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Datos principales
Desarrollo
Capítulo 21 De las cerimonias y sacrificios que hazían en el segundo mes, que se llamava tlacaxipeoaliztli En el postrero día del dicho mes hazían una muy solenne fiesta a honra del dios llamado Xippe Tótec, y también a honra de Uitzilopuchtli. En esta fiesta matavan todos los captivos, hombres y mugeres y niños; antes que los matasen hazían muchas cerimonias, que son las siguientes. La vigilia de la fiesta, después de mediodía, començavan muy solemne areito, y velavan por toda la noche los que havían de morir en la casa que llamavan calpulco. Aquí los arrancavan los cabellos del medio de la corona de la cabeça; junto al fuego hazían esta cerimonia. Esto hazían a la medianoche, cuando solían sacar sangre de las orejas para ofrecer a los dioses, lo cual siempre hazían a la medianoche. Al alva de la mañana llevávanlos a donde havían de morir, que era el templo de Uitzilopuchtli; allí los matavan los ministros del templo de la manera que arriba queda dicho, y a todos los desollavan, y por esto llamavan la fiesta tlacaxipeoaliztli, que quiere dezir "desollamiento de hombres". Y a ellos los llamavan xipeme, y por otro nombre tototecti; lo primero quiere dezir "desollados"; lo segundo quiere dezir "los muertos a honra del dios Tótec". Los dueños de los captivos los entregavan a los sacerdotes abaxo, al pie del cu, y ellos los llevavan por los cabellos, cada uno al suyo, por las gradas arriba. Y si alguno no quería ir de su grado, llevávanle arrastrando hasta donde estava el taxón de piedra donde le havían de matar, y en sacando a cada uno de ellos el coraçón y ofreciéndole, como arriba se dixo, luego le echavan por las gradas abaxo, donde estavan otros sacerdotes que los desollavan; esto se hazía en el cu de Uitzilopuchtli.
Todos los coraçones, después de los haver sacado y ofrecido, los echavan en una xícara de madera, y llamavan a los coraçones cuauhnochtli, y a los que morían después de sacados los coraçones los llamavan cuauhtéca. Después de desollados, los viejos, llamados cuacuacuilti, llevavan los cuerpos al calpulco, adonde el dueño del captivo havía hecho su voto o prometimiento; allí le dividían y embiavan a Motecuçoma un muslo para que comiese, y lo demás lo repartían por los otros principales o parientes; ívanlo a comer a la casa del que captivó al muerto. Cocían aquella carne con maíz, y davan a cada uno un pedaço de aquella carne en una escudilla o caxete, con su caldo y su maíz cocida. Y llamavan aquella comida tlacatlaolli; después de haver comido andava la borrachería. Otro día, en amaneciendo, después de haver velado toda una noche, acuchillavan sobre la muela otros captivos, como se dixo en el capítulo pasado, los cuales llamavan oaoanti. También a éstos los arrancavan los cabellos de la corona de la cabeça, y los guardavan como por reliquias. Otras cerimonias muchas hazían en esta fiesta que se quedan por no dar fastidio al lector, aunque todas están esplicadas en la lengua. Hazían en esta fiesta unos juegos que son los siguientes. Todos los pellejos de los desollados se vestían muchos mancebos, a los cuales llamavan tototecti. Poníanse todos sentados sobre unos lechos de heno o de tíçatl o greda; estando allí sentados, otros mancebos provocávanlos a pelear o con palabras o con pellizcos, y ellos echavan tras los que les incitavan a pelear y los otros huían, y alcançándolos començavan a luchar o pelear los unos con los otros, y se prendían los unos a los otros, y encerravan a los presos y no salían de la cárcel sin pagar alguna cosa.
En acabando esta pelea, luego començavan acuchillar a los que havían de morir acuchillados sobre la muela. Peleavan contra ellos cuatro, los dos vestidos como tigres y los otros dos como águilas, y antes que començassen a pelear levantavan la rodela y la espada hazia el sol, como demandando esfuerço al sol, y luego començavan a pelear uno contra otro; y si era valiente el que estava atado y se denfendía bien, acometíanle dos y después tres, y si todavía se defendía, acometíanle todos cuatro en esta pelea; ivan bailando y haziendo muchos meneos los cuatro. Cuando ivan a acuchillar a los ya dichos hazían una procesión muy solemne de esta manera. Salían de lo alto del cu, que se llamava Yopico, muchos sacerdotes adereçados con ornamentos que cada uno representava a uno de los dioses; eran en gran número; ivan ordenados como en procesión, detrás de todos ivan los cuatro, dos tigres y dos águilas, que eran hombres fuertes; ivan haziendo ademanes de pelea con la espada y con la rodela como quien esgrime, y en llegando abaxo ivan hazia donde estava la piedra como muela donde acuchillan los cativos, y rodeávanla todos y sentávanse en torno de ella, algo redrados, en sus icpales que llamavan quecholicpalli. Estavan todos ordenados. El principal sacerdote de aquella fiesta, que se llamava Yooallaoa, se assentava en el más honrado lugar, porque él tenía cargo de sacar los coraçones aquellos que allí morían; y en estando sentados, començavan luego a tocar flautas, trompetas, caracoles, y a dar silvos y a cantar.
Estos que cantavan y tañían llevavan todos banderas de pluma blanca sobre los hombros en sus astas largas, y sentávanse todos ordenadamente en torno de la piedra, algo más lexos que los sacerdotes. Estando todos sentados, venía uno de los que tenía captivos para matar y traía a su captivo de los cabellos hasta la piedra donde le havían de acuchillar. Allí le davan a bever vino de la tierra o pulcre, y como el captivo recebía la xícara de pulcre alçávala contra el oriente, y contra el septentrión, y contra el occidente, y contra mediodía, como ofreciéndola hazia las cuatro partes del mundo. Y luego bevía, no con la xícara, sino con una caña hueca, chupando, y luego venía un sacerdote con una codorniz y cortávale la cabeça, arrancándosela delante del captivo que havía de morir, y luego el mesmo sacerdote tomava la rodela al captivo y levantávala hazia arriba, y luego la codorniz que havía cortado la cabeça echávala atrás de sí. Hecho esto, luego hazían subir al captivo sobre la piedra redonda a manera de muela, y estando sobre la piedra el captivo venía uno de los sacerdotes, o ministros del templo, vestido con un cuero de osso, el cual era como padrino de los que allí morían, y tomava una soga, la cual salía por el ojo de la muela, y atávale por la cintura con ella. Luego le dava su espada de palo, la cual en lugar de navajas tenía plumas de aves pegadas por el corte, y dávale cuatro garrotes de pino con que se defendiese y con que tirasse a sus contrarios.
El dueño del captivo, dexándole de esta manera ya dicha sobre la piedra, ívase en su lugar y desde allí mirava lo que passava con su captivo, estando bailando. Luego los que estavan aparejados para la pelea començavan a pelear con el captivo de uno en uno. Algunos captivos que eran valientes cansavan a los cuatro peleando y no le podían rendir. Luego venía otro quinto, que era izquierdo, el cual usava de la mano izquierda por derecha; éste le rendía y quitava las armas y dava con él en tierra; luego venía el que se llamava Yooallaoa y le abría los pechos y le sacava el coraçón. Algunos de los captivos, viéndose sobre la piedra atados, luego desmayavan y perdían el ánimo, y como desmayados y desanimados tomavan las armas, mas luego se dexavan vencer y los sacavan los coraçones sobre la piedra. Algunos captivos havía que luego se amortezían, como se vían sobre la piedra atados echávanse en el suelo, sin tomar arma ninguna, deseando que luego les matasen; y así le tomavan echándole de espaldas sobre la orilla de la piedra. Aquel llamado Yooallaoan abríale los pechos y sacávale el coraçón, y ofrecíale al sol; echávale en la xícara de madera, y luego otro sacerdote tomava un cañuto, de caña hueca, y metíala en el agujero por donde le havían sacado el coraçón, y tiñéndola en la sangre tornávala a sacar y ofrecía aquella sangre al sol. Luego venía el dueño del captivo y recebía la sangre del captivo en una xícara bordada con plumas toda la orilla; en la misma xícara iva un cañuto también aforrado con plumas.
Iva luego a andar las estaciones, visitando todas las estatuas de los dioses, por los templos y por los calpules; a cada una de ellas ponía el cañuto teñido en la sangre, como dándole a gustar la sangre de su captivo; haziendo esto iva compuesto con sus plumages y con todas sus joyas. Haviendo visitado todas las estatuas del pueblo y haviendo dado a gustar la sangre de su captivo, iva luego al palacio real a descomponerse, y el cuerpo de su captivo llevávale a la casa que llamavan calpulco, donde havía tenido la vigilia la noche antes. Allí les desollavan; de allí llevava el cuerpo desollado a su casa; allí le dividía y hazía presentes de la carne a sus superiores, amigos y parientes. El señor del captivo no comía de la carne, porque hazía de cuenta que aquella era su misma carne, porque desde la hora que le captivó le tenía por hijo, y el captivo a su señor por padre. Y por esta razón no quería comer de aquella carne, empero comía de la carne de los otros captivos que se havían muerto. El pellejo del captivo era del que le havía captivado, y él le prestava a otros para que le vistiessen y anduviessen por las calles con él, como con cabeça de lobo. Y todos le davan alguna cosa al que lo llevava vestido, y él lo dava todo al dueño del pellejo, el cual lo dividía entre aquellos que le havían traído vestido, como le parecía. Acabado de acuchillar y matar a los captivos, luego todos los que estavan presentes, sacerdotes y principales y los señores de los esclavos, començavan a dançar en su areito en rededor de la piedra donde havían muerto a los captivos.
Y los señores de los captivos en el areito, dançando y cantando, llevavan las cabeças de los captivos asidas de los cabellos, colgadas de las manos derechas; llamavan a este areito motzontecomaitotía. Y el padrino de los captivos, llamado cuitlachueue, cogía las sogas con que fueron atados los captivos en la piedra y levantávalas hazia las cuatro partes del mundo, como haziendo reverencia o acatamiento; y haziendo esto, andava llorando y gimiendo como quien llora a sus muertos. A este espectáculo secretamente venían a mirar y a estar presentes aquellos con quien Motecuçoma tenía guerra, que eran los de esa parte de los puertos de Uexotzinco, de Tlaxcalla, de Nonoalco, de Cempoalla, y otras partes muchas; y los mexicanos disimulavan con ellos porque dixessen en sus tierras lo que pasava cerca de los captivos. Hechas todas estas cosas, se acabava la fiesta de los acuchillados sobre la piedra. Cuando se hazía esta fiesta comían todos unas tortillas, como empanadillas, que hazían de maíz sin cozer, a las cuales llamavan uilocpalli. Todos los que ivan a ver este espectáculo hazían muchila de estas tortillas y comíanlas allá donde se hazía la farsa. El día siguiente todos se aparejavan para un muy solemne areito, el cual començavan en las casas reales; adereçávanse con todos los adereços o divisas o plumajes ricos que havía en las casas reales, y llevavan en las manos, en lugar de flores, todo género de tamales y tortillas; ivan adereçados con maíz tostado que llaman mumúchitl, en lugar de sartales y guirnaldas.
Llevavan también bledos colorados hechos de pluma colorada, y cañas de maíz con sus maçorcas. Y passando el mediodía cesavan los ministros del templo del areito, y venían todos los principales, señores y nobles, y poníanse en orden delante las casas reales todos de tres en tres. Salía también Motecuçuma en la delantera y llevava a la mano derecha al señor de Tezcuco y a la izquierda al señor de Tlacupa; hazíase un areito solemníssimo; durava el areito hasta la tarde, a la puesta del sol. Acabado el areito, començavan otra manera de danças en que todos ivan travados de las manos; ivan dançando como culebreando. En estas danças entravan los soldados viejos y los bisoños y los tirones de la guerra. También en estas danças entravan las mugeres matronas que querían, y las mugeres públicas; durava esta manera de danças, en este lugar donde havían muerto los captivos, hasta cerca de la medianoche; dilatavan estas fiestas por espacio de veinte días hasta llegar en las calendas del otro mes que se llamava toçoztontli. Capítulo 22 De las fiestas y sacrificios que hazían en el postrero día del segundo mes, que se dezía tlacaxipeoaliztli En el postrero día del segundo mes, se llamava tlacaxipeoaliztli, hazían una fiesta que llamavan ayacachpixolo, en el templo llamado Yopico. En esta fiesta los vezinos de aquel barrio estavan cantando sentados y tañían sonajas todo un día en el dicho templo, y ofrecían flores en el mismo templo. Estas flores que se ofrecían eran como primicias, porque eran las primeras que nacían aquel año y nadie osava oler flor ninguna de aquel año hasta que se ofreciessen, en el templo ya dicho, las primicias de las flores.
En esta fiesta hazían unos tamales que se llamavan tzatzapaltamalli, hechos de bledos o cenizos; principalmente hazían estos tamales los del barrio llamado Coatlan, y los ofrecían en el mismo cu delante de la diosa que ellos llamavan Coatlicue, o por otro nombre Coatlantonan, en la cual estos maestros de hazer flores tenían gran devoción. En esta misma fiesta escondían en alguna cueva los cueros de los captivos que havían desollado en la fiesta passada, porque ya estavan hartos de traerlos vestidos y porque ya hedían. Algunos enfermos de sarna o de los ojos hazían promesa de ir a ayudar asconder estos pellejos, porque los ascondían con processión y con mucha solemnidad. Ivan estos enfermos a esta processión por sanar de sus enfermedades, y dizque algunos de ellos sanavan, y atribuíanlo a esta devoción. Con grandes cerimonias se concluía esta fiesta, y con grandes cerimonias se lavavan los que havían traído los pellejos vestidos; los dueños de los captivos y todos los de su casa no se bañavan ni lavavan las cabeças hasta la conclusión de la fiesta, casi por espacio de veinte días; hecho lo dicho, lavavan, bañávanse ellos y los de su casa. Los que havían traído los pellejos vestidos lavávanse allí en el cu con agua mezclada con harina o con masa de maíz, y de allí ivan a bañarse en el agua común; y no se lavavan ellos, sino lavávanlos otros, no fregándolos el cuerpo con las manos, sino dándoles palmadas con las manos mojadas en el cuerpo; dezían que así salía la grosura del pellejo que havía traído vestido.
También los dueños de los captivos, los de su casa, hecho todo esto, se lavavan y xabonavan las cabeças de lo cual se havían abstenido veinte días, haziendo penitencia por su captivo difunto. Después de todo lo dicho, el dueño del esclavo que havía muerto ponía en el patio de su casa un globo redondo, hecho de petate, con tres pies, y encima del globo ponía todos los papeles con que se havía adereçado el captivo cuando murió, y después buscava un mancebo valiente y componíale con todos aquellos papeles. Estando compuesto con los papeles, dávanle una rodela en la una mano, en la otra le ponían un bastón, y salía corriendo por essas calles, como que quería maltratar a los que topasse, y todos huían de él y todos se alborotavan, y en viéndole dezían: "Ya viene el tetzómpac". Y si alguno alcançava, tomávale las mantas, y todas cuantas tomava las llevava y las arrojava en el patio de aquel que le havía compuesto con los papeles. Después de esto el dueño del captivo que havía muerto ponía en el medio del patio de su casa un madero como una columna, en el cual todos conocían que havía captivado en la guerra; aquello era en blasón de su valentía. Después de esto tomava el hueso del muslo del captivo, cuya carne ya havían comido, y componíale con papeles y con una soga le colgava de aquel madero que havía hincado en el patio; y para el día que le colgava combidava a sus parientes y amigos y a los de su barrio, y en presencia de ellos le colgava, y los dava de comer y bever.
