sur. En cuanto a la extracción de los emigrantes, era de los sectores más bajos de la sociedad peninsular: desposeídos de las ciudades y del medio rural, baja nobleza sin oficio ni beneficio, y bajo clero. Entre el funcionariado hubo, en cambio, bastantes nobles (virreyes ) y muchos profesionales que buscaban enriquecerse con su carrera. Verdadero problema plantea la presencia de judíos , judaizantes, gitanos, extranjeros y otros grupos que tenían prohibido emigrar, y que llegaron violando todas las leyes. Gran parte de los judíos denunciados por la inquisición habían entrado desde Brasil y Portugal, cuando este reino fue anexado por Felipe II. Los gitanos aparecieron por generación espontánea, sin que nadie diera razón de su paso. Los extranjeros fueron expulsados varias veces y finalmente se les permitió quedarse mediante composiciones o pago de derechos a la Real Hacienda . Una de estas composiciones, realizada en México en 1688-96, dio 57.271 pesos. Se consideraron méritos para obtener la residencia llevar 20 años en dicho lugar y tener mujer e hijos. Pese a lo escaso y selectivo de la emigración española, la población blanca de Hispanoamérica aumentó considerablemente gracias al crecimiento vegetativo. Los 150.000 blancos existentes a fines del siglo XVI eran ya 659.000 a mediados de la centuria siguiente. El fenómeno más interesante de este grupo fue el de su criollización progresiva, del que hablaremos más adelante .