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Datos principales
Desarrollo
Capítulo XIV Cómo sucedían los Yngas en este reino Siempre procuraron los Yngas perpetuarse en la sucesión deste Reino, y que no saliese de su linaje, y no como quiera, sino que fuese de la manera que había tenido origen y principio en Manco Capac, primer fundador de su monarquía, que así como el hijo que le sucedió, llamado Sinchiroca, fue hijo de Mama Huaco su hermana, así se acostumbró entre ellos casarse con su hermana legítima, y aunque tuviesen infinitas mujeres y de ellas hijos sin número, aquel era tenido por legítimo sucesor del Reino y el que, heredando, se prefería a los demás, aunque fuesen mayores en edad, que era hijo del Ynga y de la Coya su hermana y principal mujer, porque ésta era la Señora preferida en todo a las demás, y ésta era tenida y reputada por mujer legítima del Ynga y reina, y sus hijos preferían a los demás, porque querían los indios que el que fuese rey e Ynga, pudiesen decir con verdad que era hijo del Rey y Reina y que, por línea de padre y madre, era descenciente de Manco Capac, primer Ynga, que en ninguna manera, siendo tal, degeneraría de la sangre donde descendía. Así, aunque Tupa Ynga Yupanqui, cuando murió, quiso pervertir este orden hasta allí guardado, nombrando a Capac Huare, un hijo muy querido suyo, dejando a Huaina Capac hijo de la mujer legítima, llamada Mama Ocllo, después de él muerto, no lo quisieron consentir los orejones, como está dicho en el capítulo veinte y ocho del primer libro. Si el hijo mayor de la Coya no era suficiente para el gobierno y era inhábil, que jamás entre ellos sucedió, buscaban, entre los demás hijos della y del Ynga, otro que fuese hombre prudente para regirlos y seguir las conquistas, y a aquél nombraba el Ynga por sucesor.
Y si esto no había, escogían entre los hijos de las demás mujeres el más valeroso, astuto y valiente para la guerra, y de quien más confianzas, se tenía que aumentaría el reino de sus antepasados, y que los gobernaría con más justicia, y al que en las conquistas se hubiese mostrado de ánimo y sagaz, y a éste nombraba el Ynga, por heredero. Este mismo orden guardaban en los curacas de las provincias y gobernadores que el Ynga tenía puestos, dando el regimiento al hijo principal de la mujer que el Ynga le había dado, porque ésta era sobre las demás estimada y tenida, y cuando éste no era para el gobierno, buscaba el Ynga otro de los hijos, el más hábil y señalado, y se lo daba con el servicio y autoridad que lo tuvo su padre. Si el heredero quedaba niño y sin edad bastante, el hermano del padre entraba gobernando por él, con orden y licencia del Ynga, hasta que tuviese edad, que entonces el Ynga le metía en el gobierno de su padre. Y, si moría sin hijos, heredáble el hermano mayor y más hábil, y en esto había grandísima cuenta. Si faltaban hijos legítimos y bastardos, no tenía el estado y sucesión al hijo del hermano, antes al hijo de la hermana, que deste preferían, diciendo que éste era más cierto y heredero y sobrino que el hijo del hermano, pues era verdad que su hermana lo había parido, y había más certidumbre del que no el que paría la cuñada. Tenían siempre, entre los hijos del Ynga, grandísimo respeto y temor al que había de suceder en el reino, y le obedecían y respetaban como Señor que había de ser en todo cuanto les mandaba. También guardaron entre ellos inviolablemente que, cuando moría el Ynga, no gobernaba el sucesor cosa ninguna, sino solos los de su Consejo, hasta que había recibido la borla, que era como coronarse, y entonces entraba mandando y haciendo mercedes y usando de la potestad y señorío real. El cómo los coronaban, ya se vio en el fin de la vida de Ynga Yupanqui.
Y si esto no había, escogían entre los hijos de las demás mujeres el más valeroso, astuto y valiente para la guerra, y de quien más confianzas, se tenía que aumentaría el reino de sus antepasados, y que los gobernaría con más justicia, y al que en las conquistas se hubiese mostrado de ánimo y sagaz, y a éste nombraba el Ynga, por heredero. Este mismo orden guardaban en los curacas de las provincias y gobernadores que el Ynga tenía puestos, dando el regimiento al hijo principal de la mujer que el Ynga le había dado, porque ésta era sobre las demás estimada y tenida, y cuando éste no era para el gobierno, buscaba el Ynga otro de los hijos, el más hábil y señalado, y se lo daba con el servicio y autoridad que lo tuvo su padre. Si el heredero quedaba niño y sin edad bastante, el hermano del padre entraba gobernando por él, con orden y licencia del Ynga, hasta que tuviese edad, que entonces el Ynga le metía en el gobierno de su padre. Y, si moría sin hijos, heredáble el hermano mayor y más hábil, y en esto había grandísima cuenta. Si faltaban hijos legítimos y bastardos, no tenía el estado y sucesión al hijo del hermano, antes al hijo de la hermana, que deste preferían, diciendo que éste era más cierto y heredero y sobrino que el hijo del hermano, pues era verdad que su hermana lo había parido, y había más certidumbre del que no el que paría la cuñada. Tenían siempre, entre los hijos del Ynga, grandísimo respeto y temor al que había de suceder en el reino, y le obedecían y respetaban como Señor que había de ser en todo cuanto les mandaba. También guardaron entre ellos inviolablemente que, cuando moría el Ynga, no gobernaba el sucesor cosa ninguna, sino solos los de su Consejo, hasta que había recibido la borla, que era como coronarse, y entonces entraba mandando y haciendo mercedes y usando de la potestad y señorío real. El cómo los coronaban, ya se vio en el fin de la vida de Ynga Yupanqui.