El pretendido matriarcado de los pueblos del Norte
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Datos principales
Rango
Periodo prerromano
Desarrollo
La idea de la existencia de un régimen de tipo matriarcal entre los cántabros y, por extensión, entre todos los pueblos del Norte en época prerromana se fundamenta, por una parte, en el conocido texto de Estrabón (3, 4, 18): "Por ejemplo entre los cántabros los hombres dan la dote a las mujeres, las hijas son las que heredan y buscan mujer para sus hermanos; esto parece ser una especie de ginecocracia (dominio de las mujeres), régimen que no es ciertamente civilizado"; y, por otra, en la asunción de la teoría evolucionista del siglo XIX, que sostenía la anterioridad de las sociedades de tipo matriarcal con respecto a las patriarcales. En la actualidad, debido a la justa valoración de la información que proporciona el geógrafo griego, a la comparación con lo que sucede en otras sociedades antiguas del Mediterráneo occidental, al abandono de las tesis evolucionistas del siglo XIX, que defendían la existencia de una fase general de las sociedades humanas que había precedido a la sociedad patriarcal (Bachofen, Morgan , Engels ), y a una más adecuada interpretación de los datos que proporcionan las inscripciones cántabras, la tesis "matriarcal" tiene cada vez menos argumentos a la hora de intentar establecer las características de la organización social de los cántabros en época antigua. Por los datos que nos ofrece Estrabón, lo único que se puede intentar reconstruir es el sistema matrimonial de este pueblo. J.C. Bermejo, tras analizar el valor concreto de los términos utilizados por Estrabón en el pasaje mencionado, teniendo en cuenta su preciso contexto histórico-cultural, señala, refiriéndose a todos los pueblos del Norte (generalización que, en nuestra opinión es excesiva, ya que el texto de Estrabón sólo alude a los cántabros), que se dio una tendencia estructural al matrimonio entre primos cruzados.
Este sistema matrimonial sería, además, de tipo "matrilineal" y posiblemente "uxorilocal" para el hombre y "matrilocal" para la mujer, pero no necesariamente matriarcal. La descripción que Estrabón hace del tipo de matrimonio entre los cántabros no es suficiente para demostrar la existencia de una "ginecocracia" o "matriarcado", puesto que, si bien las mujeres tuvieron un papel importante en los intercambios matrimoniales (las hermanas dan esposa a sus hermanos), no se debe olvidar que los hombres "dotan a las mujeres", lo cual indica que el hombre posee un importante papel económico en la sociedad cántabra. A esto hay que añadir que tanto el poder militar como el político están en manos de los hombres. Todo ello impide seguir manteniendo, a partir del texto de Estrabón, la existencia de un matriarcado, régimen en el que el papel económico, político, jurídico y religioso de la mujer sería preeminente, considerando el sentido etimológico del término. La historicidad del matriarcado, tal y como pretendía Bachofen, es indemostrable actualmente. Como dice E. Cantarella, ni en la sociedad minoica, ni en la ligur, ni en la etrusca hay pruebas históricas de su existencia. En la Historia Antigua del Mediterráneo occidental no hay ninguna posibilidad de probar la existencia de una sociedad matriarcal en el sentido etimológico del término. La mujer puede ocupar una posición significativa, elevada en la sociedad (por ejemplo, por el desempeño de funciones sacerdotales o por su papel en la economía en las épocas más primitivas), pero esta posición no se encuentra ligada al poder político.
Incluso la costumbre de la covada (la mujer abandona el lecho una vez parida y lo ocupa el hombre, al que ésta cuida), interpretada por Bachofen como un acto de imposición de la paternidad expropiando de la maternidad a la mujer, no tiene por qué significar la existencia de un momento de poder femenino. Puede interpretarse de forma mucho más sencilla, como una prescripción ritual y mágica de las sociedades "primitivas". Sería la expresión del deseo de participar en un suceso que tiene importancia fundamental para la colectividad sin que ello implique una detentación del poder por parte de las mujeres. Los trabajos más recientes de la antropología han demostrado también que no se da un orden necesario de sucesión de los sistemas matrilineales de parentesco a los patrilineales, y que la realidad social y la evolución de la humanidad es mucho más compleja y variada de lo que visiones apriorísticas y esquemas evolucionistas unilineales pretendían ver. Hoy día nadie se atreve a deducir la existencia de un régimen matriarcal en las épocas más antiguas de la historia de las sociedades mediterráneas occidentales por el hecho de que en ellas la mujer parezca tener un papel relevante en la vida del grupo o porque la filiación sea de tipo matrilineal. Por su parte, la epigrafia aparecida hasta el presente en territorio cántabro tampoco ayuda demasiado a la defensa de la tesis matriarcal. A. Barbero y M. Vigil, basándose en el análisis de los sistemas de filiación documentados en inscripciones cántabras, sostenían que, si se comparaban las noticias de Estrabón con los datos proporcionados por las inscripciones, se podía pensar que se estaba llevando a cabo entre los cántabros el paso de una sociedad matriarcal a una patriarcal.
