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Datos principales


Desarrollo


Capítulo 31 De la fiesta y sacrificios que se hazían en las calendas del dozeno mes, que se llamava teutleco Al dozeno mes llamavan teutleco, que quiere dezir "llegada" o "venida de los dioses". A quinze días andados de este mes enramavan unos altares, que ellos llamavan momoztli, con cañas atadas de tres en tres. Tenían cargo de hazer esto los moços y muchachos que se criavan en las casas que llamavan telpuchcalli. Estos altares enramavan solamente en las casas de las diosas; también enramavan los altares donde estavan las estatuas de los ídolos particulares, en las casas del pueblo, y dávanles por esto en cada casa un chiquíuitl de maíz o cuatro maçorcas, y los más pobres dávanlos dos o tres maçorcas; llamavan a esto cacálotl, como quien dize aguinaldo para que comiessen tostado, y no lo comían todos, sino aquellos que eran ya conocidos por diligentes y trabaxadores. A los tres días que andavan enramando, llegava el dios que llamavan Telpuchtli y Tlamatzíncatl, éste llegava primero porque como mancebo andava más y era más rezio y ligero, y assí ofrecíanle al tercero día. Y las ofrendas que le davan era semilla de bledos tostada y molida, y lo rebolvían con agua y otro rebolvían con miel; y hazían cuatro pellas de esta masa y poníanlas en un plato. Esta era la ofrenda de cada uno de los que havían de ofrecer, y luego las llegavan a ofrecer a aquel dios en su cu, y se las ponían delante. A la noche luego començavan a bever pulcre los viejos y las viejas; dezían que lavavan los pies al dios Telpuchtli, que havía llegado de camino.

En el cuarto día quitavan los ramos que havían puesto de los altares, y al quinto día era la fiesta de teutleco; es la llegada de los dioses, que era el último día de este mes. A la media noche de este día molían un poco de harina de maíz y hazían un montonzillo de ella, bien tupida; hazían este montonzillo de harina, redondo como un queso, sobre un petate. En este montoncillo de harina vían cuando havían llegado todos los dioses, porque aparecía una pisada de un pie pequeño sobre la harina; entonce entendían que eran llegados los dioses. Un sátrapa llamado teuoa estava esperando toda la noche cuando parecería esta señal de la llegada de los dioses; iva y venía cada hora, muchas vezes, a mirar el montoncillo de la harina, y en viendo la pisada sobre la harina, luego aquel sátrapa dezía: "¡Venido ha su magestad!" En oyendo los demás sátrapas y ministros de los ídolos esta voz, luego se levantavan y tocavan sus caracoles y cornetas en todos los cúes, en todos los barrios y en todos los pueblos. En esto entendía toda la gente que los dioses eran llegados; luego todos començavan a ir a los cúes con sus ofrendas para ofrecer a los dioses rezien llegados, y lo que ofrecían era aquellos tamales de semillas que havían hecho el día antes. En acavando de ofrecer, luego se ivan a sus casas, no quedava allí nadie; y a la noche bevían pulcre los viejos y viejas; dezían que lavavan los pies a los dioses. El día siguiente llegava el dios de los mercaderes llamado Yacapitzáoac o Yiacatecutli, y otro dios llamado Ixcoçauhqui o Xiuhtecutli, que es el dios del fuego, a quien los mercaderes tienen mucha devoción.

Estos dos llegavan a la postre, un día después de los otros, porque dezían que eran viejos y no andavan tanto como los otros. Acabado esto, luego quemavan bivos a muchos esclavos echándolos bivos en el fuego en un altar grande que se llamava teccalco, que tenía gradas por cuatro partes; encima del altar andava bailando un mancebo adereçado con una cabellera de cabellos largos, con un plumaje de plumas ricas con la corona; la cara teníala teñida de negro con unas rayas de blanco, una que salía desde la punta de la ceja hazia lo alto de la frente, y otra que descendía desde el lagrimal del ojo hazia la mexilla, haziendo medio círculo. Traía a cuestas un plumaje, que se llamava uacalli; traía un conejo seco en él. Cuando echavan un captivo en el fuego, silvava metiendo el dedo en la boca como lo acostumbran. También otro mancebo se adereçava como murciélago, con sus alas y con todo lo demás para parecer murciélago; traía unas sonajas, en cada mano la suya, que son hechas como cabeças de dormideras grandes; con éstas hazían son. Haviendo echado en el fuego los captivos, luego los sátrapas se ponían en processión, compuestos con unas estolas de papel desde el hombro izquierdo al sobaco derecho, y desde el hombro derecho al sobaco izquierdo, y subían travados de las manos a la hoguera y davan una buelta alrededor de ella muy despacio, y descendían corriendo abaxo; desasíanse de las manos los unos de los otros casi por fuerça; algunos de ellos caían, unos de los bruces y otros de lado; este juego se llamava mamatlauitzoa.

