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Desarrollo


CAPITULO VI Sale para las Misiones de la Sierra Gorda, lo que trabajó y practicó en ellas El glorioso y recomendable fin de la conversión de los Gentiles, y propagación de nuestra Santa Fe Católica, fue el que obligó al V. P. Fr. Antonio Linaz de Jesús a pasar a España en solicitud de la fundación del Colegio Apostólico de la Santa Cruz de Querétaro, según refiere la Crónica de los Colegios (Lib.I Cap.12 fol.39 y 40) para que sus Religiosos se empleasen principalmente en reducir a los Infieles que habitan la Sierra Gorda, o Cerro Gordo. Este paraje, sumamente áspero, da principio como treinta leguas distante de la expresada Ciudad de Querétaro, y se extiende a cien leguas de largo, y treinta de ancho, en cuyas breñas vivían los indios de la Nación Pame todavía en su gentilidad, no obstante de hallarse cercado todo de Pueblos Cristianos. Fundado dicho Colegio, como refiere la citada Crónica, Lib.4 Cap.I fol.253 y 254, salieron dos de los primeros Misioneros de los Fundadores para dicha Sierra a efecto de la reducción; y habiendo llegado a élla, y misionado en los Pueblos de Españoles que se hallan en sus inmediaciones, les dijeron, estaba ya ocupada por los RR. Padres Dominicos que habían fundado Misiones; por cuyo motivo no se internaron, sino que por la falda de dicha Sierra caminaron hacia el Oriente, hasta llegar a otra llamada de Famauripa, que divide el Nuevo Reino de León de la Provincia de la Huasteca, y en ella fundaron una Misión, que después se entregó para la Custodia de Tampico.

Con esta noticia que adquirieron los PP. Misioneros de Querétaro, ya no intentaron más el ejercitarse en la reducción de los indios de la Sierra Gorda, considerándolos ya convertidos. En esta inteligencia estaban todos hasta el año de 1743, en que habiendo S. M. nombrado para General de dicha Sierra al Coronel D. José Escandón, quiso éste visitarla, en cumplimiento de su obligación; y aunque halló que los RR. Padres Dominicos por un lado, y los de San Agustín por otro tenían fundadas Misiones, vio en el centro un gran manchón de Gentilidad de la Nación Pame, que vivían entre breñas aquellos indios, y entre éllos muchos Cristianos, que cuando chicos, bajando con sus Padres a los Pueblos de Españoles los habían bautizado; pero sólo tenían de Cristianos el nombre, y vivían como Gentiles mezclados con ellos. Propúsoles dicho Señor el vivir en Pueblos como los Cristianos en sus propias tierras; que les traería Padres que los enseñasen y bautizasen a los que eran Gentiles; y conviniendo ellos en todo, dio parte al Exmô. Señor Virrey, y éste a S. M. quien dio su Real Orden para que se fundasen ocho Misiones, las tres a cargo de el Apostólico Colegio de Pachuca de RR. Padres Descalzos de nuestra Orden, y las cinco restantes a nuestro Apostólico Colegio de San Fernando, dividiendo las unas de las otras el caudaloso Río llamado de Moctezuma, que es el del desagüe de México, el cual cruzando por la Sierra, y culebreando por la Huasteca, vacía en el Seno Mexicano.

Dióse principio a esta reducción el año de 1744, llegando a dicha Sierra Misioneros Sacerdotes de dicho Colegio de San Fernando, cuyo Presidente era el R. P. Fr. Pedro Pérez de Mezquía, y con ellos el referido Señor General D. José Escandón; y explorando aquel terreno hallaron cinco sitios proporcionados para las cinco Misiones, a los que luego concurrieron los Indios comarcanos, y se dejó a su voluntad el avecindarse en cualquiera de ellos; y el R. Padre Presidente destinó para cada paraje dos Misioneros, los que por medio de los indios naturales, y algunos de México ladinos que se agregaron como Pobladores, dieron mano a fijar el Estandarte de la Santa Cruz, formar una Capilla de palos techada de zacate, para que sirviese de interina Iglesia, y a continuación de ella una casa de lo mismo para vivienda de los Padres. Los Indios también formaron chozas de las mismas materias para su habitación, y libertarse de los ardores del Sol; y el referido Señor General dejó en la principal Misión, en el sitio nombrado Xalpan (dedicada al Apóstol Santiago, Patrón de las Españas) una Compañía de Soldados Milicianos con sus correspondientes Oficiales, Capitán, Teniente y Alférez, de cuya Compañía se destacaron y repartieron por las Misiones los Soldados que se juzgaron necesarios para escolta, de los Padres; y concluida la fundación de dichas Misiones se dedicaron las otras cuatro a la Purísima Concepción de nuestra Señora, al Príncipe y Arcángel Señor San Miguel, a nuestro Seráfico Padre Señor San Francisco, y a nuestra Señora de la Luz, y el Señor General se retiró para la Ciudad de Querétaro, quedando los Padres dando principio a la formación de sus Padrones, en que constasen los Indios que se avecindaban en ellas, cuyo número ascendió a 3840: Indagaron los que confesaban estar bautizados desde su niñez, y los que no lo estaban.

