Compartir
Datos principales
Rango
arte arcaico
Desarrollo
Quien por primera vez llega al Museo de Delfos pendiente del encuentro con el célebre Auriga y previamente accede a la Sala del Tesoro de los Siphnios, queda deslumbrado por los destellos de candor, genialidad y boato narrativo emitidos por aquellas placas de mármol pario, sin duda las más representativas del relieve arcaico y uno de los conjuntos más fascinantes entre los muchos que ofrece la decoración escultórica. Atraído por el tropel de personajes representados en las más diversas actitudes -unos discuten, otros gesticulan, los más se enzarzan en feroz combate-, el visitante se interesa por lo que allí está pasando, que son episodios mitológicos, entre los que destaca la corte olímpica reunida en asamblea para decidir sobre la Guerra de Troya; la batalla de los Dioses contra los Gigantes; el Juicio de Paris y el rapto de las hijas de Leucipo por los Dioscuros, temas respectivamente de los lados este, norte, oeste y sur del friso. Los relieves de los lados este y norte son los mejor conservados y los que permiten hacer más exactas observaciones iconográficas y estilísticas. La asamblea de dioses representada en el lado este es presidida por Zeus sentado en un lujoso trono en medio de los dos bandos que han formado los demás dioses; a la izquierda del espectador están los protectores de los troyanos y a la derecha los de los aqueos. Entre los primeros vemos a Ares, dios de la guerra, que sostiene el escudo y empuña un arma, perdida, con la mano derecha; ante él Afrodita o Leto y Artemis llaman la atención de Apolo, que se vuelve vehemente hacia su hermana.
Entre los segundos tenemos a Atenea en conversación con Hera y, posiblemente, con Deméter, tan alteradas y gesticulantes como los del bando contrario. A los pies de Zeus se postra Tetis para suplicar por su hijo Aquiles , de la que sólo se conservan los dedos de la mano que tocan la rodilla del dios. La escena es fastuosa, como indican los atuendos y el mobiliario, pero no oculta las pasiones, intrigas y sentimientos encontrados de los protagonistas, que discuten locuaces y acalorados. Efectos aún más dinámicos e inquietantes, crueles a veces, se logran en la Gigantomaquia del lado norte, en la que los dioses avanzan en el sentido normal de la marcha, de izquierda a derecha, y los Gigantes al contrario, convencionalismo que da a entender que aquéllos son los vencedores. Las mismas dotes de penetración psicológica constatadas en el lado este se repiten en el norte, unidas a una gran calidad plástica. Artemis y Apolo disparan flechas y como flechas avanzan ellos raudos e implacables contra toda una formación de gigantes, representados como hoplitas. Hera y Atenea se nos muestran en perfecta antítesis: Hera, consorte oficial de Zeus y señora del Olimpo, acude al combate revestida de sus mejores galas; y naturalmente se ve en apuros para deshacerse de un gigante que yace a sus pies. En cambio, Atenea, toda sagacidad y precisión, armada de pies a cabeza, está en su elemento; ha dejado fuera de combate a un gigante y se dispone a despachar a otro.
El análisis de los lados oeste y sur no puede ser minucioso por su estado fragmentario, pero merece ser mencionado un detalle del Juicio de Paris representado en el lado oeste, que nos muestra a Afrodita en el momento de bajar de su carro. Con gracia y agilidad envidiables la diosa salta a tierra y, deliciosamente frívola, se lleva la mano al cuello para ponerse un collar. En los trabajos del friso tomaron parte dos maestros distintos con sus respectivos equipos de ayudantes y colaboradores; uno es responsable de los lados este y norte y otro de los lados oeste y sur. El maestro de los lados este y norte es un escultor joven e innovador, gran conocedor del mármol de Paros, formado en talleres de las islas o de Asia Menor e influido por las maneras áticas, mientras el maestro de los lados oeste y sur demuestra apego por las fórmulas tradicionales impuestas en los talleres jonios. Ecos del estilo acuñado en el friso del Tesoro de los Siphnios llegan a la Magna Grecia y se observan en las metopas del templo de Hera en Foce del Sele, obra de los años 510-500.
Entre los segundos tenemos a Atenea en conversación con Hera y, posiblemente, con Deméter, tan alteradas y gesticulantes como los del bando contrario. A los pies de Zeus se postra Tetis para suplicar por su hijo Aquiles , de la que sólo se conservan los dedos de la mano que tocan la rodilla del dios. La escena es fastuosa, como indican los atuendos y el mobiliario, pero no oculta las pasiones, intrigas y sentimientos encontrados de los protagonistas, que discuten locuaces y acalorados. Efectos aún más dinámicos e inquietantes, crueles a veces, se logran en la Gigantomaquia del lado norte, en la que los dioses avanzan en el sentido normal de la marcha, de izquierda a derecha, y los Gigantes al contrario, convencionalismo que da a entender que aquéllos son los vencedores. Las mismas dotes de penetración psicológica constatadas en el lado este se repiten en el norte, unidas a una gran calidad plástica. Artemis y Apolo disparan flechas y como flechas avanzan ellos raudos e implacables contra toda una formación de gigantes, representados como hoplitas. Hera y Atenea se nos muestran en perfecta antítesis: Hera, consorte oficial de Zeus y señora del Olimpo, acude al combate revestida de sus mejores galas; y naturalmente se ve en apuros para deshacerse de un gigante que yace a sus pies. En cambio, Atenea, toda sagacidad y precisión, armada de pies a cabeza, está en su elemento; ha dejado fuera de combate a un gigante y se dispone a despachar a otro.
El análisis de los lados oeste y sur no puede ser minucioso por su estado fragmentario, pero merece ser mencionado un detalle del Juicio de Paris representado en el lado oeste, que nos muestra a Afrodita en el momento de bajar de su carro. Con gracia y agilidad envidiables la diosa salta a tierra y, deliciosamente frívola, se lleva la mano al cuello para ponerse un collar. En los trabajos del friso tomaron parte dos maestros distintos con sus respectivos equipos de ayudantes y colaboradores; uno es responsable de los lados este y norte y otro de los lados oeste y sur. El maestro de los lados este y norte es un escultor joven e innovador, gran conocedor del mármol de Paros, formado en talleres de las islas o de Asia Menor e influido por las maneras áticas, mientras el maestro de los lados oeste y sur demuestra apego por las fórmulas tradicionales impuestas en los talleres jonios. Ecos del estilo acuñado en el friso del Tesoro de los Siphnios llegan a la Magna Grecia y se observan en las metopas del templo de Hera en Foce del Sele, obra de los años 510-500.