Otro día juntávanse por los barrios y por las calles, y hazían danças travados de las manos; pintávanse los braços y el cuerpo con plumas de diversas colores, apegándolas a la carne con resina. Esto hazían chicos y grandes, y aun a los que estavan en la cuna pintavan con estas plumas; solamente a los machos. Esta manera de dança començavan desde el mediodía, y cantavan por ahí algunos cantares como querían; dançavan de esta manera hasta la noche, y los que querían también de noche. Estos dos días postreros eran del mes que se sigue. Esta es la relación de la fiesta llamada teutleco. Capítulo 32 De la fiesta y sacrificios que se hazían en las calendas del trezeno mes, que se dezía tepeílhuitl Al trezeno mes llamavan tepeílhuitl. En la fiesta que se hazía en este mes cubrían de masa de bledos unos palos, que tenían hechos como culebras, y hazían unas imágines de montes fundadas sobre unos palos, hechos a manera de niños, que llamavan hecatotonti; era masa de bledos la imagen del monte; poníanle delante junto unas masas rolliças y larguillas de masa de bledos a manera de huesos, y éstos llamavan yomio. Hazían estas imágines a honra de los montes altos donde se juntan las nubes, y en memoria de los que havían muerto en agua o heridos de rayo, y de los que no se quemavan sus cuerpos, sino que los enterravan. Estos montes hazíanlos sobre unos rodeos o roscas hechos de heno, atados con sogas de çacate, y guardávanlos de un año para otro.

La vigilia de esta fiesta llevavan a lavar estas roscas al río o a la fuente, y cuando las llevavan, ívanles tañendo con unos pitos, hechos de barro cozido, o con unos caracoles mariscos; lavávanlas en unas casas o oratorios que estavan hechos a la orilla del agua, que se llaman ayauhcalli; lavávanlas con unas hojas de cañas verdes; algunos en el agua que passava junto a su casa las lavavan. En acabándolas de lavar, bolvíanlas a su casa con la misma música; luego hazían sobre ellas las imágines de los montes, como está dicho. Algunos hazían estas imágines de noche, antes de amanescer, cerca del día. La cabeça de cada un monte tenía dos caras, una de persona y otra de culebra, y untavan la cara de persona con ulli derretido, y hazían unas tortillas pequeñuelas de massa de bledos amarillos, y poníanlas en las mexillas de la cara de persona de una parte y de otra; cubríanlas con unos papeles que llamavan tetéuitl; poníanlos unas coroças en la cabeça con sus penachos. También a las imágines de los muertos los ponían sobre aquella rosca de çacate, y luego en amanesciendo ponían estas imágines en sus oratorios sobre unos lechos de espadañas o de juncias o juncos. Haviéndolos puesto allí, luego los ofrecían comida: tamales y mazamorra, o cajuela hecha de gallina o de carne de perro, y luego los incensavan, echando encienso en una mano de barro cozido, como cuchara grande llena de brasas; y a esta cerimonia llamavan calonóoac. Y los ricos cantavan y bevían pulcre a honra de estos dioses y de sus difuntos; los pobres no hazían más de ofrecerlos comida, como se dixo.

En esta fiesta matavan algunas mugeres a honra de los montes, o de los dioses de los montes. A la de una de ellas llamavan Tepóxoch, y a la segunda Matlalcuae, y a la tercera Xochtécatl, y a la cuarta Mayáuel, que era imagen de los magueyes. El quinto era hombre, y llamávanle Milnáoatl; este hombre era imagen de las culebras. Ivan adereçados con coronas de papel, y todos los papeles con que ivan adereçados ivan muy manchados con ulli derretido; el mismo atavío llevava el hombre que llamavan Milnáoatl, que era imagen de las culebras. A estas mugeres y a este hombre llevávanlos en literas; llamávase "paseo de literas". Traíanlos como en procesión; llevávanlos en los hombros; hombres y mugeres ivan cantando con ellos. Los que llevavan las literas o andas ivan muy bien adereçados, las mugeres con sus naoas y huipiles labrados y afeitadas las caras. Venida la hora del sacrificio, ponían en las literas a las mugeres y al hombre que havían de morir, y subíanlos a lo alto del cu, y desque estavan arriba, sacávanlos de las literas y uno a uno echávanlos sobre el taxón de piedra y abríanlos los pechos con el pedernal; sacávanlos el coraçón y ofrecíanlos al dios Tláloc. Luego descendían los cuerpos, trayéndolos rodando por las gradas abaxo, poco a poco teniéndolos con las manos; y llegando abaxo, llevávanlos al lugar donde espetavan las cabeças: allí los cortavan las cabeças y las espectavan por las sienes en unos varales que estavan echados como en lancera; los cuerpos llevávanlos a los barrios de donde havían salido, y otro día, que se llamava texinilo, hazíanlos pedaços y comíanlos.

También entonce despedaçavan las imágines de los montes en todas las casas que los havían hecho, y los pedaços subíanlos a los tlapancos, para que se secasen al sol, y ívanlos comiendo cada día poco a poco. Y con los papeles con que estavan adereçadas aquellas imágines de los montes cubrían aquellos rodeos de çacate, sobre que les havían puesto, y colgávanlos de las vigas, cada uno en su oratorio que tenía en su casa. Un año entero estava colgado allí hasta que llegasse otra vez la fiesta; entonce tomavan los papeles, juntamente con el rodeo, y llevávanlos a los oratorios que se llaman ayauhcalli, y el papel dexávanlo allí y el rodeo bolvíanle a su casa para hazer ofrenda a las imágines. Aquí se acaba la relación del mes y fiesta que se llama tepeílhuitl. Capítulo 33 De la fiesta y sacrificios que se hazían en las calendas del catorzeno mes, que se llamava quecholli Al mes catorzeno llamavan quecholli. Salido el mes passado, en cinco días no se hazía cerimonia ninguna ni fiesta en los cúes; todo estava en calma lo que toca al servicio de los dioses. Al sexto día juntávanse los que tenían cargo de los barrios: mandavan que se buscassen cañas para hazer saetas, y cada uno de los soldados traían una carga de cañas, y todos juntos, del Tlatelulco y de México, ofrecían todas aquellas cañas a Uitzilopuchtli, poniéndolas en el patio delante del cu de este dios. Luego allí las repartían a la otra gente, y cada uno llevava a su casa las que le cabía.