Instruyeron a unos y a otros de cuanto correspondía, por medio de Intérpretes, de que servían los Indios Mexicanos (por hallarse instruidos en el idioma) y luego que los hallaban capaces bautizaban a los Gentiles. El R. P. Mezquía, Religioso práctico en estas fundaciones (por haber sido uno de los que el V. P. Margil llevó para las de las Misiones de Texas) comenzó a formar desde luego las instrucciones que debían observarse en las de la Sierra Gorda para el régimen espiritual y temporal de ellas, siendo el mismo que se ha observado en las demás Misiones de los Colegios de la Santa Cruz de Querétaro y nuestra Señora de Guadalupe de Zacatecas en sus espirituales Conquistas, y es en la forma siguiente. RÉGIMEN ESPIRITUAL Que primeramente procurasen los Padres Misioneros que cada día al salir el Sol se congregasen en la Iglesia al son de campana todos los Indios e Indias grandes, así Gentiles, como Neófitos, sin faltar alguno: Que uno de los Padres rezase con ellos las oraciones y texto de la Doctrina Cristiana, y les explicasen en castellano los Misterios más principales, practicando lo mismo por la mañana (luego que los grandes saliesen) y por la tarde antes de ponerse el Sol, con los Niños y Niñas que tuviesen de cinco años para arriba de edad, sin permitir que ninguno faltase a este santo ejercicio: Que los Catecúmenos, y los que se hubiesen de casar, o cumplir con el precepto anual de la Confesión, asistiesen a él también a mañana y tarde, para que fuesen instruidos antes de recibir los referidos santos Sacramentos, y que lo mismo se ejecutase con los que olvidaran la Doctrina, sin embargo del diario ejercicio.

Que los días de fiesta celasen con grande vigilancia, que ninguno faltase a la Misa del Pueblo, ni a la Plática que en ella se debía hacer, explicando el Evangelio, o los Misterios de nuestra Santa Fe, y que procurasen acomodarse con prudencia y discreción a la rudeza y necesidad de los Indios, y que acabada la Misa, uno de los Misioneros los llamase a todos por el Padrón, según sus nombres, y que llegasen uno a uno a besarle la mano, con lo que se reconocería si faltaba alguno. Que a los más capaces y hábiles exhortasen a la frecuencia de los Santos Sacramentos (a más del cumplimiento de la Iglesia) principalmente en las grandes festividades, y a oir Misa aún en los días que no son de precepto, dejándolos siempre en su libertad: Que en sus enfermedades procurasen visitarlos a menudo, y que fuesen curados y asistidos según lo permite la tierra, y con mayor cuidado, que recibiesen los santos Sacramentos de que fuesen capaces, y de asistirles para auxiliarlos en su muerte, y que el Pueblo asistiese al entierro. Asimismo, que pusiesen esmero en componerlos en sus enemistades y litigios, enseñándoles a vivir unidos en la paz y caridad cristiana, sin permitir escándalos o malos ejemplos en la Misión. GOBIERNO TEMPORAL Para conseguir el deseado fin del fruto espiritual, dispuso el citado R. P. Mezquía, que se procurase el bien temporal de aquellos Indios Pames, pues faltando éste no podrían hacer pie en el Pueblo o Misión, ni asistir a la Misa y cotidiano rezo, porque les sería preciso ir dispersos vagueando en solicitud de comida y vestuario.

Para evitar esto, encargó su R. que los Padres Misioneros solicitasen por medio del Síndico, a cuenta del Sínodo anual que les daba S. M. para su manutención (agregando a él la limosna de las Misas que se les encomendasen) herramientas y demás útiles necesarios para poner en corriente alguna siembra, como también algunas Vacas, Bueyes, y demás ganado, para que del fruto de ello se mantuviesen de comunidad, como se practicó al principio de la Iglesia. Así se ejecutó, dando principio, y con el tiempo se fue aumentando, y se lograron algunas cosechas que se repartían a los Indios, para ayudar a su existencia en la Misión. El clima de dicha Sierra es muy caliente y húmedo, y por consiguiente contrario a la salud; por lo cual enfermaron en breve tiempo muchos de los misioneros, de los que en pocos días murieron cuatro, y otros se retiraron imposibilitados a la Enfermería del Colegio, quedando solos dos de los Fundadores en la Misión. Como éste se hallaba entonces tan exhausto de Misioneros, fue preciso pedir socorro a los otros Colegios de Querétaro y Zacatecas; pero como quiera que iban a suplir por el tiempo de seis meses, y cumplidos estos los remudaban otros, no tenían tiempo para aprender la lengua, y ésto era de grande atraso para la Conquista espiritual.

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