Capítulos 11 a 20
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Datos principales
Desarrollo
Capítulo 11 De la casa de la rezién parida Otra abusión tenían, que cuando alguna muger iva a ver a alguna rezién parida y llevava sus hijoelos consigo, en llegando a la casa de la rezién parida, iva al hogar y fregava con ceniza todas las coyunturas de sus niños, y las sienes. Dezían que si esto no se hazía, aquellas criaturas quedarían mancas de las coyunturas, y que todas ellas cruxirían cuando las moviessen. Capítulo duodécimo De terremoto Tenían otra abusión: que cuando temblava la tierra, luego tomavan a sus niños con ambas las manos, por cabe las sienes, y los levantavan en alto. Dezían que si no hazían aquello que no crescerían y que los llevaría el temblor consigo. También cuando temblava la tierra roziavan con agua todas sus alhajas, tomando el agua con la boca y soplándola sobre ellas, y también por los postes y ombrales de las puertas y de la casa. Dezían que si no hazían esto que el temblor llevaría aquellas cosas consigo, y los que no hazían esto eran reprehendidos de los otros. Y luego que començava a temblar la tierra, començavan a dar grita, dándose con la mano en las bocas para que todos advirtiessen que temblava la tierra. Capítulo tredécimo Del tenamaztli Otra abusión tenían. Dezían que los que ponían el pie sobre las trébedes, que son tres piedras sobre que ponen las ollas sobre el fuego, que por el mismo caso serían desdichados en la guerra, que no podrían huir y que caerían en manos de sus enemigos. Y por esso los padres y madres prohibían a sus hijos que no pusiessen los pies sobre el tenamaztli o trébedes.
Capítulo dezimocuarto De la tortilla que dobla en el comal Tenían otra abusión. Dezían que cuando se doblava la tortilla, echándola en el comal para cozerse, era señal que alguno venía a aquella casa, o que el marido de aquella muger que cozía el pan, si era ido fuera, venía ya, y havía coceado la tortilla porque se dobló. Capítulo quinze Del lamer el métlatl Otra abusión tenían. Dezían que el que lamiesse la piedra en que muelen, que se llama métlatl, se le caerían presto los dientes y muelas. Y por esto los padres y madres prohibían a sus hijos que no lamiessen los metates. Capítulo deziséis Del que está arrimado al poste Otra abusión tenían. Dezían que los que se arrimavan a los postes serían mentirosos, porque los postes son mentirosos y hazen mentirosos a los que se arriman a ellos. Y por esto los padres y madres prohibían a sus hijos que no se arrimassen a los postes. Capítulo dezisiete Del comer estando en pie Otra abusión tenían. Dezían que las moças que comían estando en pie que no se casarían en su pueblo sino en pueblos agenos. Y por esto las madres prohibían a sus hijas que no comiessen estando en pie. Capítulo deziocho Del quemar de los escobajos del maíz Otra abusión tenían, que dondequiera que havía alguna muger rezien parida, no echavan en el fuego los escobajos o grançones del maíz, que son aquellas majorquillas que quedan después de desgranada el maíz, que llaman ólotl. Dezían que si se quemavan estos escobajos en aquella casa, la cara del niño que havía nascido sería pecosa y hoyosa, y para que esto no fuesse, haviendo de quemar estos grançones, tocávanlos primero en la cara del niño, llevándolas por encima sin tocar en la carne.
Capítulo dezinueve De la muger preñada Otra abusión dexaron los antiguos, y es que la muger preñada se devía de guardar de que no viesse a ninguno que horcavan o davan garrote, porque si le vía, dezían que el niño que tenía en el vientre nacería con una soga de carne a la garganta. También dezían que si la muger preñada mirava al sol o la luna, cuando se eclipsava, la criatura que tenía en el vientre nacería mellados los beços; y por esto las preñadas no osavan mirar al eclipsi. Y para que esto no aconteciesse, si mirasse el eclipsi, poníase una navajuela de piedra negra en el seno que tocasse a la carne. También dezían que la muger preñada, si mascava aquel betún que llaman tzictli, la criatura, cuando naciesse, que acontecería aquello que llaman motentzoponiz, que mueren de ello las criaturas rezién nacidas; y cáusasse de que cuando mama la criatura, si su madre de presto le saca la teta de la boca, lastímasse en el paladar y luego queda mortal. También dezían que la muger preñada, si anduviesse de noche, la criatura que naciesse sería muy lloracera. Y si el padre andava de noche y vía alguna estantigua, lo que naciesse tendría mal de coraçón. Y para remedio de esto, la muger preñada, cuando andava de noche, poníasse unas chinas en el seno o un poco de ceniza del hogar o unos pocos de ajenjos que llaman iztáuhyatl. Y también los hombres se ponían en el seno chinas o pícietl para escusar el peligro del hijo que estava en el vientre de la madre. Y si esto no hazían, dezían que la criatura nacería con enfermedad que llaman ayomama, o con otra enfermedad que llaman cuetzpaliciuiztli, o con lobanillos en las ingles. Capítulo veinte De la mano de la mona Tenían otra abusión, y aun todavía lo hay. Los mercaderes y los que venden mantas procuravan de tener una mano de mona. Dezían que teniéndola consigo cuando vendían, luego se les vendía su mercadería, y aun agora se haze esto. Y también cuando no se vende su mercadería, a la noche, bolviendo a su casa, ponen entre las mantas dos vainas de chile. Dizen que les dan a comer chile para que luego otro día se venda.