Aquel día hazían ciertas cerimonias con el pulcre que dava a bever, y todo este día cantavan los cantores de su casa; todas estas cosas pasavan dentro de veinte días hasta llegar uei toçoztli. Capítulo 23 De la fiesta y cerimonias que hazían en las calendas del cuarto mes, que se llamava uei toçoztli Al cuarto mes llamavan uei toçoztli. En este mes hazían fiesta al dios de las mieses llamado Cintéutl y a la diosa de los mantenimientos llamada Chicomecóatl. Ante que celebrasen esta fiesta ayunavan cuatro días, y en estos días ponían espadañas junto a las imágines de los dioses, muy blancas y muy cortadas, ensangrentada la parte de abaxo donde tiene la blancura con sangre de las orejas o de las piernas. Este servicio hazían los mancebos y muchachos en las casas de los principales, mercaderes y ricos; ponían también unos ramos que se llaman acxóyatl. Hazían también delante de las diosas o de sus altares unos lechos de heno, y las orillas de ellos entretexíanlas como orillas de petate; lo demás del heno estava todo rebuelto, echado a mano. Y después de lo arriba dicho, hazían muchas maneras de maçamorra, y estando muy caliente y casi herviendo echávanlo en sus caxetes, en la casa que llamavan telpuchcalli. A la mañana los mancebos y muchachos andavan por las casas donde havían enramado los dioses y pedían limosna cada uno por sí; ninguno andava junto con otro. Dávanlos aquella maçamorra para que comiesen y los mancebos de los cúes que llamavan tlamazcatoton llevávanla al calmécac, allá la comían; y los mancebos del pueblo que llamavan telpupuchti llevávanla al telpuchcalli y allí la comían.
Después de esto ivan todos por los maizales y por los campos y traían cañas de maíz y otras yervas que llamavan mecóatl. Con estas yervas enramavan al dios de las mieses cuya imagen cada uno tenía en su casa, y componíanla con papeles y ponían comida delante de él, de esta imagen, cinco chiquihuites con sus tortillas, y encima de cada chiquíuitl una rana asada, de cierta manera guisada. Y también ponían delante de esta imagen un chiquihuite de harina de chían que ellos llaman pinolli; otro chiquihuite con maíz tostado rebuelto con frixoles. Cortavan un cañuto de maíz verde y henchíanle de todas aquellas viandas, tomando de cada cosa un poquito, y ponían aquel cañuto sobre las espaldas de la rana como que le llevava a cuestas. Esto hazía cada uno en su casa; por esto llamavan esta fiesta calionooac; y después a la tarde llevavan todas estas comidas al cu de la diosa de los mantenimientos llamada Chicomecóatl, y allí andavan a la rebatina con ello y lo comían todo. En esta fiesta llevavan las maçorcas de maíz que tenían guardadas para semilla al cu de Chicomecóatl y de Cintéutl, para que allí se hiziesen benditas. Llevavan las maçorcas unas muchachas vírgines a cuestas, boeltas en mantas, no más de siete maçorcas cada una; echavan sobre las maçorcas gotas de azeite de ulli; envolvíanlas en papeles. Las donzellas llevavan todas los braços emplumados con pluma colorada, y también las piernas; poníanlas en la cara pez derretida que ellos llaman chapopotli, salpicada con marcasita.
Cuando ivan por el camino, ivan con ellas mucha gente, rodeada de ellas, y todas las ivan mirando sin apartar los ojos de ellas; y nadie osava hablarlas, y si por ventura algún mancebo travieso las dezía alguna palabra de requiebro, respondía alguna de las viejas que ivan con ellas: "Y tú cobarde, ¿hablas bisoño?, ¿tú havías de hablar? Piensa en cómo hagas alguna hazaña para que te quiten la vedija de los cabellos que traes en el cocote, en señal de cobarde y de hombre para poco. Cobarde, bisoño, no havías tú de hablar aquí; tan muger eres como yo; nunca has salido tras del fuego". De esta manera estimulavan a los mancebos para que procurassen de ser esforçados para las cosas de la guerra; y alguno de los mancebos que tomava por sí esta reprehensión, respondía diziendo: "Muy bien está dicho, señora; yo lo recibo en merced; yo haré lo que vuessa merced manda; iré donde haga alguna cosa por donde me tengan por hombre, yo tendré cuidado. Querría más dos cacaos que a vos y a vuestro linaje; poneos de lodo en la barriga; rascaos la barriga y poneos la una pierna sobre la otra, y echaos a rodar por esse polvo; allí está una piedra áspera, daos con ella en la cara y en las narizes para que os salga sangre, y si más quisiéredes, agujeraos la garganta con un tizón para que escopáis por allí. Ruégoos que calléis y os pongáis en vuestra paz". Aunque de esta manera respondían a la muger que lo reprehendía, era por mostrar ánimo, que bien quedavan lastimados los mancebos de las palabras de la muger que havía reprehendido, y después dezían entre sí: "Ofrézcola al diablo, la vellacona, ¡y cómo nos ha reprehendido tan de agudo, que nos ha lastimado el coraçón con sus palabras! Amigos, menester es que vamos a hazer alguna cosa con que nos tengan en algo".
Después que havían llevado al cu las maçorcas de maíz, bolvíanlas a sus casas; echávanlas en el hondón de la troxe; dezían que era el coraçón de la troxe, y en el tiempo de sembrar, sacávanlas para sembrar; el maíz de ellas servía de semillas. Esta fiesta hazían a honra de la diosa llamada Chicumecóatl, la cual imaginavan como muger y dezían que ella era la que dava los mantenimientos del cuerpo para conservar la vida humana, porque cualquiera que le falta los mantenimientos se desmaya y muere. Dezían que ella hazía todos los géneros de maíz, y todos los géneros de frixoles y cualesquiera otras legumbres para comer, y también todas las maneras de chía; y por esto la hazían fiesta con ofrendas de comida, y con cantares y con bailes, y con sangre de codornizes. Todos los ornamentos con que la adereçavan eran bermejos y curiosos y labrados; en las manos la ponían cañas de maíz. De esta manera acabavan la fiesta de esta diosa, y començavan con danças la fiesta que se sigue. Capítulo 24 De la fiesta que se hazía en las calendas del quinto mes, que se llamava tóxcatl Al quinto mes llamavan tóxcatl. En este mes hazían fiesta y pascua a honra del principal dios llamado Tezcatlipuca, y por otro nombre Titlacaoan, y por otro Yáutl, y por otro Telpuchtli, y por otro Tlamatzíncatl. En esta fiesta matavan un mancebo muy acabado en disposición, al cual havían criado por espacio de un año en deleites; dezían que era la imagen de Tezcatlipuca.
En matando el mancebo que estava de un año criado, luego ponían otro en su lugar para criarle por espacio de un año; y de éstos tenían muchos guardados para que luego sucediessen otro al que havía muerto. Escogíanlos entre los captivos, los más gentiles hombres, y teníanlos guardados los calpixques; ponían gran diligencia en que fuessen los más hábiles y más bien dispuestos que se pudiesen haver, y sin tacha ninguna corporal. Al mancebo que se criava para matarle en esta fiesta enseñávanle con gran diligencia que supiese bien tañer una flauta, y para que supiese tomar y traer las cañas de humo y las flores, según que se acostumbra entre los señores y palancianos; y enseñávanle a ir chupando el humo y oliendo las flores, yendo andando, como se acostumbra entre los señores y en palacio. Estos mancebos, estando aún en el poder de los calpixques, ante que se publicasen por diputados para morir, tenían gran cuidado los mismos calpixques de enseñarlos toda buena criança, en hablar y en saludar a los que topavan por la calle y en todas las otras cosas de buenas costumbres, porque cuando ya eran señalados para morir en la fiesta de este dios, por espacio de aquel año en que ya se sabía de su muerte, todos los que le vían le tenían en gran reverencia y le hazían gran acatamiento, y le adoravan besando la tierra. Y si por el buen tratamiento que le hazían engordava, dávanle a bever agua mezclada con sal para que se parase cenceño. Luego que este mancebo era diputado para morir en la fiesta de este dios, començava a andar tañendo su flauta por las calles, con sus flores y su caña de humo; tenía libertad de noche y de día de andar por todo el pueblo, y andavan con él acompañándole siempre ocho pajes ataviados a manera de palacio.
E siendo publicado este mancebo para ser sacrificado en la pascua, luego el señor le ataviava con atavíos preciosos y curiosos, porque ya le tenía como en lugar de dios, y entintávanle todo el cuerpo y la cara; emplumávanle la cabeça con plumas de gallina pegadas con resina; criava los cabellos hasta la cinta. Después de haberle ataviado de ricos atavíos, poníanle una guirnalda de flores, que llaman izquixúchitl, y un sartal largo de las mismas colgado desde el hombro al sobaco, de ambas partes; poníanle en las orejas un ornamento como cercillos de oro; poníanle al cuello un sartal de piedras preciosas -colgávanle un juel de una piedra preciosa blanca que colgava hasta el pecho-; poníanle un barbote hecho de caracol marisco. Llevava a las espaldas un ornamento como bolsa de un palmo en cuadro, de lienço blanco, con sus borlas y flocadura; poníanle también en los braços, encima de los codos, en los morcillos de los braços, unas ajorcas de oro en ambos braços; poníanle también en las muñecas unos sartales de piedras preciosas, que ellos llaman macuextli, que le cubrían casi todas las muñecas hasta el codo. Cubríanle con una manta rica, hecha a manera de red, con una flocadura muy curiosa por las orillas; poníanle también ceñido una pieça de lienço muy curiosa que ellos usavan para cubrir las partes baxas que llamavan máxtlatl; las estremidades de este máxtlatl eran muy labradas, tanta anchura como un palmo de todo el ancho del lienço; colgavan estas estremidades por la parte delantera casi hasta la rodilla.
Poníanle también unos cascaveles de oro en las piernas, que iva sonando por dondequiera que iva; poníanle unas cotaras muy pintadas, muy curiosas, que las llamavan ocelunacace. De esta manera ataviavan a este mancebo que havían de matar en esta fiesta. Estos eran los atavíos del principio del año. Veinte días antes de llegar a esta fiesta mudávanle las vestiduras con que hasta allí havía hecho penitencia y lavávanle la tintura que hasta allí solía traer este mancebo. Y casávanle con cuatro donzellas con las cuales tenía conversación aquellos veinte días que restavan de su vida; y cortávanle los cabellos a la manera que los usavan los capitanes; atávanle los cabellos con una borla sobre la corona de la cabeça; con una franxa curiosa atávanle aquella atadura de los cabellos dos borlas con sus botones, hechas de pluma y oro y tochómitl, muy curiosas, que ellos llamavan aztaxelli. Las cuatro donzellas que le davan por sus mugeres también eran criadas en mucho regalo para aquel efecto; poníanlas los nombres de cuatro diosas, a la una llamavan Xochiquétzal, a la otra Xilonen, y a la tercera Atlatonan, y a la cuarta Uixtocíoatl. Cinco días antes de llegar a la fiesta, donde havían de sacrificar a este mancebo, honrávanle como a dios. El señor se quedava solo en su casa, y todos los de la corte le seguían, y se hazían solemnes banquetes y areitos con muy ricos atavíos. El primero día le hazían fiesta en el barrio que llaman Tecanman; el segundo en el barrio donde se guardava la estatua de Tezcatlipuca; el tercero en el montezillo que se llama Tepetzinco, que está en la laguna; el cuarto en otro montezillo, que está también en la laguna que se llama Tepepulco.
Acabada esta cuarta fiesta, poníanle en una canoa, en que el señor solía andar, cubierta con su toldo, y con él a sus mugeres que le ivan consolando. Y partiendo de Tepepulco, navegavan hazia una parte que se llama Tlapitzaoayan, que es cerca del camino de Itztapalapan, que va hazia Chalco, donde está un montezillo que se llama Acaquilpan o Caoaltépec; en este lugar le dexavan sus mugeres y toda la otra gente y se volvían para la ciudad: solamente le acompañavan aquellos ocho pajes que havían andado con él todo el año. Llevávanle luego a un cu pequeño y mal aliñado que estava orilla del camino y fuera de despoblado, distante de la ciudad una legua, o casi; llegado a las gradas del cu, él mismo se subía por las gradas arriba, y en la primera grada hazía pedaços una de las flautas con que tañía en el tiempo de su prosperidad, y en la segunda grada hazía pedaços otra, y en la tercera otra, y assí las acabava todas, subiendo por las gradas. Llegando arriba, a lo más alto del cu, estavan aparejados los sátrapas que le havían de matar, y tomávanle, echávanle sobre el taxón de piedra, y teniéndole por los pies y por las manos y por la cabeça, echado de espaldas sobre el taxón, el que tenía el cuchillo de piedra metíaselo por los pechos con un gran golpe, y tornándole a sacar, metía la mano por la cortadura que havía hecho el cuchillo y arrancávale el coraçón y ofrecíale luego al sol. De esta manera matavan a todos los que sacrificavan; a éste no le echavan por las gradas abaxo como a los otros, sino tomávanle cuatro y baxávanle abaxo al patio: allí le cortavan la cabeça y la espetavan en un palo que llamavan tzompantli.
De esta manera acabava su vida éste que havía sido regalado y honrado por espacio de un año. Dezían que esto significava que los que tienen riquezas y deleites en su vida, al cabo de ella han de venir a pobreza y dolor. En esta mesma fiesta hazían de masa, que se llama tzoalli, la imagen de Uitzilopuchtli, tan alta como un hombre hasta la cinta. En el cu que llamavan Uitznáoac hazían para ponerla un tablado; los maderos de él eran labrados como culebras y tenían las cabeças a todas cuatro partes del tablado contrapuestas las unas a las otras, de manera que a todas cuatro partes havía colas y cabeças. A la imagen que hazían poníanla por huesos unos palos de mízquitl, y luego lo hinchían todo de aquella masa, hasta hazer un bulto de un hombre; hazían esto en la casa donde siempre se guardava la imagen de Uitzilopuchtli. Acabada de hazer, componíanla luego con todos los atavíos de Uitzilopuchtli; poníanle una xaqueta de tela labrada de huesos de hombres; cubríanle con una manta de nequén de tela muy rala; poníanle en la cabeça una corona a manera de scriño que venía justa a la cabeça, y en lo alto ívase ensanchando, labrada de pluma sobre papel; del medio de ella salía un mástil también labrado de pluma, y en lo alto del mástil estava engerido un cuchillo de pedernal, a manera de hierro de lançón, ensangrentado hasta el medio; cubríanle otra manta, ricamente labrada de pluma rica; tenía esta manta en el medio una plancha de oro redonda, hecha de martillo.
Abaxo ponían unos huesos, hechos de tzoalli, cerca de los pies de la imagen, y cubríalos la misma manta que tenía cubierta en la cual estavan labrados los huesos y miembros de una persona despedaçada; a esta manta, labrada de esta manera, llamavan tlacuacuallo. Otro ornamento hazían para honra de este dios, que era un papelón que tenía veinte braças de largo y una de ancho y un dedo de grueso. Este papelón lo llevavan muchos mancebos recios delante de la imagen, assidos de una parte y de otra del papelón, todos delante la imagen; y porque el papelón no se quebrase, llevávanle entablado con unas saetas que ellos llamavan téumitl, las cuales tenían plumas en tres partes: cabe el casquillo, y en el medio y al cabo; ivan estas saetas una debaxo y otra encima del papel; llevávanlas dos, uno de una parte y otro de otra, llevándolas asidas ambas juntas con las manos, y ellas apretavan el papelón, una por encima y otra por debaxo. Acabada de componer esta imagen de la manera ya dicha, alçavan el tablado sobre que estava puesto muchos capitanes y hombres de guerra, y unos de una parte y otros de otra, ívanla llevando como en andas, y delante de ella iva el papelón, y todos los que le llevavan ivan todos en procesión. Ivan cantando sus cantares del mesmo dios, y bailando delante de él con grande areito; y llegando al cu, donde le havían de subir, llevavan con unas cuerdas atado el tablado por las cuatro esquinas y asían de las cuerdas para subirle, de manera que fuesse muy llano, que a ninguna parte se acustease la imagen.
