Crisis, guerra y peste negra
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Datos principales
Rango
Castilla Baja Edad Media
Desarrollo
Entre 1350 y 1369 se vivieron en la Corona de Castilla años difíciles. La crisis, que se estaba manifestando desde algún tiempo atrás , alcanzó su culminación con la difusión de la peste negra, cuyas consecuencias fueron de todo punto nefastas. Por si fuera poco, la sublevación de Enrique de Trastámara contra su hermanastro el rey Pedro I de Castilla derivó en una guerra fratricida de gran intensidad. El resultado del conflicto fue el establecimiento en Castilla de una nueva dinastía, la de los Trastámaras . Pero de todas las catástrofes que padeció la Corona de Castilla en el siglo XIV la más espectacular fue sin duda la peste negra. "Esta fue la primera et grande pestilencia que es llamada mortandad grande", nos dice la Crónica de Alfonso XI , la cual añade que desde 1348 dicha epidemia estaba causando estragos "en las partes de Francia et de Inglaterra, et de Italia, et aun en Castiella, et en Leon, et en Estremadura, et en otras partidas". Nos consta que la peste había llegado a Galicia en julio de 1348, pues un documento, fechado el día de Santiago, nos dice que "despoys de esto...veerá ao mundo tal pestilencia e morte ennas gentes". Casi por las mismas fechas la peste actuaba en Toledo, en donde murieron varios miembros de la comunidad judía, como David ben Josef aben Nahmias, del que leemos en su inscripción funeraria que "sucumbió de la peste, que sobrevino con impetuosa borrasca y violenta tempestad".
Por su parte un documento del monasterio de Santa Clara de Villalobos, en tierras zamoranas, de diciembre de 1348, alude a "la gran mortandad que era entre las gentes" y otro testimonio de la misma procedencia, de enero de 1349, pone de manifiesto "la mengua de gientes que non podio aver para labrar en el dicho monesterio por rrazon de las mortandades e tribulaçiones que este año que agora pasó fue sobre los omes". Recordemos, por otra parte, que la peste acechaba a los combatientes cristianos que se hallaban en la comarca contigua a la plaza de Gibraltar. El mismo rey de Castilla, Alfonso XI, "ovo una landre y murió", víctima por lo tanto de la peste negra. La peste negra causó una gran mortandad, por más que intentar cuantificar las pérdidas demográficas sea de todo punto imposible. En las Cortes de Valladolid del año 1351 se alude repetidas veces a la escasez de brazos para trabajar la tierra. Los Libros redondos de la catedral de Burgos del año 1352 anotan la palabra "vazio" al lado de numerosas heredades. Una pesquisa efectuada en 1352 en el barrio de San Martín de Frómista, en tierras palentinas, revelaba que había siete solares yermos que "dezmavan el diezmo del pan e del vino que cogian quando estavan poblados". Pero es fundamentalmente el Becerro de las Behetrías, libro que se confeccionó en 1352, el que nos informa de los lugares despoblados que había en la Meseta del Duero. Un ejemplo nos lo proporciona la localidad burgalesa de Estepar, de la cual se dice en el mencionado Becerro: "desde la mortandad acá non pagan martiniega que se hyermó en dicho lugar".
El historiador N. Cabrillana, cotejando los datos de esa fuente con los anteriores a la difusión de la peste negra (en particular una estadística de la diócesis de Palencia del año 1345), ha llegado a afirmar que alrededor de un 20 por ciento de los lugares habitados que había en el obispado de Palencia quedó despoblado a consecuencia de la mortífera epidemia. Esas conclusiones, no obstante, parecen exageradas. Cabrillana, por de pronto, realizó su investigación sobre una edición antigua e incompleta del Becerro de las Behetrías. Asimismo, ha incluido en su nómina de despoblados lugares que no se citan en el Becerro por causas diversas, pero que en modo alguno estaban deshabitados. Mas en cualquier caso es innegable que la peste negra tuvo unos efectos devastadores en el terreno demográfico. Ahora bien, la muerte negra, nombre con el que también se conoce a la peste negra, también tuvo importantes consecuencias económicas y sociales. Muchas tierras quedaron sin cultivadores, lo que supuso un descenso notable de la producción agraria. En esas condiciones se explica que los productos alimenticios experimentaran, debido a la carestía, alzas espectaculares. Las Cortes de Valladolid del año 1351 tomaron cartas en el asunto, estableciendo ordenamientos de precios y de salarios con la finalidad de evitar que unos y otros se dispararan. Pero una vez pasados los efectos inmediatos de la crisis los precios de los productos agrarios retornaban a sus posiciones de origen, lo que constrastaba con el aumento sostenido tanto de los productos manufacturados como de los salarios de los trabajadores.
Así las cosas la principal víctima de la depresión era el mundo rural, y en primer lugar los grandes propietarios de la tierra, que veían cómo disminuían sus rentas. Las fuentes eclesiásticas nos ofrecen ejemplos representativos. El monasterio benedictino de Sahagún vio cómo sus rentas cayeron más de un 50 por ciento en los veinte años cruciales transcurridos entre 1338 y 1358. Unos años más tarde, en 1378, el obispo de Oviedo , D. Gutierre, afirmaba que "de las mortandades acá han menguado las rentas de nuestra Eglesia cerca la meatad dellas, ca en la primera mortandad fueron acabados las rentas de tercia parte, e después acá lo otro por despoblamiento de la tierra". La peste negra, no lo olvidemos, fue definida como la primera mortandad, lo que pone de manifiesto el enorme impacto que causó entre sus coetáneos. Pero hubo, en los años siguientes, nuevos ramalazos pestilentes, aunque ninguno de ellos alcanzó las dimensiones de la terrorífica peste. Entre 1363 y 1364 Sevilla se vio afectada por lo que el médico converso Juan de Avignon, residente en aquella ciudad, denominó la segunda mortandad. En 1364 el concejo de Sahagún se vio en la imposibilidad de atender la petición del monarca Pedro I , que había solicitado treinta ballesteros, porque en la villa "no había gentes segund que de antes de las mortandades avia, porque los mas dellos eran muertos". Por su parte, en las Cortes de Burgos de 1367 se menciona "esta postrimera mortandad que agora passo", alusión probable al ramalazo pestilente de dos o tres años antes. Con una periodicidad decenal reapareció la peste en la Corona de Castilla (1374, ¿1383?, 1394). Pero tanto el radio de acción sobre el que se proyectaban esas epidemias como su virulencia eran cada vez menores.