Capítulo dezimocuarto De la tortilla que dobla en el comal Tenían otra abusión. Dezían que cuando se doblava la tortilla, echándola en el comal para cozerse, era señal que alguno venía a aquella casa, o que el marido de aquella muger que cozía el pan, si era ido fuera, venía ya, y havía coceado la tortilla porque se dobló. Capítulo quinze Del lamer el métlatl Otra abusión tenían. Dezían que el que lamiesse la piedra en que muelen, que se llama métlatl, se le caerían presto los dientes y muelas. Y por esto los padres y madres prohibían a sus hijos que no lamiessen los metates. Capítulo deziséis Del que está arrimado al poste Otra abusión tenían. Dezían que los que se arrimavan a los postes serían mentirosos, porque los postes son mentirosos y hazen mentirosos a los que se arriman a ellos. Y por esto los padres y madres prohibían a sus hijos que no se arrimassen a los postes. Capítulo dezisiete Del comer estando en pie Otra abusión tenían. Dezían que las moças que comían estando en pie que no se casarían en su pueblo sino en pueblos agenos. Y por esto las madres prohibían a sus hijas que no comiessen estando en pie. Capítulo deziocho Del quemar de los escobajos del maíz Otra abusión tenían, que dondequiera que havía alguna muger rezien parida, no echavan en el fuego los escobajos o grançones del maíz, que son aquellas majorquillas que quedan después de desgranada el maíz, que llaman ólotl. Dezían que si se quemavan estos escobajos en aquella casa, la cara del niño que havía nascido sería pecosa y hoyosa, y para que esto no fuesse, haviendo de quemar estos grançones, tocávanlos primero en la cara del niño, llevándolas por encima sin tocar en la carne.
Capítulo dezinueve De la muger preñada Otra abusión dexaron los antiguos, y es que la muger preñada se devía de guardar de que no viesse a ninguno que horcavan o davan garrote, porque si le vía, dezían que el niño que tenía en el vientre nacería con una soga de carne a la garganta. También dezían que si la muger preñada mirava al sol o la luna, cuando se eclipsava, la criatura que tenía en el vientre nacería mellados los beços; y por esto las preñadas no osavan mirar al eclipsi. Y para que esto no aconteciesse, si mirasse el eclipsi, poníase una navajuela de piedra negra en el seno que tocasse a la carne. También dezían que la muger preñada, si mascava aquel betún que llaman tzictli, la criatura, cuando naciesse, que acontecería aquello que llaman motentzoponiz, que mueren de ello las criaturas rezién nacidas; y cáusasse de que cuando mama la criatura, si su madre de presto le saca la teta de la boca, lastímasse en el paladar y luego queda mortal. También dezían que la muger preñada, si anduviesse de noche, la criatura que naciesse sería muy lloracera. Y si el padre andava de noche y vía alguna estantigua, lo que naciesse tendría mal de coraçón. Y para remedio de esto, la muger preñada, cuando andava de noche, poníasse unas chinas en el seno o un poco de ceniza del hogar o unos pocos de ajenjos que llaman iztáuhyatl. Y también los hombres se ponían en el seno chinas o pícietl para escusar el peligro del hijo que estava en el vientre de la madre. Y si esto no hazían, dezían que la criatura nacería con enfermedad que llaman ayomama, o con otra enfermedad que llaman cuetzpaliciuiztli, o con lobanillos en las ingles. Capítulo veinte De la mano de la mona Tenían otra abusión, y aun todavía lo hay. Los mercaderes y los que venden mantas procuravan de tener una mano de mona. Dezían que teniéndola consigo cuando vendían, luego se les vendía su mercadería, y aun agora se haze esto. Y también cuando no se vende su mercadería, a la noche, bolviendo a su casa, ponen entre las mantas dos vainas de chile. Dizen que les dan a comer chile para que luego otro día se venda.