Compartir


Datos principales


Desarrollo


La doble jornada tiene consecuencias negativas. Económicamente influye sobre la productividad pues el doble trabajo genera un cansancio que repercute sobre el rendimiento de la persona. Si a eso se le añade que las necesidades familiares pueden obligar a ausentarse en ocasiones del trabajo, se concluye que todo ello puede influir sobre la estabilidad laboral y sobre la promoción. Pero las consecuencias más negativas se ciernen sobre su salud, por el incremento de presión y esfuerzo a los que se ve sometida. Para poder compaginar ambas tareas, con frecuencia la mujer ha recurrido a contratos de trabajo a tiempo parcial. Si por un lado este tipo de jornada puede suponer un alivio para ello, puede también colocarla en una situación de desventaja, ya que recibirá un menor salario y puede situarla en inferioridad de posibilidad de promocionarse que el hombre. Los poderes públicos se han hecho eco de esta problemática y, de alguna manera, han intentado ofrecer soluciones. Una de ellas consistía en impulsar el diseño de trabajos flexibles, tanto en la duración de las jornadas como en el modo de desarrollarlas, incluyendo el trabajo telemático desde el hogar. Los efectos positivos de estas medidas se han visto paliados por haberse aplicado, al menos en los primeros momentos, sólo a la mujer. Posteriormente se han ido abriendo paso leyes que permiten y favorecen que sea el varón quien aplique medidas de conciliación familiar. Gráfico El problema de ambas modalidades radica en que, tanto los trabajos parciales como los que incluyen el concepto de flexibilidad laboral, pueden condicionar la promoción laboral, de la mujer, al situarla en condiciones inferiores al varón.

Para exponer cuál son, a este respecto, los sentimientos de las mujeres, se ha ido relevando importante el conocer el grado de satisfacción personal. Se han realizado estudios para conocer si el tiempo dedicado al trabajo satisface a las personas que lo realizan, es decir, si se sienten contentas con las horas que desean dedicar al trabajo. La superposición de dos instrumentos de medición -una encuesta realiza por el INE en 1990 y el informe del Panel de Hogares de la Unión Europea (PHOGUE)- han hecho posible dibujar un mapa de satisfacción del tiempo de trabajo de las mujeres. El resultado general muestra que el 59% de las mujeres parecen satisfechas con el que tienen, el 17% desearía trabajar más y el 12% quisiera trabajar menos horas. En relación al trabajo parcial, la mujer se encuentra menos satisfecha con él pues un 60% preferiría encontrar un trabajo con más horas de dedicación. El fenómeno de la doble jornada laboral ha ido transformándose a medida que se ha ido introduciendo ayuda externa en los hogares, casi siempre con mano de obra femenina, al mayor uso de electrodomésticos y a la paulatina incorporación del varón en las cargas familiares. En la década de los 90 comienza a notarse un reparto de las tareas del hogar.

Obras relacionadas


Contenidos relacionados