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Los primeros años del siglo XIV resultaron sumamente duros para la Corona danesa, enfrascada en un fuerte combate por el poder con la nobleza y el clero nacionales. El regente Gerardo III de Holstein consiguió poner fin a las disputes al imponer su autoridad sobre los distintos contendientes. En 1326 fue elegido como nuevo rey Waldemar III, duque de Schleswig, quien murió asesinado en 1340 por un sicario de la oposición. Su sucesor, Waldemar IV Atterdag (1340-1375), inició una serie de campañas contra Uland y Gotland, con el objetivo de imponer la supremacía comercial danesa sobre el Báltico y acabar con el monopolio mercantil de la Hansa teutónica en la región. La ofensiva danesa provocó el estallido de un conflicto abierto con la Hansa, que se prolongó a lo largo de nueve años (1361-1370) y finalizó con la victoria hanseática. El final del enfrentamiento quedó rubricado con la Paz de Stralsund (1370), mediante la cual Dinamarca reconocía la hegemonía comercial de la Hansa en el Báltico. Tras la muerte de Waldemar IV, el trono fue ocupado en calidad de regente, por su hija Margarita, casada con el rey de Noruega, Haakon VI (1355-1380). En 1380 la regente consiguió imponer a su hijo Olaf de cinco años como rey en Dinamarca y Noruega. Al morir este último de forma prematura en 1386, Margarita se convirtió en reina de Dinamarca y Noruega (1387-1412). Meses más tarde la soberana atendió la petición realizada por parte de la nobleza sueca, contraria a la política del rey Alberto de Mecklemburgo (1363-1389), de intervenir en los asuntos del país vecino.

Los ejércitos daneses derrotaron a los aliados de Alberto, quien seguidamente fue encarcelado en Aasle (1389). Un sector de la población sueca siguió resistiendo a los daneses, quienes, finalmente, tomaron Estocolmo en el año 1395. En 1397 se produjo la llamada Unión de Kalmar, por la que Dinamarca, Noruega y Suecia quedaban unidas dinásticamente bajo la persona de Margarita. Dicho tratado de unión fue impulsado por las apetencias de la nobleza danesa sobre los asuntos noruegos, pese a los grandes recelos suecos. Erik VII de Pomerania (1412-1439), sobrino y sucesor de la reina Margarita, favoreció los tráficos comerciales de ingleses y holandeses en el Báltico, para contrarrestar de esta forma la hegemonía hanseática. En 1423 estableció con el mismo fin una serie de aduanas en el Sund, disposición que terminó por desencadenar una guerra abierta entre Dinamarca, la Hansa y el ducado de Holstein. En 1435, tras el fracaso danés en la lucha armada, la Paz de Vordingborg confirmó los privilegios hanseáticos sobre el comercio de la región. Los suecos, descontentos con la Unión de 1397, aprovecharon la crisis danesa para sublevarse a las órdenes del cabecilla Engelbrekt Engelbrektsson (1400-1436), quien mantuvo en jaque a las tropas danesas entre 1434 y 1436. El desprestigio del poder real llevó a los nobles de las tres naciones unidas por el compromiso de Kalmar a coaligarse con la intención de expulsar al monarca, quien huye a Alemania en 1439.

El sobrino y sucesor de Erik, Cristóbal de Baviera (1439-1448), consiguió mantener la unión a duras penas, abandonada por los suecos a su muerte al elegir como regente a Carlos Knuysson (Carlos VIII de Suecia, 1448-1480). Tras un periodo de crisis del poder real, Christian I de Oldemburgo, duque de Schleswig y Holstein (1448-1481), fue elegido rey en 1460, obteniendo el reconocimiento de los noruegos. El nuevo monarca tuvo que hacer frente a una nueva sublevación sueca en 1464, encabezada por el caudillo Sten Sture I. Pese a los esfuerzos daneses por sofocar la revuelta, el ejército real fue derrotado en Brukemberg (1471). Juan de Dinamarca (1481-1513) prosiguió las luchas contra los suecos, quienes no abandonarían oficialmente la unión hasta 1523, en tiempos de Christian II (1513-1559). Durante los siglos XIV y XV la vida económica de Dinamarca estuvo regida por las actividades agrícolas y ganaderas. El paisaje rural, caracterizado por la estructura de "open field" (campos abiertos) siguiendo la orientación del sol (solskifte), se componía de grandes alodios en los que imperaba la división trienal de los cultivos (vang, aas y skift). La ganadería de bueyes y caballos constituía el principal recurso del país, monopolizado por los grandes mercados ganaderos de Ribe y Kolding. Importantes rebaños de bueyes, formados por 5.000 o 10.000 cabezas, eran conducidos hasta el mercado de Colonia, a través de numerosos caminos o cañadas ganaderas (oksveje). A lo largo de las dos centurias evolucionó la organización de las comunidades campesinas, desarrollo atestiguado por el incremento de las obligaciones comunitarias como la de reconstruir las granjas destruidas por incendios.

La servidumbre siguió existiendo e incluso llegó a reforzarse gracias a la presión señorial, que llevó a los monarcas daneses a prohibir a los campesinos adscritos trabajar temporalmente en las pesquerías de la isla de Lolland. En 1411 se produjo un levantamiento campesino en Jutlandia. La actividad mercantil danesa estuvo presidida por el enfrentamiento con la Hansa teutónica por el control del comercio en el Báltico. La Paz de Stralsund (1370) supuso el acatamiento casi definitivo de la hegemonía hanseática, aunque a su vez el tratado contempló la posibilidad de ingreso en las compañías hanseáticas de comerciantes daneses. La Monarquía danesa trató de preservar de la influencia germana a Islandia, posesión noruega desde 1261 incorporada a Dinamarca con la Unión de Kalmar. Erik VII cedió los derechos comerciales sobre la isla a compañías inglesas y holandesas. Los pescadores ingleses, procedentes en su gran mayoría de Bristol, faenaban en los bancos islandeses y, a su vez, realizaban operaciones de trueque, consistentes en el intercambio de malta para cerveza por pescado salado; esta economía de trueque perduró hasta 1420 aproximadamente. A partir de 1475 el protagonismo inglés desapareció en beneficio de los mercaderes de Dantzig.

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