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Datos principales


Desarrollo


De las cosas admirables de la Nueva España Es admirable que en la provincia yucateca un demonio acostumbrara conversar familiarmente con quienquiera de los españoles, estar presente en sus reuniones y que fuera oída realmente su voz. Y en la misma se ven ruinas de edificios fabricados con arte admirable; otras semejantes se encuentran cerca de Mitla, no lejos de la Ciudad de Oaxaca y otras no muy lejos de Cuernavaca, de las cuales es fama que nunca se encuentran de la misma medida y que al contacto de la cosa más insignificante solían moverse y estremecerse, pero ahora (según dicen) están inmóviles, porque debido a la injuria del tiempo y a la incuria de los indios, se ha perdido la piedra donde se encerraba oculta casi toda la fuerza de ese arte y estructura maravillosa. También se han encontrado huesos humanos innumerables, no en un solo lugar, pero principalmente junto a Texcoco, de increíble magnitud, y dientes maxilares que tienen de ancho por todas partes casi cinco pulgadas uncias. Hay un lago junto a Ocuila, no lejos de la campiña de Cuernavaca, habitado tan sólo por los peces que llaman axolotl, el cual lago se ve siempre limpísimo por el cuidado de muchas avecillas que están a la orilla y que cualquier cosa ajena que cae en él, a toda prisa la sacan y expurgan. Hay un riachuelo cerca de Cuernavaca que desde un valle, a ninguno, por perspicaz que sea, no le parezca que suba y se eleve a gran altura a lugares superiores. Hay también unos campos abiertos cerca de Tuxtla que unos cercopitecos, chicos y grandes, han dividido de tal manera entre ellos, que no cruzan los límites que han constituido, ni penetran a los campos ajenos.

También algunos lugares son frecuentemente heridos del rayo y otros próximos a ellos nunca jamás lo han sido. En Teccispan, no lejos del campo de Yautepec, brota con tanto ímpetu un manantial que pasa de la altura de cuatro hombres y de tal manera repele todo, que moles pesadísimas echadas en él, las escupe y en manera alguna las traga o las devora. ¿Y qué diré también de los muchos volcanes que se encuentran principalmente en Nicaragua, Jalapa y en la ciudad de los Ángeles, encendidos con fuegos perpetuos y que vomitan humaredas terribles, mezcladas de hollín y pavesa? Y lo que es más admirable es que están cubiertos de nieve todo el año y que un frío intenso tiene allí guerra incesante con un calor ardiente, y que reventando alguna vez han vomitado maravillosa cantidad de piedra pómez negra y líquida de cenizas y han destruido e inundado las ciudades circunvecinas. La tierra tiembla por todos lados y absorbe por sus grietas hombres y anchísimos ríos, los cuales ha tenido por tres y cuatro días y después los ha arrojado confundidos, pero las ciudades y sus habitantes los ha destruido por completo. Hay una montaña no lejos de Tlapa, que al contacto de los pies de un solo hombre tiembla todo con su falda que se extiende a lo lejos. También cuando caen hojas de árbol y algunas otras cosas en ciertos ríos inmediatamente se petrifican. Hay fuentes que dan agua en el verano y en el invierno se secan. La fuente de Huastepec, de agua dulcísima y salubérrima y que inmediatamente después de su nacimiento se esparce en un río no mediocre, después de un pequeño intervalo se contamina de tal manera y ensucia con aguas sulfúreas que ya ni para beber es idónea.

Nacen también fuentes dulces y amargas, cálidas y frías en módicos intervalos. ¿Qué diré de las muchas diferencias de sal que se encuentran condensadas entre esa gente y de aguas que se ven hervir en su mismo nacimiento, de fuentes que se secan durante las lluvias y durante la sequía afluyen con abundancia de agua, de otras que brotan dentro del mismo mar y cuyas linfas por más tiempo que duren mezcladas con las aguas saladas saben dulcísimas? Otras que brotan por aquí y por allá pueden cocer carne y fundir hierro; piedras enormes se mueven a un levísimo impulso; una clase de hombres en su mayor parte jorobados se ven del otro lado de río de las Conchas; y otras muchas cosas semejantes a éstas que si tuviera más tiempo ocioso (porque ahora en verdad escribimos muy deprisa) serían tal vez referidas más amplia mente: en cuanto a las muchas maravillas que pertenecen a las plantas, a los animales, y a los metales, con la mayo diligencia y exactitud que pudimos quedan referidos en nuestros libros de Historia Natural. q. v.

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