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Datos principales
Desarrollo
CAPÍTULO XXIII Del maguey, y del tunal y de la grana, y del añil, y algodón El árbol de las maravillas es el maguey, de que los nuevos o chapetones (como en Indias los llaman), suelen escribir milagros, de que da agua y vino, y aceite y vinagre, y miel, y arrope e hilo, y aguja, y otras cien cosas. Él es un árbol que en la Nueva España estiman mucho los indios, y de ordinario tienen en su habitación alguno o algunos de este género para ayuda a su vida, y en los campos se da y le cultivan. Tiene unas hojas anchas y groseras, y el cabo de ellas es una punta aguda y recia, que sirve para prender o asir como alfileres, o para coser, y esta es el aguja; sacan de la hoja cierta hebra e hilo. El tronco, que es grueso, cuando está tierno le cortan y queda una concavidad grande, donde sube la sustancia de la raíz, y es un licor que se bebe como agua, y es fresco y dulce; este mismo, cocido, se hace como vino, y dejándolo acedar se vuelve vinagre; y apurándolo más al fuego es como miel; y a medio cocer, sirve de arrope, y es de buen sabor y sano, y a mi parecer es mejor que arrope de uvas. Así van cociendo estas y otras diferencias de aquel jugo o licor, el cual se da en mucha cuantidad, porque por algún tiempo cada día sacan algunas azumbres de ello. Hay este árbol también en el Pirú, mas no le aprovechan como en la Nueva España. El palo de este árbol es fofo y sirve para conservar el fuego, porque como mecha de arcabuz tiene el fuego, y le guarda mucho tiempo, y de esto he visto servirse de él los indios en el Pirú.
El tunal es otro árbol célebre de la Nueva España, si árbol se debe llamar un montón de hojas o pencas unas sobre otras, y en esto es de la más extraña hechura que hay árbol, porque nace una hoja, y de aquella, otra, y de ésta, otra, y así va hasta el cabo, salvo que como van saliendo hojas arriba o a los lados, las de abajo se van engrosando y llegan cuasi a perder la figura de hoja, y hacer tronco y ramos, y todo él espinoso, y áspero y feo, que por eso le llaman en algunas partes cardón. Hay cardones o tunales silvestres, y éstos o no dan fruta, o es muy espinosa y sin provecho. Hay tunales domésticos, y dan una fruta en Indias muy estimada, que llaman tunas, y son mayores que ciruelas de fraile, buen rato, y así rollizas; abren la cáscara, que es gruesa, y dentro hay carne y granillos como de higos, que tienen muy buen gusto y son muy dulce, especialmente las blancas, y tienen cierto olor suave; las coloradas no son tan buenas de ordinario. Hay otros tunales que aunque no dan ese fruto, los estiman mucho más y los cultivan con gran cuidado, porque aunque no dan fruta de tunas, dan empero el beneficio de la grana, porque en las hojas de este árbol, cuando es bien cultivado, nacen unos gusanillos pegados a ella y cubiertos de cierta telilla delgada, los cuales delicadamente cogen y son la cochinilla tan afamada de Indias, con que tiñen la grana fina; déjanlos secar, y así secos los traen a España, que es una rica y gruesa mercadería; vale la arroba de esta cochinilla o grana, muchos ducados.
En la flota del año de ochenta y siete vinieron cinco mil y seiscientas y setenta y siete arrobas de grana, que montaron doscientos y ochenta y tres mil, y setecientos y cincuenta pesos, y de ordinario viene cada año semejante riqueza. Danse estos tunales en tierras templadas, que declinan a frío; en el Pirú no se han dado hasta agora, y en España, aunque he visto alguna planta de éstas, pero no de suerte que haya que hacer caso de ella. Y aunque no es árbol sino yerba, de la que se saca el añil, que es para tinte de paños, por ser mercadería que viene con la grana, diré que también se da en cuantidad en la Nueva España y vino en la flota que he dicho, obra de veinte y cinco mil y doscientas y sesenta y tres arrobas, que montaron otros tantos pesos. El algodón también se da en árboles pequeños y en grandes, que tienen unos como capullos, los cuales se abren y dan aquella hilaza o vello, que cogido, hilan y tejen y hacen ropa de ello. Es uno de los mayores beneficios que tienen en las Indias, porque les sirve en lugar de lino y de lana para ropa; dase en tierras calientes, en los valles y costa del Pirú, mucho, y en la Nueva España, y en Filipinas y China, y mucho más que en parte que yo sepa, en la provincia de Tucumán y en la Santacruz de la sierra, y en el Paraguay, y en estas partes, es el principal caudal. De las islas de Santo Domingo se trae algodón a España, y el año que he dicho se trajeron sesenta y cuatro arrobas. En las partes de Indias donde hay algodón, es la tela de que más ordinariamente visten hombres y mujeres, y hacen ropa de mesa, y aún lonas o velas de naos. Hay uno vasto y grosero; otro delicado y sutil, y con diversas colores lo tiñen y hacen las diferencias que en paños de Europa vemos en las lanas.