Otro día venían al patio de Uitzilopuchtli todos los que havían llevado cañas, para enderezar las cañas al fuego; este día no se hazía más de enderezar las cañas, y bolvíanlas a sus casas. Otro día siguiente bolvían con ellas al patio de Uitzilopuchtli, y venía toda la gente, chicos y grandes, no quedava nadie, y a todos los muchachos subíanlos al cu de Uitzilopuchtli; allí los hazían tañer con los caracoles y cornetas, y los hazían cortar las orejas y sacavan sangre y untávanlos por las sienes y por los rostros. Llamávase este sacrificio momaçaiço, porque le hazían en memoria de los ciervos que havían de ir a caçar. Desque se juntavan todos juntos en el patio de Uitzilopuchtli, los tenuchcas y los tlatilulcas -en una parte se ponían los tenuchcas y en otra los tlatilulcas- començavan a hazer saetas; a este día llamavan tlacati in tlacochtli. En este día todos hazían penitencia, todos sacavan sangre de las orejas cortándose, y si alguno no se sangrava de las orejas, tomávanle la manta los que tenían cuidado de recoger la gente, que llamavan tepan mani y nunca más se la davan. Y los días que entendían en hazer estas saetas nadie dormía con muger, y nadie bevía pulcre. Todas las saetas eran hechas a una medida, y los caxquillos, que eran unas puntas tan largas como un xeme, hechas de roble, eran también todas iguales. Todos cortavan las cañas a una medida; cortadas, dávanlas a los que las ponían las puntas, y aquellos atávanlas muy bien con ichtli, con hilos de nequén muy bien torcidos, porque no se hindiessen al meter de las puntas; metían engrudo en el agujero de la caña, y luego la punta sobre el engrudo; en poniéndola la punta como havía de estar, untavan con resina la atadura de la caña y también al cabo donde havía de herir la cuerda del arco.

En acabando de aparejar las saetas, hazíanlas luego hazecillos de veinte en veinte, y luego se ordenavan como en procesión; llevavan hazecillos todos a ponerlos y presentávanlas delante de Uitzilopuchtli; allí las ponían todas juntas; en acabándolas de poner, ívanse a sus casas. Al cuarto día llamavan calpan nemitilo, que quiere dezir "el día que se hazen saetas particulares para jugar con ellas", para exercitarse en el tirar, y ponían por blanco una hoja de maguey y tirávanla; aquí parecían quiénes eran los más certeros en tirar. Al quinto día hazían una saeticas pequeñas a honra de los difuntos; eran largas como un xeme o palmo y poníanlas resina en las puntas, y en el cabo el caxquillo era de un palo de por ahí; atavan cuatro saeticas y cuatro teas con hilo de algodón floxo, y poníanlas sobre las sepulturas de los difuntos. También ponían juntamente un par de tamales dulces; todo el día estava esto en las sepulturas, y a la puesta del sol encendían las teas, y allí se quemavan las teas y las saetas. El carbón y ceniza que de ellas se hazía enterrávanlo sobre la sepultura del muerto, a honra de los que havían muerto en la guerra. Tomavan una caña de maíz, que tenía nueve nudos, y ponían en la punta de ella un papel como vandera, y otro largo que colgava hasta abaxo; al pie de la caña ponían la rodela de aquel muerto, arrimada con una saeta; también atavan a la caña la manta y el maxtle; en la vandera señalavan con hilo colorado un aspa de ambas partes, y también labravan el papel largo con hilo colorado y blanco, torcido desde arriba hasta abaxo, y del hilo blanco colgavan el paxarito que se llama uitzitzilin, muerto.

Hazían también unos manogitos de plumas blancas del ave que llaman áztatl, atadas de dos en dos, y todos los hilos se juntavan y los atavan a la caña; estavan aforrados los hilos con pluma blanca de gallina pegado con resina; todo esto lo llevavan a quemar a un pilón de piedra que se llamava cuauhxicalco. Al sexto día llamavan çacapanquixoa, y llamávanle de esta manera porque en el patio del cu del dios que llaman Mixcóatl tendían mucho heno, que lo traían de las montañas, y sobre el heno se sentavan las mugeres ancianas que servían en el cu, que se llamavan cioatlamacazque; delante de ellas tendían un petate; luego venían todas las mugeres que tenían hijos o hijas y traíanlos consigo. Estas traían cada cinco tamales dulces, y echávanlos sobre el petate delante de las viejas, y luego cada una dava a su hijo a alguna de aquellas viejas, y la vieja que le tomava brincávale en los braços, y hecho esto, dávanlos a sus madres y ívanse a sus casas. Esto començava a la mañana y acabava a la hora de comer; los tamales tomavan las viejas para su comer. Al onzeno día de este mes ivan a hazer una caça a aquella sierra que está enzima de Atlacuioayan, y ésta era fiesta por sí; de manera que en este mes havía dos fiestas, la que está dicho y lo que comiença. Esta montaña o ladera donde ivan a caçar llamavan Çacatépec, y llamávanle también Ixillantonan. El día que llegavan a esta ladera descansavan allí aquella noche en sus cabañas de heno; hazían hogueras para dormir aquella noche.

