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Datos principales


Desarrollo


Capítulo XXI Cómo el Ynga dividió toda esta gente en siete estados No tuvo menor aviso el Ynga en la división de sus vasallos que en el saber el número y cantidad que tenía dellos en su Reino, porque la compuso y distribuyó por orden maravillosa, para que cada uno atendiese a lo que se le mandaba y no usurpase oficio ajeno. Compúsola en siete estados. El primero era de hechiceros sacerdotes, los cuales, aunque en número eran pocos, a todos los demás excedían en cualidad y honra, casi a emparejar con sus Yngas. Estos eran libres y exentos de todo trabajo y a ninguno servían y de nadie eran mandados, y de la demás gente recibían los sacrificios que habían de hacer al Sol y la Luna, y al hacedor y demás huacas. Eran respetados, porque era gente docta y a esta causa les traían y daban muchos dones y presentes, y entendían ellos que, con su ciencia, les hacían provecho, porque al principio del año se juntaban denunciando las lluvias y sequedades, vientos y granizos y enfermedades y hambres y abundancias, y el hechicero que no acertaba en esto lo mataban con una porra, dándole en la cabeza, y así procuraban acertar en lo que decían. La segunda orden era de labradores, los cuales sobrepujaban a los demás en multitud, sacados los soldados. Eran éstos libres de ir a la guerra y de otra cualquier obra y trabajo; gastaban su tiempo y cuidado en labrar los campos y chácaras, los cuales vivían con sus mujeres e hijos, y todas estas chácaras estaban señaladas por el Ynga y sus comisarios, como está ya dicho.

La tercera manera de gente era de pastores de todas suertes de ganados, los cuales asistían en las punas en chozas para este efecto, guardando los términos de los pastos con mucha puntualidad. El cuarto lugar era de los oficiales, a los cuales daban obras a una parte de fabricar armas y parte de otros instrumentos suyos, y hacían las cosas necesarias para la guerra. Estos no sólo eran libres de acudir a otros negocios, sino que también recibían la comida y sustento necesario, de los depósitos reales. La quinta orden era de los soldados que estaban señalados para guardia de las fortalezas y guarnición de las provincias, e iban a las conquistas. Estos, su continuo ejercicio era jugar las armas que tenían señaladas, conforme su inclinación, y seguir las órdenes de sus capitanes, y recibían el sustento ordinario de los depósitos del Ynga. La sexta orden era de los orejones, de donde sacaba el Ynga gobernadores y comisarios que viesen lo que pasaba en todo el Reino, y daban de ello cuenta al Ynga. En el séptimo lugar entraban los del Consejo del Ynga, los cuales eran muy pocos en número, pero no en nobleza y autoridad excedían al resto; y destos sacaba el Ynga los gobernadores principales para las cuatro provincias, los capitanes generales de las conquistas y el suyo yocapu que decían, que uno residió en Jauja y otro en Tiahuanaco, que representaban, uno por Chinchay Suyo y otro por Colla Suyo, la persona del Ynga. Estos del Consejo eran por la mayor parte hermanos o deudos muy cercanos del Ynga.

No era lícito a la persona de un estado pasarse a otro, ni que tomase mujer del otro orden, ni mudar arte ni oficio, y así el labrador seguía el campo y el soldado la milicia, sino todos seguían lo que se les mandaba y señalaba de su modo de vida. No usó el Ynga cobrar tributo de sus vasallos, como está ya apuntado, sino sólo mandó le diesen todos lo necesario para su servicio y de su casa real, guerra, labradores y guarda de ganado, vastimento, vestidos y otros oficiales, como se sigue. Yndios mitimaes para las minas de oro y plata y demás metales y minas de colores, con que pintaban las paredes y edificios, y no trabajaban en las minas sino era cuando el Ynga les mandaba le sacasen oro y plata, pero residían de ordinario en ellas y el Ynga de sus chácaras les sustentaba. Oficiales plateros de oro y plata, para hacer la vajilla del Ynga de chamilcos, ollas, cántaros, aquillas y otros vasos. Oficiales de ropa muy prima y fina de plumería de colores, que eran mantas y camisetas. A éstos llamaban llano paucar camayo. Esta ropa era para el Ynga, y para sus mujeres y el Sol. Otros indios oficiales de ropa más basta, de lo mismo, y llámanlos ahuapaucar, oficiales de ropa de cumpi, llamados llano pacha camayos, otros de la misma ropa más vasta, que dicen ahuapacha camayos. Indios que tenían a su cargo coger las colores con que se teñía la ropa, tintores que dicen tulpu camayo. Oficiales que hacían ojotas de las primas para el Ynga. Indios oficiales que tenían a cargo hacer vestidos a los carneros de los sacrificios, que el Ynga tenía señalados para este efecto; y los vestidos eran de colores, de pluma y lana, y en ellos sembraban figuras de leones y tigres indios, pastores que dicen llama camayos, que guardaban el ganado del Ynga.

