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Datos principales
Desarrollo
El árbol metl Hay árboles en las sierras de México muy olorosos, y que los nuestros pensaron en seguida, en viéndolos, tener especias; empero la corteza es bastardísima, y el grano flojo. Había cañafístulas, mas ruines y no estimadas; los españoles las crían muy buenas. Hay árboles que tienen hojas coloradas y verdes, que parecen bien; otros que llaman de los vasos, por la fruta; y otros cuyas espinas sirven de alfileres. El elo es árbol grande, y tiene las hojas como el nogal, mas como el brazo de largo; no echa fruta, sino una flor blanca, verde y clara; tiene pena de muerte quien la lleva si no es señor o si no tiene licencia; la misma pena tiene el que lleva la iolo, rosa de gran árbol, de forma de corazón, color blanquecino y olor de camuesa. Es buena con cacauatl para las calenturas, aunque sean de frío; conforta el corazón, según su nombre y forma. Quien come la iolo que tiene las vetas moradas, enloquece. De estos árboles y otros así eran los huertos de Moctezuma, que tenía para su recreo. La vacalxuchitl es una rosa de muchos colores, que adoba el agua, y la encarnada se calienta por las tardes; propiedad rarísima. El ocozotles es árbol grande y hermoso, con las hojas como yedra; cuyo licor, que llaman liquidámbar, cura heridas, y mezclado con polvos de su misma corteza, es agradable perfume y olor suave. El xilo es otro árbol, del que sacaban los indios el licor que los nuestros llaman bálsamo. Pero, ¿qué voy contando, pues son cosas naturales que piden más tiempo? Solamente quiero poner el metl, por ser provechosísimo.
El metl es un árbol que unos llaman maguey y otros cardón; crece más de dos estados de altura, y en grueso cuanto un muslo de hombre. Es más ancho de abajo que de arriba, como el ciprés. Tiene unas cuarenta hojas, cuya forma parece de teja, pues son anchas y acanaladas, gruesas al nacimiento, y terminan en punta. Tienen una especie de espinazo, grueso en la curva, y van adelgazando la halda. Hay tantos árboles de éstos, que son allí como aquí las vides. Lo plantan, y echa espiga, flor y simiente. Hacen lumbre, y muy buena ceniza para lejía. El tronco sirve de madera, y la hoja de tejas. Lo cortan antes de que crezca mucho; y engorda mucho la cepa. La excavan por la parte de dentro, donde se recoge lo que llora y destila, y aquel licor es luego como arrope. Si lo cuecen algo, es miel, si lo purifican, es azúcar; si lo destemplan, es vinagre, y si le echan la ocpatli, es vino. De los cogollos y hojas tiernas hacen conserva. El zumo de las pencas asadas, caliente, y exprimido sobre llaga o herida fresca, sana y encora pronto. El zumo de los cogollitos y raíces, revuelto con jugo de ajenjos de aquella tierra, cura la picadura de víbora. De las hojas de este metl hacen papel, que corre por todas partes para sacrificios y pintores. Hacen asimismo alpargatas, esteras, mangas de vestir, cinchas, jáquimas, cabestros y finalmente son cáñamo y se hilan. Las púas son tan fuertes, que las hincan en otra madera, y tan agudas, que cosen con ellas como con agujas cualquier cuero, y para coser sacan con la púa la veta, o hacen como con lezna o punzón. Con estas púas se punzan los que se sacrifican, según muchas veces tengo dicho, porque no se rompen y despuntan en la carne, y porque, sin hacer gran agujero, entran cuanto es menester. ¡Buena planta, que de tantas cosas sirve y aprovecha al hombre!
El metl es un árbol que unos llaman maguey y otros cardón; crece más de dos estados de altura, y en grueso cuanto un muslo de hombre. Es más ancho de abajo que de arriba, como el ciprés. Tiene unas cuarenta hojas, cuya forma parece de teja, pues son anchas y acanaladas, gruesas al nacimiento, y terminan en punta. Tienen una especie de espinazo, grueso en la curva, y van adelgazando la halda. Hay tantos árboles de éstos, que son allí como aquí las vides. Lo plantan, y echa espiga, flor y simiente. Hacen lumbre, y muy buena ceniza para lejía. El tronco sirve de madera, y la hoja de tejas. Lo cortan antes de que crezca mucho; y engorda mucho la cepa. La excavan por la parte de dentro, donde se recoge lo que llora y destila, y aquel licor es luego como arrope. Si lo cuecen algo, es miel, si lo purifican, es azúcar; si lo destemplan, es vinagre, y si le echan la ocpatli, es vino. De los cogollos y hojas tiernas hacen conserva. El zumo de las pencas asadas, caliente, y exprimido sobre llaga o herida fresca, sana y encora pronto. El zumo de los cogollitos y raíces, revuelto con jugo de ajenjos de aquella tierra, cura la picadura de víbora. De las hojas de este metl hacen papel, que corre por todas partes para sacrificios y pintores. Hacen asimismo alpargatas, esteras, mangas de vestir, cinchas, jáquimas, cabestros y finalmente son cáñamo y se hilan. Las púas son tan fuertes, que las hincan en otra madera, y tan agudas, que cosen con ellas como con agujas cualquier cuero, y para coser sacan con la púa la veta, o hacen como con lezna o punzón. Con estas púas se punzan los que se sacrifican, según muchas veces tengo dicho, porque no se rompen y despuntan en la carne, y porque, sin hacer gran agujero, entran cuanto es menester. ¡Buena planta, que de tantas cosas sirve y aprovecha al hombre!