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Datos principales
Desarrollo
Capítulo XXXVI Cómo Huayna Capac prendió a Pinto, cacique cayambi, y envió un capitán contra los chiriguanas Mucho sintió Huayna Capac que se le hubiese ido de las manos Pinto, el cacique de los cayambis, porque tenía fama de muy valeroso y de grandísimo ánimo y braveza, y pareciéndole que no estaba concebida la guerra hasta que lo hubiese a las manos, envió detrás dél una capitanía de gente esforzada, para que de todas las maneras lo prendiesen a él y a los suyos. Esta gente le fue dando alcance hasta que, viéndose perseguido, se metió en una montaña espesa, desde donde dio mucho trabajo a la gente del Ynga, porque no teniendo lugar señalado se andaba de una parte a otra haciendo grandes daños en los pueblos conquistados, matando y robando a los que en ellos estaban y destruyéndoles las sementeras. Hasta que Huayna Capac quiso en persona con parte de su ejército a seguirle, y llegando donde estaba mandó atajar todos los pasos por donde se podía huir al monte, de suerte que no pudo escaparse ni salir, y faltándole el mantenimiento forzado del hambre, se hubo de entregar con los suyos en poder de Huayna Capac. Este Pinto fue muy valiente y de gran coraje y ánimo, tanto que después de preso, estando en poder del Ynga, por regalos y caricias que le hacía, jamás le vieron el rostro alegre y contento, y así de rabia y tristeza vino a morir, y muerto mandó Huayna Capac que le desollasen y del cuero hiciesen un atambor para hacer en el Cuzco el taqui del sol, y así lo envió al Cuzco.
Concluido todo lo dicho, mandó Huayna Capac escoger de todos los prisioneros los más principales y los más bien agestados, y señalados entre los demás por su orden de todas edades, así hombres como mujeres, para enviarlos al Cuzco y que los guardasen para meterlos en el triunfo con que pensaba entrar según su usanza antigua. Visto este mandato por la gente popular vencida y que iban entresacando la más granada y lustrosa della, entendieron que esto se hacía para matarlos, y que porque no se rebelasen escogían los más principales, y como pudieron se rehicieron de algunas armas y sacaron otras que tenían escondidas y tornaron a querer dar muestras de nueva guerra y defender sus personas. Visto esto por Huayna Capac con grandísima ira y enojo, los mandó rodear de su ejército y hacerlos pedazos y entre ellos a muchos de los que tenían escogidos para el triunfo, y así perdieron la vida los que no murieran si supieran conocer la intención de Huayna Capac, que era reservarlos y ponerlos por mitimas en otras tierras, conforme su costumbre guardaba antiguamente para que no se rebelasen. Y con esto se concluyó la conquista de los cayambis, que tanto tiempo duró y dio tanto en que entender al Ynga, y le costó tantas muertes de los suyos y de hermanos y parientes y otros principales capitanes. Acabada la guerra se volvió Huayna Capac a Tomebamba acompañado de su ejército, dejando primero guarnición de muy buenos soldados en la fortaleza, así para la seguridad de la tierra como para que los enemigos que andaban por otras provincias huidos no volviesen a rebelarse de nuevo y alborotasen la tierra, que quedaba quieta y pacífica.
Llegando Huayna Capac a Tomebamba vinieron nuevas del Cuzco, cómo los chiriguanas habían salido en mucho número de sus tierras y entrando en las del Ynga, haciendo daños y destrozos increíbles, matando la gente que estaba de guarnición en la fortaleza de Vsco Turo y otra gran multitud de la gente de la tierra, y con esta destrucción no habían parado hasta Chuquisaca, que es la tierra adentro. Desto recibió grandísimo enojo Huaina Capac, y propuso vengarse dello, y mandó luego se aparejase un capitán famoso y que tenía noticia de aquella tierra y gente, llamado Yasca, para que en el Cuzco hiciese gente y soldados nuevos y. con el mayor ejército que le fuese posible partiese a aquellas fronteras, donde pusiese todo el recaudo necesario en las poblaciones que se habían desamparado por miedo de los enemigos y por muerte de los soldados que él había dejado y los naturales dellas, y reprimiese las insolencias de los chiriguanas, de suerte que otra vez no se atreviesen a salir de sus términos. Yasca, el capitán dicho, partid luego con gran presteza para el Cuzco, y por mandado de Huayna Capac llevó consigo las huacas Catiquilla, Huaca de Caja Marca, con la gente que estaba en la guerra de aquella provincia y de la de Huamachuco y la huaca Cuychaculla de los chachapoyas, con la gente dellos, y la huaca Tumayrica, y Chinchay Cocha con la gente Tartima y Atabillos, y así vinieron juntos caminando hasta el Cuzco, donde los gobernadores del Apochila, Quita y Auquitopa Ynga, los recibieron muy bien, y luego mandaron apercibir todo lo necesario para la jornada, así de soldados del Cuzco como de otras partes, y de comidas y ojotas y armas.