A diez días del mes arriba dicho hazían fiesta al dios de los otomíes llamado Mixcóatl, en el modo que se sigue. Otro día de mañana almorçavan todos; haviendo almorçado, adereçávanse todos para la caça, ciñían sus mantas a los lomos, y poníanse todos en ala. No solamente los mexicanos ivan a esta caça, pero también los de Cuauhtitlan, y de Cuauhnáoac, y de Coyoacan, y otros pueblos comarcanos. Todos llevavan arcos y saetas, y ívanse juntando poco a poco, acorralando la caça, que eran ciervos, y conejos, y liebres y coyotes; cuando ya estava junta la caça, arremetían todos y tomava cada uno lo que podía; pocos animales de aquéllos se escapavan o casi ninguno. Haviendo tomado los animales, ívase cada uno para su pueblo, y los que tomaron alguna caça matávanla y llevávan la cabeça consigo; y los que caçavan algunos animales dávanlos mantas por ligeros y osados; también los davan comida. En acabando la caça, luego se ivan a sus casas. Todas las cabeças de los animales que havían tomado, los cuales llevavan, colgávanlas en sus casas. En el sexto día, que se llamava çacapanquixoa, davan los adereços de papel a los esclavos que havían de matar a honra del dios Tlamatzíncatl, y a honra del otro dios que se llamava Izquitécatl. Estos esclavos compravan los que hazen pulcre y los que hazían pulcre para Motecuçoma; éstos morían a honra de aquellos dioses ya dichos. Otros dos esclavos que matavan a honra del dios Mixcóatl y de su muger, que se llamava Coatlicue, comprávanlos los calpixques.

Allende de estos hombres que matavan a honra de Tlamatzíncatl, matavan muchas mugeres a las cuales llamavan cóatl incue, y eran sus mugeres de Tlamatzíncatl y Izquitécatl; también a estas mugeres las componían con sus papeles. Llegada la fiesta, que era el último día de este mes, davan una buelta a todos los que havían de morir, trayéndoles en procesión por alrededor del cu. Passado el mediodía, llevávanlos al cu donde los havían de matar, y traíanlos en procesión alrededor del taxón donde los havían de matar, y tornávalos a descendir abaxo y llevávanlos a la casa del calpulco; allí los hazían velar toda la noche. Y a la medianoche, delante del fuego, cortávanlos los cabellos de la coronilla; luego los esclavos quemavan sus hatos, que era una vanderilla de papel y su manta y su maxtle, y algunos quemavan las sobras de las cañas de humo y sus vasos que tenían para bever; todo lo quemavan allí en el calpulco. Y las mugeres también quemavan todos sus hatos y sus alhajas, su petaquilla y sus husos y la greda con que hilavan, y los vasitos sobre que corre el huso, y el ordidero y las cañas, y el tupidero con que texían, y los liços y el ataharre, y los cordeles con que atan la tela para que esté alta, y la caña para tupir, y las espinas o puntas de maguey, y la medida para texer, con todas las otras baratixas todo lo quemavan las mismas cuyo eran. Dezían que todas estas alhajas que quemavan se las havían de dar en el otro mundo donde ivan después de la muerte.

Esto se hazía la vigilia de la fiesta. El día en amanesciendo, componíanlos luego con sus papeles con que havían de morir, y luego los llevavan al lugar de la muerte; subíanlos por las gradas del cu a cada uno dos mancebos, uno de un braço, otro de otro, porque no desmayassen ni cayessen, y otros dos los baxavan después de muertos por las gradas abaxo; a cada uno de ellos la llevavan uno una vandera de papel delante. Cada uno de estos esclavos iva con esta compañía; cuando subían por las gradas del cu llevavan delante de todos cuatro captivos atados de pies y manos, los cuales havían atado en el rescibimiento del cu, que se llama apétlac, que es donde comiençan las gradas. A cada uno llevavan cuatro, dos por los pies y dos por las manos llevávanlos boca arriba; llegados arriba, echávanlos sobre el taxón y abríanlos los pechos, y sacávanlos los coraçones. Subíanlos a éstos de esta manera en significación que eran como ciervos, que ivan atados a la muerte. Los demás esclavos ivan por su pie. Haviendo muerto a todos éstos, a la postre matavan a la imagen del dios Mixcóatl, porque todos los matavan en su cu; y a los que eran del dios Tlamatzíncatl también los matavan en su cu; subíanse de su cu y ivan al taxón donde los matavan en el cu de Tlamatzíncatl. Las mugeres matávanlas en otro cu que llamavan Coatlan, ante que a los hombres, y las mugeres cuando subían las gradas unas cantavan y otras gritavan, y otras lloravan; ivan llevándolas por los braços algunos hombres porque no desmayassen, y después que las havían muerto no las arrojavan por las gradas abaxo, sino descendíanlas rodando poco a poco.

Estavan abaxo cerca del lugar donde espetavan las cabeças dos mugeres viejas, que llamavan teixamique; tenían cabe sí unas xícaras con tamales y una salsa de mulli en una escudilla, y en descendiendo a los que havían muerto, llevávanlos a donde estavan aquellas viejas, y ellas metían en la boca a cada uno de los muertos cuatro bocadillos de pan, mojados en la salsa, y rociávanlos las caras con unas hojas de caña mojadas en agua clara, y luego los cortavan las cabeças los que tenían cargo de esto, y las espetavan en unos varales, que estavan passados por unos maderos como en lancera. Hecho todo esto, se acabava la fiesta y se ivan todos a sus casas. Esta es la relación de lo que passava en esta fiesta. Capítulo 34 De la fiesta y sacrificios que se hazían en las calendas del quinzeno mes, que se dezía panquetzaliztli Al quinto décimo mes llamavan panquetzaliztli. Ante de llegar a este mes, por reverencia de la fiesta que en él se hazía, los sátrapas y ministros de los ídolos hazían penitencia ochenta días, y ivan a poner ramas en todos los oratorios y humilladeros de los montes; començavan esta penitencia un día después del mes que se llama ochpaniztli. A la medianoche ivan a enramar los altares y oratorios, y humilladeros de los montes, aunque estuviessen lexos; ivan a hazer esta devoción de noche y desnudos todos los días y todas las noches hasta llegar a este mes de panquetzaliztli. Por ramos llevavan cañas verdes y espinas de maguey; ivan tañendo con su caracol o corneta y con su pito: un rato tañían con la corneta y otro rato con el pito, y assí ivan remudando la música.

