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Datos principales
Desarrollo
De cómo Viracocha Inca tiró una piedra de fuego con su honda a Caitomarca y cómo le hicieron reverencia. Luego que hobo enviado el mensajero Viracocha Inca mandó a sus gentes que, alzado el real, caminasen para se acercar a Caitomarca. Y andando por el camino, llegó junto a un río, a donde mandó que parasen para refrescar; y estando en aquel lugar llegó el mensajero, el cual contó cómo los de Caitomarca habían burlado dél y cómo decían que ningún temor tenían a los Incas. Y como fue entendido por Viracocha Inca con gran sana subió en las andas, mandando a los suyos que caminasen a toda priesa; y así lo hicieron hasta ser llegados a la ribera de un río caudaloso y de gran corriente, que creo yo deber ser el de Yucay, y mandó poner sus tiendas el Inca y quisiera combatir el pueblo de los enemigos que de la otra parte del río estaban; mas iba el río tan furioso, que no se pudo poner en efecto. Los de Caitomarca llegaron a la ribera, desde donde con las hondas lanzaban muchas piedras al real del Inca y comenzaron de una y otra parte a dar voces y gritos grandes; porque en esto es estraña la costumbre conque las gentes de acá pelean unos con otros y cuán poco dejan a sus bocas reposar. Dos días cuentan questuvo en aquel río el Inca sin pasarlo, que no había puente ni tampoco se usaban las que agora hay antes que hobiese Incas; porque unos dicen que sí y otros afirman que no. Y como pasase el río Viracocha Inca, dicen que mandó poner en un gran fuego una piedra pequeña y como estuviese bien caliente, puesto en ella cierta mestura o confación para que pudiese en donde tocase emprender la lumbre, la mandó poner en una honda de hilo de oro conque, cuando a él placía, tiraba piedras, y con gran fuerza la echó en el pueblo de Caitomarca; y acertó a caer en el alar de una casa que estaba cubierta con paja bien seca y luego con ruido ardió de tal manera que los indios acudieron por ser de noche al fuego que velan en la casa, preguntándose unos a otros qué había sido aquello y quien había puesto el fuego a la casa.
Y salió de través una vieja, la cual dicen que dijo: "Mirá lo que os digo y lo que os conviniere, sin pensar que de acá se haya puesto fuego a la casa, antes creed que vino del cielo, porque yo lo vi en una piedra ardiendo que, cayendo de lo alto, dio en la casa, y la paró tal como la veis". Pues como los principales e mandones con los más viejos del pueblo aquello oyeron, siendo, como son, tan grandes agoreros y hechiceros, creyeron que la piedra había sido enviado por mano de Dios para castigarlos porque no querían obedecer al Inca; e luego, sin aguardar respuesta de oráculo ni hacer sacrificio ninguno, pasaron el río en balsas llevando presentes al Inca: y como fueron delante de su presencia pidieron la paz, haciéndole grandes ofrecimientos con sus personas y haciendas así como lo hacían los confederados suyos. Sabido por Viracocha Inca lo que habían dicho los de Caitomarca les respondió con gran disimulación que, si aquel día no hubieran sido cuerdos en venir, que el siguiente tenía determinado de dar en ellos con grandes balsas que había mandado hacer. Y pasado esto, se hizo el asiento entre los de Caitomarca y el Inca; el cual dio al capitán o señor de aquel pueblo una de sus mujeres, natural del Cuzco, la cual fue estimada y tenida en mucho. Por la comarca destos pueblos corría la fama de los hechos del Inca y muchos, por el sonido della, sin ver las armas de los del Cuzco se le mandaban a ofrescer por amigos y aliados del rey Inca, que no poco contento con ello mostraba tener, hablando a los unos y a los otros amorosamente y mostrando para con todos gran benivolencia proveyendo de lo que él podía a los que veía tener necesidad. Y, como vido que podía juntar grande ejército, determinó de hacer llamamiento de gente para ir en persona a lo de Condesuyo.
Y salió de través una vieja, la cual dicen que dijo: "Mirá lo que os digo y lo que os conviniere, sin pensar que de acá se haya puesto fuego a la casa, antes creed que vino del cielo, porque yo lo vi en una piedra ardiendo que, cayendo de lo alto, dio en la casa, y la paró tal como la veis". Pues como los principales e mandones con los más viejos del pueblo aquello oyeron, siendo, como son, tan grandes agoreros y hechiceros, creyeron que la piedra había sido enviado por mano de Dios para castigarlos porque no querían obedecer al Inca; e luego, sin aguardar respuesta de oráculo ni hacer sacrificio ninguno, pasaron el río en balsas llevando presentes al Inca: y como fueron delante de su presencia pidieron la paz, haciéndole grandes ofrecimientos con sus personas y haciendas así como lo hacían los confederados suyos. Sabido por Viracocha Inca lo que habían dicho los de Caitomarca les respondió con gran disimulación que, si aquel día no hubieran sido cuerdos en venir, que el siguiente tenía determinado de dar en ellos con grandes balsas que había mandado hacer. Y pasado esto, se hizo el asiento entre los de Caitomarca y el Inca; el cual dio al capitán o señor de aquel pueblo una de sus mujeres, natural del Cuzco, la cual fue estimada y tenida en mucho. Por la comarca destos pueblos corría la fama de los hechos del Inca y muchos, por el sonido della, sin ver las armas de los del Cuzco se le mandaban a ofrescer por amigos y aliados del rey Inca, que no poco contento con ello mostraba tener, hablando a los unos y a los otros amorosamente y mostrando para con todos gran benivolencia proveyendo de lo que él podía a los que veía tener necesidad. Y, como vido que podía juntar grande ejército, determinó de hacer llamamiento de gente para ir en persona a lo de Condesuyo.