El mítico Río de la Plata
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Datos principales
Rango
Conquista Iberoam
Desarrollo
La costa próxima a la desembocadura del Río de la Plata, descubierta por Solís y quizá anteriormente por Amerigo Vespucci , recobró un interés inusitado a raíz del viaje de Magallanes , como ruta hacia el Estrecho. Por ella desfiló la flota de Loaysa y, tras ella, vino Sebastián Gaboto rumbo a la Especiería en 1526. Gaboto encontró en Pernambuco un tripulante de la expedición de Solís que le informó de la riqueza existente en el Río de la Plata. Luego halló en la isla de Santa Catalina un desertor de Loaysa que le confirmó el mito: había un poderoso señor blanco, que vivía en una sierra de Plata hacia el interior. Se trataba de un reflejo del país inca . Gaboto abandonó el objetivo de la Especiería y se dedicó a explorar el Río de la Plata. Desembarcó en su margen oriental y en un puerto que llamó San Lázaro (1527). Tras una descubierta poco afortunada por el río Uruguay siguió al Paraná, que remontó hasta la confluencia del Carcañá. Allí fundó Sancti Spiritus (9 de junio de 1527), construyó un bergantín y salió con 130 hombres hacia la Sierra de la Plata. Remontó el río Paraguay hasta el Bermejo y desde aquí regresó hacia Sancti Spiritus, ya que le llegaron noticias de que otros españoles estaban descubriendo en el Plata. Los encontró de camino y se trataba de la expedición de Diego García de Moguer . Antiguo compañero de Solís había capitulado un viaje de rescate a la parte meridional del Atlántico.
Penetró en el Plata y encontró a Gaboto a mediados de 1528. Tras discutir ambos sobre sus derechos, acordaron unir sus fuerzas. Mandaron construir siete bergantines para navegar por el río y enviaron varias exploraciones al interior. Una de éstas, mandada por Francisco César, volvió contando unas historias fantásticas sobre la riqueza de un país en el que había hasta ovejas (lamas). El relato daría origen a la leyenda de los Césares. Gaboto y García del Puerto salieron finalmente en los bergantines y descubrieron hasta el río Pilcomayo, hallando muchas dificultades. Vueltos a Sancti Spiritus, encontraron asolado el pueblo por un ataque indígena. En 1529, García del Puerto volvió a España y al año siguiente lo hizo Gaboto. La renuncia del Emperador a las Molucas motivó un olvido temporal del territorio platense hasta la conquista del Perú, que hizo renacer los viejos mitos. En 1533 se hicieron las tres gobernaciones del cono sur, anteriormente citadas. La comprendida entre los paralelos 25 y 36, llamada Nueva Andalucía, correspondió a don Pedro de Mendoza. Este embarcó 1.050 hombres en 11 navíos y llegó al Río de la Plata a principios de 1536. Buscó un buen fondeadero. Junto a él, en lo que hoy es Riachuelo, fundó Nuestra Señora de Santa María del Buen Aire el 2 o 3 de febrero del mismo año. Desde allí, salió el Teniente de Gobernador Juan de Ayolas para remontar el Paraná. En un lugar apropiado, cerca de la laguna Coronda, estableció el poblado de Corpus Christi.
Dejó una guarnición y regresó a Buenos Aires, donde la situación era desesperada, pues se hacía frente a un cerco de los indios querandíes. Mendoza, que estaba mortalmente enfermo de sífilis, dispuso el traslado a Corpus Christi, dejando una pequeña guarnición en Buenos Aires. Remontó el Paraná, erigiendo otra fortaleza cerca de Corpus Christi, llamada Buena Esperanza, y mandó otra avanzadilla con Ayolas para descubrir arriba del río Paraguay. Después de esto, volvió a Buenos Aires y embarcó rumbo a España, donde deseaba morir (falleció en la travesía el año 1537). Antes de partir, dispuso que Juan Salazar de Espinosa siguiera a Ayolas con una armadilla y que Ruiz Galán quedase como jefe de la guarnición de Buenos Aires. La expedición de Ayolas subió por el Paraguay hasta un puerto que llamó de la Candelaria. Allí dejó los bergantines y una pequeña fuerza bajo el mando del lugarteniente Martínez de Irala y se adentró en el Chaco con 130 hombres. Llegó hasta los contrafuertes andinos, tierras de los indios Charcas, donde hizo un copioso botín con el que regresó a Candelaria. No había rastro de Irala, que había abandonado el lugar. Los indios Payaguaes invitaron a Ayolas a una comida y le dieron muerte, junto con sus compañeros. Era abril de 1538. Martínez de Irala había permanecido en la Candelaria hasta que llegó a dicha población Juan Salazar de Espinosa. Reunidos, buscaron a Ayolas. Finalmente, Salazar bajó el río Paraguay y fundó en sus márgenes el fuerte de la Asunción (15 de agosto de 1537), base de la futura capital paraguaya.