Acabado el mes de quecholli, que es este passado, luego començavan a bailar y a cantar, y cantavan un cantar que se llama tlaxotecáyotl, que es cantar a loor de Uitzilopuchtli; començaban este cantar al principio de la noche y acabavan a la media noche cuando tañían a maitines. En este cantar cantavan y bailavan también las mugeres mezcladas con los hombres. Nueve días antes que matassen los que havían de morir, bañavan los que havían de morir con agua de una fuente que llaman Uitzilatl, que está cabe el pueblo de Uitzilopuchco. Por esta agua ivan los viejos de los barrios; traíanla en cántaros nuevos y atapados con hojas de cedro que llaman auéuetl; en llegando a donde estavan los esclavos, que estavan delante del cu de Uitzilopuchtli, a cada uno echavan un cántaro de agua sobre la cabeça, sobre todos los vestidos que tenían, ansí hombres como mugeres. Esto hecho, quitávanlos las vestiduras mojadas y adereçávanlos con papeles con que havían de morir, y teñíanlos todos los braços y todas las piernas con açul claro y después se las raían con texas; y pintávanlos las caras con unas vandas de amarillo y açul atravesadas por toda la cara, una de amarillo y luego otra de açul, luego otra de amarillo y otra de açul; y poníanlos en las narizes una saetilla atravesada y un medio círculo que colgava hasta abaxo; poníanlos unas coroças o coronas hechas de cañitas atadas, y de lo alto salía un manojo de plumas blancas; y a las mugeres poníanlas plumas amarillas sobre las coroças.

Adereçados de esta manera delante del cu de Uitzilopuchtli, llevávanlos por delante de las casas que llamavan calpulli, y cada uno le llevava su dueño a su casa; en llegando a casa, descomponíanlos de los papeles con que estavan compuestos y poníanlos en las petacas. Desde allí començaban a bailar y a cantar un hombre y una muger pareados. Llegavan al quinto día antes del día que los matassen; començavan a ayunar los dueños de los esclavos todos aquellos cinco días, y también ayunavan los viejos de los barrios. Comían al mediodía por el ayuno, y bañávanse a la medianoche por la penitencia en los oratorios que se llaman ayauhcalco, los cuales estavan a la orilla del río; las mugeres, señoras de aquellos esclavos, bañávanse en el agua que passava cabe sus casas. Los que se bañavan llevavan cuatro puntas de maguey cada uno, y antes que se bañassen cortávanse las orejas y con la sangre que salía ensangrentavan las puntas de maguey: la una echavan en el agua, la otra hincavan a la orilla del agua, otras dos ofrecían al ídolo que estava en aquel oratorio de ayauhcalco. Las mugeres que se bañavan cabe sus casas ensangrentavan una punta de maguey y hincávanla a la orilla del agua. Acabado los cuatro días de la penitencia, juntávanse con los esclavos y esclavas los dueños de ellos, hombres y mugeres, y también los que havían de subir al cu y los que los havían de descendir después de muertos, y las que los havían de lavar las caras, y también los que havían de llevar las vanderillas delante de ellos; todos juntos se travavan por las manos, hombre y mugeres, y ivan dançando y cantando y culebreando para assirse.

Hazían unas roscas como guirnaldas de cuerdas o de espadañas, y no se asían de las manos sino de las guirnaldas o roscas. Y los esclavos que havían de morir ivan dançando mezclados entre los otros que dançavan; ivan con gran priesa saltando y corriendo, y dançando, galopeando y aceçando, y los viejos de los barrios ívanlos haziendo el son y cantando; iva mirando esta dança mucha gente. Los que havían hecho penitencia, ni havían dormido con sus mugeres, ni rescebido otros regalos ningunos por reverencia del ayuno, ni las mugeres havían dormido con sus maridos, acabavan estas danças a la medianoche; entonce luego se ivan todos a sus casas, y luego en amanesciendo començaban la fiesta porque era el postrero día del mes. Entonce ivan los esclavos que havían de morir a las casas de sus amos a despedirse, y llevávanlos delante una escudilla de tinta o de almagre o de color açul; ivan assí cantando con muy alta voz que parescía que rumpían el pecho. Y en llegando a la casa de sus amos, metían las manos ambas en la escudilla de color o de tinta, y poníanlas en los umbrales de las puertas y en los postes de la casa de sus amos, y dexávanlas allí impressas con las colores; lo mismo hazían en casa de sus parientes, y poníanlos comida en casa de sus amos y en casa de sus parientes, y algunos que tenían buen coraçón comían y otros no podían comer con la memoria de la muerte que luego havían de padescer. Hecho esto, tenían aparejadas los dueños de los esclavos muchas mantas y muchos maxtles que havían de distribuir en la fiesta, cogidos con sus cargas, y cargávanselas sobre los hombros a los que las havían de llevar.

