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Datos principales


Desarrollo


La Segunda República, en 1931, se propuso educar al pueblo. Con Fernando de los Ríos en el Ministerio de Instrucción Pública, en 1932, se intensificaron con tal fin las construcciones escolares. De 1909 a 1931 se habían edificado en España una media de 500 escuelas al año. En los primeros once meses del nuevo régimen -según declaraciones del propio ministro en las Cortes- se levantaron 7.000 grupos escolares, que al finalizar el año 1932 eran ya 9.600. La República no se centró en promover el acceso de la mujer a la Universidad. Para cualquier gobierno era mucho más urgente y razonable luchar contra las apabullantes cifras de analfabetismo, que dedicar sus esfuerzos al 6% de la población universitaria. En 1930 todavía eran casi la mitad las españolas que no sabían leer ni escribir: un 47,5%. Una ley de 23 de junio de 1909 había declarado obligatoria la enseñanza de niños y niñas hasta los 12 años. La medida incrementó la escolarización de éstas últimas en un 57% entre 1910 y 1930, pero la carencia endémica de escuelas para ellas quitó eficacia a la norma legal. De hecho, casi la mitad de las niñas españolas no iban al colegio cuando comenzó la Segunda República. El nuevo régimen aceleró la creación de escuelas para niñas, que eran las más necesarias. Además, el artículo 48 de la Constitución republicana impuso la obligatoriedad de la enseñanza primaria, gratuita, laica y coeducativa, lo cual no casa bien con el dato de que fueron las escuelas femeninas las que más crecieron.

Gráfico Quizá la mentalidad pudo más que la ley, porque lo cierto es que nunca llegó a promulgarse el decreto que hiciera posible la coeducación en primaria. Suele achacarse este hecho a que los sectores conservadores y católicos consideraban esta medida antinatural, inmoral y peligrosa. Pero eso no impidió que la coeducación se instalara de un plumazo en los Institutos de Enseñanza Media (donde forzosamente debería ser juzgada por esos mismos sectores como mucho más antinatural, inmoral y peligrosa). De cualquier manera, a pesar del esfuerzo cuantitativo y del aumento real de posibilidades de acceso a los diversos grados de enseñanza, las niñas y adolescentes siguieron recibiendo una educación cuyo contenido se hallaba diferenciado por sexos, en función de los roles que hombre y mujer iban a jugar en la sociedad. Sin embargo, a pesar de no ir directamente encaminadas a ello, las medidas tomadas por el régimen republicano en materia educativa hubieran acelerado notablemente la presencia femenina en la educación superior, de no haber sobrevenido la Guerra Civil. Las cosas podrían haber cambiado desde aquel momento porque -de hecho- empezaron a hacerlo a gran velocidad, lo que se reflejó en el aumento de chicas en los estudios de bachillerato, a partir de 1931. Aquí la aceleración fue notable: si en 1930-31 el porcentaje de chicas matriculadas en secundaria era de un 17,1%; en 1935-36 la cifra había crecido hasta el 46,2%. Todo hace suponer que el fruto de aquel esfuerzo se hubiera recogido en los años 40, en forma de un notable aumento de matrículas femeninas en la Universidad.

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