Estos autores parten de la validez de las tesis evolucionistas y argumentan que la figura del tío materno o avunculus, que aparece en varias inscripciones pertenecientes al grupo de los cántabros vadinienses, representaría un tipo de filiación matrilineal indirecta. Una forma transicional que establece la sucesión de varón a varón, pero en línea femenina. Esta forma de filiación matrilineal indirecta les da pie para pensar que antes de la conquista romana la sociedad cántabra era una sociedad matriarcal y que, poco a poco, se fue transformando por cambios internos y por la propia acción romana en una sociedad patriarcal. A este planteamiento se puede objetar lo siguiente: 1. Desde el campo de la antropología hay autores que han demostrado que no se da necesariamente este esquema de evolución y que la figura del avunculus o tío materno no tiene por qué ser considerada como una supervivencia de un régimen matriarcal. Esta figura tiene importancia tanto en sociedades de tipo matrilineal como patrilineal. Basta ver los índices del Corpus Inscriptionum Latinarum (donde se recogen las inscripciones latinas de toda la extensión del Imperio) para comprobar cómo son numerosas las inscripciones dedicadas o realizadas por el tío materno en contextos muy diversos, sin que ello quiera decir, ni lleve a pensar, que se está ante una sociedad matrilineal. b. El estudio de las inscripciones vadinienses muestra que, en todos los casos, la filiación es de tipo patrilineal, siempre por medio del nombre del padre (como la romana), nunca de la madre.
Por otro lado, la existencia de un tipo de filiación matrilineal directa documentada en una inscripción procedente de Monte Cildá no parece muy relevante, si consideramos globalmente el conjunto de las inscripciones cántabras. En las distintas zonas del Imperio romano se encuentran inscripciones con este tipo de filiación, sin que ello sirva para demostrar la existencia de un régimen matriarcal. El hecho de que la filiación se exprese por medio del nombre de la madre no es suficiente por sí solo para poder afirmar rotundamente que estamos ante una sociedad de tipo matriarcal. Como ya hemos señalado con anterioridad, la realidad social es mucho más compleja de lo que a simple vista pueda parecer. Por todo lo dicho, consideramos que no hay razones suficientes para seguir manteniendo el término matriarcado a la hora de referirnos a la sociedad cántabra en época antigua. Ni los datos de los autores antiguos, ni los de la epígrafia dan pie para ello. Se puede hablar de la presencia de algunos rasgos matrilineales, tal como parece deducirse del tipo de sistema matrimonial y de filiación en una zona muy concreta. Pero de ello no podemos inferir la existencia de un matriarcado, de una sociedad en la que la mujer tenga en sus manos el poder político, económico y religioso. Afirmar que no existen pruebas históricas de la existencia del matriarcado entre los cántabros, significa simplemente, lo mismo que señala Cantarella refiriéndose a la sociedad griega y romana, que la sociedad cántabra desde el momento en que es posible su reconstrucción histórica es patriarcal.
Este sistema matrimonial sería, además, de tipo "matrilineal" y posiblemente "uxorilocal" para el hombre y "matrilocal" para la mujer, pero no necesariamente matriarcal. La descripción que Estrabón hace del tipo de matrimonio entre los cántabros no es suficiente para demostrar la existencia de una "ginecocracia" o "matriarcado", puesto que, si bien las mujeres tuvieron un papel importante en los intercambios matrimoniales (las hermanas dan esposa a sus hermanos), no se debe olvidar que los hombres "dotan a las mujeres", lo cual indica que el hombre posee un importante papel económico en la sociedad cántabra. A esto hay que añadir que tanto el poder militar como el político están en manos de los hombres. Todo ello impide seguir manteniendo, a partir del texto de Estrabón, la existencia de un matriarcado, régimen en el que el papel económico, político, jurídico y religioso de la mujer sería preeminente, considerando el sentido etimológico del término. La historicidad del matriarcado, tal y como pretendía Bachofen, es indemostrable actualmente. Como dice E. Cantarella, ni en la sociedad minoica, ni en la ligur, ni en la etrusca hay pruebas históricas de su existencia. En la Historia Antigua del Mediterráneo occidental no hay ninguna posibilidad de probar la existencia de una sociedad matriarcal en el sentido etimológico del término. La mujer puede ocupar una posición significativa, elevada en la sociedad (por ejemplo, por el desempeño de funciones sacerdotales o por su papel en la economía en las épocas más primitivas), pero esta posición no se encuentra ligada al poder político.