Prosiguió después a Buenos Aires, donde explicó a Ruiz Galán que el Teniente de Gobernador Ayolas había desaparecido. Surgieron disputas sobre a quién le correspondía el mando y el asunto se dilucidó en una reunión celebrada en Asunción, en la que participaron Martínez de Irala, Salazar de Espinosa y Ruiz Galán. El primero de ellos había acudido allí a carenar sus naves y quedó como Gobernador interino, en ausencia de Ayolas. Martínez de Irala siguió buscando a su antiguo jefe hasta que le confirmaron su muerte. Ordenó entonces despoblar Buenos Aires y concentrar las tropas en Asunción, lugar más cercano a la Sierra de la Plata. Cuando se estaba realizando dicha operación (1541) arribó a Buenos Aires el segundo Adelantado del territorio: Alvar Núñez Cabeza de Vaca . El nuevo Gobernador aprobó lo hecho por Irala, y Asunción pasó a convertirse en la verdadera capital del Río de la Plata. Poco después, se estableció la comunicación con el Alto Perú. Una expedición, mandada por el capitán Diego de Rojas , fue enviada desde Cuzco por el visitador Vaca de Castro con tal propósito. Rojas partió de la antigua capital inca en 1543. Siguiendo una de las calzadas del Incario llegó a Charcas (Bolivia). De aquí bajó a la puna de Jujuy y luego a Tucumán. Una flecha envenenada acabó con su vida en Salavina. El mando pasó a Francisco de Mendoza, que condujo la hueste hasta Sancti Spiritus.
Desde aquí regresó luego a Cuzco. Cabeza de Vaca emprendió una campaña, para conquistar el occidente paraguayo, que no pudo concluir. El 25 de abril de 1544 surgió en Asunción la rebelión de los vecinos contra su gobierno. El Adelantado fue depuesto y enviado a España, donde tuvo que hacer frente a un largo pleito. Martínez de Irala volvió a ostentar el mando y preparó entonces la expedición a Charcas. Salió del Paraguay en enero de 1548. Atravesó el Chaco y alcanzó su objetivo. Una vez allí, Irala envió informes a Lagasca con Ñuño de Chaves. Durante la espera, estalló un nuevo motín que depuso a Irala, regresando todos a Asunción (1548). Irala fue luego repuesto y nombrado Gobernador en 1555.
Penetró en el Plata y encontró a Gaboto a mediados de 1528. Tras discutir ambos sobre sus derechos, acordaron unir sus fuerzas. Mandaron construir siete bergantines para navegar por el río y enviaron varias exploraciones al interior. Una de éstas, mandada por Francisco César, volvió contando unas historias fantásticas sobre la riqueza de un país en el que había hasta ovejas (lamas). El relato daría origen a la leyenda de los Césares. Gaboto y García del Puerto salieron finalmente en los bergantines y descubrieron hasta el río Pilcomayo, hallando muchas dificultades. Vueltos a Sancti Spiritus, encontraron asolado el pueblo por un ataque indígena. En 1529, García del Puerto volvió a España y al año siguiente lo hizo Gaboto. La renuncia del Emperador a las Molucas motivó un olvido temporal del territorio platense hasta la conquista del Perú, que hizo renacer los viejos mitos. En 1533 se hicieron las tres gobernaciones del cono sur, anteriormente citadas. La comprendida entre los paralelos 25 y 36, llamada Nueva Andalucía, correspondió a don Pedro de Mendoza. Este embarcó 1.050 hombres en 11 navíos y llegó al Río de la Plata a principios de 1536. Buscó un buen fondeadero. Junto a él, en lo que hoy es Riachuelo, fundó Nuestra Señora de Santa María del Buen Aire el 2 o 3 de febrero del mismo año. Desde allí, salió el Teniente de Gobernador Juan de Ayolas para remontar el Paraná. En un lugar apropiado, cerca de la laguna Coronda, estableció el poblado de Corpus Christi.