Y los que havían de morir componíanse con sus papeles y tomavan a cuestas sus vanderillas, y las mugeres llevavan a cuestas las petaquillas de sus alhajuelas. Luego se ponían todos en procesión delante la puerta, y los esclavos entravan en los cilleros de la casa y cercavan los hogares, andando alrededor de ellos algunas bueltas, y luego començaban a ir hazia la casa que se llama calpulco, y los esclavos ivan detrás de todos. Y en llegando al calpulco, los esclavos dançavan por el patio, y los que llevavan las cargas metíanlas en el calpulco y luego ponían cada cosa por sí: las mantas todas juntas, y los maxtles todos juntos, y los huipiles todos juntos y las naoas todas juntas. Luego entravan los combidados, y los que hazían la fiesta dávanlos mantas y maxtles o lo que querían, y las mugeres entravan ordenadas por otra parte y dávanles huipiles o naoas o lo que querían. Estas fiestas hazían solos los mercaderes que compravan los esclavos. Haviendo dado las mantas y lo demás a los combidados, luego llevavan los esclavos al cu, y después que havían dado buelta al cu en procesión, luego los subían sobre el cu. Llegando arriba, andavan en procesión alrededor el taxón, y tornavan a descendir abaxo, y desque llegavan abaxo ivan corriendo al calpulco; otros no corrían, sino ivan despacio. Y llegando al calpulco, descomponíanlos los papeles y sentávanlos sobre unos petates; traíanlos allí de comer, y también pulcre, porque comiessen y beviessen los que quisiessen.

Toda la noche los hazían velar allí, y llegada la medianoche poníanlos en rencle delante del fuego y cortávanlos los cabellos de la coronilla, y guardávanlos por reliquias, como esta dicho. Hecho esto, començavan a comer masa de bledos que tenían aparejados; ninguno dexava de comerla, y estos tamales rolliços no los partían con las manos, sino con un hilo de ichtli. En acabando de comer estos tamales, cogían los petates y enrollávanlos, y poníanlos todos juntos en un lugar; esto se hazía en todas las casas del pueblo. Echávanse en el suelo o sobre unas mantillas rotas que tendían debaxo, y en amenesciendo, ante que fuesse de día, descendían el dios Páinal de lo alto del cu de Uitzilopuchtli, y luego iva derecho al juego de pelota que estava en el medio del patio, que llamavan teutlachco. Allí matavan cuatro captivos, dos a honra del dios Amapan, y otros dos a honra del dios Oappatzan, cuyas estatuas estavan junto al tlachco; en haviéndolos muertos, arrastrávanlos por el tlachco; ensangrentávase todo el suelo con la sangre que de ellos salía yéndolos arrastrando. Hecho esto, iva luego corriendo hazia el Tlatilulco; ivan acompañándole cuatro nigrománticos y otra mucha gente, y desde allí iva por el camino que llaman Nonoalco, donde agora está una iglesia de Sanct Miguel. Allí le salía a rescebir el sátrapa de aquel cu con la imagen del dios Cuauitlícac, que es su compañero del dios Páinal; ambos tenían unos ornamentos o atavíos; luego ambos juntos ivan hazia Tlacuba, al lugar que se llama Tlaxotlan.

De allí ivan hazia el barrio que se llama Popotlan, a donde está la iglesia de Sanct Estevan, y delante de un cu, que allí estava, matavan otros captivos. Y luego corriéndose partían hazia Chapultépec y passavan por el cerro de Chapultépec, y passavan un río que corre por allí que llaman Izquitlan. Delante del cu, que allí estava, matavan otros captivos a los cuales llamavan izquitéca. De allí ivan derechos hazia Coyooacan, y llegavan allí a un lugar que se llama Tepetocan, junto a las casas de Coyooacan; y de allí ivan derechos a Maçatlan, que es cerca de la iglesia de Sancto Matías Iztacalco, y de allí bolvían a un lugar que se llama Acachinanco, que es cerca de las casas de Alvarado. Entre tanto que se hazía esta procesión, hazían una escaramuça los esclavos que havían de morir; un vando eran de Uitznaoa, y de otro vando otros esclavos, y de la parte de Uitznaoa ayudavan los soldados de Uitznaoa. A éstos dava el señor jubones amarillos y rodelas pintadas de unas esférulas blancas y negras, entrepuestas las unas a las otras. Estos soldados llevavan por espadas unos garrotes de pino y unos dardos con que peleavan y tiravan, y los esclavos tiravan saetas de caxquillos de pedernal. Matávanse unos a otros en esta escaramuça, y los que captivavan los esclavos de los soldados también los matavan; echavan a los que captivavan sobre un teponaztli, y allí le sacavan el coraçón, y desque tornava el dios Páinal, ya que llegava al lugar del cu donde peleavan, el que estava mirando desde enzima del cu dava vozes diziendo: "¡Ah, mexicanos, no peleéis más, cesad de pelear, que ya viene el señor Páinal".

