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Datos principales
Desarrollo
De cómo el gobernador caminó con canoas por el río de Iguazu, y por salvar un mal paso de un salto que el río hacía, llevó por tierras las canoas una legua a fuerza de brazos Habiendo dejado el gobernador los indios del río del Piqueri muy amigos y pacíficos, fue caminando con su gente por la tierra, pasando por muchos pueblos de indios de la generación de los guaraníes: todos los cuales les salían a recebir a los caminos con muchos bastimentos, mostrando grande placer y contentamiento con su venida, y a los indios principales señores de los pueblos les daba muchos rescates, y hasta las mujeres viejas y niños salían a ellos a los recebir, cargados de maíz y batatas, y asimismo de los otros pueblos de la tierra, que estaban a una jornada y a dos unos de otros, todos vinieron de la mesma forma a traer bastimentos; y antes de llegar con gran trecho a los pueblos por do habían de pasar, alimpiaban y desmontaban los caminos, y bailaban y hacían grandes regocijos de verlos; y lo que más acrescienta su placer y de que mayor contento resciben, es cuando las viejas se alegran, porque se gobiernan con lo que éstas les dicen y sonles muy obedientes, y no lo son tanto a los viejos. A postrero día del dicho mes de enero, yendo caminando por la tierra y provincia, llegaron a un río que se llama Iguazu, y antes de llegar al río anduvieron ocho jornadas de tierra despoblada, sin hallar ningún lugar poblado de indios. Este río Iguazu es el primer río que pasaron al principio de la jornada cuando salieron de la costa del Brasil.
Llámase también por aquella parte Iguazu; corre del Este-oeste; en él no hay poblado ninguno; tomóse el altura en 25 grados y medio. Llegados que fueron al río de Iguazu, fue informado de los indios naturales que el dicho río entra en el río del Paraná, que asimismo se llama el río de la Plata; y que entre río del Paraná y el río de Iguazu mataron los indios a los portugueses que Martín Alonso de Sosa envió a descubrir aquella tierra; al tiempo que pasaban el río en canoas dieron los indios en ellos y los mataron. Algunos de estos indios de la ribera del río Paraná, que así mataron a los portugueses, le avisaron al gobernador que los indios del río del Piqueri, que era mala gente, enemigos nuestros, y que les estaban aguardando para acometerlos y matarlos en el paso del río; y por esta causa acordó el gobernador, sobre acuerdo, de tomar y asegurar por dos partes el río, yendo él con parte de su gente en canoas por el río de Iguazu abajo y salirse a poner en el río del Paraná, y por la otra parte fuese el resto de la gente y caballos por tierra, y se pusiesen y confrontasen con la otra parte del río, para poner temor a los indios y pasar en las canoas toda la gente; lo cual fue así puesto en efecto; y en ciertas canoas que compró a los indios de la tierra se embarcó el gobernador con hasta ochenta hombres, y así se partieron por el río de Iguazu abajo, y el resto de la gente y caballos mandó que se fuesen a juntar en el río del Paraná.
E yendo por el dicho río de Iguazu abajo era la corriente de él tan grande, que corrían las canoas por él con mucha furia; y esto causólo que muy cerca de donde se embarcó da el río un salto por unas Peñas abajo muy altas, y da el agua en 1 bajo de la tierra tan grande golpe, que de muy lejos s oye; y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza sube en alto dos lanzas Y más, por manera que fue necesario salir de las canoas y sacallas del agua y llevarlas por tierra hasta pasar el salto, y a fuerza de brazos las llevaron más de media legua, en que se pasaron muy grandes trabajos; salvado aquel mal paso, volvieron a meter en el agua las dichas canoas y proseguir su viaje, y fueron por el dicho río abajo hasta que llegaron al río del Paraná; y fue Dios servido que la gente y caballos que iban por tierra, y las canoas y gente, con el gobernador que en ellas iban, llegaron todos a un tiempo, y en la ribera del río estaba muy gran número de indios de la misma generación de los guaraníes, todos muy emplumados con plumas de papagayos y almagrados, pintados de muchas maneras y colores, y con sus arcos y flechas en las manos, hecho un escuadrón de ellos, que era muy gran placer de los ver. Como llegó el gobernador y su gente (de la forma ya dicha), pusieron mucho temor a los indios, y estuvieron muy confusos, y comenzó por lenguas de los intérpretes a les hablar, y a derramar entre los principales de ellos grandes rescates; y como fuese gente muy cobdiciosa y amiga de novedades, comenzáronse a sosegar y allegarse al gobernador y su gente, y muchos de los indios les ayudaron a pasar de la otra parte del río; y como hubieron pasado, mandó el gobernador que de las canoas se hiciesen balsas juntándolas de dos en dos; las cuales hechas, en espacio de dos horas fue pasada toda la gente y caballos de la otra parte del río; en concordia de los naturales, ayudándoles ellos propios a los pasar. Este río del Paraná, por la parte que lo pasaron, era de ancho un gran tiro de ballesta; es muy hondable y lleva muy gran corriente, y al pasar del río se trastornó una canoa con ciertos cristianos, uno de los cuales se ahogó porque la corriente lo llevó, que nunca más paresció. Hace este río muy grandes remolinos, con la gran fuerza del agua y gran hondura de él.