El tunal es otro árbol célebre de la Nueva España, si árbol se debe llamar un montón de hojas o pencas unas sobre otras, y en esto es de la más extraña hechura que hay árbol, porque nace una hoja, y de aquella, otra, y de ésta, otra, y así va hasta el cabo, salvo que como van saliendo hojas arriba o a los lados, las de abajo se van engrosando y llegan cuasi a perder la figura de hoja, y hacer tronco y ramos, y todo él espinoso, y áspero y feo, que por eso le llaman en algunas partes cardón. Hay cardones o tunales silvestres, y éstos o no dan fruta, o es muy espinosa y sin provecho. Hay tunales domésticos, y dan una fruta en Indias muy estimada, que llaman tunas, y son mayores que ciruelas de fraile, buen rato, y así rollizas; abren la cáscara, que es gruesa, y dentro hay carne y granillos como de higos, que tienen muy buen gusto y son muy dulce, especialmente las blancas, y tienen cierto olor suave; las coloradas no son tan buenas de ordinario. Hay otros tunales que aunque no dan ese fruto, los estiman mucho más y los cultivan con gran cuidado, porque aunque no dan fruta de tunas, dan empero el beneficio de la grana, porque en las hojas de este árbol, cuando es bien cultivado, nacen unos gusanillos pegados a ella y cubiertos de cierta telilla delgada, los cuales delicadamente cogen y son la cochinilla tan afamada de Indias, con que tiñen la grana fina; déjanlos secar, y así secos los traen a España, que es una rica y gruesa mercadería; vale la arroba de esta cochinilla o grana, muchos ducados.
En la flota del año de ochenta y siete vinieron cinco mil y seiscientas y setenta y siete arrobas de grana, que montaron doscientos y ochenta y tres mil, y setecientos y cincuenta pesos, y de ordinario viene cada año semejante riqueza. Danse estos tunales en tierras templadas, que declinan a frío; en el Pirú no se han dado hasta agora, y en España, aunque he visto alguna planta de éstas, pero no de suerte que haya que hacer caso de ella. Y aunque no es árbol sino yerba, de la que se saca el añil, que es para tinte de paños, por ser mercadería que viene con la grana, diré que también se da en cuantidad en la Nueva España y vino en la flota que he dicho, obra de veinte y cinco mil y doscientas y sesenta y tres arrobas, que montaron otros tantos pesos. El algodón también se da en árboles pequeños y en grandes, que tienen unos como capullos, los cuales se abren y dan aquella hilaza o vello, que cogido, hilan y tejen y hacen ropa de ello. Es uno de los mayores beneficios que tienen en las Indias, porque les sirve en lugar de lino y de lana para ropa; dase en tierras calientes, en los valles y costa del Pirú, mucho, y en la Nueva España, y en Filipinas y China, y mucho más que en parte que yo sepa, en la provincia de Tucumán y en la Santacruz de la sierra, y en el Paraguay, y en estas partes, es el principal caudal. De las islas de Santo Domingo se trae algodón a España, y el año que he dicho se trajeron sesenta y cuatro arrobas. En las partes de Indias donde hay algodón, es la tela de que más ordinariamente visten hombres y mujeres, y hacen ropa de mesa, y aún lonas o velas de naos. Hay uno vasto y grosero; otro delicado y sutil, y con diversas colores lo tiñen y hacen las diferencias que en paños de Europa vemos en las lanas.