Por su parte un documento del monasterio de Santa Clara de Villalobos, en tierras zamoranas, de diciembre de 1348, alude a "la gran mortandad que era entre las gentes" y otro testimonio de la misma procedencia, de enero de 1349, pone de manifiesto "la mengua de gientes que non podio aver para labrar en el dicho monesterio por rrazon de las mortandades e tribulaçiones que este año que agora pasó fue sobre los omes". Recordemos, por otra parte, que la peste acechaba a los combatientes cristianos que se hallaban en la comarca contigua a la plaza de Gibraltar. El mismo rey de Castilla, Alfonso XI, "ovo una landre y murió", víctima por lo tanto de la peste negra. La peste negra causó una gran mortandad, por más que intentar cuantificar las pérdidas demográficas sea de todo punto imposible. En las Cortes de Valladolid del año 1351 se alude repetidas veces a la escasez de brazos para trabajar la tierra. Los Libros redondos de la catedral de Burgos del año 1352 anotan la palabra "vazio" al lado de numerosas heredades. Una pesquisa efectuada en 1352 en el barrio de San Martín de Frómista, en tierras palentinas, revelaba que había siete solares yermos que "dezmavan el diezmo del pan e del vino que cogian quando estavan poblados". Pero es fundamentalmente el Becerro de las Behetrías, libro que se confeccionó en 1352, el que nos informa de los lugares despoblados que había en la Meseta del Duero. Un ejemplo nos lo proporciona la localidad burgalesa de Estepar, de la cual se dice en el mencionado Becerro: "desde la mortandad acá non pagan martiniega que se hyermó en dicho lugar".
El historiador N. Cabrillana, cotejando los datos de esa fuente con los anteriores a la difusión de la peste negra (en particular una estadística de la diócesis de Palencia del año 1345), ha llegado a afirmar que alrededor de un 20 por ciento de los lugares habitados que había en el obispado de Palencia quedó despoblado a consecuencia de la mortífera epidemia. Esas conclusiones, no obstante, parecen exageradas. Cabrillana, por de pronto, realizó su investigación sobre una edición antigua e incompleta del Becerro de las Behetrías. Asimismo, ha incluido en su nómina de despoblados lugares que no se citan en el Becerro por causas diversas, pero que en modo alguno estaban deshabitados. Mas en cualquier caso es innegable que la peste negra tuvo unos efectos devastadores en el terreno demográfico. Ahora bien, la muerte negra, nombre con el que también se conoce a la peste negra, también tuvo importantes consecuencias económicas y sociales. Muchas tierras quedaron sin cultivadores, lo que supuso un descenso notable de la producción agraria. En esas condiciones se explica que los productos alimenticios experimentaran, debido a la carestía, alzas espectaculares. Las Cortes de Valladolid del año 1351 tomaron cartas en el asunto, estableciendo ordenamientos de precios y de salarios con la finalidad de evitar que unos y otros se dispararan. Pero una vez pasados los efectos inmediatos de la crisis los precios de los productos agrarios retornaban a sus posiciones de origen, lo que constrastaba con el aumento sostenido tanto de los productos manufacturados como de los salarios de los trabajadores.
Así las cosas la principal víctima de la depresión era el mundo rural, y en primer lugar los grandes propietarios de la tierra, que veían cómo disminuían sus rentas. Las fuentes eclesiásticas nos ofrecen ejemplos representativos. El monasterio benedictino de Sahagún vio cómo sus rentas cayeron más de un 50 por ciento en los veinte años cruciales transcurridos entre 1338 y 1358. Unos años más tarde, en 1378, el obispo de Oviedo , D. Gutierre, afirmaba que "de las mortandades acá han menguado las rentas de nuestra Eglesia cerca la meatad dellas, ca en la primera mortandad fueron acabados las rentas de tercia parte, e después acá lo otro por despoblamiento de la tierra". La peste negra, no lo olvidemos, fue definida como la primera mortandad, lo que pone de manifiesto el enorme impacto que causó entre sus coetáneos. Pero hubo, en los años siguientes, nuevos ramalazos pestilentes, aunque ninguno de ellos alcanzó las dimensiones de la terrorífica peste. Entre 1363 y 1364 Sevilla se vio afectada por lo que el médico converso Juan de Avignon, residente en aquella ciudad, denominó la segunda mortandad. En 1364 el concejo de Sahagún se vio en la imposibilidad de atender la petición del monarca Pedro I , que había solicitado treinta ballesteros, porque en la villa "no había gentes segund que de antes de las mortandades avia, porque los mas dellos eran muertos". Por su parte, en las Cortes de Burgos de 1367 se menciona "esta postrimera mortandad que agora passo", alusión probable al ramalazo pestilente de dos o tres años antes. Con una periodicidad decenal reapareció la peste en la Corona de Castilla (1374, ¿1383?, 1394). Pero tanto el radio de acción sobre el que se proyectaban esas epidemias como su virulencia eran cada vez menores.