Y los que llevavan el papelón subían delante; los que llegavan primero a lo alto començavan a coger el papel enrollándole; ansí como ivan subiéndole, ivan enrollando con gran tiento para que no se quebrase ni rompiese; y las saetas ívanlas sacando y dávanlas a quien todas y juntas las tuviesse hechas un haz. En llegando arriba la imagen, poníanla en su lugar, o silla, donde havía de estar, y el papelón que ya estava enrollado atávanle muy bien porque no se tornase a desenrollar, y poníansele delante del tabladillo en que estava la imagen. Después de haver assentado el tabladillo en lo alto del cu, y puesto el papelón enrollado junto al tabladillo, descendíanse todos los que le havían subido; solamente quedavan allá los que havían de guardar, que eran los sátrapas de los ídolos. Cuando le acabavan de subir ya era a puesta de sol, y luego entonce hazían ofrendas a la imagen de tamales y otras comidas. Otro día, en amaneciendo, cada uno en su casa hazía ofrenda de comida a la imagen del mesmo Uitzilopuchtli que tenía en su casa, y todos ofrecían sangre de codornizes delante de la imagen que havían puesto en el cu. Primero començava el señor: arrancava la cabeça a cuatro codornizes, ofreciéndolas al ídolo recien puesto, y luego ofrecían los sátrapas, y después todo el pueblo, y en arrancando la cabeça a la codorniz, arrojávanla delante del ídolo; allí andava revoleando hasta que se moría, y los escuderos y hombres de guerra del señor cogían las codornices después de muertas y hazíanlas pelar y asar y salar, y dividíanlas entre sí: parte de ellas al señor, y parte a los principales, y parte a los sátrapas, y parte a los escuderos.
Todos llevavan braseros, y en el cu encedían lumbre y hazían brasa; llevavan también copalli y sus incensarios de barro como caços agujerados y muy labrados, que ellos llamavan tlémaitl; llevavan también copal de todas maneras. Y como ivan procediendo en las cerimonias del servicio de aquel dios, los sátrapas, llegando a cierto punto, tomavan todos brasas en sus incensarios, echavan allí el copal o incienso, y incensavan hazia la imagen de Uitzilopuchtli, que poco antes havían puesto en el cu. No solamente en este lugar se hazía esta cerimonia, pero también en todas las casa de los dueños de ellas incensavan a todas las estatuas de los dioses que en sus casas tenían; acabado de incensar, echavan las brasas en un hogar redondo, dos palmos o casi alto de tierra, que estava en medio del patio, al cual llamavan tlexictli. En esta fiesta todas las donzellas se afeitavan las caras y componían con pluma colorada los braços y las piernas, y llevavan todas unos papeles puestos en unas cañas hendidas, que llamavan tetéuitl; el papel era pintado con tinta. Otras, que eran hijas de señores o de personas ricas, no llevavan papel, sino unas mantas delgadas, que llamavan canáoac; también las mantas ivan pintadas de negro a manera de vírgulas, de alto a baxo. Llevando en las manos estas cañas, con sus papeles o mantas altas, andavan la procesión con la otra gente a honra de este dios; y también bailavan estas donzellas con sus cañas y papeles assidos con ambas manos en derredor del fogón, sobre el cual estavan dos escuderos, teñidas las caras con tinta, y traían a cuestas unas como jaulas hechas de tea, en las orillas de las cuales ivan hincadas unas banderitas de papel; y llevávanlas a cuestas, no assidas de la frente como las cargas de los hombres, sino atadas de los pechos como suelen llevar las cargas las mugeres.
Estos, alrededor del fogón, en lo alto, guiavan la dança de las mugeres, bailando al modo que ellas bailan. También los sátrapas del templo dançavan también con las mugeres; ellos y ellas bailando saltavan, y llamavan a este baile toxcachocholoa; quiere dezir "saltar o bailar de la fiesta de tózcatl". Llevavan los sátrapas unas rodaxas de papel en las frentes, froncidas a manera de rosas de papel. Todos los sátrapas llevavan emplumadas las cabeças, con pluma blanca de gallina, y llevavan los labios y parte de los rostros enmelados, de manera que relucía la miel sobre la tintura de la cara, la cual siempre traían teñida de negro. Los sátrapas llevavan unos paños menores que ellos usavan de papel, que llamavan amamaxtli, y llevavan en las manos unos cetros de palma, en la punta de los cuales iva una flor de pluma negra y en lo baxo una bola, también de pluma negra, por remate del cetro. A este cetro llamavan cuitlacuchtli, por razón de la bola que llevava abaxo en el remate. La parte por donde llevavan assidos estos cetros iva envuelta con un papel pintado de listas o rayas negras, y cuando éstos ivan dançando llegavan al suelo con el cetro, como sustentándose en él, según los pasos que ivan dando. Y los que hazían el son para bailar estavan dentro de una casa que llamavan calpulco, de manera que no se vían los unos a los otros, ni los que bailavan a los que tañían, ni los que tañían a los que bailavan. Estos que tañían estavan todos sentados; en medio de ellos estava el atabal, y todos tañían sonajas y otros instrumentos que ellos usan en los areitos.
Toda la gente del palacio y la gente de guerra, viejos y moços, dançavan en otras partes del patio, trabados de las manos y culebreando, a manera de las danças que los populares hombres y mugeres hazen en Castilla la Vieja. Entre éstos tambíen dançavan las donzellas, afeitadas y emplumadas de pluma colorada todos los braços y todas las piernas, y llevavan en la cabeça puestos unos capillejos compuestos, en lugar de flores, con maíz tostado, que ellos llaman momóchitl, que cada grano es como una flor blanquíssima. Estos capillejos eran a la manera que los capillejos de flores que usan las moças en Campos por mayo; llevavan también unos sartales de lo mismo colgados desde el hombro hasta el sobaco, de ambas partes. A esta manera de dançar llaman tlanaoa, que quiere dezir "abraçado"; quinaoa in Uitzilopuchtli, "abraçan a Uitzilopuchtli". Todo esto se hazía con gran recato y honestidad, y si alguno hablava o mirava deshonestamente luego le castigavan, porque havía personas puestas que velavan sobre esto. Estos bailes y danças duravan hasta la noche. Cuando por espacio de un año regalavan al mancebo, que al principio se dixo que era imagen de Titlacaoan y le matavan en el principio de esta fiesta, juntamente criavan otro que llamavan Isteucale y por otro nombre Tlacauepan, y por otro Teicauhtzin, y andavan ambos juntos, aunque a éste no le adoravan como al otro y ni le tenían en tanto. Acabadas todas las fiestas ya dichas, y regozijos y cerimonias, al cabo matavan a este Tlacauepan, el cual era imagen de Uitzilopuchtli; para haverle de matar componíanle con unos papeles todos pintados con unas ruedas negras, y poníanle una mitra en la cabeça, hecha de plumas de águila, con muchos penachos en la punta, y en medio de los penachos llevava un cuchillo de pedernal enhiesto y teñido la mitad con sangre; iva adornado este pedernal con plumas coloradas.
Llevava en las espaldas un ornamento de un palmo en cuadro hecho de tela rala, al cual llamavan icuechin, atado con unas cuerdas de algodón a los pechos, y encima del ycuechin llevava una taleguilla que llamavan icpatoxin; llevava también en uno de los braços otro ornamento de pellejo de bestia fiera, a manera de manípulo que se usa en la missa; a éste llamavan ymatácax. Llevava también unos cascabeles de oro atados a las piernas, como los llevan los que bailan; éste, ansí adornado, dançava con los otros en esta fiesta; en las danças plebeyas iva delante, guiando. Este, él mismo y de su voluntad y a la hora que quería, se ponía en las manos de los que le havían de matar; aquellos sátrapas que le tenían para cuando le matavan los llamavan tlatlacaanalti; en las manos de éstos le cortavan los pechos y le sacavan el coraçón, y después le cortavan la cabeça y la espetavan en el palo que llamavan tzompantli, cabe la del otro mancebo de que diximos al principio. Este mismo día los sátrapas del templo davan unas cuchilladas con navaja de piedra a los niños y niñas en el pecho y en el estómago, y en los morcillos de los braços y en las muñecas; estas señales parece que eran como hierro del demonio con que herrava a sus ovejas; y los que agora todavía hazen estas señales no carecen de mácula de idolatría, si después del baptismo la recibieron. Cada año, en esta fiesta, señalavan a los niños y niñas con estas señales. Capítulo 25 De la fiesta y sacrificios que se hazían en las calendas del sexto mes, que se llamava etzalcualiztli Al sexto mes llamavan etzalcualiztli.
En este mes hazían fiesta a honra de los dioses del agua, o de la pluvia, que llamavan tlaloque. Ante de llegar esta fiesta, los sátrapas de los ídolos ayunavan cuatro días, y ante de començar el ayuno ivan por juncias a una fuente que está cabe el pueblo que llaman Citlaltépec, porque allí se hazen muy grandes y muy gruesas juncias, las cuales llaman aztapilin o tolmimilli; son muy largas y todo lo que está dentro del agua es muy blanco. Arrancávanlas en una fuente que se llama Temilco o Tepéxic o Oztoc; después que las havían arrancado, hazíanlas hazes y embolvíanlas en sus mantas para llevar a cuestas, y atávanlas con sus mecapales con que las havían de llevar; luego se partían para donde havían de ir, llevávanlas enhiestas y no atravesadas. Los ministros de los ídolos, cuando ivan por estas juncias y cuando bolvían con ellas, tenían por costumbre de robar a cuantos topavan por el camino; y como todos sabían esto, cuando ivan y cuando bolvían nadie parecía por los caminos, nadie osava caminar; y si con alguno topavan, luego le tomavan cuanto llevava, aunque fuesse el tributo del señor; y si el que tomavan se defendía, tratávanle muy mal de golpes y de coces, y de arrastrarle por el suelo; y por ninguna cosa de estas penavan a estos ministros de los ídolos. En llegando con las juncias al cu donde era menester, luego las cosían y componían, contrapuestas, y entrepuesto lo blanco a lo verde, a manera de mantas pintadas; hazían también de estas juncias sentaderos sin espaldares y otros con espaldares.
Para hazer estas mantas de juncias componíanlas en el suelo primero, y luego cosíanlas como estavan compuestas con cuerdas hechas de raízes de maguey. Llegado el ayuno que llamavan netlalocaçaoaliztli, todos los sátrapas y ministros de los ídolos se recogían dentro de la casa que llamavan calmécac; en sus retraimientos recogíanse en este lugar los que llamavan tlamacaztequioaque, que quiere dezir "sátrapas que ya havían hecho hazañas en la guerra", que havían captivado tres o cuatro. Estos, aunque no residían continuamente en el cu, en algunos tiempos señalados acudían a sus oficios al cu; recogíanse también otros que llamavan tlamazcazcayaque, que quiere dezir "sátrapas que ya han captivado uno en la guerra"; tampoco éstos residían siempre en los oficios de los cúes, mas acudían los tiempos señalados a sus oficios; recogíanse también otros que llamavan tlamacazque cuicanime, que quiere dezir "los sátrapas cantores", éstos siempre residían en los cúes, porque aún ninguna hazaña havían hecho en la guerra. Después de éstos se recogían todos los otros ministros de los ídolos que eran menores, que llamavan tlamacazteicahoan, que quiere dezir "ministros menores". También se recogían otros muchachos como sacristanejos, a los cuales llamavan tlamacaztoton, que quiere dezir "ministros pequeñuelos". Después de esto tendían alrededor de los hogares aquellas mantas de juncias que havían hecho, a las cuales llamavan aztapilpétlatl, que quiere dezir "petates jaspeados de juncias blancas y verdes".
Después de haver tendido estos petates o esteras, luego se adereçavan los sátrapas de los ídolos para hazer sus oficios. Vestíanse una xaqueta que ellos llamavan xicolli, de tela pintada, y poníanse en la mano, en el braço izquierdo, un manípulo a la manera de los que usan los sacerdotes de la iglesia, que ellos llaman matacaxtli; luego tomavan en la mano izquierda una talega con copal y tomavan en la mano derecha el incensario, que ellos llaman tlémaitl, que es hecho de barro cozido a manera de caço o sartenexa; luego, ansí adereçados, salíanse al patio del cu; puestos en medio del patio, tomavan brasas en sus incensarios y echavan sobre ellas copal, y incensavan hazia las cuatro partes del mundo: oriente, septentrión, occidente, mediodía. Haviendo incensado, vaziavan las brasas en los braseros altos, que siempre ardían de noche en el patio, tan altos como un estado, o poco menos, y tan gruesos que dos hombres apenas los podían abraçar. El sátrapa que havía ofrecido el incienso, acabado su oficio, entrávase en el calmécac, que era como una sacristía, y allí ponía sus ornamentos. Luego començavan los sátrapas a ofrecer delante el hogar unas bolillas de masa, cada uno ofrecía cuatro; poníanlas todos sobre los petates de juncias, y poníanlas con gran tiento para que no se rodassen ni meneasen, y si se rodava alguna de aquellas bolas, los otros acusávanle de aquella culpa, porque havía de ser castigado por ella, y ansí estavan con grande atención mirando a cada uno cómo ponía su ofrenda, para acusarle; a estas bolillas llamavan uentelolotli; y otros ofrecían cuatro tomates o cuatro chiles verdes.
Miravan también mucho a los que ofrecían si traían alguna cosa de suziedad en sus mantas como algún hilo, o paja, o cabello, o pluma, o pelos, y al tal luego le acusavan y havía de ser castigado por ello. Mirávase también mucho si alguno tropeçava o caía, porque luego acusavan al tal porque havía por ello de ser castigado. En estos cuatro días de su ayuno, juntamente con cuatro noches, todos andavan con mucho tiento por no caer en la pena del castigo. Acabado de ofrecer cada día, venían unos viejos que llamavan cuacuacuiltin, los cuales traían las caras teñidas de negro, trasquilados salvo en la corona de la cabeça que tenía los cabellos largos al revés de los clérigos. Estos coxían la ofrenda y dividíanla entre sí todos estos cuatro días. Esta era la costumbre de todos los sátrapas y de todos los cúes, que cuando ayunavan cuatro días antes de la medianoche una hora despertavan y tañían cornetas y caracoles y otros instrumentos, como tañiendo a maitines. En haviendo tañido a maitines, luego todos se levantavan, y desnudos sin ninguna cobertura ivan a donde estavan las puntas de maguey que el día antes havían cortado y traído para aquel efecto, con pedaços del mismo maguey; y en cortando las puntas de maguey, luego con una navajita de piedra se cortavan las orejas y con la sangre que de ellas salía ensangrentavan las puntas del maguey que tenían cortadas y también se ensangrentavan los rostros. Cada uno ensangrentava tantas puntas de maguey a cuantas alcançava su devoción: unos cinco, otros más, otros menos.
Hecho esto, luego todos los sátrapas y ministros de los ídolos ivan a bañarse por mucho frío que hiziesse; yendo, ivan tañendo caracoles marinos y unos chiflos hechos de barro cozido. Todos llevavan a cuestas unas taleguillas atadas con unos cordelejos de ichtli, con unas borlas al cabo, y de otras colgavan unas tiras de papel pintadas, cosidas con las mismas talegas que llamavan yiecuachtli; y en aquellas talegas llevavan una manera de harina, hecha a la manera de estiercol de ratones, que ellos llamavan yiacualli, que era conficionada con tinta y con polvos de una yerva, que ellos llaman yietl, que es como beleños de Castilla. Iva delante de todos éstos un sátrapa con su incensario lleno de brasas y con su talega de copal; todos ellos llevavan una penca de maguey corta, en que ivan hincadas las espinas que cada uno havía de gastar. Delante de todos éstos iva uno de aquellos que llamavan cuacuacuiltin, y llevava en el hombro una tabla tan larga como dos braços, tan ancha como un palmo o poco más; ivan dentro de esta tabla unas sonajas, y el que la llevava iva sonando con ellas; llamavan a esta tabla ayochicaoaztli o naoalcuáuitl. Todos los sátrapas ivan en esta processión; solos cuatro dexavan en el calmécac, que era su monesterio, los cuales guardavan entre tanto que ellos ivan a cumplir sus devociones. Estos cuatro se ocupavan en cantar y tañer en un atabal y menear unas sonajas estando sentados, y esto era un servicio que hazían a sus dioses, y aún agora lo usan alguno.
