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Datos principales
Desarrollo
Cómo el Almirante llegó a la Española, donde supo la muerte de los cristianos Viernes, a 22 de noviembre, llegó el Almirante al Norte de la Española; y luego envió a tierra de Samaná uno de los indios que llevaba de Castilla, natural de aquella provincia, ya convertido a nuestra santa Fe, el cual ofreció reducir todos los indios al servicio y en paz con los cristianos. Siguiendo el Almirante su camino hacia la Villa de la Navidad, llegado al Cabo del Angel, vinieron algunos indios a los navíos con deseo de cambiar algunas cosas con los cristianos, y pasando a dar fondo en el puerto de Monte Cristo, una barca que fue a tierra, encontró junto a un río dos hombres muertos; uno que parecía joven y el otro viejo, que tenía una cuerda de esparto al cuello, extendidos los brazos y atadas las manos a un madero en forma de cruz; no se pudo conocer bien si eran indios, o cristianos, pero lo tomaron a mal augurio. El día siguiente, que fue 26 de Noviembre, el Almirante tornó a mandar a la tierra por muchas partes; salieron los indios a conversar con los cristianos, muy amigable y resueltamente, y tocando el jubón y la camisa a los nuestros decían: camisa, jubón, dando a entender que sabían estos nombres; lo que aseguró al Almirante de la sospecha que tenía, por aquellos hombres muertos, creyendo que, si los indios hubiesen hecho mal a los cristianos que allí quedaron, no irían a los navíos tan resueltamente y sin miedo. Pero al día siguiente, que estaba surto junto a la boca del puerto de la Villa de la Navidad, pasada media noche, llegaron indios en una canoa, preguntaron por el Almirante, y diciéndoles que entrasen, que allí estaba, no quisieron subir, diciendo que si no le viesen y conociesen, no entrarían; de modo que fue necesario que el Almirante llegase al borde para oirlos; luego salieron dos que llevaban sendas carátulas y las dieron al Almirante de parte del cacique Guacanagarí , diciendo que éste se le encomendaba mucho. Luego, preguntados por el Almirante acerca de los cristianos que allí habían quedado, respondieron que, algunos de ellos habían muerto de enfermedad; otros se habían apartado de la compañía; otros se habían ido a distintos países, y que todos tenían cuatro o cinco mujeres. Por esto que dijeron, se conocía que todos debían ser muertos, o la mayor parte. Sin embargo, pareciéndole al Almirante que por entonces no debía hacer otra cosa, despidió a los indios con un presente de vacias, y otras cosas, para Guacanagarí y los suyos; y fueron aquella misma noche con estos regalos al cacique.