Cortés da con los navíos al través
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Datos principales
Desarrollo
Cortés da con los navíos al través Se propuso Cortés de ir a México, y lo encubría a los soldados, para que no rehusasen la ida por los inconvenientes que Teudilli con otros ponía, especialmente por estar sobre agua, que lo consideraban como fortísimo, como en efecto lo era. Y para que le siguieran todos aunque no quisiesen, acordó romper los navíos; cosa dura y peligrosa y de gran pérdida, por cuya causa tuvo mucho que pensar, y no porque le doliesen los navíos, sino porque no se lo estorbasen los compañeros, pues sin duda se lo estorbaran y hasta se amotinasen de veras si se enteraran. Decidido, pues, a romperlos, negoció con algunos maestres para que secretamente barrenasen sus navíos, de forma que se hundiesen sin poderlos agotar ni tapar; y rogó a otros pilotos que corriesen las voces de que los navíos no estaban para navegar más, de cascados y roídos de broma, y que se llegasen todos a él, estando con muchos, a decírselo así, como que le daban cuenta de ello, para que después no les echase la culpa. Ellos lo hicieron como él ordenó, y le dijeron delante de todos que los navíos no podían navegar más por hacer mucha agua y estar muy abromados; por eso, que viese lo que mandaba. Todos lo creyeron, por haber estado allí más de tres meses, tiempo suficiente para estar comidos de la broma. Y después de haber platicado mucho sobre ello, mandó Cortés que aprovechasen de ellos lo que más se pudiese, y los dejasen hundir o dar al través, haciendo sentimiento de tanta pérdida y falta.
Y así, dieron luego al través en la costa con los mejores cinco navíos, sacando primero los tiros, armas, vituallas, velas, sogas, áncoras, y todas las demás jarcias que podían aprovechar. De allí a poco rompieron otros cuatro; pero ya entonces se hizo con alguna dificultad, porque la gente comprendió el trato y el propósito de Cortés, y decían que los quería meter en el matadero. Él los aplacó diciendo que los que no quisiesen seguir la guerra en tan rica tierra y en su compañía, se podían volver a Cuba en el navío que para eso quedaba; lo cual hizo para saber cuántos y cuáles eran los cobardes y contrarios, y no fiarse ni confiarse de ellos. Muchos le pidieron licencia descaradamente para volverse a Cuba; pues la mitad de ellos eran marineros, y preferían marinear que guerrear. Otros muchos hubo con el mismo deseo, viendo la grandeza de la tierra y la muchedumbre de la gente; pero tuvieron vergüenza de mostrar cobardía en público. Cortés, cuando supo esto, mandó romper aquel navío, y así quedaron todos sin esperanza de salir de allí por entonces, ensalzando mucho a Cortés por tal hecho; hazaña por cierto necesaria para el tiempo, y hecha con juicio de animoso capitán, pero de muy confiado, y cual convenía para su propósito, aunque perdía mucho en los navíos, y quedaba sin la fuerza y servicio de mar. Pocos ejemplos de éstos hay, y aquéllos son de grandes hombres, como fue Omich Barbarroja, del brazo cortado, que pocos años antes de esto rompió siete galeotas y fustas por tomar a Bujía, según extensamente escribo yo en las batallas de mar de nuestros tiempos.
Y así, dieron luego al través en la costa con los mejores cinco navíos, sacando primero los tiros, armas, vituallas, velas, sogas, áncoras, y todas las demás jarcias que podían aprovechar. De allí a poco rompieron otros cuatro; pero ya entonces se hizo con alguna dificultad, porque la gente comprendió el trato y el propósito de Cortés, y decían que los quería meter en el matadero. Él los aplacó diciendo que los que no quisiesen seguir la guerra en tan rica tierra y en su compañía, se podían volver a Cuba en el navío que para eso quedaba; lo cual hizo para saber cuántos y cuáles eran los cobardes y contrarios, y no fiarse ni confiarse de ellos. Muchos le pidieron licencia descaradamente para volverse a Cuba; pues la mitad de ellos eran marineros, y preferían marinear que guerrear. Otros muchos hubo con el mismo deseo, viendo la grandeza de la tierra y la muchedumbre de la gente; pero tuvieron vergüenza de mostrar cobardía en público. Cortés, cuando supo esto, mandó romper aquel navío, y así quedaron todos sin esperanza de salir de allí por entonces, ensalzando mucho a Cortés por tal hecho; hazaña por cierto necesaria para el tiempo, y hecha con juicio de animoso capitán, pero de muy confiado, y cual convenía para su propósito, aunque perdía mucho en los navíos, y quedaba sin la fuerza y servicio de mar. Pocos ejemplos de éstos hay, y aquéllos son de grandes hombres, como fue Omich Barbarroja, del brazo cortado, que pocos años antes de esto rompió siete galeotas y fustas por tomar a Bujía, según extensamente escribo yo en las batallas de mar de nuestros tiempos.