Saliendo Yasca del Cuzco entró en el Collao, donde hizo apercibir gran número de gente de aquella provincia, que llevó consigo, y llegado a los chiriguanas empezó la guerra, y aunque fue trabajosa y difícil, se supo dar tal maña que los venció en algunos rencuentros y los hostigó de manera que se hubieron de retirar a sus tierras y montañas dellos, donde viven de ordinario y dejaron las poblaciones que tenían ocupadas del Ynga. En esta guerra prendió el capitán Yasca algunos chiriguanas, a los cuales después envió a Quito a que los viese Huayna Capac, que nunca los había visto. Y habiendo reparado las tierras destruidas y pobladas y fortificado los puestos necesarios para prevenir lo que podía suceder en su ausencia, y dejando guarniciones en los fuertes, como antes solía hacer, se volvió con el resto del ejército al Cuzco, con grande alegría de haber concluido aquella jornada dichosamente, de que se habían recelado mucho. Por ser la gente tan valiente y animosa y robusta como es notorio en este Reino, y llegado al Cuzco, conforme la orden que tenía de Huayna Capac, dio licencia a toda la gente de las provincias que habían venido con él a la jornada, para que se volviesen a sus tierras naturales, y ellos lo hicieron con mucha voluntad porque estaban cansados de los largos caminos y peligrosas guerras en que habían andado, y se llevaron sus huacas que habían traído como está dicho.
Concluido todo lo dicho, mandó Huayna Capac escoger de todos los prisioneros los más principales y los más bien agestados, y señalados entre los demás por su orden de todas edades, así hombres como mujeres, para enviarlos al Cuzco y que los guardasen para meterlos en el triunfo con que pensaba entrar según su usanza antigua. Visto este mandato por la gente popular vencida y que iban entresacando la más granada y lustrosa della, entendieron que esto se hacía para matarlos, y que porque no se rebelasen escogían los más principales, y como pudieron se rehicieron de algunas armas y sacaron otras que tenían escondidas y tornaron a querer dar muestras de nueva guerra y defender sus personas. Visto esto por Huayna Capac con grandísima ira y enojo, los mandó rodear de su ejército y hacerlos pedazos y entre ellos a muchos de los que tenían escogidos para el triunfo, y así perdieron la vida los que no murieran si supieran conocer la intención de Huayna Capac, que era reservarlos y ponerlos por mitimas en otras tierras, conforme su costumbre guardaba antiguamente para que no se rebelasen. Y con esto se concluyó la conquista de los cayambis, que tanto tiempo duró y dio tanto en que entender al Ynga, y le costó tantas muertes de los suyos y de hermanos y parientes y otros principales capitanes. Acabada la guerra se volvió Huayna Capac a Tomebamba acompañado de su ejército, dejando primero guarnición de muy buenos soldados en la fortaleza, así para la seguridad de la tierra como para que los enemigos que andaban por otras provincias huidos no volviesen a rebelarse de nuevo y alborotasen la tierra, que quedaba quieta y pacífica.
Llegando Huayna Capac a Tomebamba vinieron nuevas del Cuzco, cómo los chiriguanas habían salido en mucho número de sus tierras y entrando en las del Ynga, haciendo daños y destrozos increíbles, matando la gente que estaba de guarnición en la fortaleza de Vsco Turo y otra gran multitud de la gente de la tierra, y con esta destrucción no habían parado hasta Chuquisaca, que es la tierra adentro. Desto recibió grandísimo enojo Huaina Capac, y propuso vengarse dello, y mandó luego se aparejase un capitán famoso y que tenía noticia de aquella tierra y gente, llamado Yasca, para que en el Cuzco hiciese gente y soldados nuevos y. con el mayor ejército que le fuese posible partiese a aquellas fronteras, donde pusiese todo el recaudo necesario en las poblaciones que se habían desamparado por miedo de los enemigos y por muerte de los soldados que él había dejado y los naturales dellas, y reprimiese las insolencias de los chiriguanas, de suerte que otra vez no se atreviesen a salir de sus términos. Yasca, el capitán dicho, partid luego con gran presteza para el Cuzco, y por mandado de Huayna Capac llevó consigo las huacas Catiquilla, Huaca de Caja Marca, con la gente que estaba en la guerra de aquella provincia y de la de Huamachuco y la huaca Cuychaculla de los chachapoyas, con la gente dellos, y la huaca Tumayrica, y Chinchay Cocha con la gente Tartima y Atabillos, y así vinieron juntos caminando hasta el Cuzco, donde los gobernadores del Apochila, Quita y Auquitopa Ynga, los recibieron muy bien, y luego mandaron apercibir todo lo necesario para la jornada, así de soldados del Cuzco como de otras partes, y de comidas y ojotas y armas.
Saliendo Yasca del Cuzco entró en el Collao, donde hizo apercibir gran número de gente de aquella provincia, que llevó consigo, y llegado a los chiriguanas empezó la guerra, y aunque fue trabajosa y difícil, se supo dar tal maña que los venció en algunos rencuentros y los hostigó de manera que se hubieron de retirar a sus tierras y montañas dellos, donde viven de ordinario y dejaron las poblaciones que tenían ocupadas del Ynga. En esta guerra prendió el capitán Yasca algunos chiriguanas, a los cuales después envió a Quito a que los viese Huayna Capac, que nunca los había visto. Y habiendo reparado las tierras destruidas y pobladas y fortificado los puestos necesarios para prevenir lo que podía suceder en su ausencia, y dejando guarniciones en los fuertes, como antes solía hacer, se volvió con el resto del ejército al Cuzco, con grande alegría de haber concluido aquella jornada dichosamente, de que se habían recelado mucho. Por ser la gente tan valiente y animosa y robusta como es notorio en este Reino, y llegado al Cuzco, conforme la orden que tenía de Huayna Capac, dio licencia a toda la gente de las provincias que habían venido con él a la jornada, para que se volviesen a sus tierras naturales, y ellos lo hicieron con mucha voluntad porque estaban cansados de los largos caminos y peligrosas guerras en que habían andado, y se llevaron sus huacas que habían traído como está dicho.