Llegados los sátrapas al agua donde se havían de bañar, estavan cuatro casas cerca de aquel agua, a las cuales llamavan ayauhcalli, que quiere dezir "casa de niebla". Estavan estas cuatro casas ordenadas hazia las cuatro partes del mundo: una hazia oriente, otra hazia septentrión, otra hazia el occidente, otra hazia el mediodía. El primero día se metían todos en una de éstas, y el segundo en la otra, y el tercero en la tercera, y el cuarto en la cuarta, y como ivan desnudos ivan temblando y otros batiendo los dientes de frío. Estando ansí, començava de hablar uno de los sátrapas que se llamava chalchiuhcuacuilli y dezía: "cóatl içomocayan; amóyotl icaoacayan, atapálcatl inechiccanaoayan, aztapilcuecuetlacayan"; quiere dezir "éste es lugar de culebras, lugar de mosquitos, y lugar de patos, y lugar de juncias". En acabando de dezir esto el sátrapa, todos los otros se arrojavan en el agua; començavan luego a chapotear en el agua con los pies y con las manos, haziendo grande estruendo; començavan a bozear y a gritar, y a contrahazer las aves del agua: unos a las ánades, otros a unas aves çancudas del agua que llaman pipitzti, otros a los cuervos marinos, otros a las garçotas blancas, otros a las garças. Aquellas palabras que dezía el sátrapa parece que eran invocación del demonio para hablar aquellos lenguajes de aves. En el agua donde éstos se bañavan estavan unos varales hincados. Cuatro días arreo hazían de esta manera. En acabándose de bañar, salían del agua y tomavan sus alhajas que havían traído y bolvían a sus monesterios desnudos y tañendo con sus pitos y caracoles.
Y llegando a sus monesterios, echávanse todos sobre aquellos petates de juncias verdes y cubríanse con sus mantas para dormir: unos estavan muertos de frío, otros dormían, otros velavan; algunos dormían profundamente, otros con sueño liviano; algunos soñavan, otros hablavan entre sueños; otros se levantavan dormiendo; otros roncavan, otros resoplavan, otros davan gemidos dormiendo; todos estavan rebueltos, malechados; hasta el mediodía no se levantavan. Haviéndose levantado los ministros y sátrapas, luego se adereçava el sátrapa de los ídolos con sus ornamentos acostumbrados y tomava su incensario, y incensava por todas las capillas y altares a todas las estatuas de los ídolos; ivan delante de él, acompañándole, sátrapas viejos llamados cuacuacuiltin. En acabando de incensar en todas las partes acostumbradas, luego se ivan todos a comer; sentávanse en corrillos en el suelo para comer, puestos en cuclillas como siempre suelen comer, y luego davan a cada uno su comida como se la enviavan de su misma casa; y si alguno tomava la comida agena o la trocava, castigávanle por ello. Eran muy recatados y curiosos que no derramassen gota ni pizca de la comida que comían allí donde comían, y si alguno derramava una gota de la mazamorra que sorbían o del chilmolli en que mojavan, luego le notavan la culpa para castigarle, si no redimiesse su culpa con alguna paga. En haviendo acabado de comer, luego ivan a cortar ramos que llaman acxóyatl, y donde no havía estos ramos cortavan cañas verdes en lugar de acxóyatl, y traíanlos todos al templo, hecho hacezillos, y sentávanse todos juntos y esperavan a la hora que les havían de hazer señal para que fuessen a enramar las capillas, que tenían por tareas señaladas.
En haziéndoles la señal que esperavan, arrancavan todos juntos con sus ramos y cañas, con priesa muy diligente, y cada uno iva derecho al lugar donde havía de poner sus ramos; y si alguno errava el puesto donde havía de poner las cañas, o quedava atrás de sus compañeros y no llegava juntamente con los otros al poner de las cañas, penávanle. Havía de pagar una gallina, o un maxtle, o una manta; y los pobres pagavan una bola de masa en una xícara puesta. Estas penas eran para el acusador; estas penas se pagavan en los cuatro días, porque en el quinto día ninguno se podía redemir, sino que havía de ser castigado. Llegada la fiesta, todos hazían la comida que se llama etzalli; no quedava nadie que no lo hiziesse en su casa. Este etzalli era hecho de maíz cozido, a manera de arruz, y era muy amarillo; después de hecho, todos comían de ello y davan a otros. Después de comido, los que querían bailavan y regozijávanse; muchos se hazían zaharrones disfraçados de diversas maneras y traían en las manos unas ollas de asa que se llaman xocuicolli; andavan de casa en casa demandando etzal o arruz; cantavan y bailavan a las puertas; dezían sus cantarejos, y a la postre dezían: "Si no me das el arruz, agujerarte he la casa". El dueño de la casa luego le dava una escudilla de arruz. Andavan éstos de dos en dos, de tres en tres, de cuatro en cuatro, y de cinco en cinco. Començavan este regozijo a la medianoche y cesava en amaneciendo. En saliendo el sol, aparejávanse los sátrapas con sus ornamentos acostumbrados: una xaqueta debaxo, y encima de ella una manta delgada, trasparente, que se llama ayauhquémitl, pintada de plumas de papagayo aspadas o cruzadas.
Después de esto, poníanle a cuestas una flor de papel grande, fruncida, redonda a manera de rodela, y después le atavan al colodrillo unas flores de papel también froncidas que sobravan a ambas partes de la cabeça, a manera de orejas de papel como medios círculos; teñíanle la delantera de la cabeça con color açul, y sobre la color echavan marcaxita. Llevava este sátrapa, colgando de la mano derecha, una talega o çurrón hecha de cuero de tigre, bordado con unos caracolitos blancos a manera de campanitas que ivan sonando los unos con los otros; a la una esquina del çurrón iva colgando la cola de tigre, y a la otra los dos pies, y a la otra las dos manos. En este çurrón llevava encienso para ofrecer; este encienso era una yerva, que se llama yiauhtli, seca y molida. Delante de este sátrapa iva un ministro que llaman cuacuilli, y llevava sobre el hombro una tabla de anchura de un palmo y de largura de dos braças; a trechos ivan unas sonajas en esta tabla, unos pedaçuelos de madero rolliços y atados a la mesma tabla y dentro de ella, que ivan sonando los unos con los otros; esta tabla se llamava ayauhchicaoaztli. Otros ministros ivan delante de este sátrapa; llevavan en braços unas imágines de dioses hechas de aquella goma que salta y es negra, y la llaman ulli; llamavan estas imágines ulteteu, que quiere dezir "dioses de ulli". Otros ministros llevavan en braços unos pedaços de copal, hechos a manera de panes de açucar, en forma piramidal; cada uno de estos pedaços de copal llevava en la parte aguda una pluma rica, que se llama quetzal, puesta a manera de penacho; llamávanla esta pluma quetzalmiyaoáyutl.
Estando ordenados de esta manera, tocavan las cornetas y caracoles, y luego començavan a ir por su camino adelante. Esta procesión se hazía para llevar a los que havían hecho algún defeto de los que se dixeron atrás al lugar donde los havían de castigar, y así los llevavan presos en esta processión; llevávanlos assidos por los cabellos del cogote para que no se huyesen; a algunos de ellos llevavan assidos por los maxtles que llevavan ceñidos, y los muchachos sacristanejos, que también havían hecho algún defeto, llevávanlos puestos sobre los hombros sentados en un sentaderuelo hecho de espadañas verdes, y los otros muchachos que eran mayorcillos llevavan assidos de la mano. Y llevándolos al agua donde los havía de castigar, arrojávanlos en el agua donde quiera que hallavan alguna laguna en el camino, y maltratávanlos de puñadas y coces y empellones, y los arrojavan y los revolcavan en el lodo de cualquier laguna que estava en el camino; de esta manera los llevavan hasta la orilla del agua donde los havían de çambullir, la cual llamavan Totecco. Allegados a la orilla del agua, el sátrapa y los otros ministros quemavan papel en sacrificio, y las formas de copal que llevavan y las imágines de ulli, y echavan encienso en el fuego y otros derramavan alrededor sobre las esteras de juncia con que estava ordenado aquel lugar. Juntamente con esto, los que llevavan los culpados arrojávanlos en el agua, cuyos golpes hazían gran estruendo en el agua, y alçavan el agua echándole en alto por razón de los que caían en ella.
Y los que salían arriba tornávanlos a çambullir, y algunos que sabían nadar ivan por debaxo del agua a sumorgujo y salían lexos, y assí se escapavan; pero los que no sabían nadar de tal manera los fatigavan que los dexavan por muertos a la orilla del agua. Allí los tomavan sus parientes y los colgavan de los pies para que echassen fuera el agua que havían bevido por las narizes y por la boca. Esto acabado, bolvíanse todos por el mismo camino que havían venido en procesión; ivan tañendo sus caracoles hazia el cu o monesterio de donde havían venido, y a los castigados llevávanlos sus parientes a sus casas; ivan todos lastimados y temblando de frío y batiendo los dientes; assí los llevavan a sus casas para que convaleciessen. En bolviendo los sátrapas a su monasterio, echavan otra vez esteras de junças, como jaspeadas, y también espadañas, y luego començavan otro ayuno de cuatro días, al cual llamavan netlacaçaoaliztli. En este ayuno no se acusavan los unos a los otros, ni tampoco comían a mediodía. En estos cuatro días los sacristanejos aparejavan todos los ornamentos de papel que eran menester para todos los ministros y también para sí. El uno de estos ornamentos se llamava tlaquechpányotl; quiere dezir "ornamento que va sobre el pescuezo"; el otro se llamava amacuexpalli, era ornamento que se ponían tras el colodrillo, como una flor hecha de papel; el otro se llamava yiataztli, que era un çurrón para llevar encienso. Este çurrón de papel comprávase en el tiánquez; también compravan unos sartales de palo, los cuales se vendían también en el tiánquez.
Acabados los cuatro días del ayuno, luego se adornavan los sátrapas con aquellos atavíos, y también todos los ministros. El día de la fiesta luego de mañana se ponían en la cabeça color açul; poníanse en la cara y en los rostros miel mezclada con tinta, y todos llevavan colgados sus çurrones con encienso, y bordados con caracolillos blancos. Los çurrones de los sátrapas mayores eran de cuero de tigre, y los de los otros menores eran de papel pintado a manera de tigre; algunos de estos çurroncillos los figuravan a manera del ave que se llama atzitzicuílotl, y otros a manera de patos; todos llevavan sus enciensos en los dichos çurrones. Después de todos ataviados, luego començavan su fiesta; ivan en procesión al cu; iva delante de todos el sátrapa del Tláloc. Este llevava en la cabeça una corona hecha a manera de escriño, justa a la cabeça y ancha arriba, y del medio de ella salían muchos plumajes; llevava la cara untada con ulli derretido, que es negro como tinta; llevava una xaqueta de tela que se llama áyatl; llevava una carantoña fea con grande nariz; llevava una cabellera larga hasta la cinta, esta cabellera estava engerida con la carátula. Siguíanle todos los otros ministros y sátrapas. Iban hablando como quien reza hasta llegar al cu de Tláloc; en llegando, el sátrapa de aquel dios parávase y luego tendían esteras de juncos, y también hojas de tunas empolvorizadas con encienso. Luego sobre las esteras ponían cuatro chalchihuites redondos, a manera de bolillas, y luego davan al sátrapa un garavatillo teñido con açul; con este garavato tocava a cada una de las bolillas, y en tocando hazía un ademán como retrayendo la mano, y dava una vuelta, y luego iva a tocar la otra y hazía lo mismo, assí tocava a todas cuatro con sus boltezuelas.
Hecho esto, sembrava encienso sobre las esteras de aquello que llaman yiauhtli; sembrado el encienso, dávanle luego la tabla de las sonajas y començava a hazer sonido con ella, meneándola para que sonassen los palillos que en medio estavan encorporados o atados. Hecho esto, luego se començavan todos a ir para sus casas y monesterios, y a los castigados llevavan a sus casas; luego se descomponían de los ornamentos con que ivan compuestos y se sentavan, y luego a la noche començavan la fiesta; tocavan sus teponaztles y sus caracoles, y los otros instrumentos musicales, sobre el cu de Tláloc, y cantavan en los monasterios y tocavan las sonajas que suelen traer en los areitos. De todos estos instrumentos se hazía una música muy festiva, y hazían velar toda aquella noche a los captivos que havían de matar el día siguiente, que los llaman imágines de los tlaloques. Llegados a la medianoche, que ellos llamavan yoalli xeliui, començavan luego a matar a los captivos. Aquellos que primero matavan dezían que eran el fundamento de los que eran imagen de los tlaloques, que ivan adereçados con los ornamentos de los mismos tlaloques, que dezían que eran sus imágines, y assí ellos murían a la postre; ívanse a sentar sobre los que primero havían muerto. Acabado de matar a éstos, luego tomavan todas las ofrendas de papel y plumajes y piedras preciosas y chalchihuites y los llevavan a un lugar de la laguna que llaman Pantitlan, que es frontera de las ataraçanas.
También llevavan los coraçones de todos los que havían muerto, metidos en una olla pintada de açul y teñida de ulli en cuatro partes; también los papeles ivan todos manchados de ulli. Todos los que estavan presentes a esta ofrenda y sacrificio tenían en las manos aquella yerva que llaman iztáuhyatl, que es casi como axenxos de Castilla, y con ellos estavan oxeando, como quien oxea moscas sobre sus caras y de sus hijos, y dezían que con esto oxeavan los gusanos para que no entrassen en los ojos, para que no se causase aquella enfermedad de los ojos que ellos llaman ixocuillooaliztli. Otros metían esta yerva en las orejas; también por vía de superstición, otros traían esta yerva apuñada o apretada en el puño. Llegados con todas sus ofrendas y con los coraçones de los muertos, metíanse en una canoa grande, que era del señor, y luego començavan a remar con gran priesa; los remos de los que remavan, todos ivan teñidos de açul; también los remos ivan manchados con ulli. Llegados al lugar donde se havía de hazer la ofrenda, al cual se llamava Pantitlan, metían la canoa entre muchos maderos que allí estavan hincados en cerco de un sumidero que llamavan aóztoc; entrando entre los maderos, luego los sátrapas començavan a tocar sus cornetas y caracoles puestos de pies en la proa de la canoa. Luego davan al principal de ellos la olla con los coraçones; luego los echava en medio de aquel espacio que estava entre los maderos, que era el espacio que tomava aquella cueva donde el agua se sumía.