Oída esta voz los que peleavan, los soldados echavan a huir y los esclavos siguíanlos, y assí se desbaratava la guerra. Delante del dios Páinal traían dos plumajes redondos como rodelas, y tenían el medio agujerado; eran aquéllas como malas que llevavan delante de aquel dios puestas en unas astas, como astas de lança; llevávanlos unos muchachos corriendo, y en aparesciendo aquéllas de lexos, el atalaya dava vozes que cesasse la guerra. Y llegando cerca del cu de Uitzilopuchtli, dos soldados de aquellos que acompañavan tomavan las malas a los muchachos y llevávanlas corriendo hazia el cu, y salían otros dos y tomávanlas a aquéllos y llevávanlas otro trecho, y ansí se remudavan hasta llegar a la puerta del patio del cu de Uitzilopuchtli, que se llamava Cuauhquiáoac. Llegando allí, ninguno podía tomar las malas a los que las llevavan; ellos las subían al cu de Uitzilopuchtli, y llegando arriba, ponían las malas sobre la estatua de Uitzilopuchtli, que era hecha de masa de bledos. Allí caían cansados, allí estavan carleando de cansados; luego iva un sátrapa y cortava las orejas con un pedernal a estos dos que havían llegado cansados, y tornando en sí, baxavan del cu trayendo consigo la estatua de Uitzilopuchtli captiva, que era de masa, y llevávanla para sus casas, y hazían combite con ella a sus parientes y a todos los de su barrio. Hecho esto, tomávanle luego a los captivos y a los otros esclavos que havían de morir, y traíanlos en procesión alrededor del cu, sola una vez; ivan delante de todos los captivos, y luego los ponían en orden.

Luego descendía un sátrapa de lo alto del cu, y traía en las manos un volumen grande de papeles blancos, que llaman teteppoalli, o por otro nombre tetéuitl; en llegando abaxo, alçava los papeles, como ofreciéndolos hazia las cuatro partes del mundo; luego los ponía en un pilón que se llama cuauhxicalco. Luego descendía otro sátrapa que traía un hachón de Leas muy largo, que llaman xiuhcóatl; tenía la cabeça y la cola como culebra y ponían en la boca unas plumas coloradas que parescía que le salía fuego por la boca. Traía la cola hecha de papel, dos o tres braças de largo; cuando descendía no parescía sino gran culebra; descendía culebreando y moviendo la lengua, y llegando abaxo, ívase derecho al pilón donde estava el papel, y ofrecíalo hazia las cuatro partes del mundo, y luego tornava a ponerlo junto y arrojava sobre ello la culebra ardiendo; allí se quemava todo junto, y el sátrapa tornávase a subir al cu, y llegando arriba començavan luego a tocar las corneta y caracoles. Luego descendía un sátrapa con gran priesa, trayendo en los braços la estatua de Páinal, vicario de Uitzilopuchtli, y llegando con ella abaxo, passava por delante del pilón y por delante de los captivos y los esclavos que havían de morir, como guiándolos. Luego tornava a subir al cu; en llegando arriba, matavan primero a los captivos para que fuessen delante de los esclavos, y luego matavan a los esclavos; en matando a uno, luego tocavan las cornetas y caracoles; descendían el cuerpo por las gradas rodando, derramando por ellas la sangre; assí hazían a todos los esclavos que matavan a honra de Uitznáoatl; solos ellos morían; ningún captivo moría con ellos; matávanlos en su cu de Uitznáoatl.

Acabados de matar los esclavos y captivos todos se ivan a sus casas, y el día siguiente bevían pulcre los viejos y viejas, y los casados, y los principales. Este pulcre que aquí bevían se llamava matlaluctli, que quiere dezir "pulcre açul", porque lo tiñían con color açul. Los demás de estos que bevían el uctli, bevíanlo secretamente, porque si se sabía los castigavan; dávanlos de porraços y tresquilávanlos, arrastravan y acoceávanlos, y arrojávanlos por ahí muy mal tratados. En las casas de los dueños de los esclavos cantavan y tañían y tocavan las sonajas; no bailavan, sino estavan sentados, davan mantas a los servidores de la fiesta que tenían cargo de dar la comida y bevida, y cañas de humo, y flores, etc. Y también davan naoas y huipiles a las mugeres que tenían cargo de hazer pan y comida y bevida, y también a todos los vezinos del barrio davan mantas. Y al tercero día, al cual llaman chonchayocacalioa, que quire dezir "escaramuça de çaharrones", componían uno de çaharrón, con unos balandranes y carátulas espantables, y hazíanse luego dos vandos: de una parte se ponían los ministros de los ídolos y con ellos el çaharrón, y de otra parte se ponían los moços del telpuchcali, y al mediodía començavan a pelear los unos con los otros. Peleavan con unos ramos de oyámetl o pino, y con cañas, y también con cañas maciças, atadas unas con otras de tres en tres o de cuatro en cuatro. Y cuando se aporreavan con ellas hazían gran ruido; lastimávanse los unos a los otros, y a los que captivavan fregávanles las espaldas con pencas de maguey y molido, lo cual haze gran rescocimiento.

Y los ministros del templo a los que captivavan punçávanlos con espinas de maguey las orejas y los molledos de los braços, y los pechos, y los muslos; hazíanlos dar gritos, y si los moços del calmécac vencían a los contrarios, encerrávanlos en la casa real o palacio, y los que ivan tras ellos robavan cuanto havía: petates, icpales y teponaztli, huehuetes, etc. Y si los moços del calpulco vencían a los del calmécac, encerrávanlos en calmécac, y robavan cuanto hallavan: petates, icpales, cornetas y caracoles, etc. Y apartávanse y cesava la escaramuça a la puesta del sol. Al cuarto día llamavan nexpixolo. Dezían los viejos que los esclavos que havían sido muertos estavan aún todavía por ahí, que no havían ido al infierno; y el cuarto día, que se llamava nexpixolo, entonce entravan al infierno, y aquel mismo día ponían en sus petacas los papeles con que los esclavos y captivos havían muerto; y aquel mismo día los dueños de los esclavos y captivos y toda la otra gente se bañavan y xabonavan y lavavan las cabeças, y luego se ivan todos para sus casas porque ya era acabada la fiesta. Capítulo 35 De la fiesta y cerimonias que se hazían en las calendas del 16 mes, que se llamava atemuztli Al mes dézimo sexto llamavan atemuztli, que quiere dezir "descendimiento de agua", y llamávanle ansí porque en este mes suelen començar los truenos y las primeras aguas allá en los montes; y dezía la gente popular: "Ya vienen los dioses tlaloques".

