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Datos principales
Desarrollo
De cómo en este tiempo salió del Perú el capitán Juan Núñez de Prado a la población de la provincia del Tucumán, después que el presidente Gasca venció a Gonzalo Pizarro Después que el presidente de la Gasca el año de 1548 venció en la batalla de Jaquiguana a Gonzalo Pizarro : el siguiente dio facultad y comisión a Núñez de Prado, para que tomase a su cargo la población y conquista de la gobernación del Tucumán, que se había dado a Diego de Rojas ; el cual acudiendo a lo que para ello convenía, juntó ochenta y tantos soldados, muchos indios amigos, armas y caballos, y determinó su entrada por la provincia de los Chicuanas el año de 1550. Estando con su campo en los Chichas en el pueblo de Talina, llegó allí Francisco de Villagra, que iba para Chile con socorro de gente a don Pedro de Valdivia , gobernador de aquel reino. Donde vístose ambos capitanes, este Villagra con poco decoro sonsacó muchos soldados de los de Juan Núñez de Prado, y también los indios que llevaba sin poderle reprimir con súplicas y comedimentos. Al fin se apoderó de cuantos pudo quitarle, de que el otro capitán quedó muy sentido, y prosiguió su viaje con 60 soldados que le quedaron, y con ellos entró en la provincia de Tucumán don buen suceso, y fundó cerca de aquella sierra una ciudad, que llamó del Barco a contemplación del licenciado Gasca, que era natural de Barco de Ávila . Habiendo hecho la planta de su población, y un fuerte en que se metió con su gente, salió con treinta soldados a correr la redonda de aquella tierra, y atraer y conquistar algunos pueblos de la comarca, y caminando una noche al reconocimiento de unas poblaciones de indios, llegó a un río en cuya ribera estaba alojado un gran Real de españoles con mucha gente y caballos, de que quedaron confusos de quien podría ser, y reconociéndole, vieron que era Francisco Villagra, que torciendo su derrota, había entrado por esta provincia por la falda de la cordillera, con ánimo de emprender por aquella parte nuevo descubrimiento, de que Juan Núñez de Prado tomó grande enojo, acordándose del mal porte que con él tuvo en los Chichas, y sin más dilación determinó de prenderle y castigarle por haber entrado en su jurisdicción y gobierno, y mandó al capitán Guevara que con 15 soldados le acometiese por una parte, y que en ínterin él acometería por otra al Real, y que ambos procurasen ir a la tienda de Villagra a prenderle o matarle.
Esta acción tocó al capitán Guevara, que atropelló a los que estaban de guardia, y por fuerza entraron dentro de la tienda de Villagra, que ya se hallaba armado de espada y rodela, y abrazándose con el capitán Guevara, le dio un encuentro con la rodela, de que cayeron ambos en tierra, y asiendo de la guarnición de la espada, se la sacó Villagra de la mano, y él arremetiendo con un soldado que junto a él estaba, le quitó la suya, a tiempo que los unos y los otros andaban revueltos a cuchilladas, y todo el Real alborotado con el alarma, que por el otro lado le iba dando Juan Núñez de Prado, con lo cual muchos se retiraron y desampararon sus tiendas; pero volviendo en sí, acudieron con otros al socorro de Villagra, con que vino a hacerse tan gran ruido, que le convino a Juan Núñez de Prado tocar a recoger con la trompeta, que era la señal que tenía dada a su gente, y con buen orden se fueron saliendo donde tenían los caballos. No siéndoles poco dificultosa esta retirada al Capitán Guevara, sin haber hecho otra cosa, que haber habido algunos heridos de ambas partes, junto con su capitán fueron a gran prisa para su pueblo. Villagra quedó sentido y enojado, pareciéndole como cosa de entresueños, y al fin determinó seguirlos con 60 hombres. Juan Núñez de Prado, llegando a los suyos, le pareció que no podría resistirle, por lo que, se resolvió irse a la sierra con algunos de su compañía, y se entró en lo más áspero, dejando en la población lo más de la gente de su cargo.
