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CAPÍTULO XXVII De diversas flores, y de algunos árboles que solamente dan flores, y cómo los Indios las usan Son los indios muy amigos de flores, y en la Nueva España más que en parte de mundo, y así usan hacer varios ramilletes que allá nombran suchiles, con tanta variedad, y pulicia y gala, que no se puede desear más. A los señores y a los huéspedes, por honor es uso ofrecelles los principales sus suchiles o ramilletes. Y eran tantos cuando andábamos en aquella provincia, que no sabría el hombre qué se hacer de ellos. Bien que las flores principales de Castilla las han allá acomodado para esto, porque se dan allá no menos que acá, como son claveles y clavellinas, y rosas y azucenas y jazmines, y violetas y azahar, y otras suertes de flores, que llevadas de España, aprueban maravillosamente. Los rosales, en algunas partes de puro vicio crecían mucho y dejaban de dar rosas. Sucedió una vez quemarse un rosal y dar los pimpollos que brotaron luego rosas en abundancia, y de ahí aprendieron a podallas y quitalles el vicio; y dan rosas asaz. Pero fuera de estas suertes de flores que son llevadas de acá, hay allá otras muchas cuyos nombres no sabré decir, coloradas y amarillas y azules y moradas y blancas con mil diferencias, las cuales suelen los indios ponerse por gala en las cabezas, como plumaje. Verdad es que muchas de estas flores no tienen más que la vista, porque el olor no es bueno o es grosero, o ninguno, aunque hay algunas de excelente olor, como es las que da un árbol que algunos llaman floripondio, que no da fruto ninguno sino solamente flores, y éstas son grandes, mayores que azucenas, y a modo de campanillas, todas blancas, y dentro unos hilos como el azucena, y en todo el año no cesa de estar echando estas flores, cuyo olor es a maravilla delicado y suave, especialmente en el frescor de la mañana.

Por cosa digna de estar en los Jardines Reales la envió el Virrey D. Francisco de Toledo, al Rey D. Felipe, nuestro señor. En la Nueva España estiman mucho los indios una flor que llaman yolosuchil, que quiere decir flor de corazón, porque tiene la misma hechura de un corazón, y aun en el tamaño no es mucho menor. Este género de flores lleva también otro árbol grande, sin dar otra fruta; tiene un olor recio, y a mi parecer demasiado; a otros les parece muy bueno. La flor que llaman del sol, es cosa bien notoria que tiene la figura del sol, y se vuelve al movimiento del sol. Hay otras que llaman claveles de Indias, y parecen un terciopelo morado y naranjado, finísimo; también es cosa notoria. Éstas no tienen olor que sea de precio, sino la vista. Otras flores hay que con la vista, ya que no tienen olor, tienen sabor, como las que saben a mastuerzo, y si se comiesen sin verse, por el gusto no juzgarían que era otra cosa. La flor de granadilla es tenida por cosa notable; dicen que tiene las insignias de la Pasión, y que se hallan en ella los clavos, y la columna y los azotes, y la corona de espinas, y las llagas, y no les falta alguna razón, aunque para figurar todo lo dicho es menester algo de piedad que ayude a parecer aquello; pero mucho está muy expreso, y la vista en sí es bella, aunque no tiene olor. La fruta que da llaman granadilla, y se come o se bebe, o se sorbe por mejor decir, para refrescar; es dulce, y a algunos les parece demasiado dulce. En sus bailes y fiestas usan los indios llevar en las manos, flores, y los señores y reyes, tenerlas por grandeza. Por eso se ven pinturas de sus antiguos tan ordinariamente con flores en la mano, como acá usan pintarlos con guantes. Y para materia de flores harto está dicho; la albahaca aunque no es flor sino yerba, se usa para el mismo efecto de recreación y olor, y tenerla en los jardines, y regalalla en sus tiestos. Por allá se da tan común y sin cuidado y tanta, que no es albahaca, sino yerba tras cada acequia.

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