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GriegosPersas

Desarrollo


Para los maratonómacos, según Plutarco, la batalla hoplítica había significado el final del peligro persa, mientras que para Temístocles no había sido más que el principio de la lucha contra esa forma específica de dominio. La década subsiguiente resulta rica en sucesos significativos de los movimientos contradictorios dentro de las tensiones que, en las clases dominantes, reflejan transformaciones más profundas. Este es el momento en que realmente empieza a ponerse en práctica el ostracismo, como arma de lucha contra la tiranía, pero también porque esa lucha era el modo de manifestarse todos los conflictos. Cualquier modo de sobresalir podía colocar al individuo de familia aristocrática en posición peligrosa. Su poder y su popularidad podían servir de fundamento para transformarse en tirano, pero también, por sus contrincantes, para acusarlo de aspirar a la tiranía. La lista de personajes sometidos al ostracismo en la década resulta en sí misma significativa. En el año 487, fue condenado al ostracismo Hiparco y, en el 486, Megacles Alcmeónida, aunque algunos de los óstraka hallados se refieren a Temístocles, alternativa que se ofrecía dentro de la lucha política del momento. Para el 485, los datos son oscuros, aunque se menciona a algún amigo de los tiranos, tal vez un tal Calixeno, hijo de Aristónimo, o Calias, al que algunos óstraka califican como medo. Junto a la tiranía está presente la actitud favorable a los medos.

Seguramente fue esto también lo que influyó en el ostracismo de Jantipo, padre de Pericles, que se había opuesto a Milcíades y había tenido un activo papel en su condena. Finalmente, en 483 ó 482, fue sometido al ostracismo Arístides, llamado el justo, de quien se decía que carecía de fortuna, lo cual puede querer significar que no pertenecía a ninguna de las familias que controlaba social, económica y políticamente la vida ateniense en los momentos de transición a la democracia. Como Temístocles, podía ser resultado de los nuevos tiempos. Fue, por otra parte, uno de los últimos arcontes elegidos, en 489/8, pues en el 487 se reformaría el sistema para que fueran designados por sorteo entre quinientos candidatos elegidos en los demoi. La anécdota que cuenta Plutarco, según la cual un campesino analfabeto le habla pedido al propio Arístides que escribiera su nombre en el óstrakon porque estaba harto de oirlo llamar justo, muestra el peculiar papel de la institución, destinada a evitar que quien adquiriera demasiado prestigio sintiera la tentación de transformarse en tirano. De ahí procedió la tradición de que los atenienses se deshacían de sus mejores benefactores.

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