Dizen que echados los coraçones se alborotava el agua y hazía olas y espumas; echados los coraçones en el agua, echavan también las piedras preciosas y los papeles de ofrenda, a los cuales llamavan tetéuitl; atávanlos en lo alto de los maderos que allí estavan hincados; también colgavan algunos de los chalchihuites y piedras preciosas en los mismos papeles. Acabado todo esto, salíanse de entre los maderos; luego un sátrapa tomava un incensario, a manera de cajo, y ponía en él cuatro de aquellos papeles, que llamavan tetéuitl, y encendíalos, y estando ardiendo hazía un ademán de ofrecer hazia donde estava el sumidero, y luego arronzava el incensario con el papel ardiendo hazia el sumidero. Hecho aquello, volvía la canoa hazia tierra y començavan a remar y aguijar hazia tierra donde llaman Tetamaçolco, que éste era el puerto de las canoas. Luego todos se bañavan en el mismo lugar y de allí llevavan la canoa a donde la solían guardar. Todo lo sobredicho se hazía desde media noche arriba hasta que amanecía. Al romper de la mañana, y todas las cosas acabadas, todos los sátrapas se ivan a lavar a los lugares donde ellos se solían lavar, allí se lavavan todos con agua, para quitar la color açul, solamente la delantera de la cabeça. Y assí alguno de los sátrapas o ministros de los ídolos que estavan acusados y havían de ser castigados, entonce cuando se lavavan con el agua açul, le traían y le castigavan como a los arriba dichos. Hecho esto, luego se ivan a su monesterio y sacavan todas las esteras de juncos verdes que havían puesto, y las echavan fuera del monesterio detrás de la casa. Estas son las cerimonias que se hazían en la fiesta que se llamava etzalcualiztli.
Todos los coraçones, después de los haver sacado y ofrecido, los echavan en una xícara de madera, y llamavan a los coraçones cuauhnochtli, y a los que morían después de sacados los coraçones los llamavan cuauhtéca. Después de desollados, los viejos, llamados cuacuacuilti, llevavan los cuerpos al calpulco, adonde el dueño del captivo havía hecho su voto o prometimiento; allí le dividían y embiavan a Motecuçoma un muslo para que comiese, y lo demás lo repartían por los otros principales o parientes; ívanlo a comer a la casa del que captivó al muerto. Cocían aquella carne con maíz, y davan a cada uno un pedaço de aquella carne en una escudilla o caxete, con su caldo y su maíz cocida. Y llamavan aquella comida tlacatlaolli; después de haver comido andava la borrachería. Otro día, en amaneciendo, después de haver velado toda una noche, acuchillavan sobre la muela otros captivos, como se dixo en el capítulo pasado, los cuales llamavan oaoanti. También a éstos los arrancavan los cabellos de la corona de la cabeça, y los guardavan como por reliquias. Otras cerimonias muchas hazían en esta fiesta que se quedan por no dar fastidio al lector, aunque todas están esplicadas en la lengua. Hazían en esta fiesta unos juegos que son los siguientes. Todos los pellejos de los desollados se vestían muchos mancebos, a los cuales llamavan tototecti. Poníanse todos sentados sobre unos lechos de heno o de tíçatl o greda; estando allí sentados, otros mancebos provocávanlos a pelear o con palabras o con pellizcos, y ellos echavan tras los que les incitavan a pelear y los otros huían, y alcançándolos començavan a luchar o pelear los unos con los otros, y se prendían los unos a los otros, y encerravan a los presos y no salían de la cárcel sin pagar alguna cosa.
En acabando esta pelea, luego començavan acuchillar a los que havían de morir acuchillados sobre la muela. Peleavan contra ellos cuatro, los dos vestidos como tigres y los otros dos como águilas, y antes que començassen a pelear levantavan la rodela y la espada hazia el sol, como demandando esfuerço al sol, y luego començavan a pelear uno contra otro; y si era valiente el que estava atado y se denfendía bien, acometíanle dos y después tres, y si todavía se defendía, acometíanle todos cuatro en esta pelea; ivan bailando y haziendo muchos meneos los cuatro. Cuando ivan a acuchillar a los ya dichos hazían una procesión muy solemne de esta manera. Salían de lo alto del cu, que se llamava Yopico, muchos sacerdotes adereçados con ornamentos que cada uno representava a uno de los dioses; eran en gran número; ivan ordenados como en procesión, detrás de todos ivan los cuatro, dos tigres y dos águilas, que eran hombres fuertes; ivan haziendo ademanes de pelea con la espada y con la rodela como quien esgrime, y en llegando abaxo ivan hazia donde estava la piedra como muela donde acuchillan los cativos, y rodeávanla todos y sentávanse en torno de ella, algo redrados, en sus icpales que llamavan quecholicpalli. Estavan todos ordenados. El principal sacerdote de aquella fiesta, que se llamava Yooallaoa, se assentava en el más honrado lugar, porque él tenía cargo de sacar los coraçones aquellos que allí morían; y en estando sentados, començavan luego a tocar flautas, trompetas, caracoles, y a dar silvos y a cantar.
Estos que cantavan y tañían llevavan todos banderas de pluma blanca sobre los hombros en sus astas largas, y sentávanse todos ordenadamente en torno de la piedra, algo más lexos que los sacerdotes. Estando todos sentados, venía uno de los que tenía captivos para matar y traía a su captivo de los cabellos hasta la piedra donde le havían de acuchillar. Allí le davan a bever vino de la tierra o pulcre, y como el captivo recebía la xícara de pulcre alçávala contra el oriente, y contra el septentrión, y contra el occidente, y contra mediodía, como ofreciéndola hazia las cuatro partes del mundo. Y luego bevía, no con la xícara, sino con una caña hueca, chupando, y luego venía un sacerdote con una codorniz y cortávale la cabeça, arrancándosela delante del captivo que havía de morir, y luego el mesmo sacerdote tomava la rodela al captivo y levantávala hazia arriba, y luego la codorniz que havía cortado la cabeça echávala atrás de sí. Hecho esto, luego hazían subir al captivo sobre la piedra redonda a manera de muela, y estando sobre la piedra el captivo venía uno de los sacerdotes, o ministros del templo, vestido con un cuero de osso, el cual era como padrino de los que allí morían, y tomava una soga, la cual salía por el ojo de la muela, y atávale por la cintura con ella. Luego le dava su espada de palo, la cual en lugar de navajas tenía plumas de aves pegadas por el corte, y dávale cuatro garrotes de pino con que se defendiese y con que tirasse a sus contrarios.
El dueño del captivo, dexándole de esta manera ya dicha sobre la piedra, ívase en su lugar y desde allí mirava lo que passava con su captivo, estando bailando. Luego los que estavan aparejados para la pelea començavan a pelear con el captivo de uno en uno. Algunos captivos que eran valientes cansavan a los cuatro peleando y no le podían rendir. Luego venía otro quinto, que era izquierdo, el cual usava de la mano izquierda por derecha; éste le rendía y quitava las armas y dava con él en tierra; luego venía el que se llamava Yooallaoa y le abría los pechos y le sacava el coraçón. Algunos de los captivos, viéndose sobre la piedra atados, luego desmayavan y perdían el ánimo, y como desmayados y desanimados tomavan las armas, mas luego se dexavan vencer y los sacavan los coraçones sobre la piedra. Algunos captivos havía que luego se amortezían, como se vían sobre la piedra atados echávanse en el suelo, sin tomar arma ninguna, deseando que luego les matasen; y así le tomavan echándole de espaldas sobre la orilla de la piedra. Aquel llamado Yooallaoan abríale los pechos y sacávale el coraçón, y ofrecíale al sol; echávale en la xícara de madera, y luego otro sacerdote tomava un cañuto, de caña hueca, y metíala en el agujero por donde le havían sacado el coraçón, y tiñéndola en la sangre tornávala a sacar y ofrecía aquella sangre al sol. Luego venía el dueño del captivo y recebía la sangre del captivo en una xícara bordada con plumas toda la orilla; en la misma xícara iva un cañuto también aforrado con plumas.
Iva luego a andar las estaciones, visitando todas las estatuas de los dioses, por los templos y por los calpules; a cada una de ellas ponía el cañuto teñido en la sangre, como dándole a gustar la sangre de su captivo; haziendo esto iva compuesto con sus plumages y con todas sus joyas. Haviendo visitado todas las estatuas del pueblo y haviendo dado a gustar la sangre de su captivo, iva luego al palacio real a descomponerse, y el cuerpo de su captivo llevávale a la casa que llamavan calpulco, donde havía tenido la vigilia la noche antes. Allí les desollavan; de allí llevava el cuerpo desollado a su casa; allí le dividía y hazía presentes de la carne a sus superiores, amigos y parientes. El señor del captivo no comía de la carne, porque hazía de cuenta que aquella era su misma carne, porque desde la hora que le captivó le tenía por hijo, y el captivo a su señor por padre. Y por esta razón no quería comer de aquella carne, empero comía de la carne de los otros captivos que se havían muerto. El pellejo del captivo era del que le havía captivado, y él le prestava a otros para que le vistiessen y anduviessen por las calles con él, como con cabeça de lobo. Y todos le davan alguna cosa al que lo llevava vestido, y él lo dava todo al dueño del pellejo, el cual lo dividía entre aquellos que le havían traído vestido, como le parecía. Acabado de acuchillar y matar a los captivos, luego todos los que estavan presentes, sacerdotes y principales y los señores de los esclavos, començavan a dançar en su areito en rededor de la piedra donde havían muerto a los captivos.
Y los señores de los captivos en el areito, dançando y cantando, llevavan las cabeças de los captivos asidas de los cabellos, colgadas de las manos derechas; llamavan a este areito motzontecomaitotía. Y el padrino de los captivos, llamado cuitlachueue, cogía las sogas con que fueron atados los captivos en la piedra y levantávalas hazia las cuatro partes del mundo, como haziendo reverencia o acatamiento; y haziendo esto, andava llorando y gimiendo como quien llora a sus muertos. A este espectáculo secretamente venían a mirar y a estar presentes aquellos con quien Motecuçoma tenía guerra, que eran los de esa parte de los puertos de Uexotzinco, de Tlaxcalla, de Nonoalco, de Cempoalla, y otras partes muchas; y los mexicanos disimulavan con ellos porque dixessen en sus tierras lo que pasava cerca de los captivos. Hechas todas estas cosas, se acabava la fiesta de los acuchillados sobre la piedra. Cuando se hazía esta fiesta comían todos unas tortillas, como empanadillas, que hazían de maíz sin cozer, a las cuales llamavan uilocpalli. Todos los que ivan a ver este espectáculo hazían muchila de estas tortillas y comíanlas allá donde se hazía la farsa. El día siguiente todos se aparejavan para un muy solemne areito, el cual començavan en las casas reales; adereçávanse con todos los adereços o divisas o plumajes ricos que havía en las casas reales, y llevavan en las manos, en lugar de flores, todo género de tamales y tortillas; ivan adereçados con maíz tostado que llaman mumúchitl, en lugar de sartales y guirnaldas.
Llevavan también bledos colorados hechos de pluma colorada, y cañas de maíz con sus maçorcas. Y passando el mediodía cesavan los ministros del templo del areito, y venían todos los principales, señores y nobles, y poníanse en orden delante las casas reales todos de tres en tres. Salía también Motecuçuma en la delantera y llevava a la mano derecha al señor de Tezcuco y a la izquierda al señor de Tlacupa; hazíase un areito solemníssimo; durava el areito hasta la tarde, a la puesta del sol. Acabado el areito, començavan otra manera de danças en que todos ivan travados de las manos; ivan dançando como culebreando. En estas danças entravan los soldados viejos y los bisoños y los tirones de la guerra. También en estas danças entravan las mugeres matronas que querían, y las mugeres públicas; durava esta manera de danças, en este lugar donde havían muerto los captivos, hasta cerca de la medianoche; dilatavan estas fiestas por espacio de veinte días hasta llegar en las calendas del otro mes que se llamava toçoztontli. Capítulo 22 De las fiestas y sacrificios que hazían en el postrero día del segundo mes, que se dezía tlacaxipeoaliztli En el postrero día del segundo mes, se llamava tlacaxipeoaliztli, hazían una fiesta que llamavan ayacachpixolo, en el templo llamado Yopico. En esta fiesta los vezinos de aquel barrio estavan cantando sentados y tañían sonajas todo un día en el dicho templo, y ofrecían flores en el mismo templo. Estas flores que se ofrecían eran como primicias, porque eran las primeras que nacían aquel año y nadie osava oler flor ninguna de aquel año hasta que se ofreciessen, en el templo ya dicho, las primicias de las flores.
En esta fiesta hazían unos tamales que se llamavan tzatzapaltamalli, hechos de bledos o cenizos; principalmente hazían estos tamales los del barrio llamado Coatlan, y los ofrecían en el mismo cu delante de la diosa que ellos llamavan Coatlicue, o por otro nombre Coatlantonan, en la cual estos maestros de hazer flores tenían gran devoción. En esta misma fiesta escondían en alguna cueva los cueros de los captivos que havían desollado en la fiesta passada, porque ya estavan hartos de traerlos vestidos y porque ya hedían. Algunos enfermos de sarna o de los ojos hazían promesa de ir a ayudar asconder estos pellejos, porque los ascondían con processión y con mucha solemnidad. Ivan estos enfermos a esta processión por sanar de sus enfermedades, y dizque algunos de ellos sanavan, y atribuíanlo a esta devoción. Con grandes cerimonias se concluía esta fiesta, y con grandes cerimonias se lavavan los que havían traído los pellejos vestidos; los dueños de los captivos y todos los de su casa no se bañavan ni lavavan las cabeças hasta la conclusión de la fiesta, casi por espacio de veinte días; hecho lo dicho, lavavan, bañávanse ellos y los de su casa. Los que havían traído los pellejos vestidos lavávanse allí en el cu con agua mezclada con harina o con masa de maíz, y de allí ivan a bañarse en el agua común; y no se lavavan ellos, sino lavávanlos otros, no fregándolos el cuerpo con las manos, sino dándoles palmadas con las manos mojadas en el cuerpo; dezían que así salía la grosura del pellejo que havía traído vestido.
También los dueños de los captivos, los de su casa, hecho todo esto, se lavavan y xabonavan las cabeças de lo cual se havían abstenido veinte días, haziendo penitencia por su captivo difunto. Después de todo lo dicho, el dueño del esclavo que havía muerto ponía en el patio de su casa un globo redondo, hecho de petate, con tres pies, y encima del globo ponía todos los papeles con que se havía adereçado el captivo cuando murió, y después buscava un mancebo valiente y componíale con todos aquellos papeles. Estando compuesto con los papeles, dávanle una rodela en la una mano, en la otra le ponían un bastón, y salía corriendo por essas calles, como que quería maltratar a los que topasse, y todos huían de él y todos se alborotavan, y en viéndole dezían: "Ya viene el tetzómpac". Y si alguno alcançava, tomávale las mantas, y todas cuantas tomava las llevava y las arrojava en el patio de aquel que le havía compuesto con los papeles. Después de esto el dueño del captivo que havía muerto ponía en el medio del patio de su casa un madero como una columna, en el cual todos conocían que havía captivado en la guerra; aquello era en blasón de su valentía. Después de esto tomava el hueso del muslo del captivo, cuya carne ya havían comido, y componíale con papeles y con una soga le colgava de aquel madero que havía hincado en el patio; y para el día que le colgava combidava a sus parientes y amigos y a los de su barrio, y en presencia de ellos le colgava, y los dava de comer y bever.
Aquel día hazían ciertas cerimonias con el pulcre que dava a bever, y todo este día cantavan los cantores de su casa; todas estas cosas pasavan dentro de veinte días hasta llegar uei toçoztli. Capítulo 23 De la fiesta y cerimonias que hazían en las calendas del cuarto mes, que se llamava uei toçoztli Al cuarto mes llamavan uei toçoztli. En este mes hazían fiesta al dios de las mieses llamado Cintéutl y a la diosa de los mantenimientos llamada Chicomecóatl. Ante que celebrasen esta fiesta ayunavan cuatro días, y en estos días ponían espadañas junto a las imágines de los dioses, muy blancas y muy cortadas, ensangrentada la parte de abaxo donde tiene la blancura con sangre de las orejas o de las piernas. Este servicio hazían los mancebos y muchachos en las casas de los principales, mercaderes y ricos; ponían también unos ramos que se llaman acxóyatl. Hazían también delante de las diosas o de sus altares unos lechos de heno, y las orillas de ellos entretexíanlas como orillas de petate; lo demás del heno estava todo rebuelto, echado a mano. Y después de lo arriba dicho, hazían muchas maneras de maçamorra, y estando muy caliente y casi herviendo echávanlo en sus caxetes, en la casa que llamavan telpuchcalli. A la mañana los mancebos y muchachos andavan por las casas donde havían enramado los dioses y pedían limosna cada uno por sí; ninguno andava junto con otro. Dávanlos aquella maçamorra para que comiesen y los mancebos de los cúes que llamavan tlamazcatoton llevávanla al calmécac, allá la comían; y los mancebos del pueblo que llamavan telpupuchti llevávanla al telpuchcalli y allí la comían.
