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Datos principales
Desarrollo
CAPÍTULO XXIV Del modo de república que tuvieron los mexicanos Aunque constará por la historia que del reino, sucesión y origen de los mexicanos, se escribirá, su modo de república y gobierno, todavía diré en suma lo que pareciere más notable aquí en común, cuya mayor declaración será la historia después. Lo primero en que parece haber sido muy político el gobierno de mexicanos, es en el orden que tenían y guardaban inviolablemente, de eligir rey. Porque desde el primero que tuvieron, llamado Acamapich, hasta el último, que fue Motezuma, el segundo de este nombre, ninguno tuvo por herencia y sucesión el reino, sino por legítimo nombramiento y elección. Ésta a los principios fue del común, aunque los principales eran los que guiaban el negocio. Después, en tiempo de Izcoatl, cuarto rey, por consejo y orden de un sabio y valeroso hombre que tuvieron, llamado Tlacaellel, se señalaron cuatro electores, y a éstos, juntamente con dos señores o reyes sujetos al mexicano, que eran el de Tezcuco, y el de Tacuba, tocaba hacer la elección. Ordinariamente eligían mancebos para reyes, porque iban los reyes siempre a la guerra, y cuasi era lo principal aquello para lo que los querían, y así miraban que fuesen aptos para la milicia, y que gustasen y se preciasen de ella. Después de la elección se hacían dos maneras de fiestas: unas al tomar posesión del estado real, para lo cual iban al templo y hacían grandes ceremonias y sacrificios sobre el brasero que llamaban divino, donde siempre había fuego ante el altar de su ídolo, y después había muchas oraciones y arengas de retóricos, que tenían grande curiosidad en esto.
Otra fiesta y más solemne era la de su coronación, para la cual había de vencer primero en batalla y traer cierto número de cautivos, que se habían de sacrificar a sus dioses, y entraban en triunfo con gran pompa, y hacíanles solemnísimo recibimiento, así de los del templo (que todos iban en procesión tañendo diversos instrumentos, e inciensando y cantando) como de los seglares y de corte, que salían con sus invenciones a recebir al rey victorioso. La corona e insignia real, era a modo de mitra por delante, y por detrás derribada, de suerte que no era del todo redonda, porque la delantera era más alta y subía en punta hacia arriba. Era preeminencia del rey de Tezcuco, haber de coronar él por su mano al rey de México. Fueron los mexicanos muy leales y obedientes a sus reyes, no se halla que les hayan hecho traición. Sólo al quinto rey, llamado Tizocic, por haber sido cobarde y para poco, refieren las historias que con ponzoña le procuraron la muerte. Mas por competencias y ambición, no se halla haber entre ellos habido disensión ni bandos, que son ordinarios en comunidades. Antes, como se verá en su lugar, se refiere haber rehusado el reino el mejor de los mexicanos, pareciéndole que le estaba a la república mejor, tener otro rey. A los principios, como eran pobres los mexicanos, y estaban estrechos, los reyes eran muy moderados en su trato y corte; como fueron creciendo en poder, crecieron en aparato y grandeza, hasta llegar a la braveza de Motezuma, que cuando no tuviera más de la casa de animales que tenía, era cosa soberbia y no vista otra tal como la suya.
Porque de todos pescados, y aves y alimañas y bestias, había en su casa como otra Arca de Noé, y para los pescados de mar, tenía estanques de agua salada, y para los de ríos, estanques de agua dulce, para las aves de caza y de rapiña, su comida; para las fieras, ni más ni menos, en gran abundancia, y grande suma de indios ocupados en mantener y criar estos animales. Cuando ya veía que no era posible sustentarse algún género de pescado, o de ave o de fiera, había de tener su semejanza labrada ricamente en piedras preciosas, o plata u oro, o esculpida en mármol o piedra. Y para diversos géneros de vida tenía casas y palacios diversos: unos de placer; otros de luto y tristeza, y otros de gobierno; y en sus palacios diversos aposentos, conforme a la cualidad de los señores, que le servían con extraño orden y distinción.
Otra fiesta y más solemne era la de su coronación, para la cual había de vencer primero en batalla y traer cierto número de cautivos, que se habían de sacrificar a sus dioses, y entraban en triunfo con gran pompa, y hacíanles solemnísimo recibimiento, así de los del templo (que todos iban en procesión tañendo diversos instrumentos, e inciensando y cantando) como de los seglares y de corte, que salían con sus invenciones a recebir al rey victorioso. La corona e insignia real, era a modo de mitra por delante, y por detrás derribada, de suerte que no era del todo redonda, porque la delantera era más alta y subía en punta hacia arriba. Era preeminencia del rey de Tezcuco, haber de coronar él por su mano al rey de México. Fueron los mexicanos muy leales y obedientes a sus reyes, no se halla que les hayan hecho traición. Sólo al quinto rey, llamado Tizocic, por haber sido cobarde y para poco, refieren las historias que con ponzoña le procuraron la muerte. Mas por competencias y ambición, no se halla haber entre ellos habido disensión ni bandos, que son ordinarios en comunidades. Antes, como se verá en su lugar, se refiere haber rehusado el reino el mejor de los mexicanos, pareciéndole que le estaba a la república mejor, tener otro rey. A los principios, como eran pobres los mexicanos, y estaban estrechos, los reyes eran muy moderados en su trato y corte; como fueron creciendo en poder, crecieron en aparato y grandeza, hasta llegar a la braveza de Motezuma, que cuando no tuviera más de la casa de animales que tenía, era cosa soberbia y no vista otra tal como la suya.
Porque de todos pescados, y aves y alimañas y bestias, había en su casa como otra Arca de Noé, y para los pescados de mar, tenía estanques de agua salada, y para los de ríos, estanques de agua dulce, para las aves de caza y de rapiña, su comida; para las fieras, ni más ni menos, en gran abundancia, y grande suma de indios ocupados en mantener y criar estos animales. Cuando ya veía que no era posible sustentarse algún género de pescado, o de ave o de fiera, había de tener su semejanza labrada ricamente en piedras preciosas, o plata u oro, o esculpida en mármol o piedra. Y para diversos géneros de vida tenía casas y palacios diversos: unos de placer; otros de luto y tristeza, y otros de gobierno; y en sus palacios diversos aposentos, conforme a la cualidad de los señores, que le servían con extraño orden y distinción.