Incluso la costumbre de la covada (la mujer abandona el lecho una vez parida y lo ocupa el hombre, al que ésta cuida), interpretada por Bachofen como un acto de imposición de la paternidad expropiando de la maternidad a la mujer, no tiene por qué significar la existencia de un momento de poder femenino. Puede interpretarse de forma mucho más sencilla, como una prescripción ritual y mágica de las sociedades "primitivas". Sería la expresión del deseo de participar en un suceso que tiene importancia fundamental para la colectividad sin que ello implique una detentación del poder por parte de las mujeres. Los trabajos más recientes de la antropología han demostrado también que no se da un orden necesario de sucesión de los sistemas matrilineales de parentesco a los patrilineales, y que la realidad social y la evolución de la humanidad es mucho más compleja y variada de lo que visiones apriorísticas y esquemas evolucionistas unilineales pretendían ver. Hoy día nadie se atreve a deducir la existencia de un régimen matriarcal en las épocas más antiguas de la historia de las sociedades mediterráneas occidentales por el hecho de que en ellas la mujer parezca tener un papel relevante en la vida del grupo o porque la filiación sea de tipo matrilineal. Por su parte, la epigrafia aparecida hasta el presente en territorio cántabro tampoco ayuda demasiado a la defensa de la tesis matriarcal. A. Barbero y M. Vigil, basándose en el análisis de los sistemas de filiación documentados en inscripciones cántabras, sostenían que, si se comparaban las noticias de Estrabón con los datos proporcionados por las inscripciones, se podía pensar que se estaba llevando a cabo entre los cántabros el paso de una sociedad matriarcal a una patriarcal.
Estos autores parten de la validez de las tesis evolucionistas y argumentan que la figura del tío materno o avunculus, que aparece en varias inscripciones pertenecientes al grupo de los cántabros vadinienses, representaría un tipo de filiación matrilineal indirecta. Una forma transicional que establece la sucesión de varón a varón, pero en línea femenina. Esta forma de filiación matrilineal indirecta les da pie para pensar que antes de la conquista romana la sociedad cántabra era una sociedad matriarcal y que, poco a poco, se fue transformando por cambios internos y por la propia acción romana en una sociedad patriarcal. A este planteamiento se puede objetar lo siguiente: 1. Desde el campo de la antropología hay autores que han demostrado que no se da necesariamente este esquema de evolución y que la figura del avunculus o tío materno no tiene por qué ser considerada como una supervivencia de un régimen matriarcal. Esta figura tiene importancia tanto en sociedades de tipo matrilineal como patrilineal. Basta ver los índices del Corpus Inscriptionum Latinarum (donde se recogen las inscripciones latinas de toda la extensión del Imperio) para comprobar cómo son numerosas las inscripciones dedicadas o realizadas por el tío materno en contextos muy diversos, sin que ello quiera decir, ni lleve a pensar, que se está ante una sociedad matrilineal. b. El estudio de las inscripciones vadinienses muestra que, en todos los casos, la filiación es de tipo patrilineal, siempre por medio del nombre del padre (como la romana), nunca de la madre.
Por otro lado, la existencia de un tipo de filiación matrilineal directa documentada en una inscripción procedente de Monte Cildá no parece muy relevante, si consideramos globalmente el conjunto de las inscripciones cántabras. En las distintas zonas del Imperio romano se encuentran inscripciones con este tipo de filiación, sin que ello sirva para demostrar la existencia de un régimen matriarcal. El hecho de que la filiación se exprese por medio del nombre de la madre no es suficiente por sí solo para poder afirmar rotundamente que estamos ante una sociedad de tipo matriarcal. Como ya hemos señalado con anterioridad, la realidad social es mucho más compleja de lo que a simple vista pueda parecer. Por todo lo dicho, consideramos que no hay razones suficientes para seguir manteniendo el término matriarcado a la hora de referirnos a la sociedad cántabra en época antigua. Ni los datos de los autores antiguos, ni los de la epígrafia dan pie para ello. Se puede hablar de la presencia de algunos rasgos matrilineales, tal como parece deducirse del tipo de sistema matrimonial y de filiación en una zona muy concreta. Pero de ello no podemos inferir la existencia de un matriarcado, de una sociedad en la que la mujer tenga en sus manos el poder político, económico y religioso. Afirmar que no existen pruebas históricas de la existencia del matriarcado entre los cántabros, significa simplemente, lo mismo que señala Cantarella refiriéndose a la sociedad griega y romana, que la sociedad cántabra desde el momento en que es posible su reconstrucción histórica es patriarcal.