Villagra sin mucha contienda se apoderó del fuerte e hizo juramento de no salir más de él hasta haber a las manos a Juan Núñez de Prado y castigarle como merecía. No obstante esto entróse de por medio un honrado sacerdote que allí tenía de cura, que habló a Villagra fuese servido de remitir lo pasado por concordia y amistad, lo cual le fue otorgado, con la condición que Juan Núñez de Prado se le sometiese, dándole obediencia como superior en nombre del Gobernador don Pedro de Valdivia, y que con esto le haría toda amistad, y dejaría en su tenencia; y aunque a Juan Núñez de Prado se le hizo esto difícil, fue aconsejado de sus amigos lo hiciese así, pues no podía haber otro remedio: en esta conformidad, él y los del cabildo se resolvieron, y rindieron la obediencia como a superior en nombre de S.M. a don Pedro de Valdivia, como incluyéndose en el Gobierno y conquista de Chile a Juan Núñez de Prado y la provincia; y habiendo ordenado lo que pareció conveniente, se fue para Chile; y viéndose Juan Núñez libre de la sujeción y poderío de Villagra, renunció al poder que por él le fue dado, diciendo que no le necesitaba, pues tenía completa facultad del Presidente Gasac, Gobernador General de estos reinos. Y usando de la comisión que antes tenía, continuó su conquista y población. Llegando Villagra al reino de Chile, dio cuenta a don Pedro de Valdivia de lo que le había pasado en la provincia del Tucumán con Juan Núñez de Prado, y como quedaba inmediato y sujeto a esta provincia por su Teniente General a Francisco de Aguirre, hombre principal, conquistador antiguo del Perú, y vecino encomendero de la ciudad de Coquimbo; y entrando en esta tierra, tomó luego posesión de ella en nombre de Valdivia, como lo hicieron en adelante todos lo que le sucedieron en el Gobierno, quedando aquella provincia muchos años sujeta al reino de Chile.
Francisco de Aguirre prendió luego a Juan Núñez de Prado, y le despachó con lo procesado a Chile, de donde después se fue a la Ciudad de los Reyes, y tuvo negociación para volver a entrar en esta provincia, lo cual nunca pudo poner en efecto; en todo este tiempo Francisco de Aguirre administró el oficio de Teniente General, que le fue cometido por Valdivia, en cuyo tiempo por causas convenientes que le movieron, trasladó de la sierra al río del Estero la Ciudad del Barco, llamándola de Santiago, como hasta hoy permanece. Está en la altura de 29 grados, distante de la ciudad de la Plata 200 leguas, y es cabeza de aquella gobernación. Repartió el General los naturales de aquel distrito en 56 encomenderos. Empadronáronse 47.000 indios Juris y Tenocotes, así en el Estero como en el Río Salado y en la sierra. Esta tierra fértil, en especial los bañados, como queda referido, con lo que le deja dispuesto para las sementeras de los naturales; y habiéndose sucedido en el empleo Juan Pérez de Zurita, fundó una ciudad en el Valle del Calchaquí, y otra en el de Conando, que llamó la ciudad de Londres. A éste sucedió un tal Castañeda enviado por el Gobernador de Chile, y por su mal gobierno fueron estas dos ciudades destruidas de los indios con pérdida de mucha gente española, hasta que S.M. despachó al gobierno de esta provincia a Francisco de Aguirre, como más latamente se dirá adelante.
Esta acción tocó al capitán Guevara, que atropelló a los que estaban de guardia, y por fuerza entraron dentro de la tienda de Villagra, que ya se hallaba armado de espada y rodela, y abrazándose con el capitán Guevara, le dio un encuentro con la rodela, de que cayeron ambos en tierra, y asiendo de la guarnición de la espada, se la sacó Villagra de la mano, y él arremetiendo con un soldado que junto a él estaba, le quitó la suya, a tiempo que los unos y los otros andaban revueltos a cuchilladas, y todo el Real alborotado con el alarma, que por el otro lado le iba dando Juan Núñez de Prado, con lo cual muchos se retiraron y desampararon sus tiendas; pero volviendo en sí, acudieron con otros al socorro de Villagra, con que vino a hacerse tan gran ruido, que le convino a Juan Núñez de Prado tocar a recoger con la trompeta, que era la señal que tenía dada a su gente, y con buen orden se fueron saliendo donde tenían los caballos. No siéndoles poco dificultosa esta retirada al Capitán Guevara, sin haber hecho otra cosa, que haber habido algunos heridos de ambas partes, junto con su capitán fueron a gran prisa para su pueblo. Villagra quedó sentido y enojado, pareciéndole como cosa de entresueños, y al fin determinó seguirlos con 60 hombres. Juan Núñez de Prado, llegando a los suyos, le pareció que no podría resistirle, por lo que, se resolvió irse a la sierra con algunos de su compañía, y se entró en lo más áspero, dejando en la población lo más de la gente de su cargo.