Después de esto ivan todos por los maizales y por los campos y traían cañas de maíz y otras yervas que llamavan mecóatl. Con estas yervas enramavan al dios de las mieses cuya imagen cada uno tenía en su casa, y componíanla con papeles y ponían comida delante de él, de esta imagen, cinco chiquihuites con sus tortillas, y encima de cada chiquíuitl una rana asada, de cierta manera guisada. Y también ponían delante de esta imagen un chiquihuite de harina de chían que ellos llaman pinolli; otro chiquihuite con maíz tostado rebuelto con frixoles. Cortavan un cañuto de maíz verde y henchíanle de todas aquellas viandas, tomando de cada cosa un poquito, y ponían aquel cañuto sobre las espaldas de la rana como que le llevava a cuestas. Esto hazía cada uno en su casa; por esto llamavan esta fiesta calionooac; y después a la tarde llevavan todas estas comidas al cu de la diosa de los mantenimientos llamada Chicomecóatl, y allí andavan a la rebatina con ello y lo comían todo. En esta fiesta llevavan las maçorcas de maíz que tenían guardadas para semilla al cu de Chicomecóatl y de Cintéutl, para que allí se hiziesen benditas. Llevavan las maçorcas unas muchachas vírgines a cuestas, boeltas en mantas, no más de siete maçorcas cada una; echavan sobre las maçorcas gotas de azeite de ulli; envolvíanlas en papeles. Las donzellas llevavan todas los braços emplumados con pluma colorada, y también las piernas; poníanlas en la cara pez derretida que ellos llaman chapopotli, salpicada con marcasita.
Cuando ivan por el camino, ivan con ellas mucha gente, rodeada de ellas, y todas las ivan mirando sin apartar los ojos de ellas; y nadie osava hablarlas, y si por ventura algún mancebo travieso las dezía alguna palabra de requiebro, respondía alguna de las viejas que ivan con ellas: "Y tú cobarde, ¿hablas bisoño?, ¿tú havías de hablar? Piensa en cómo hagas alguna hazaña para que te quiten la vedija de los cabellos que traes en el cocote, en señal de cobarde y de hombre para poco. Cobarde, bisoño, no havías tú de hablar aquí; tan muger eres como yo; nunca has salido tras del fuego". De esta manera estimulavan a los mancebos para que procurassen de ser esforçados para las cosas de la guerra; y alguno de los mancebos que tomava por sí esta reprehensión, respondía diziendo: "Muy bien está dicho, señora; yo lo recibo en merced; yo haré lo que vuessa merced manda; iré donde haga alguna cosa por donde me tengan por hombre, yo tendré cuidado. Querría más dos cacaos que a vos y a vuestro linaje; poneos de lodo en la barriga; rascaos la barriga y poneos la una pierna sobre la otra, y echaos a rodar por esse polvo; allí está una piedra áspera, daos con ella en la cara y en las narizes para que os salga sangre, y si más quisiéredes, agujeraos la garganta con un tizón para que escopáis por allí. Ruégoos que calléis y os pongáis en vuestra paz". Aunque de esta manera respondían a la muger que lo reprehendía, era por mostrar ánimo, que bien quedavan lastimados los mancebos de las palabras de la muger que havía reprehendido, y después dezían entre sí: "Ofrézcola al diablo, la vellacona, ¡y cómo nos ha reprehendido tan de agudo, que nos ha lastimado el coraçón con sus palabras! Amigos, menester es que vamos a hazer alguna cosa con que nos tengan en algo".
Después que havían llevado al cu las maçorcas de maíz, bolvíanlas a sus casas; echávanlas en el hondón de la troxe; dezían que era el coraçón de la troxe, y en el tiempo de sembrar, sacávanlas para sembrar; el maíz de ellas servía de semillas. Esta fiesta hazían a honra de la diosa llamada Chicumecóatl, la cual imaginavan como muger y dezían que ella era la que dava los mantenimientos del cuerpo para conservar la vida humana, porque cualquiera que le falta los mantenimientos se desmaya y muere. Dezían que ella hazía todos los géneros de maíz, y todos los géneros de frixoles y cualesquiera otras legumbres para comer, y también todas las maneras de chía; y por esto la hazían fiesta con ofrendas de comida, y con cantares y con bailes, y con sangre de codornizes. Todos los ornamentos con que la adereçavan eran bermejos y curiosos y labrados; en las manos la ponían cañas de maíz. De esta manera acabavan la fiesta de esta diosa, y començavan con danças la fiesta que se sigue. Capítulo 24 De la fiesta que se hazía en las calendas del quinto mes, que se llamava tóxcatl Al quinto mes llamavan tóxcatl. En este mes hazían fiesta y pascua a honra del principal dios llamado Tezcatlipuca, y por otro nombre Titlacaoan, y por otro Yáutl, y por otro Telpuchtli, y por otro Tlamatzíncatl. En esta fiesta matavan un mancebo muy acabado en disposición, al cual havían criado por espacio de un año en deleites; dezían que era la imagen de Tezcatlipuca.
En matando el mancebo que estava de un año criado, luego ponían otro en su lugar para criarle por espacio de un año; y de éstos tenían muchos guardados para que luego sucediessen otro al que havía muerto. Escogíanlos entre los captivos, los más gentiles hombres, y teníanlos guardados los calpixques; ponían gran diligencia en que fuessen los más hábiles y más bien dispuestos que se pudiesen haver, y sin tacha ninguna corporal. Al mancebo que se criava para matarle en esta fiesta enseñávanle con gran diligencia que supiese bien tañer una flauta, y para que supiese tomar y traer las cañas de humo y las flores, según que se acostumbra entre los señores y palancianos; y enseñávanle a ir chupando el humo y oliendo las flores, yendo andando, como se acostumbra entre los señores y en palacio. Estos mancebos, estando aún en el poder de los calpixques, ante que se publicasen por diputados para morir, tenían gran cuidado los mismos calpixques de enseñarlos toda buena criança, en hablar y en saludar a los que topavan por la calle y en todas las otras cosas de buenas costumbres, porque cuando ya eran señalados para morir en la fiesta de este dios, por espacio de aquel año en que ya se sabía de su muerte, todos los que le vían le tenían en gran reverencia y le hazían gran acatamiento, y le adoravan besando la tierra. Y si por el buen tratamiento que le hazían engordava, dávanle a bever agua mezclada con sal para que se parase cenceño. Luego que este mancebo era diputado para morir en la fiesta de este dios, començava a andar tañendo su flauta por las calles, con sus flores y su caña de humo; tenía libertad de noche y de día de andar por todo el pueblo, y andavan con él acompañándole siempre ocho pajes ataviados a manera de palacio.
E siendo publicado este mancebo para ser sacrificado en la pascua, luego el señor le ataviava con atavíos preciosos y curiosos, porque ya le tenía como en lugar de dios, y entintávanle todo el cuerpo y la cara; emplumávanle la cabeça con plumas de gallina pegadas con resina; criava los cabellos hasta la cinta. Después de haberle ataviado de ricos atavíos, poníanle una guirnalda de flores, que llaman izquixúchitl, y un sartal largo de las mismas colgado desde el hombro al sobaco, de ambas partes; poníanle en las orejas un ornamento como cercillos de oro; poníanle al cuello un sartal de piedras preciosas -colgávanle un juel de una piedra preciosa blanca que colgava hasta el pecho-; poníanle un barbote hecho de caracol marisco. Llevava a las espaldas un ornamento como bolsa de un palmo en cuadro, de lienço blanco, con sus borlas y flocadura; poníanle también en los braços, encima de los codos, en los morcillos de los braços, unas ajorcas de oro en ambos braços; poníanle también en las muñecas unos sartales de piedras preciosas, que ellos llaman macuextli, que le cubrían casi todas las muñecas hasta el codo. Cubríanle con una manta rica, hecha a manera de red, con una flocadura muy curiosa por las orillas; poníanle también ceñido una pieça de lienço muy curiosa que ellos usavan para cubrir las partes baxas que llamavan máxtlatl; las estremidades de este máxtlatl eran muy labradas, tanta anchura como un palmo de todo el ancho del lienço; colgavan estas estremidades por la parte delantera casi hasta la rodilla.
Poníanle también unos cascaveles de oro en las piernas, que iva sonando por dondequiera que iva; poníanle unas cotaras muy pintadas, muy curiosas, que las llamavan ocelunacace. De esta manera ataviavan a este mancebo que havían de matar en esta fiesta. Estos eran los atavíos del principio del año. Veinte días antes de llegar a esta fiesta mudávanle las vestiduras con que hasta allí havía hecho penitencia y lavávanle la tintura que hasta allí solía traer este mancebo. Y casávanle con cuatro donzellas con las cuales tenía conversación aquellos veinte días que restavan de su vida; y cortávanle los cabellos a la manera que los usavan los capitanes; atávanle los cabellos con una borla sobre la corona de la cabeça; con una franxa curiosa atávanle aquella atadura de los cabellos dos borlas con sus botones, hechas de pluma y oro y tochómitl, muy curiosas, que ellos llamavan aztaxelli. Las cuatro donzellas que le davan por sus mugeres también eran criadas en mucho regalo para aquel efecto; poníanlas los nombres de cuatro diosas, a la una llamavan Xochiquétzal, a la otra Xilonen, y a la tercera Atlatonan, y a la cuarta Uixtocíoatl. Cinco días antes de llegar a la fiesta, donde havían de sacrificar a este mancebo, honrávanle como a dios. El señor se quedava solo en su casa, y todos los de la corte le seguían, y se hazían solemnes banquetes y areitos con muy ricos atavíos. El primero día le hazían fiesta en el barrio que llaman Tecanman; el segundo en el barrio donde se guardava la estatua de Tezcatlipuca; el tercero en el montezillo que se llama Tepetzinco, que está en la laguna; el cuarto en otro montezillo, que está también en la laguna que se llama Tepepulco.
Acabada esta cuarta fiesta, poníanle en una canoa, en que el señor solía andar, cubierta con su toldo, y con él a sus mugeres que le ivan consolando. Y partiendo de Tepepulco, navegavan hazia una parte que se llama Tlapitzaoayan, que es cerca del camino de Itztapalapan, que va hazia Chalco, donde está un montezillo que se llama Acaquilpan o Caoaltépec; en este lugar le dexavan sus mugeres y toda la otra gente y se volvían para la ciudad: solamente le acompañavan aquellos ocho pajes que havían andado con él todo el año. Llevávanle luego a un cu pequeño y mal aliñado que estava orilla del camino y fuera de despoblado, distante de la ciudad una legua, o casi; llegado a las gradas del cu, él mismo se subía por las gradas arriba, y en la primera grada hazía pedaços una de las flautas con que tañía en el tiempo de su prosperidad, y en la segunda grada hazía pedaços otra, y en la tercera otra, y assí las acabava todas, subiendo por las gradas. Llegando arriba, a lo más alto del cu, estavan aparejados los sátrapas que le havían de matar, y tomávanle, echávanle sobre el taxón de piedra, y teniéndole por los pies y por las manos y por la cabeça, echado de espaldas sobre el taxón, el que tenía el cuchillo de piedra metíaselo por los pechos con un gran golpe, y tornándole a sacar, metía la mano por la cortadura que havía hecho el cuchillo y arrancávale el coraçón y ofrecíale luego al sol. De esta manera matavan a todos los que sacrificavan; a éste no le echavan por las gradas abaxo como a los otros, sino tomávanle cuatro y baxávanle abaxo al patio: allí le cortavan la cabeça y la espetavan en un palo que llamavan tzompantli.
De esta manera acabava su vida éste que havía sido regalado y honrado por espacio de un año. Dezían que esto significava que los que tienen riquezas y deleites en su vida, al cabo de ella han de venir a pobreza y dolor. En esta mesma fiesta hazían de masa, que se llama tzoalli, la imagen de Uitzilopuchtli, tan alta como un hombre hasta la cinta. En el cu que llamavan Uitznáoac hazían para ponerla un tablado; los maderos de él eran labrados como culebras y tenían las cabeças a todas cuatro partes del tablado contrapuestas las unas a las otras, de manera que a todas cuatro partes havía colas y cabeças. A la imagen que hazían poníanla por huesos unos palos de mízquitl, y luego lo hinchían todo de aquella masa, hasta hazer un bulto de un hombre; hazían esto en la casa donde siempre se guardava la imagen de Uitzilopuchtli. Acabada de hazer, componíanla luego con todos los atavíos de Uitzilopuchtli; poníanle una xaqueta de tela labrada de huesos de hombres; cubríanle con una manta de nequén de tela muy rala; poníanle en la cabeça una corona a manera de scriño que venía justa a la cabeça, y en lo alto ívase ensanchando, labrada de pluma sobre papel; del medio de ella salía un mástil también labrado de pluma, y en lo alto del mástil estava engerido un cuchillo de pedernal, a manera de hierro de lançón, ensangrentado hasta el medio; cubríanle otra manta, ricamente labrada de pluma rica; tenía esta manta en el medio una plancha de oro redonda, hecha de martillo.
Abaxo ponían unos huesos, hechos de tzoalli, cerca de los pies de la imagen, y cubríalos la misma manta que tenía cubierta en la cual estavan labrados los huesos y miembros de una persona despedaçada; a esta manta, labrada de esta manera, llamavan tlacuacuallo. Otro ornamento hazían para honra de este dios, que era un papelón que tenía veinte braças de largo y una de ancho y un dedo de grueso. Este papelón lo llevavan muchos mancebos recios delante de la imagen, assidos de una parte y de otra del papelón, todos delante la imagen; y porque el papelón no se quebrase, llevávanle entablado con unas saetas que ellos llamavan téumitl, las cuales tenían plumas en tres partes: cabe el casquillo, y en el medio y al cabo; ivan estas saetas una debaxo y otra encima del papel; llevávanlas dos, uno de una parte y otro de otra, llevándolas asidas ambas juntas con las manos, y ellas apretavan el papelón, una por encima y otra por debaxo. Acabada de componer esta imagen de la manera ya dicha, alçavan el tablado sobre que estava puesto muchos capitanes y hombres de guerra, y unos de una parte y otros de otra, ívanla llevando como en andas, y delante de ella iva el papelón, y todos los que le llevavan ivan todos en procesión. Ivan cantando sus cantares del mesmo dios, y bailando delante de él con grande areito; y llegando al cu, donde le havían de subir, llevavan con unas cuerdas atado el tablado por las cuatro esquinas y asían de las cuerdas para subirle, de manera que fuesse muy llano, que a ninguna parte se acustease la imagen.