Indios hortelanos que sembraban cualquier semilla y hortaliza que el Ynga comía. Indios que beneficiaban las sementeras, que decían cara camaio. Otros, las chácaras de coca, coca camayos. Otros, que beneficiaban las salinas, chachi camayos. Otros, para las chácaras de aji, uchu camayos. Indios que hacían panecicos con gusanos del río, Chichi camaios. Otros plantaban y beneficiaban los árboles, malqui camayos. Indios para guardar las trojes y graneros de los bastimentos que estaban repartidos por todo el Reino, y sobre estos había principales que tenían cuenta con ellos. Indios para guarda de los mojones, ríos, vados, puentes y oroas para chasquis y correos. Indios para pampa camayos en todos los pueblos, que tenían cuenta con todo lo que en ellos había perteneciente al Ynga. Indios, muy viejos y sin sospecha, para porteros de los palacios y de las casas de recogimiento del Ynga, y de las ñustas hijas del Sol. Otros, para quipu camayos y contadores, que miraban todo lo que pasaba en el Reino. Indios mitimaes, que guardaban las fortalezas y labraban las tierras adonde los señalaba el Ynga. Oficiales de albañilería, que labraban los templos del Sol y las casas y edificios del Ynga, y otros del mismo oficio, de obra basta. Pescadores de todo género de pescados en la mar y ríos, y de camarones y cangrejos. Indios cazadores, que cogían huanacos, vicuñas, y venados. Otros, cazadores de cuyes, biscachas y de diferentes animalejos. Otros indios, cazadores de pájaros y de aves de volatería.

Oficiales carpinteros de obra prima, que hacían asientos, cucharas, mates y otras cosas de primor y otros de obra basta. Oficiales olleros de obra pulida para el Ynga, y oficiales de obra tosca. Indios que servían en l as fortalezas de espías, y en los caminos, y en las tierras de los enemigos. Otros que tenían cuenta no se alzasen los indios sujetos, y acusaban ante el Ynga de lo que pasaba. De manera que todo lo necesario para la vida humana y para el buen gobierno y policía deste Reino, le contribuían y servían los vasallos, conforme al número que tenían de gente y a las habilidades dellos, a la disposición y temple de las sierras y a las necesidades que había en el Reino. Demás desto, los templos y huacas, especial la casa del Sol, tenía todos los ministerios necesarios, en mucha abundancia. Las chácaras señaladas para ellos eran de las mejores, más fértiles y abundantes del Reino, porque así fuesen los frutos más colmados, y los ministros no sintiesen trabajo ni necesidad de comidas, y dellos se mantenían los sacerdotes. Los ganados del Sol y de las huacas eran infinitos y en los mejores y más gruesos pastos, dedicados al Sol y donde no podía nadie pastar, y los pastores y guardas eran escogidos y que con grandísimo cuidado guardaban los ganados y teníanlo por cosa sagrada, de manera que, aunque no tuviera pastores, ningún indio se atreviera a llegar a él, que entendía que luego moriría. Estos pastores se llamaban criados del Sol, y cierto es de agradecer a estos infieles la mucha observancia que tenían en el culto de su falsa religión, pues aun los malhechores tenían refugio en los templos.

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