Villagra sin mucha contienda se apoderó del fuerte e hizo juramento de no salir más de él hasta haber a las manos a Juan Núñez de Prado y castigarle como merecía. No obstante esto entróse de por medio un honrado sacerdote que allí tenía de cura, que habló a Villagra fuese servido de remitir lo pasado por concordia y amistad, lo cual le fue otorgado, con la condición que Juan Núñez de Prado se le sometiese, dándole obediencia como superior en nombre del Gobernador don Pedro de Valdivia, y que con esto le haría toda amistad, y dejaría en su tenencia; y aunque a Juan Núñez de Prado se le hizo esto difícil, fue aconsejado de sus amigos lo hiciese así, pues no podía haber otro remedio: en esta conformidad, él y los del cabildo se resolvieron, y rindieron la obediencia como a superior en nombre de S.M. a don Pedro de Valdivia, como incluyéndose en el Gobierno y conquista de Chile a Juan Núñez de Prado y la provincia; y habiendo ordenado lo que pareció conveniente, se fue para Chile; y viéndose Juan Núñez libre de la sujeción y poderío de Villagra, renunció al poder que por él le fue dado, diciendo que no le necesitaba, pues tenía completa facultad del Presidente Gasac, Gobernador General de estos reinos. Y usando de la comisión que antes tenía, continuó su conquista y población. Llegando Villagra al reino de Chile, dio cuenta a don Pedro de Valdivia de lo que le había pasado en la provincia del Tucumán con Juan Núñez de Prado, y como quedaba inmediato y sujeto a esta provincia por su Teniente General a Francisco de Aguirre, hombre principal, conquistador antiguo del Perú, y vecino encomendero de la ciudad de Coquimbo; y entrando en esta tierra, tomó luego posesión de ella en nombre de Valdivia, como lo hicieron en adelante todos lo que le sucedieron en el Gobierno, quedando aquella provincia muchos años sujeta al reino de Chile.
Francisco de Aguirre prendió luego a Juan Núñez de Prado, y le despachó con lo procesado a Chile, de donde después se fue a la Ciudad de los Reyes, y tuvo negociación para volver a entrar en esta provincia, lo cual nunca pudo poner en efecto; en todo este tiempo Francisco de Aguirre administró el oficio de Teniente General, que le fue cometido por Valdivia, en cuyo tiempo por causas convenientes que le movieron, trasladó de la sierra al río del Estero la Ciudad del Barco, llamándola de Santiago, como hasta hoy permanece. Está en la altura de 29 grados, distante de la ciudad de la Plata 200 leguas, y es cabeza de aquella gobernación. Repartió el General los naturales de aquel distrito en 56 encomenderos. Empadronáronse 47.000 indios Juris y Tenocotes, así en el Estero como en el Río Salado y en la sierra. Esta tierra fértil, en especial los bañados, como queda referido, con lo que le deja dispuesto para las sementeras de los naturales; y habiéndose sucedido en el empleo Juan Pérez de Zurita, fundó una ciudad en el Valle del Calchaquí, y otra en el de Conando, que llamó la ciudad de Londres. A éste sucedió un tal Castañeda enviado por el Gobernador de Chile, y por su mal gobierno fueron estas dos ciudades destruidas de los indios con pérdida de mucha gente española, hasta que S.M. despachó al gobierno de esta provincia a Francisco de Aguirre, como más latamente se dirá adelante.