Y los que llevavan el papelón subían delante; los que llegavan primero a lo alto començavan a coger el papel enrollándole; ansí como ivan subiéndole, ivan enrollando con gran tiento para que no se quebrase ni rompiese; y las saetas ívanlas sacando y dávanlas a quien todas y juntas las tuviesse hechas un haz. En llegando arriba la imagen, poníanla en su lugar, o silla, donde havía de estar, y el papelón que ya estava enrollado atávanle muy bien porque no se tornase a desenrollar, y poníansele delante del tabladillo en que estava la imagen. Después de haver assentado el tabladillo en lo alto del cu, y puesto el papelón enrollado junto al tabladillo, descendíanse todos los que le havían subido; solamente quedavan allá los que havían de guardar, que eran los sátrapas de los ídolos. Cuando le acabavan de subir ya era a puesta de sol, y luego entonce hazían ofrendas a la imagen de tamales y otras comidas. Otro día, en amaneciendo, cada uno en su casa hazía ofrenda de comida a la imagen del mesmo Uitzilopuchtli que tenía en su casa, y todos ofrecían sangre de codornizes delante de la imagen que havían puesto en el cu. Primero començava el señor: arrancava la cabeça a cuatro codornizes, ofreciéndolas al ídolo recien puesto, y luego ofrecían los sátrapas, y después todo el pueblo, y en arrancando la cabeça a la codorniz, arrojávanla delante del ídolo; allí andava revoleando hasta que se moría, y los escuderos y hombres de guerra del señor cogían las codornices después de muertas y hazíanlas pelar y asar y salar, y dividíanlas entre sí: parte de ellas al señor, y parte a los principales, y parte a los sátrapas, y parte a los escuderos.
Todos llevavan braseros, y en el cu encedían lumbre y hazían brasa; llevavan también copalli y sus incensarios de barro como caços agujerados y muy labrados, que ellos llamavan tlémaitl; llevavan también copal de todas maneras. Y como ivan procediendo en las cerimonias del servicio de aquel dios, los sátrapas, llegando a cierto punto, tomavan todos brasas en sus incensarios, echavan allí el copal o incienso, y incensavan hazia la imagen de Uitzilopuchtli, que poco antes havían puesto en el cu. No solamente en este lugar se hazía esta cerimonia, pero también en todas las casa de los dueños de ellas incensavan a todas las estatuas de los dioses que en sus casas tenían; acabado de incensar, echavan las brasas en un hogar redondo, dos palmos o casi alto de tierra, que estava en medio del patio, al cual llamavan tlexictli. En esta fiesta todas las donzellas se afeitavan las caras y componían con pluma colorada los braços y las piernas, y llevavan todas unos papeles puestos en unas cañas hendidas, que llamavan tetéuitl; el papel era pintado con tinta. Otras, que eran hijas de señores o de personas ricas, no llevavan papel, sino unas mantas delgadas, que llamavan canáoac; también las mantas ivan pintadas de negro a manera de vírgulas, de alto a baxo. Llevando en las manos estas cañas, con sus papeles o mantas altas, andavan la procesión con la otra gente a honra de este dios; y también bailavan estas donzellas con sus cañas y papeles assidos con ambas manos en derredor del fogón, sobre el cual estavan dos escuderos, teñidas las caras con tinta, y traían a cuestas unas como jaulas hechas de tea, en las orillas de las cuales ivan hincadas unas banderitas de papel; y llevávanlas a cuestas, no assidas de la frente como las cargas de los hombres, sino atadas de los pechos como suelen llevar las cargas las mugeres.
Estos, alrededor del fogón, en lo alto, guiavan la dança de las mugeres, bailando al modo que ellas bailan. También los sátrapas del templo dançavan también con las mugeres; ellos y ellas bailando saltavan, y llamavan a este baile toxcachocholoa; quiere dezir "saltar o bailar de la fiesta de tózcatl". Llevavan los sátrapas unas rodaxas de papel en las frentes, froncidas a manera de rosas de papel. Todos los sátrapas llevavan emplumadas las cabeças, con pluma blanca de gallina, y llevavan los labios y parte de los rostros enmelados, de manera que relucía la miel sobre la tintura de la cara, la cual siempre traían teñida de negro. Los sátrapas llevavan unos paños menores que ellos usavan de papel, que llamavan amamaxtli, y llevavan en las manos unos cetros de palma, en la punta de los cuales iva una flor de pluma negra y en lo baxo una bola, también de pluma negra, por remate del cetro. A este cetro llamavan cuitlacuchtli, por razón de la bola que llevava abaxo en el remate. La parte por donde llevavan assidos estos cetros iva envuelta con un papel pintado de listas o rayas negras, y cuando éstos ivan dançando llegavan al suelo con el cetro, como sustentándose en él, según los pasos que ivan dando. Y los que hazían el son para bailar estavan dentro de una casa que llamavan calpulco, de manera que no se vían los unos a los otros, ni los que bailavan a los que tañían, ni los que tañían a los que bailavan. Estos que tañían estavan todos sentados; en medio de ellos estava el atabal, y todos tañían sonajas y otros instrumentos que ellos usan en los areitos.
Toda la gente del palacio y la gente de guerra, viejos y moços, dançavan en otras partes del patio, trabados de las manos y culebreando, a manera de las danças que los populares hombres y mugeres hazen en Castilla la Vieja. Entre éstos tambíen dançavan las donzellas, afeitadas y emplumadas de pluma colorada todos los braços y todas las piernas, y llevavan en la cabeça puestos unos capillejos compuestos, en lugar de flores, con maíz tostado, que ellos llaman momóchitl, que cada grano es como una flor blanquíssima. Estos capillejos eran a la manera que los capillejos de flores que usan las moças en Campos por mayo; llevavan también unos sartales de lo mismo colgados desde el hombro hasta el sobaco, de ambas partes. A esta manera de dançar llaman tlanaoa, que quiere dezir "abraçado"; quinaoa in Uitzilopuchtli, "abraçan a Uitzilopuchtli". Todo esto se hazía con gran recato y honestidad, y si alguno hablava o mirava deshonestamente luego le castigavan, porque havía personas puestas que velavan sobre esto. Estos bailes y danças duravan hasta la noche. Cuando por espacio de un año regalavan al mancebo, que al principio se dixo que era imagen de Titlacaoan y le matavan en el principio de esta fiesta, juntamente criavan otro que llamavan Isteucale y por otro nombre Tlacauepan, y por otro Teicauhtzin, y andavan ambos juntos, aunque a éste no le adoravan como al otro y ni le tenían en tanto. Acabadas todas las fiestas ya dichas, y regozijos y cerimonias, al cabo matavan a este Tlacauepan, el cual era imagen de Uitzilopuchtli; para haverle de matar componíanle con unos papeles todos pintados con unas ruedas negras, y poníanle una mitra en la cabeça, hecha de plumas de águila, con muchos penachos en la punta, y en medio de los penachos llevava un cuchillo de pedernal enhiesto y teñido la mitad con sangre; iva adornado este pedernal con plumas coloradas.
Llevava en las espaldas un ornamento de un palmo en cuadro hecho de tela rala, al cual llamavan icuechin, atado con unas cuerdas de algodón a los pechos, y encima del ycuechin llevava una taleguilla que llamavan icpatoxin; llevava también en uno de los braços otro ornamento de pellejo de bestia fiera, a manera de manípulo que se usa en la missa; a éste llamavan ymatácax. Llevava también unos cascabeles de oro atados a las piernas, como los llevan los que bailan; éste, ansí adornado, dançava con los otros en esta fiesta; en las danças plebeyas iva delante, guiando. Este, él mismo y de su voluntad y a la hora que quería, se ponía en las manos de los que le havían de matar; aquellos sátrapas que le tenían para cuando le matavan los llamavan tlatlacaanalti; en las manos de éstos le cortavan los pechos y le sacavan el coraçón, y después le cortavan la cabeça y la espetavan en el palo que llamavan tzompantli, cabe la del otro mancebo de que diximos al principio. Este mismo día los sátrapas del templo davan unas cuchilladas con navaja de piedra a los niños y niñas en el pecho y en el estómago, y en los morcillos de los braços y en las muñecas; estas señales parece que eran como hierro del demonio con que herrava a sus ovejas; y los que agora todavía hazen estas señales no carecen de mácula de idolatría, si después del baptismo la recibieron. Cada año, en esta fiesta, señalavan a los niños y niñas con estas señales. Capítulo 25 De la fiesta y sacrificios que se hazían en las calendas del sexto mes, que se llamava etzalcualiztli Al sexto mes llamavan etzalcualiztli.
En este mes hazían fiesta a honra de los dioses del agua, o de la pluvia, que llamavan tlaloque. Ante de llegar esta fiesta, los sátrapas de los ídolos ayunavan cuatro días, y ante de començar el ayuno ivan por juncias a una fuente que está cabe el pueblo que llaman Citlaltépec, porque allí se hazen muy grandes y muy gruesas juncias, las cuales llaman aztapilin o tolmimilli; son muy largas y todo lo que está dentro del agua es muy blanco. Arrancávanlas en una fuente que se llama Temilco o Tepéxic o Oztoc; después que las havían arrancado, hazíanlas hazes y embolvíanlas en sus mantas para llevar a cuestas, y atávanlas con sus mecapales con que las havían de llevar; luego se partían para donde havían de ir, llevávanlas enhiestas y no atravesadas. Los ministros de los ídolos, cuando ivan por estas juncias y cuando bolvían con ellas, tenían por costumbre de robar a cuantos topavan por el camino; y como todos sabían esto, cuando ivan y cuando bolvían nadie parecía por los caminos, nadie osava caminar; y si con alguno topavan, luego le tomavan cuanto llevava, aunque fuesse el tributo del señor; y si el que tomavan se defendía, tratávanle muy mal de golpes y de coces, y de arrastrarle por el suelo; y por ninguna cosa de estas penavan a estos ministros de los ídolos. En llegando con las juncias al cu donde era menester, luego las cosían y componían, contrapuestas, y entrepuesto lo blanco a lo verde, a manera de mantas pintadas; hazían también de estas juncias sentaderos sin espaldares y otros con espaldares.
Para hazer estas mantas de juncias componíanlas en el suelo primero, y luego cosíanlas como estavan compuestas con cuerdas hechas de raízes de maguey. Llegado el ayuno que llamavan netlalocaçaoaliztli, todos los sátrapas y ministros de los ídolos se recogían dentro de la casa que llamavan calmécac; en sus retraimientos recogíanse en este lugar los que llamavan tlamacaztequioaque, que quiere dezir "sátrapas que ya havían hecho hazañas en la guerra", que havían captivado tres o cuatro. Estos, aunque no residían continuamente en el cu, en algunos tiempos señalados acudían a sus oficios al cu; recogíanse también otros que llamavan tlamazcazcayaque, que quiere dezir "sátrapas que ya han captivado uno en la guerra"; tampoco éstos residían siempre en los oficios de los cúes, mas acudían los tiempos señalados a sus oficios; recogíanse también otros que llamavan tlamacazque cuicanime, que quiere dezir "los sátrapas cantores", éstos siempre residían en los cúes, porque aún ninguna hazaña havían hecho en la guerra. Después de éstos se recogían todos los otros ministros de los ídolos que eran menores, que llamavan tlamacazteicahoan, que quiere dezir "ministros menores". También se recogían otros muchachos como sacristanejos, a los cuales llamavan tlamacaztoton, que quiere dezir "ministros pequeñuelos". Después de esto tendían alrededor de los hogares aquellas mantas de juncias que havían hecho, a las cuales llamavan aztapilpétlatl, que quiere dezir "petates jaspeados de juncias blancas y verdes".
Después de haver tendido estos petates o esteras, luego se adereçavan los sátrapas de los ídolos para hazer sus oficios. Vestíanse una xaqueta que ellos llamavan xicolli, de tela pintada, y poníanse en la mano, en el braço izquierdo, un manípulo a la manera de los que usan los sacerdotes de la iglesia, que ellos llaman matacaxtli; luego tomavan en la mano izquierda una talega con copal y tomavan en la mano derecha el incensario, que ellos llaman tlémaitl, que es hecho de barro cozido a manera de caço o sartenexa; luego, ansí adereçados, salíanse al patio del cu; puestos en medio del patio, tomavan brasas en sus incensarios y echavan sobre ellas copal, y incensavan hazia las cuatro partes del mundo: oriente, septentrión, occidente, mediodía. Haviendo incensado, vaziavan las brasas en los braseros altos, que siempre ardían de noche en el patio, tan altos como un estado, o poco menos, y tan gruesos que dos hombres apenas los podían abraçar. El sátrapa que havía ofrecido el incienso, acabado su oficio, entrávase en el calmécac, que era como una sacristía, y allí ponía sus ornamentos. Luego començavan los sátrapas a ofrecer delante el hogar unas bolillas de masa, cada uno ofrecía cuatro; poníanlas todos sobre los petates de juncias, y poníanlas con gran tiento para que no se rodassen ni meneasen, y si se rodava alguna de aquellas bolas, los otros acusávanle de aquella culpa, porque havía de ser castigado por ella, y ansí estavan con grande atención mirando a cada uno cómo ponía su ofrenda, para acusarle; a estas bolillas llamavan uentelolotli; y otros ofrecían cuatro tomates o cuatro chiles verdes.
Miravan también mucho a los que ofrecían si traían alguna cosa de suziedad en sus mantas como algún hilo, o paja, o cabello, o pluma, o pelos, y al tal luego le acusavan y havía de ser castigado por ello. Mirávase también mucho si alguno tropeçava o caía, porque luego acusavan al tal porque havía por ello de ser castigado. En estos cuatro días de su ayuno, juntamente con cuatro noches, todos andavan con mucho tiento por no caer en la pena del castigo. Acabado de ofrecer cada día, venían unos viejos que llamavan cuacuacuiltin, los cuales traían las caras teñidas de negro, trasquilados salvo en la corona de la cabeça que tenía los cabellos largos al revés de los clérigos. Estos coxían la ofrenda y dividíanla entre sí todos estos cuatro días. Esta era la costumbre de todos los sátrapas y de todos los cúes, que cuando ayunavan cuatro días antes de la medianoche una hora despertavan y tañían cornetas y caracoles y otros instrumentos, como tañiendo a maitines. En haviendo tañido a maitines, luego todos se levantavan, y desnudos sin ninguna cobertura ivan a donde estavan las puntas de maguey que el día antes havían cortado y traído para aquel efecto, con pedaços del mismo maguey; y en cortando las puntas de maguey, luego con una navajita de piedra se cortavan las orejas y con la sangre que de ellas salía ensangrentavan las puntas del maguey que tenían cortadas y también se ensangrentavan los rostros. Cada uno ensangrentava tantas puntas de maguey a cuantas alcançava su devoción: unos cinco, otros más, otros menos.
Hecho esto, luego todos los sátrapas y ministros de los ídolos ivan a bañarse por mucho frío que hiziesse; yendo, ivan tañendo caracoles marinos y unos chiflos hechos de barro cozido. Todos llevavan a cuestas unas taleguillas atadas con unos cordelejos de ichtli, con unas borlas al cabo, y de otras colgavan unas tiras de papel pintadas, cosidas con las mismas talegas que llamavan yiecuachtli; y en aquellas talegas llevavan una manera de harina, hecha a la manera de estiercol de ratones, que ellos llamavan yiacualli, que era conficionada con tinta y con polvos de una yerva, que ellos llaman yietl, que es como beleños de Castilla. Iva delante de todos éstos un sátrapa con su incensario lleno de brasas y con su talega de copal; todos ellos llevavan una penca de maguey corta, en que ivan hincadas las espinas que cada uno havía de gastar. Delante de todos éstos iva uno de aquellos que llamavan cuacuacuiltin, y llevava en el hombro una tabla tan larga como dos braços, tan ancha como un palmo o poco más; ivan dentro de esta tabla unas sonajas, y el que la llevava iva sonando con ellas; llamavan a esta tabla ayochicaoaztli o naoalcuáuitl. Todos los sátrapas ivan en esta processión; solos cuatro dexavan en el calmécac, que era su monesterio, los cuales guardavan entre tanto que ellos ivan a cumplir sus devociones. Estos cuatro se ocupavan en cantar y tañer en un atabal y menear unas sonajas estando sentados, y esto era un servicio que hazían a sus dioses, y aún agora lo usan alguno.
