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CAPÍTULO XX De las propriedades de la tierra del Pirú Por Pirú entendemos no toda aquella parte del mundo que intitulan la América, pues en esta se comprende el Brasil y el reino de Chile, y el de Granada, y nada de esto es Pirú, sino solamente aquella parte que cae a la banda del Sur, y comienza del reino de Quito, que está debajo de la Línea, y corre en largo hasta el reino de Chile, que sale de los Trópicos, que serán seiscientas leguas en largo, y en el ancho no más de hasta lo que toman los Andes, que serán cincuenta leguas comúnmente, aunque en algunas partes, como hacia Chachapoyas, hay más. Este pedazo de mundo que se llama Pirú, es de más notable consideración por tener propiedades muy extrañas, y ser cuasi excepción de la regla general de tierras de Indias; porque lo primero toda su costa no tiene sino un viento, y ese no es el que suele correr debajo de la Tórrida, sino su contrario, que es el Sur y Sudueste. Lo segundo, con ser de su naturaleza este viento el más tempestuoso, y más pesado y enfermo de todos, es allí a maravilla suave, sano y regalado, tanto que a él se debe la habitación de aquella costa, que sin él fuera inhabitable de caliente y congojosa. Lo tercero, en toda aquella costa nunca llueve, ni truena ni graniza ni nieva, que es cosa admirable. Lo cuarto, en muy poca distancia junto a la costa llueve y nieva y truena terriblemente. Lo quinto, corriendo dos cordilleras de monte al parejo y en una misma altura de polo, en la una hay grandísima arboleda y llueve lo más del año, y es muy cálida; la otra, todo lo contrario, es toda pelada, muy fría, y tiene el año repartido en invierno y verano, en lluvias y serenidad.

Para que todo esto se perciba mejor, hase de considerar que el Pirú está dividido en tres como tiras largas y angostas, que son llanos, sierras y Andes; los llanos son costa de la mar; la sierra es todo cuestas, con algunos valles; los Andes son montes espesísimos. Tienen los llanos de ancho como diez leguas, y en algunas partes menos, en otras algo más; la sierra terná veinte; los Andes, otras veinte en partes, más y en partes menos; corren lo largo de Norte a Sur, lo ancho de Oriente a Poniente. Es pues, cosa maravillosa que en tan poca distancia como son cincuenta leguas, distando igualmente de la Línea y polo, haya tan grande diversidad que en la una parte cuasi siempre llueve, en la otra parte cuasi nunca llueve, y en la otra un tiempo llueve y otro no llueve. En la costa o llanos nunca llueve, aunque a veces cae un agua menudilla que ellos llaman garúa, y en Castilla, mollina, y ésta a veces llega a unos goteroncillos de agua que cae; pero en efecto no hay tejados ni agua que obligue a ellos. Los tejados son una estera con un poco de tierra encima, y eso les basta. En los Andes cuasi todo el año llueve, aunque un tiempo hay más serenidad que otro. En la sierra que cae en medio de estos extremos, llueve a los mismos tiempos que en España, que es desde septiembre a abril. Y ese otro tiempo está sereno, que es cuando más desviado anda el sol, y lo contrario cuando más cercano, de lo cual se trató asaz en el libro pasado. Lo que llaman Andes y lo que llaman sierra, son dos cordilleras de montes altísimos, y deben de correr más de mil leguas la una a vista de la otra, cuasi como paralelas.

En la sierra se crían cuasi innumerables manadas de vicuñas, que son aquellas como cabras monteses tan ligeras. Críanse también los que llaman guanacos y pacos, que son los carneros, y juntamente los jumentos de aquella tierra, de que se tratará a su tiempo. En los Andes se crían monos y micos, muchos y muy graciosos, y papagayos en cuantidad. Dase la yerba o árbol que llaman coca, que tan estimada es de los indios y tanto dinero vale su trato. Lo que llaman sierra, en partes donde se abre hace valles, que son la mejor habitación del Pirú, como el de Jauja, el de Andaguaylas, el de Yucay. En estos valles se da maíz, y trigo y frutas, en unas más y en otras menos. Pasada la ciudad del Cuzco (que era antiguamente la corte de los señores de aquellos reinos) las dos cordilleras que he dicho se apartan más una de otra, y dejan en medio una campaña grande o llanadas, que llaman la provincia del Collao. En estas hay cuantidad de ríos, y la gran laguna Titicaca, y tierras grandes y pastos copiosos, pero aunque es tierra llana, tiene la misma altura y destemplanza de sierra. Tampoco cría arboleda ni leña, pero suplen la falta de pan con unas raízes que siembran que llaman papas, las cuales debajo de la tierra se dan, y éstas son comida de los indios, y secándolas y curándolas, hacen de ellas lo que llaman chuño, que es el pan y sustento de aquella tierra. También se dan algunas otras raízes y yerbezuelas, que comen. Es tierra sana y la más poblada de Indias, y la más rica por el abundancia de ganados que se crían bien, así de los de Europa, ovejas, vacas, cabras, como de los de la tierra, que llaman guanacos y pacos; hay caza de perdices harta. Tras la provincia del Collao viene la de los Charcas, donde hay valles calientes y de grandísima fertilidad, y hay cerros asperísimos y de gran riqueza de minas, que en ninguna parte del mundo las hay ni ha habido mayores ni tales.

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