Dejó una guarnición y regresó a Buenos Aires, donde la situación era desesperada, pues se hacía frente a un cerco de los indios querandíes. Mendoza, que estaba mortalmente enfermo de sífilis, dispuso el traslado a Corpus Christi, dejando una pequeña guarnición en Buenos Aires. Remontó el Paraná, erigiendo otra fortaleza cerca de Corpus Christi, llamada Buena Esperanza, y mandó otra avanzadilla con Ayolas para descubrir arriba del río Paraguay. Después de esto, volvió a Buenos Aires y embarcó rumbo a España, donde deseaba morir (falleció en la travesía el año 1537). Antes de partir, dispuso que Juan Salazar de Espinosa siguiera a Ayolas con una armadilla y que Ruiz Galán quedase como jefe de la guarnición de Buenos Aires. La expedición de Ayolas subió por el Paraguay hasta un puerto que llamó de la Candelaria. Allí dejó los bergantines y una pequeña fuerza bajo el mando del lugarteniente Martínez de Irala y se adentró en el Chaco con 130 hombres. Llegó hasta los contrafuertes andinos, tierras de los indios Charcas, donde hizo un copioso botín con el que regresó a Candelaria. No había rastro de Irala, que había abandonado el lugar. Los indios Payaguaes invitaron a Ayolas a una comida y le dieron muerte, junto con sus compañeros. Era abril de 1538. Martínez de Irala había permanecido en la Candelaria hasta que llegó a dicha población Juan Salazar de Espinosa. Reunidos, buscaron a Ayolas. Finalmente, Salazar bajó el río Paraguay y fundó en sus márgenes el fuerte de la Asunción (15 de agosto de 1537), base de la futura capital paraguaya.
Prosiguió después a Buenos Aires, donde explicó a Ruiz Galán que el Teniente de Gobernador Ayolas había desaparecido. Surgieron disputas sobre a quién le correspondía el mando y el asunto se dilucidó en una reunión celebrada en Asunción, en la que participaron Martínez de Irala, Salazar de Espinosa y Ruiz Galán. El primero de ellos había acudido allí a carenar sus naves y quedó como Gobernador interino, en ausencia de Ayolas. Martínez de Irala siguió buscando a su antiguo jefe hasta que le confirmaron su muerte. Ordenó entonces despoblar Buenos Aires y concentrar las tropas en Asunción, lugar más cercano a la Sierra de la Plata. Cuando se estaba realizando dicha operación (1541) arribó a Buenos Aires el segundo Adelantado del territorio: Alvar Núñez Cabeza de Vaca . El nuevo Gobernador aprobó lo hecho por Irala, y Asunción pasó a convertirse en la verdadera capital del Río de la Plata. Poco después, se estableció la comunicación con el Alto Perú. Una expedición, mandada por el capitán Diego de Rojas , fue enviada desde Cuzco por el visitador Vaca de Castro con tal propósito. Rojas partió de la antigua capital inca en 1543. Siguiendo una de las calzadas del Incario llegó a Charcas (Bolivia). De aquí bajó a la puna de Jujuy y luego a Tucumán. Una flecha envenenada acabó con su vida en Salavina. El mando pasó a Francisco de Mendoza, que condujo la hueste hasta Sancti Spiritus.
Desde aquí regresó luego a Cuzco. Cabeza de Vaca emprendió una campaña, para conquistar el occidente paraguayo, que no pudo concluir. El 25 de abril de 1544 surgió en Asunción la rebelión de los vecinos contra su gobierno. El Adelantado fue depuesto y enviado a España, donde tuvo que hacer frente a un largo pleito. Martínez de Irala volvió a ostentar el mando y preparó entonces la expedición a Charcas. Salió del Paraguay en enero de 1548. Atravesó el Chaco y alcanzó su objetivo. Una vez allí, Irala envió informes a Lagasca con Ñuño de Chaves. Durante la espera, estalló un nuevo motín que depuso a Irala, regresando todos a Asunción (1548). Irala fue luego repuesto y nombrado Gobernador en 1555.