Llegados los sátrapas al agua donde se havían de bañar, estavan cuatro casas cerca de aquel agua, a las cuales llamavan ayauhcalli, que quiere dezir "casa de niebla". Estavan estas cuatro casas ordenadas hazia las cuatro partes del mundo: una hazia oriente, otra hazia septentrión, otra hazia el occidente, otra hazia el mediodía. El primero día se metían todos en una de éstas, y el segundo en la otra, y el tercero en la tercera, y el cuarto en la cuarta, y como ivan desnudos ivan temblando y otros batiendo los dientes de frío. Estando ansí, començava de hablar uno de los sátrapas que se llamava chalchiuhcuacuilli y dezía: "cóatl içomocayan; amóyotl icaoacayan, atapálcatl inechiccanaoayan, aztapilcuecuetlacayan"; quiere dezir "éste es lugar de culebras, lugar de mosquitos, y lugar de patos, y lugar de juncias". En acabando de dezir esto el sátrapa, todos los otros se arrojavan en el agua; començavan luego a chapotear en el agua con los pies y con las manos, haziendo grande estruendo; començavan a bozear y a gritar, y a contrahazer las aves del agua: unos a las ánades, otros a unas aves çancudas del agua que llaman pipitzti, otros a los cuervos marinos, otros a las garçotas blancas, otros a las garças. Aquellas palabras que dezía el sátrapa parece que eran invocación del demonio para hablar aquellos lenguajes de aves. En el agua donde éstos se bañavan estavan unos varales hincados. Cuatro días arreo hazían de esta manera. En acabándose de bañar, salían del agua y tomavan sus alhajas que havían traído y bolvían a sus monesterios desnudos y tañendo con sus pitos y caracoles.
Y llegando a sus monesterios, echávanse todos sobre aquellos petates de juncias verdes y cubríanse con sus mantas para dormir: unos estavan muertos de frío, otros dormían, otros velavan; algunos dormían profundamente, otros con sueño liviano; algunos soñavan, otros hablavan entre sueños; otros se levantavan dormiendo; otros roncavan, otros resoplavan, otros davan gemidos dormiendo; todos estavan rebueltos, malechados; hasta el mediodía no se levantavan. Haviéndose levantado los ministros y sátrapas, luego se adereçava el sátrapa de los ídolos con sus ornamentos acostumbrados y tomava su incensario, y incensava por todas las capillas y altares a todas las estatuas de los ídolos; ivan delante de él, acompañándole, sátrapas viejos llamados cuacuacuiltin. En acabando de incensar en todas las partes acostumbradas, luego se ivan todos a comer; sentávanse en corrillos en el suelo para comer, puestos en cuclillas como siempre suelen comer, y luego davan a cada uno su comida como se la enviavan de su misma casa; y si alguno tomava la comida agena o la trocava, castigávanle por ello. Eran muy recatados y curiosos que no derramassen gota ni pizca de la comida que comían allí donde comían, y si alguno derramava una gota de la mazamorra que sorbían o del chilmolli en que mojavan, luego le notavan la culpa para castigarle, si no redimiesse su culpa con alguna paga. En haviendo acabado de comer, luego ivan a cortar ramos que llaman acxóyatl, y donde no havía estos ramos cortavan cañas verdes en lugar de acxóyatl, y traíanlos todos al templo, hecho hacezillos, y sentávanse todos juntos y esperavan a la hora que les havían de hazer señal para que fuessen a enramar las capillas, que tenían por tareas señaladas.
En haziéndoles la señal que esperavan, arrancavan todos juntos con sus ramos y cañas, con priesa muy diligente, y cada uno iva derecho al lugar donde havía de poner sus ramos; y si alguno errava el puesto donde havía de poner las cañas, o quedava atrás de sus compañeros y no llegava juntamente con los otros al poner de las cañas, penávanle. Havía de pagar una gallina, o un maxtle, o una manta; y los pobres pagavan una bola de masa en una xícara puesta. Estas penas eran para el acusador; estas penas se pagavan en los cuatro días, porque en el quinto día ninguno se podía redemir, sino que havía de ser castigado. Llegada la fiesta, todos hazían la comida que se llama etzalli; no quedava nadie que no lo hiziesse en su casa. Este etzalli era hecho de maíz cozido, a manera de arruz, y era muy amarillo; después de hecho, todos comían de ello y davan a otros. Después de comido, los que querían bailavan y regozijávanse; muchos se hazían zaharrones disfraçados de diversas maneras y traían en las manos unas ollas de asa que se llaman xocuicolli; andavan de casa en casa demandando etzal o arruz; cantavan y bailavan a las puertas; dezían sus cantarejos, y a la postre dezían: "Si no me das el arruz, agujerarte he la casa". El dueño de la casa luego le dava una escudilla de arruz. Andavan éstos de dos en dos, de tres en tres, de cuatro en cuatro, y de cinco en cinco. Començavan este regozijo a la medianoche y cesava en amaneciendo. En saliendo el sol, aparejávanse los sátrapas con sus ornamentos acostumbrados: una xaqueta debaxo, y encima de ella una manta delgada, trasparente, que se llama ayauhquémitl, pintada de plumas de papagayo aspadas o cruzadas.
Después de esto, poníanle a cuestas una flor de papel grande, fruncida, redonda a manera de rodela, y después le atavan al colodrillo unas flores de papel también froncidas que sobravan a ambas partes de la cabeça, a manera de orejas de papel como medios círculos; teñíanle la delantera de la cabeça con color açul, y sobre la color echavan marcaxita. Llevava este sátrapa, colgando de la mano derecha, una talega o çurrón hecha de cuero de tigre, bordado con unos caracolitos blancos a manera de campanitas que ivan sonando los unos con los otros; a la una esquina del çurrón iva colgando la cola de tigre, y a la otra los dos pies, y a la otra las dos manos. En este çurrón llevava encienso para ofrecer; este encienso era una yerva, que se llama yiauhtli, seca y molida. Delante de este sátrapa iva un ministro que llaman cuacuilli, y llevava sobre el hombro una tabla de anchura de un palmo y de largura de dos braças; a trechos ivan unas sonajas en esta tabla, unos pedaçuelos de madero rolliços y atados a la mesma tabla y dentro de ella, que ivan sonando los unos con los otros; esta tabla se llamava ayauhchicaoaztli. Otros ministros ivan delante de este sátrapa; llevavan en braços unas imágines de dioses hechas de aquella goma que salta y es negra, y la llaman ulli; llamavan estas imágines ulteteu, que quiere dezir "dioses de ulli". Otros ministros llevavan en braços unos pedaços de copal, hechos a manera de panes de açucar, en forma piramidal; cada uno de estos pedaços de copal llevava en la parte aguda una pluma rica, que se llama quetzal, puesta a manera de penacho; llamávanla esta pluma quetzalmiyaoáyutl.
Estando ordenados de esta manera, tocavan las cornetas y caracoles, y luego començavan a ir por su camino adelante. Esta procesión se hazía para llevar a los que havían hecho algún defeto de los que se dixeron atrás al lugar donde los havían de castigar, y así los llevavan presos en esta processión; llevávanlos assidos por los cabellos del cogote para que no se huyesen; a algunos de ellos llevavan assidos por los maxtles que llevavan ceñidos, y los muchachos sacristanejos, que también havían hecho algún defeto, llevávanlos puestos sobre los hombros sentados en un sentaderuelo hecho de espadañas verdes, y los otros muchachos que eran mayorcillos llevavan assidos de la mano. Y llevándolos al agua donde los havía de castigar, arrojávanlos en el agua donde quiera que hallavan alguna laguna en el camino, y maltratávanlos de puñadas y coces y empellones, y los arrojavan y los revolcavan en el lodo de cualquier laguna que estava en el camino; de esta manera los llevavan hasta la orilla del agua donde los havían de çambullir, la cual llamavan Totecco. Allegados a la orilla del agua, el sátrapa y los otros ministros quemavan papel en sacrificio, y las formas de copal que llevavan y las imágines de ulli, y echavan encienso en el fuego y otros derramavan alrededor sobre las esteras de juncia con que estava ordenado aquel lugar. Juntamente con esto, los que llevavan los culpados arrojávanlos en el agua, cuyos golpes hazían gran estruendo en el agua, y alçavan el agua echándole en alto por razón de los que caían en ella.
Y los que salían arriba tornávanlos a çambullir, y algunos que sabían nadar ivan por debaxo del agua a sumorgujo y salían lexos, y assí se escapavan; pero los que no sabían nadar de tal manera los fatigavan que los dexavan por muertos a la orilla del agua. Allí los tomavan sus parientes y los colgavan de los pies para que echassen fuera el agua que havían bevido por las narizes y por la boca. Esto acabado, bolvíanse todos por el mismo camino que havían venido en procesión; ivan tañendo sus caracoles hazia el cu o monesterio de donde havían venido, y a los castigados llevávanlos sus parientes a sus casas; ivan todos lastimados y temblando de frío y batiendo los dientes; assí los llevavan a sus casas para que convaleciessen. En bolviendo los sátrapas a su monasterio, echavan otra vez esteras de junças, como jaspeadas, y también espadañas, y luego començavan otro ayuno de cuatro días, al cual llamavan netlacaçaoaliztli. En este ayuno no se acusavan los unos a los otros, ni tampoco comían a mediodía. En estos cuatro días los sacristanejos aparejavan todos los ornamentos de papel que eran menester para todos los ministros y también para sí. El uno de estos ornamentos se llamava tlaquechpányotl; quiere dezir "ornamento que va sobre el pescuezo"; el otro se llamava amacuexpalli, era ornamento que se ponían tras el colodrillo, como una flor hecha de papel; el otro se llamava yiataztli, que era un çurrón para llevar encienso. Este çurrón de papel comprávase en el tiánquez; también compravan unos sartales de palo, los cuales se vendían también en el tiánquez.
Acabados los cuatro días del ayuno, luego se adornavan los sátrapas con aquellos atavíos, y también todos los ministros. El día de la fiesta luego de mañana se ponían en la cabeça color açul; poníanse en la cara y en los rostros miel mezclada con tinta, y todos llevavan colgados sus çurrones con encienso, y bordados con caracolillos blancos. Los çurrones de los sátrapas mayores eran de cuero de tigre, y los de los otros menores eran de papel pintado a manera de tigre; algunos de estos çurroncillos los figuravan a manera del ave que se llama atzitzicuílotl, y otros a manera de patos; todos llevavan sus enciensos en los dichos çurrones. Después de todos ataviados, luego començavan su fiesta; ivan en procesión al cu; iva delante de todos el sátrapa del Tláloc. Este llevava en la cabeça una corona hecha a manera de escriño, justa a la cabeça y ancha arriba, y del medio de ella salían muchos plumajes; llevava la cara untada con ulli derretido, que es negro como tinta; llevava una xaqueta de tela que se llama áyatl; llevava una carantoña fea con grande nariz; llevava una cabellera larga hasta la cinta, esta cabellera estava engerida con la carátula. Siguíanle todos los otros ministros y sátrapas. Iban hablando como quien reza hasta llegar al cu de Tláloc; en llegando, el sátrapa de aquel dios parávase y luego tendían esteras de juncos, y también hojas de tunas empolvorizadas con encienso. Luego sobre las esteras ponían cuatro chalchihuites redondos, a manera de bolillas, y luego davan al sátrapa un garavatillo teñido con açul; con este garavato tocava a cada una de las bolillas, y en tocando hazía un ademán como retrayendo la mano, y dava una vuelta, y luego iva a tocar la otra y hazía lo mismo, assí tocava a todas cuatro con sus boltezuelas.
Hecho esto, sembrava encienso sobre las esteras de aquello que llaman yiauhtli; sembrado el encienso, dávanle luego la tabla de las sonajas y començava a hazer sonido con ella, meneándola para que sonassen los palillos que en medio estavan encorporados o atados. Hecho esto, luego se començavan todos a ir para sus casas y monesterios, y a los castigados llevavan a sus casas; luego se descomponían de los ornamentos con que ivan compuestos y se sentavan, y luego a la noche començavan la fiesta; tocavan sus teponaztles y sus caracoles, y los otros instrumentos musicales, sobre el cu de Tláloc, y cantavan en los monasterios y tocavan las sonajas que suelen traer en los areitos. De todos estos instrumentos se hazía una música muy festiva, y hazían velar toda aquella noche a los captivos que havían de matar el día siguiente, que los llaman imágines de los tlaloques. Llegados a la medianoche, que ellos llamavan yoalli xeliui, començavan luego a matar a los captivos. Aquellos que primero matavan dezían que eran el fundamento de los que eran imagen de los tlaloques, que ivan adereçados con los ornamentos de los mismos tlaloques, que dezían que eran sus imágines, y assí ellos murían a la postre; ívanse a sentar sobre los que primero havían muerto. Acabado de matar a éstos, luego tomavan todas las ofrendas de papel y plumajes y piedras preciosas y chalchihuites y los llevavan a un lugar de la laguna que llaman Pantitlan, que es frontera de las ataraçanas.
También llevavan los coraçones de todos los que havían muerto, metidos en una olla pintada de açul y teñida de ulli en cuatro partes; también los papeles ivan todos manchados de ulli. Todos los que estavan presentes a esta ofrenda y sacrificio tenían en las manos aquella yerva que llaman iztáuhyatl, que es casi como axenxos de Castilla, y con ellos estavan oxeando, como quien oxea moscas sobre sus caras y de sus hijos, y dezían que con esto oxeavan los gusanos para que no entrassen en los ojos, para que no se causase aquella enfermedad de los ojos que ellos llaman ixocuillooaliztli. Otros metían esta yerva en las orejas; también por vía de superstición, otros traían esta yerva apuñada o apretada en el puño. Llegados con todas sus ofrendas y con los coraçones de los muertos, metíanse en una canoa grande, que era del señor, y luego començavan a remar con gran priesa; los remos de los que remavan, todos ivan teñidos de açul; también los remos ivan manchados con ulli. Llegados al lugar donde se havía de hazer la ofrenda, al cual se llamava Pantitlan, metían la canoa entre muchos maderos que allí estavan hincados en cerco de un sumidero que llamavan aóztoc; entrando entre los maderos, luego los sátrapas començavan a tocar sus cornetas y caracoles puestos de pies en la proa de la canoa. Luego davan al principal de ellos la olla con los coraçones; luego los echava en medio de aquel espacio que estava entre los maderos, que era el espacio que tomava aquella cueva donde el agua se sumía.
Dizen que echados los coraçones se alborotava el agua y hazía olas y espumas; echados los coraçones en el agua, echavan también las piedras preciosas y los papeles de ofrenda, a los cuales llamavan tetéuitl; atávanlos en lo alto de los maderos que allí estavan hincados; también colgavan algunos de los chalchihuites y piedras preciosas en los mismos papeles. Acabado todo esto, salíanse de entre los maderos; luego un sátrapa tomava un incensario, a manera de cajo, y ponía en él cuatro de aquellos papeles, que llamavan tetéuitl, y encendíalos, y estando ardiendo hazía un ademán de ofrecer hazia donde estava el sumidero, y luego arronzava el incensario con el papel ardiendo hazia el sumidero. Hecho aquello, volvía la canoa hazia tierra y començavan a remar y aguijar hazia tierra donde llaman Tetamaçolco, que éste era el puerto de las canoas. Luego todos se bañavan en el mismo lugar y de allí llevavan la canoa a donde la solían guardar. Todo lo sobredicho se hazía desde media noche arriba hasta que amanecía. Al romper de la mañana, y todas las cosas acabadas, todos los sátrapas se ivan a lavar a los lugares donde ellos se solían lavar, allí se lavavan todos con agua, para quitar la color açul, solamente la delantera de la cabeça. Y assí alguno de los sátrapas o ministros de los ídolos que estavan acusados y havían de ser castigados, entonce cuando se lavavan con el agua açul, le traían y le castigavan como a los arriba dichos. Hecho esto, luego se ivan a su monesterio y sacavan todas las esteras de juncos verdes que havían puesto, y las echavan fuera del monesterio detrás de la casa. Estas son las cerimonias que se hazían en la fiesta que se llamava etzalcualiztli.