En este tiempo los sátrapas de los tlaloques andavan muy devotos y muy penitentes, rogando a sus dioses por el agua y esperando la lluvia; començando a tronar y hazer señales de lluvia, luego estos sátrapas tomavan sus incensarios, que eran como unas cucharas grandes agujeradas, llenas de brasas, y los astiles largos, delgados y rolliços y huecos, y tenían unas sonajas dentro y el remate que era una cabeça de culebra. En estos incensarios, sobre las brasas, echavan su incienso, que llaman yiauhtli, y començaban luego a hazer ruido con las sonajas que estavan en el astil, moviéndole acá y allá, y començavan luego a incensar todas las estatuas de los cúes y de los tlaxilacales; con estos servicios demandavan y esperavan la lluvia. La otra gente, por amor del agua, hazían votos de hazer las imágines de los montes. Cinco días antes de llegar a esta fiesta compravan papel y ulli, y nequén y navajas, y con mucha devoción aparejávanse con ayunos y penitencia para hazer las imágines de los montes y para cubrirlos con papel. En estos tiempos, aunque se bañavan, no lavavan la cabeça sino solo el pescueço; absteníanse los hombres de las mugeres y las mugeres de los hombres. La noche de la vigilia de la fiesta, para amanescer a la fiesta de atemuztli, que era a los veinte días de este mes, toda la noche gastavan en cortar papeles de diversas maneras; a estos papeles, ansí cortados, llamavan tetéuitl. Cortados estos papeles, pegávanlos a unos varales grandes desde baxo hasta arriba, a manera de vandera -todos estos papeles estavan manchados de ulli-, y después hincavan este varal en el patio de su casa cada uno, y allí estava todo el día de la fiesta.

Y estos que hazían el voto de hazer las imágines combidavan a los ministros de los ídolos, para que viniessen a sus casas a hazer los papeles con que havían de componer a las imágines de los montes, y hazíanlas en su monesterio que se llama calmécac. Después de haverlo hecho, llevávanlas a las casas de los que havían votado y llevavan también su teponaztli, y sus sonajas y la concha de la tortuga para tañer. En llegando, luego componían las imágines que estavan hechas de masa de bledos; algunos tenían hechas cinco, algunos diez, y otros quinze. Eran las imágines de los montes sobre que las nubes se arman, como es Vulcán, y la Sierra Nevada, y la Sierra de Tlaxcalla, etc., y otras de esta manera. Después de haver compuestas estas imágines, poníanlas en orden en el oratorio de la casa, y luego ponían comida a cada una por sí. Delante de ellas sentávanse, y los tamales que las ponían eran muy chiquitos conforme a las imágines que eran muy pequeñitas; poníanlos en unos platillos pequeñuelos y unos caxitillos con un poquitito de maçamorra, y también unos tecomates pequeñitos que cabían poquito de cacáoatl. En una noche los presentavan comida de esta manera, cuatro vezes; también los ponían tecomates de calabaça verde, que se llama tzilacayotli; hinchíanlos de pulcre, y toda la noche estavan cantando delante de ellos. Tañían sus flautas, y no tañían los flauteros, sino unos mancebillos que buscavan para esto, y dávanlos de comer. Hecho todo esto, en amanesciendo, los ministros de los ídolos demandavan a los dueños de la casa aquel instrumento para texer que llaman tzotzopaztli, y metíansele por los pechos a las imágines de los montes, como matándoles, y cortávanle el cuello y sacávanle el coraçón, y luego le davan al dueño de la casa puesto en una xícara verde.

Haviendo ya muerto, como está dicho, todas aquellas imágines o estatuas, quitavan los papeles con que estavan adereçadas y todo junto los quemavan en el patio de la casa, y con ellos quemavan también los caxitillos de la comida, y todos los petates de juncias verdes con que estavan adornadas aquellas imágines, y todas las alhajas en que havían puesto comida y bevida a las imágines o estatuas; todo lo llevavan a los oratorios que llaman ayauhcalco, que estavan edificados a la orilla del agua. Hecho esto, luego se juntavan los combidados y comían y bevían a honra de las estatuas muertas, que se llamavan tepicme; luego ponían delante comida a cada uno por sí. Haviendo comido, dávanles a bever pulcre. Y las mugeres que entravan en este combite todas llevavan maíz, o majorcas de maíz en los almantos; ninguna iva sin llevar algo, o maçorcas de maíz hasta quinze o veinte. Entrando, sentávanse aparte, y dávanles allí comida a cada uno por sí, y también a bever pulcre. Tenían este pulcre en unos cangilones prietos; bevían tomando el pulcre de los cangilones con unas talas negras. Acabado el combite, cogían los papeles de los varales que estavan puestos en los patios, que llamavan tetéuitl, y llevávanlos a ciertos lugares del agua que estavan señalados con unos maderos hincados, o a las alturas de los montes. Este es el remate de esta fiesta, y la conclusión de la relación de atemuztli.

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