Llámase también por aquella parte Iguazu; corre del Este-oeste; en él no hay poblado ninguno; tomóse el altura en 25 grados y medio. Llegados que fueron al río de Iguazu, fue informado de los indios naturales que el dicho río entra en el río del Paraná, que asimismo se llama el río de la Plata; y que entre río del Paraná y el río de Iguazu mataron los indios a los portugueses que Martín Alonso de Sosa envió a descubrir aquella tierra; al tiempo que pasaban el río en canoas dieron los indios en ellos y los mataron. Algunos de estos indios de la ribera del río Paraná, que así mataron a los portugueses, le avisaron al gobernador que los indios del río del Piqueri, que era mala gente, enemigos nuestros, y que les estaban aguardando para acometerlos y matarlos en el paso del río; y por esta causa acordó el gobernador, sobre acuerdo, de tomar y asegurar por dos partes el río, yendo él con parte de su gente en canoas por el río de Iguazu abajo y salirse a poner en el río del Paraná, y por la otra parte fuese el resto de la gente y caballos por tierra, y se pusiesen y confrontasen con la otra parte del río, para poner temor a los indios y pasar en las canoas toda la gente; lo cual fue así puesto en efecto; y en ciertas canoas que compró a los indios de la tierra se embarcó el gobernador con hasta ochenta hombres, y así se partieron por el río de Iguazu abajo, y el resto de la gente y caballos mandó que se fuesen a juntar en el río del Paraná.
E yendo por el dicho río de Iguazu abajo era la corriente de él tan grande, que corrían las canoas por él con mucha furia; y esto causólo que muy cerca de donde se embarcó da el río un salto por unas Peñas abajo muy altas, y da el agua en 1 bajo de la tierra tan grande golpe, que de muy lejos s oye; y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza sube en alto dos lanzas Y más, por manera que fue necesario salir de las canoas y sacallas del agua y llevarlas por tierra hasta pasar el salto, y a fuerza de brazos las llevaron más de media legua, en que se pasaron muy grandes trabajos; salvado aquel mal paso, volvieron a meter en el agua las dichas canoas y proseguir su viaje, y fueron por el dicho río abajo hasta que llegaron al río del Paraná; y fue Dios servido que la gente y caballos que iban por tierra, y las canoas y gente, con el gobernador que en ellas iban, llegaron todos a un tiempo, y en la ribera del río estaba muy gran número de indios de la misma generación de los guaraníes, todos muy emplumados con plumas de papagayos y almagrados, pintados de muchas maneras y colores, y con sus arcos y flechas en las manos, hecho un escuadrón de ellos, que era muy gran placer de los ver. Como llegó el gobernador y su gente (de la forma ya dicha), pusieron mucho temor a los indios, y estuvieron muy confusos, y comenzó por lenguas de los intérpretes a les hablar, y a derramar entre los principales de ellos grandes rescates; y como fuese gente muy cobdiciosa y amiga de novedades, comenzáronse a sosegar y allegarse al gobernador y su gente, y muchos de los indios les ayudaron a pasar de la otra parte del río; y como hubieron pasado, mandó el gobernador que de las canoas se hiciesen balsas juntándolas de dos en dos; las cuales hechas, en espacio de dos horas fue pasada toda la gente y caballos de la otra parte del río; en concordia de los naturales, ayudándoles ellos propios a los pasar. Este río del Paraná, por la parte que lo pasaron, era de ancho un gran tiro de ballesta; es muy hondable y lleva muy gran corriente, y al pasar del río se trastornó una canoa con ciertos cristianos, uno de los cuales se ahogó porque la corriente lo llevó, que nunca más paresció. Hace este río muy grandes remolinos, con la gran fuerza del agua y gran hondura de él.