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Datos principales


Desarrollo


Entre los diversos criterios en los que se basan las teorías de la evolución humana, destacan tres básicos: el bipedismo, el pulgar oponible de los miembros anteriores y una capacidad craneana mayor. El factor primordial del bipedismo se encuentra en algún momento del pasado, en el cual una especie se atrevió a descender del árbol, adentrándose en la sabana llena de peligros y depredadores. En ese momento el proceso de la evolución se aceleró, desarrollándose anatómicamente un homínido. Las características que se observan en los restos óseos para el bipedismo se encuentran en los retos postcraneales y en la posición basal en el cráneo del foramen magnum, orificio por el cual la médula espinal se une al cerebelo. El bipedismo libera las extremidades anteriores que se transforman poco a poco en manos con el pulgar oponible, capaces de sostener con mayor éxito instrumentos con los que defenderse en un medio hostil. La etología de ciertos primates actuales muestra, como en el caso del chimpancé, que son capaces de asir palos, piedras y ramas como manifestaciones de una protocultura, aunque no ha podido progresar como hizo la rama de los homínidos que ha llegado a dominar todo el orbe. De hecho mantenemos una serie de pautas que son básicas en nuestra familia. Si en general los mamíferos son seres curiosos, el hombre es el que más destaca por ello. La herramienta, o mejor la fabricación de útiles, es una de las claves del éxito e implica un desarrollo cerebral mayor por el cual el hombre está capacitado para obtener los medios necesarios para llevar a buen fin la supervivencia.

Las pautas que presentan los restos óseos craneales se delimitan en tres secciones: la mandíbula, la cara y la bóveda craneal. Generalmente las piezas dentarias son las más importantes, ya que son las piezas más abundantes, subdividiéndose en incisivos, caninos, premolares y molares. La mandíbula además de la dentición y de la arcada dental que comparte con el maxilar superior, implica también la evolución del mentón (barbilla), prominente en el hombre moderno. El rostro se divide en numerosos huesos, entre los cuales destaca la forma de las órbitas oculares, la evolución de los arcos cigomáticos (pómulos) y la evolución general de la cara respecto al cráneo. La bóveda craneal ofrece varios caracteres, la altura de la misma, evolución de la frente, la localización del foramen magnum, y la capacidad expresada en centímetros cúbicos. La capacidad craneal máxima se estima en los monos antropoides en 400 centímetros cúbicos. De ahí que el descubrimiento de un cráneo infantil en Taungs, con una capacidad de 450 centímetros cúbicos, se asimilara a unos homínidos en la cadena que lleva a la hominización, ya que siendo un resto infantil sobrepasa la capacidad de los simios más desarrollados. Con este descubrimiento comenzó la andadura en 1924 de lo que conocemos como Australopithecus africanus (mono de Africa del Sur), debido a Raymond Dart. Poco después, F. Broom descubriría los restos de más australopitecos en una cantera próxima y cuyos rasgos se asimilarían a un individuo de mayor envergadura, que recibió por ello la denominación de Australopithecus robustus, por oposición al anterior al que se le denomina Australopithecus africanus o gracilis, según los autores.

Después de años de trabajo en el yacimiento de Olduvai, en Africa oriental, Louis Leakey encontraría en los años sesenta un individuo infantil en tobas volcánicas al borde de lo que debió ser un lago. Este resto se asimilaría a un individuo robusto como el descubierto por Broom en Africa del Sur. Desde este momento Africa oriental se convirtió en el foco central de la investigación, confirmando la cuna africana de la humanidad. Africa oriental por las especiales condiciones de una actividad tectónica única permitió, y permite, el poder datar los restos de homínidos por medio de sistemas de datación absoluta sobre las cenizas volcánicas que los contienen, fundamentalmente por medio del potasio Argón (K/Ar). En la actualidad, además, el progreso de estos métodos de datación radiométrica, el tamaño de las muestras se ha reducido y al mismo tiempo se obtienen edades más depuradas.

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