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Datos principales
Desarrollo
Las escuelas para indias ya funcionaban como anexos a los conventos para colegios de varones cuando se planeó erigir instituciones educativas para las hijas de los nobles. El fin primordial de la evangelización se completaba con la formación de mujeres asimiladas a las nuevas costumbres, que serían madres de familia y compañeras adecuadas para los jóvenes que recibían instrucción junto a los religiosos. Para las jóvenes indígenas, las ideas de encierro temporal y servicio religioso no eran nuevas, puesto que, con las variantes debidas a las circunstancias, ya las habían practicado durante la época prehispánica. Antiguamente, las niñas ofrecidas a los templos cumplían la promesa materna, se ejercitaban en las tareas domésticas y se mantenían en la castidad hasta que les llegaba la hora de contraer matrimonio. Cuando los franciscanos propusieron reunir a algunas niñas en colegios o recogimientos, su propuesta fue muy bien acogida. Los internados de indias se extendieron, sostenidos por las propias familias, por distintas ciudades, pero muy pronto se encontraron con serias dificultades económicas. Los salarios de estas maestras llegaron a ser tan bajos que muchas preferían educar a criollas o españolas. Ni las beatas ni las seglares consiguieron cumplir las expectativas puestas sobre ellas, ya por su excesiva independencia de las autoridades, ya porque a juicio de muchos sólo buscaban su provecho personal. Se pensó que tales inconvenientes no se darían con monjas profesas y después de varias peticiones por parte de los obispos en 1537, se autorizó tres años más tarde la erección del primer convento de monjas concepcionistas en Nueva España.
El problema es que ya no se destinó a la educación de las jóvenes indias. El obispo, Juan de Zumárraga, se desinteresó repentinamente del proyecto. La gran epidemia de matlazahuatl de 1545-47 provocó la dispersión de las pocas residentes que quedaban en los internados. Para algunos, este fracaso estaba relacionado con la idea de que los jóvenes indios rechazaban a las mujeres educadas a la manera de Castilla, a las que no querían tomar por esposas. Gráfico En 1753 hubo nuevos intentos de establecer en México un colegio de indias. Las obras se acabaron en 1759 y acogieron a veinte colegialas con sus respectivas maestras, superiora y reglas. El reglamento disponía que las jóvenes vivieran en recogimiento, piedad y trabajo y que tuviesen como parte de sus obligaciones la enseñanza de niñas externas, que acudirían diariamente a las clases de una escuela pública abierta en la misma casa. La doctrina cristiana se completaría con el entrenamiento en labores manuales y tareas del hogar como barrer, cocinar y moler chocolate. Sólo las más interesadas y dispuestas o que manifestasen signos de vocación religiosa se les enseñaría a leer. Los jesuitas de san Gregorio, tuvieron la dirección de este colegio hasta 1767; años más tarde fue incorporado a la Compañía de María.
El problema es que ya no se destinó a la educación de las jóvenes indias. El obispo, Juan de Zumárraga, se desinteresó repentinamente del proyecto. La gran epidemia de matlazahuatl de 1545-47 provocó la dispersión de las pocas residentes que quedaban en los internados. Para algunos, este fracaso estaba relacionado con la idea de que los jóvenes indios rechazaban a las mujeres educadas a la manera de Castilla, a las que no querían tomar por esposas. Gráfico En 1753 hubo nuevos intentos de establecer en México un colegio de indias. Las obras se acabaron en 1759 y acogieron a veinte colegialas con sus respectivas maestras, superiora y reglas. El reglamento disponía que las jóvenes vivieran en recogimiento, piedad y trabajo y que tuviesen como parte de sus obligaciones la enseñanza de niñas externas, que acudirían diariamente a las clases de una escuela pública abierta en la misma casa. La doctrina cristiana se completaría con el entrenamiento en labores manuales y tareas del hogar como barrer, cocinar y moler chocolate. Sólo las más interesadas y dispuestas o que manifestasen signos de vocación religiosa se les enseñaría a leer. Los jesuitas de san Gregorio, tuvieron la dirección de este colegio hasta 1767; años más tarde fue incorporado a la Compañía de María.