De cómo fue Cortés hecho gobernador
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Desarrollo
De cómo fue Cortés hecho gobernador Después de ser tenido por recusado el obispo de Burgos, mandó el Emperador que viesen y determinasen las diferencias y pleitos de Hernán Cortés y Diego Velázquez, Mercurino Gatinara, gran chanciller, que era italiano; el señor de Lasao; el doctor de la Rocha, flamenco; Fernando de Vega, señor de Grajales y comendador mayor de Castilla; el doctor Lorenzo Galíndez de Carvajal y el licenciado Francisco de Vargas, tesorero general de Castilla; los cuales se juntaron muchos días en las casas de Alonso de Argüello, donde habitaba el Gran Chanciller. Oyeron a Martín Cortés, Francisco de Montejo, Francisco Núñez y otros procuradores de Cortés, y a Manuel de Rojas, Andrés de Duero y otros procuradores de Diego Velázquez. Llevaron lo procesado, y después sentenciaron a favor de Cortés, más por derecho y rigor de justicia que por admiración de virtud, loando sus hazañas y servicios y aprobando su fidelidad. Impusieron silencio a Diego Velázquez en la gobernación de la Nueva España, dejándole su derecho a salvo, si algo le debía Cortés, y hasta pienso que le quitaron el gobierno de Cuba porque envió con armada a Pánfilo de Narváez. Los descargos, razón y justicia que tuvo Cortés para librarlo de aquel pleito y darle la gobernación de la Nueva España y tierras que habían conquistado, la historia los cuenta. Los cargos de la acusación y culpa eran que había ido con dinero y poder de Diego Velázquez a descubrir, rescatar y conquistar; que no acudió a él con la ganancia y obediencia; que sacó un ojo a Narváez; que no recibió a Cristóbal de Tapia; que no obedecía las provisiones reales; que no pagaba el quinto real; que tiranizaba a los españoles y maltrataba a los indios.
Por la sentencia que dieron estos señores, y porque se lo aconsejaron así, hizo el Emperador a Hernán Cortés adelantado, repartidor y gobernador de la Nueva España y cuantas tierras ganase, alabando y confirmando todo lo que había hecho en servicio de Dios y suyo. Firmó las provisiones en Valladolid, a 22 de octubre, el año 1522. Las signó el licenciado don García de Padilla, y las refrendó el secretario Francisco de los Cobos. Le dio también cédulas para echar de la Nueva España a los tornadizos y letrados; éstos para que hubiese menos pleitos, y aquéllos para que no estragasen la conversión. Le escribió también el Emperador, agradeciéndole los trabajos que había pasado en aquella conquista, y el servicio de Dios en quitar los ídolos. Le prometió grandes mercedes, animándole a semejantes empresas. Dijo que le enviaría obispos, clérigos y frailes para la conversión como los pedía, y haría llevar todas las demás cosas que solicitaba para fortalecer, cultivar y ennoblecer la tierra. Caminaron luego con estos buenos despachos de su majestad Francisco de las Casas y Rodrigo de Paz. Notificaron la sentencia y provisión a Diego Velázquez con público pregón, en Santiago de Barucoa de Cuba, el siguiente mayo del año 23. De lo cual sintió tanto pesar Diego Velázquez, que llegó a morir de ello. Murió triste y pobre, habiendo sido riquísimo, y nunca después de muerto pidieron nada a Cortés sus herederos.
Por la sentencia que dieron estos señores, y porque se lo aconsejaron así, hizo el Emperador a Hernán Cortés adelantado, repartidor y gobernador de la Nueva España y cuantas tierras ganase, alabando y confirmando todo lo que había hecho en servicio de Dios y suyo. Firmó las provisiones en Valladolid, a 22 de octubre, el año 1522. Las signó el licenciado don García de Padilla, y las refrendó el secretario Francisco de los Cobos. Le dio también cédulas para echar de la Nueva España a los tornadizos y letrados; éstos para que hubiese menos pleitos, y aquéllos para que no estragasen la conversión. Le escribió también el Emperador, agradeciéndole los trabajos que había pasado en aquella conquista, y el servicio de Dios en quitar los ídolos. Le prometió grandes mercedes, animándole a semejantes empresas. Dijo que le enviaría obispos, clérigos y frailes para la conversión como los pedía, y haría llevar todas las demás cosas que solicitaba para fortalecer, cultivar y ennoblecer la tierra. Caminaron luego con estos buenos despachos de su majestad Francisco de las Casas y Rodrigo de Paz. Notificaron la sentencia y provisión a Diego Velázquez con público pregón, en Santiago de Barucoa de Cuba, el siguiente mayo del año 23. De lo cual sintió tanto pesar Diego Velázquez, que llegó a morir de ello. Murió triste y pobre, habiendo sido riquísimo, y nunca después de muerto pidieron nada a Cortés sus herederos.