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Vida cotidiana Fin-d

Desarrollo


El nacimiento de un niño supone su primera entrada en la sociedad, y es al padre a quien corresponde oficializar y registrar el acontecimiento en el Ayuntamiento de la localidad. Por lo general, quienes tienen la posibilidad dejan el cuidado de los bebes a las nodrizas, siendo una práctica bastante habitual entre las familias burguesas. El cuidado del bebe, auténtico tesoro de la reproducción individual, familiar y social, requiere, como novedad aportada en el siglo XIX, de agentes especializados cuya formación corre a cargo de instituciones profesionalizadas. Nace, con este objetivo, la puericultura. Sin embargo, a pesar de las nodrizas, la madre ha de alimentar al niño con su pecho en los primeros meses de su vida, lo que es símbolo de amor a la vez que culto a la naturaleza. El niño, además, se convierte en objeto de mimos y caricias, y sus cuidados se acompañan de la máxima precaución. Todo lo que rodea a los primeros años de vida del niño atañe en exclusiva a la mujer. En consecuencia, los primeros años resultan ser asexuados, en los que no es demasiado importante la definición sexual del individuo. Cabellos largos y parecida ropa visten a los bebés por igual. Cuando aprenden a andar, las faldas de su madre o la niñera, espacio femenino, son su ámbito de desenvolvimiento. Los juguetes alcanzan ahora, en una sociedad en general más pudiente y en la que las familias están deseosas de lucir su estatus mediante el consumo, un lugar destacado en el universo infantil.

La sociedad de masas destina a la producción y compra de juguetes un lugar destacado de los presupuestos familiares, especialmente en los medios urbanos. Las muñecas son uno de los juguetes preferidos, siendo relativamente asexuadas a principios de siglo. La primera educación es tarea de la madre, sobre todo la enseñanza de los rudimentos necesarios para aprender leer y escribir. Mimos, caricias y gestos tiernos son contemplados en el seno de la familia burguesa como una herramienta al servicio del niño, que necesita sentirse querido en su proceso formativo y de crecimiento. Además, el uso del tuteo se hace habitual, quizás dando rienda suelta a las emociones y queriendo manifestar un mayor cercanía. En el mismo sentido, los castigos corporales son cada vez menos frecuentes, especialmente en el hogar.

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